El Alfarero de Chinautla, padre del engendro antidemocrático o cara visible, tiene que darse prisa porque ya no habrá a partir del 20 de enero de 2021, con la toma de posesión de Biden, las amplias libertades de que goza actualmente en Guatemala para joder como le da la gana.
EL ALFARERO DE
CHINAUTLA,
RICARDO MÉNDEZ RUIZ,
TIENE QUE DARSE PRISA,
BIDEN TOMA POSESIÓN
ESTE 20 DE ENERO…
Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Realmente se parece al personaje principal del
libro Los Agachados, del monero
mexicano Eduardo del Río. El parecido con Calzoncín es asombroso. Calzoncín, para los que no saben quién es
este personaje, se trata de un indígena mexicano, flaco del hambre eterna de
los pobres de México y sin vestimenta (por supuesto sin calzones, por eso lo
del apodo). Tiene como todo vestuario un petate, en el que anda siempre envuelto
del cuello a los tobillos. Es cuestionador del poder tradicional mexicano y su
“revolución” transformada a lo largo de decenios, gracias a los políticos
corruptos, en una dolorosa caricatura.
El Calzoncín guatemalteco, Ricardo Méndez Ruiz,
se le conoce en los medios democráticos como El Alfarero de Chinautla, por su inconfundible pinta de nativo, lo
cual no tiene nada de malo en un país donde la presencia indígena es
abrumadora. Lo malo radica en que este indígena, de apellidos ladinos, es
aliado del poder oligárquico, todo lo contrario, a lo que hace Calzoncín, el
mexicano. El Alfarero de Chinautla modela el barro de la infamia y lo pule sin
torno, a pura cerámica digital. ¿Quién le paga a él personalmente y a su equipo
de infames abogados? Tiene que ser el poder oligárquico, los sectores de la
derecha recalcitrante que no dan respiro, ni ningún chance a la endeble y
subsidiada democracia guatemalteca. Posee este señor un cuadro psicótico contra
toda expresión de libertad y justicia. Todo es comunismo o terrorismo para él.
No logra percatarse o sencillamente no le importa enterarse que el 85% de la
población guatemalteca vive en la pobreza. ¿Y quién puede estar contento así?
Los oenegistas estilan decir que está roto el
tejido social. Pero no seamos reticentes, eufemistas o pivotes de interminables
vueltas al hablar. Aprendamos cuando hablamos a decir bien las cosas. A llamarlas por sus nombres. Sin ninguna pena
por las represalias, pues lo peor que le puede pasar a un periodista de opinión
o un escritor comprometido es autocensurarse.
Ahora bien, si nosotros hacemos un periodismo complaciente y acomodaticio es
mejor no vivir semejante despropósito. Es mejor y se hace más callando. Pero si
tenemos consciencia de nuestra responsabilidad, consciencia también de las
contradicciones históricas fundamentales de nuestra sociedad no resueltas y sin
faltar una adecuada calibración de los huevos, pues, sencillamente hagamos bien
las cosas. Asumamos de la manera debida nuestras tareas. ¿Desafiantes? No. Solo
hombres de letras honrados, capaces de crear una corriente de opinión con lo
que quizá, bien sabemos decir.
El Alfarero de Chinautla, padre del engendro
antidemocrático o cara visible, tiene que darse prisa porque ya no habrá a
partir del 20 de enero de 2021, con la toma de posesión de Biden, las amplias
libertades de que goza actualmente para joder como le da la gana. Su trabajo y
el de otros se trajo abajo a la CICIG cuando gracias a los buenos oficios de El Zepelín Ligorría, Marcos Rubio, John
Bolton, Pompeo y Donald Trump, hicieron trizas la vía de crear una
Guatemala donde imperara la justicia y se castigara a quienes siempre han
tenido la prerrogativa de la impunidad. Pero Biden ha sido claro: cero
tolerancia a los políticos corruptos destructores de la democracia en El
Triángulo Norte. De ese tipo de democracia restringida que otorga a estos tres
países el imperio y que, sin embargo, con todo, es mucho mejor que lo que
actualmente ocurre, principalmente en Honduras y Guatemala.
Esa actitud de Estados Unidos se ha acendrado,
fortalecido, galvanizado; ahora más que nunca con el desastre gubernativo del
señor Trump. Han vivido en carne propia lo que es el asedio, la conspiración y
el abuso contra la democracia con lo sucedido a lo largo de cuatro años y con
el último y patético tramo del asalto al Capitolio. Por eso El Alfarero debe
darse prisa para impulsar sus últimas barrabasadas, porque la tortilla se está
dando vuelta peligrosamente para él y quienes lo acompañan. No es que Estados
Unidos sea buenito: es que hoy aprendió en su propio pellejo lo que es luchar
contra el fascismo desbocado.
Publicado por La Cuna del Sol
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