sábado, 13 de febrero de 2021

Giammattei, el brutal presidente que culpa a los defensores de los derechos humanos de la escalada criminal en Guatemala

La Procuraduría de los Derechos Humanos, como los activistas independientes, nunca han protegido delincuentes, solo les reconocen sus derechos, que es un asunto totalmente distinto.

 

GIAMMATTEI, EL BRUTAL PRESIDENTE QUE CULPA
A LOS DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
DE LA ESCALADA CRIMINAL EN GUATEMALA



Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol

Es un viejo y sobado argumento fascista, concebido y promovido por los militares del conflicto armado y reproducido hasta la saciedad, por los sectores de la derecha ultramontana, de esa derecha recalcitrante que constituye la mayoría del pueblo de Guatemala, a quien en tantos decenios (6.5), literalmente, les han lavado el cerebro. Toma esta gran mayoría de ciudadanos como propios los postulados del empresariado guatemalteco, aunque no tengan vivienda, trabajo digno, el más bajo nivel educativo y, para ajuste de penas; no solo pequeño el cerebro, de masa encefálica deficitaria; sino que ahora un despacho noticioso internacional nos informa que los guatemaltecos y las guatemaltecas son las personas de más baja estatura del mundo, 1.49 centímetros de promedio para las mujeres y 1.64 centímetros para los hombres. Otro deshonroso primer lugar pues, más que causas genéticas, es la pésima nutrición de los guatemaltecos que por generaciones tienen por desayuno el pan con café.

Esa precariedad alimentaria fue la razón que algunos gobiernos, empezando por el gobierno de Arzú y gracias a los Acuerdos de Paz, que se decidió salirle al paso al otro deshonroso campeonato de los guatemaltecos, como lo es tener el primer lugar en desnutrición infantil, y se creó el programa, a través del Ministerio de Educación, de los Desayunos Escolares.

La corrupción que siempre nos ha tenido entre los dientes como su rehén hizo que el programa de los desayunos escolares fracasara por lamentables razones: primero, los fondos financieros del programa de desayunos fue el botín de los funcionarios corruptos, segundo, los maestros igualmente se robaban el dinero en las escuelas alterando precios en la facturación y la última mano negra de la corrupción eran las madres de familia que, confiándoles los directores escolares la confección del pollo guisado o huevos duros, las libras de pollo no se cocinaban cabales y las docenas de huevos eran de diez unidades. Todo el mundo metido hasta el fondo del hoyo oscuro de la corrupción.

Por eso es que ahora resulta el brutal presidente de Guatemala Alejandro Giammattei, culpando a los defensores de los derechos humanos de las deficiencias del igualmente corrupto sistema de justicia nacional, es otra variante del mismo tema. Es la misma corrupción del ejemplo antes mencionado al afirmar, con descaro, que son los defensores de los derechos humanos los que protegen a los delincuentes. ¿Quién ha dicho esto desde la firma de los Acuerdos de Paz? El ejército, el Cacif, los comisionados militares de esos años y los policías corruptos. Desde que cesaron las ejecuciones extrajudiciales, tan comunes en los años del conflicto armado, se observaron, mal que bien, los derechos de los detenidos. Se les remitió a los tribunales. Se les indagó y se les sometió a juicio, los que así lo ameritaban. Ese el principio, el de la igualdad ante la ley, que la política contrainsurgente nunca acató.

La Procuraduría de los Derechos Humanos, como los activistas independientes, nunca han protegido delincuentes, solo les reconocen sus derechos, que es un asunto totalmente distinto. Por eso escuchar decir eso al presidente Giammattei solo nos concita a pensar que es un imbécil por esgrimir argumentos políticos tan primitivos o es un gran pícaro que con expresar eso lo que intenta es tender una cortina de humo por la elección poco transparente que hará de los nuevos magistrados. De su mediocridad administrativa nadie tiene duda, sin embargo, lo que todavía no se sabe a ciencia cierta es que, de repente, disponga de una colosal ignorancia, lo cual podría ser causa, motivo y razón para pedir su destitución.  Ciertamente no se puede ser tan bruto. Y, claro, hay gente que por sus abominables acciones criminales merece la pena de muerte y algo más, pero eso ni hoy ni nunca resolverá nada. Dé trabajo, esa es una de las mejores y más civilizadas soluciones al problema de la violencia.




Publicado por La Cuna del Sol

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