sábado, 27 de junio de 2020

¡Ay Guatemala!, como siempre, en las fauces de tus hijos rapaces

Cuándo, por Dios, tendremos los guatemaltecos noticias alentadoras en esta tierra hermosa, marcada por lo sombrío y lo desesperado. Esta tierra se ha vuelto el lugar menos fértil para que florezca la esperanza.


¡AY GUATEMALA!,
COMO SIEMPRE,
EN LAS FAUCES DE TUS HIJOS RAPACES


Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político

Cuándo, por Dios, tendremos los guatemaltecos noticias alentadoras en esta tierra hermosa, marcada por lo sombrío y lo desesperado. Esta tierra se ha vuelto el lugar menos fértil para que florezca la esperanza. Ya lo dijo don Iván Velásquez, el ilustre colombiano alguna vez: ¡Guatemala, florecerás! Y ojalá sus palabras fueran proféticas, porque aquí en Guatemala todo pareciera estar de cabeza, ir a contrapelo, del dislate a la tontería, de la maldad simple a la perversión más refinada, del profesional brillante mal ponderado al ignorante enaltecido, del honrado visto como tonto al pillo visto como vivaracho, del respetuoso de las leyes visto como un bruto, al irreverente y violador de las normas visto como audaz, de Giammattei visto como el poder formal al CACIF siendo el poder real.

El actual presidente no es de los millonarios, pero piensa como ellos. Empatiza de tal modo con la clase dominante que se siente muy satisfecho con ser su criado o fiel escudero. No sé cuándo los guatemaltecos vamos a tener presidente. Porque son sesenta y seis años, sí, sesenta y seis años, ya casi bordeando el siglo, en que nos hundimos en el estercolero de la Contrarrevolución. En que la infamia se enseñoreó en nuestro cielo. Sesenta y seis años que el imperialismo de los Estados Unidos echó a perder nuestro luminoso destino. Sesenta y seis años en que ya no vimos la luz sino que entramos en la boca de un negro túnel del que, vuelta y vuelta, no encontramos la salida. Por eso la razón de la violencia en sus horrorosas expresiones: contra la mujer, contra los niños, contra la institucionalidad, contra la democracia, contra el amor propio de quedar bien con los demás y ante uno mismo.

Tenemos lo último de los desaprensivos. Un sujeto pelo lacio, liso, peinado hacia atrás, a la gomina, como los gánsteres de los años veinte de origen italiano. El caradura por antonomasia del ámbito nacional, Felipao Alejos. Ama el dinero este joven más que cualquier otra cosa. Sus padres le enseñaron esos feos modales y creció así, no queriendo ser médico, ingeniero o abogado. No, él no quería ninguna profesión liberal ¿para qué? Allí el dinero se hace un poco despacio y a veces con esfuerzo. No, él pensaba en algo más grandioso. En algo avasallador y admirable. Soñaba con un enorme promontorio de mierda y gritaba en las noches en tremendas pesadillas. Y cosas, su alucinante pesadilla se hizo realidad. Se hizo diputado y algo peor, miembro de la Junta Directiva. Allí se hizo todo un profesional de la artimaña y la estafa al Estado. Podía acelerar cualquier trámite fiscal para que a los empresarios mafiosos les reembolsara el Estado el dinero no pagado.

Felipao es lo que podríamos llamar, sin paliativos, una auténtica basura. Un humano de desecho. Una mierda que se pasa de pestilente porque este granuja se las tiene todas: pretende enjuiciar a cuatro magistrados de la Corte Suprema de Justicia que votaron para removerle la inmunidad parlamentaria. Felipao atacó con la complicidad de nueve magistrados granujas y quiso defenestrar a los cuatro magistrados honestos. Un recurso interpuesto ante la Corte de Constitucionalidad por la Procuraduría de los Derechos Humanos a favor de los cuatro magistrados honorables contuvo por el momento el desaguisado. Este es otro de los bandidos Alejos, los herederos malditos de la Contrarrevolución, cuyo pariente lejano (abuelo o bisabuelo quizá) quería cargarse a Fidel Castro en ya lejanos días. El cáncer sigue allí, por eso tenemos tantos problemas los guatemaltecos para ver la luz al final del túnel. Porque Felipao es una de tantas flores mustias en el jardín de la porquería.






Publicado por La Cuna del Sol

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