Quién lo diría. En
cinco meses de pandemia este pequeño país llamado Guatemala, ha dejado de ser
un Estado Fracasado para ser un país hundido en el caos, en la bancarrota
total.
LO DE ESTADO FRACASADO
ES AHORA POCA COSA,
AHORA SE TRATA DE UN
PAÍS
EN EL CAOS TOTAL
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
Quién lo diría. En cinco meses de pandemia este
pequeño país llamado Guatemala, ha dejado de ser un Estado Fracasado para ser
un país hundido en el caos, en la bancarrota total. Es el caso, sin apelar al
pensamiento conservador, de un país sin orden y sin ley. El Estado en manos de
los delincuentes, siendo el caso más destacado lo que sucede en el Congreso de
la República dislocada, donde las bandas del crimen más diverso coinciden, se
coluden, conspiran y sobre todo se distribuyen el poder. Ese es el lugar de lo
inconcebible y de lo inimaginable. Donde lo sorprendente dejó de tener lugar
porque todo es allí desbordado, desaforado y excesivo y real maravilloso.
Escapa a toda lógica.
Y todo iba a pedir de boca para los sectores de
la ultraderecha, pues después de echar a perder el esfuerzo de la comunidad
internacional representada en la Comisión Internacional contra la Impunidad de
las Naciones Unidas, CICIG, que ellos llamaban “intervención extranjera”,
las puertas estaban de par en par para la corrupción y la impunidad. El colapso de la comisión internacional
significó el retorno inmediato, casi instantáneo, del crimen descarado de los
poderes públicos del Estado donde el poder Ejecutivo ocupado por un histrión de
escaso discernimiento y grande sometimiento al poder económico y al ejército,
El Payaso Morales; rebasó los límites en todo, hasta el no va más de la
descomposición social, incapacidad, entreguismo incondicional a los mismos
poderes creyendo que podía seguir administrando la crisis permanente del
Estado y la sociedad guatemalteca. No podía con su limitado cerebro ver
que la pared se le venía encima.
Lo mismo sucede con el actual presidente, Alejandro Giammattei, amo y
señor de la prepotencia, la palabra gruesa, la incompetencia y la corrupción.
Transfirió uno de sus ministros, por órdenes de él, no cabe duda, tres o cinco
millones para el Hospital Militar donde no se ha atendido ni un solo paciente
del coronavirus. Para ese tipo de transferencias financieras funciona muy ágil
y eficientísima su maquinaria burocrática, menos para pagar el sueldo adeudado
por cinco meses a los médicos que combaten frontal y valientemente ese
microscópico ser que está causando la devastación en todo el mundo y por qué no
decirlo destruirá a Guatemala.
La crisis permanente del Estado y la sociedad
guatemalteca, una crisis de 65 años, ya nadie la puede manejar. Está fuera de
control. Se necesita inequívocamente la refundación del Estado para crear
nuevas estructuras sociales y nuevas relaciones sociales de producción. La gravedad
de lo que pasa en el interior de la sociedad no la ven, o sencillamente la
ignoran, porque todo cambio lo ven como impulso comunista, dado que poseen un
pensamiento trasnochado, de prejuicio profundo, de tontera descomunal y
enfermizo egoísmo. Ya no es asunto de ideologías como tanto les gustaba decir
hasta hace poco. Ya no. Este país, sus estructuras sociales, su débil aparato
económico, su Estado y sus estructuras legales, sus viejas ideas, y su sistema
político está totalmente desacreditado. ¿Hasta cuándo prolongarán la agonía del
pueblo de Guatemala y en qué momento se percatarán de su estulticia?
Con una caída del 9% de la economía -que es
bastante alentador- pero que no es cierto, la vida social, económica y política
se hace inviable. Por eso guatemaltecos lúcidos y responsables en los Estados
Unidos hacen cabildeo con políticos democráticos para hacerles ver que estamos
a las puertas de una auténtica catástrofe, donde ya no se podrán manipular o
esconder sencillamente las cifras. Prevé el Ministerio de Salud para marzo de
2021 UN MILLÓN DE CONTAGIADOS en este pequeño país. O
sea un 12% por ciento de su población. Imagínese usted que los hospitales ya no
tienen camas disponibles para los pacientes críticos con 45 mil contagiados y
con dificultad para abastecerse de oxígeno por las trabas burocráticas. Con un
millón de enfermos ¿qué se podrá hacer? Pues, sencillamente, nada. Morirán en
las calles miles de personas y si lo visto en Quito o Guayaquil era un
escándalo, lo que se verá en Guatemala será terriblemente espantoso. No es una
especulación amarillista de periodismo barato. Son las proyecciones del
Ministerio de Salud Pública de Guatemala.
El cambio político devendrá inevitable porque no hay colectividad humana
que soporte semejante ruina.
Publicado por La Cuna del Sol