LA ULTRADERECHA DE
GUATEMALA QUE PROTESTÓ
HACE TRES DÍAS CONTRA
GIAMMATTEI, ES LA MISMA
QUE PROSTESTABA CONTRA
LA CICIG
Por Luciano Castro Barillas. Escritor y
Analista político
No pertenecen realmente a las clases
poseedoras. Son los gatos de Dionisio Gutiérrez, de los cementeros Novella o de los
cerveceros Castillo. Van de gerentes
para abajo, a lo sumo jefes de personal o jefes de alguna unidad de producción
o asesores jurídicos, esa estirpe vil de abogados a quienes les encargan
siempre lavar los trapos sucios para que sus amos no tengan ningún disgusto, no
problemas, porque por naturaleza de clase son impunes a cualquier acción de la
verdadera justicia. Esa empatía con el
pensamiento empresarial se la transmiten hasta al cargo más humilde de la
empresa y todos consideran, a pie juntillas, que la empresa es de “todos”, y
por lo tanto deben defender a ultranza, hasta con la vida, cualquier asomo de
riesgo contra la sacrosanta empresa.
Esa clase de miserables pero que
paradójicamente viven con sus comodidades, son los que en sus coches de marcas
corrientes, no de alta gama; salieron por las calles de la ciudad a exigir a
Giammattei el cese de las medidas restrictivas de casi todas las actividades
comerciales que han perjudicado la vida económica de Guatemala. Con las
banderitas nacionales en sus coches vociferando ¡libertad!, despotricando
contra Papá Estado y reclamando la “normalización” de la
vida en el país, dieron por investirse de valor hace unas 72 horas en franca
confrontación con su aliado presidente de derecha que, al menos, es una
marioneta menos dócil que como fuera El Payaso Morales, incondicional
servil de los ricos y militares.
Giammattei está sin alternativas. Las migajas
de los empresarios llegan de cuando en cuando, ayudando un poco contra la
pandemia, y si les hiciera total caso, enfrentaría algo peor: una catástrofe
humanitaria donde los muertos se contarían por miles. A menos que ocultara las
cifras como hace Daniel Ortega en Nicaragua, donde según éste dictadorzuelo
encubierto, “todo está muy bien”.
Salieron por las calles pretextando la
necesidad de trabajo para ganarse el sustento, como sucede con el sector
informal de la economía que representa el 60% del empleo en Guatemala, quienes
sí necesitan el ingreso del día a día para poder subsistir. Pero estas personas
de los cochecitos corrientes no son, no representan a los trabajadores
humildes. Al contrario, los desprecian y no es sino hasta ahora que ven su
importancia como consumidores y como distribuidores de lo que producen las
grandes empresas. Este sector de capas medias oportunistas e inconsistentes, no
pasan penas, solo restricciones.
La vida triste, desesperada y sombría la viven los sectores populares a
quienes la ayuda del Estado llega con dificultades, o por exceso de protocolo o
por incompetencia de los mandos intermedios.
El presidente dice y ordena, pera sus “ordenes”
son como las fajas gastadas, sin agarre, que ya no hacen girar bien los
engranajes de la eficiencia, de la aparente voluntad del Estado. Estos
personajes de banderitas son los mismos que salieron a respaldar las
iniciativas por la justicia abanderadas por la CICIG y el Ministerio Público en
la época de doña Telma Aldana. Son los mismos que “defendían a Guatemala” de la
injerencia extranjera, son los mismos que se sacaron de la chistera los conejos
de la infamia, de la difamación y la injuria contra las personas dignas de este
país. Son los aliados de El Taquero y Byron Lima, son todos esos sujetos
impresentables que usted ya sabe. Al parecer, como dijo el poeta cubano Nicolás
Guillén, a todos estos, “los parió una botella de ron”.
Publicado por La Cuna del Sol
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