La Procuraduría de los Derechos Humanos, como los activistas independientes, nunca han protegido delincuentes, solo les reconocen sus derechos, que es un asunto totalmente distinto.
GIAMMATTEI, EL BRUTAL
PRESIDENTE QUE CULPA
A LOS DEFENSORES DE
LOS DERECHOS HUMANOS
DE LA ESCALADA
CRIMINAL EN GUATEMALA
Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Es un viejo y sobado argumento
fascista, concebido y promovido por los militares del conflicto armado y
reproducido hasta la saciedad, por los sectores de la derecha ultramontana, de
esa derecha recalcitrante que constituye la mayoría del pueblo de Guatemala, a
quien en tantos decenios (6.5), literalmente, les han lavado el cerebro. Toma
esta gran mayoría de ciudadanos como propios los postulados del empresariado
guatemalteco, aunque no tengan vivienda, trabajo digno, el más bajo nivel
educativo y, para ajuste de penas; no solo pequeño el cerebro, de masa
encefálica deficitaria; sino que ahora un despacho noticioso internacional nos
informa que los guatemaltecos y las
guatemaltecas son las personas de más baja estatura del mundo, 1.49
centímetros de promedio para las mujeres y 1.64 centímetros para los hombres.
Otro deshonroso primer lugar pues, más que causas genéticas, es la pésima
nutrición de los guatemaltecos que por generaciones tienen por desayuno el pan con café.
Esa precariedad alimentaria fue la razón que
algunos gobiernos, empezando por el gobierno de Arzú y gracias a los Acuerdos
de Paz, que se decidió salirle al paso al otro deshonroso campeonato de los
guatemaltecos, como lo es tener el primer
lugar en desnutrición infantil, y se creó el programa, a través del
Ministerio de Educación, de los Desayunos
Escolares.
La corrupción que siempre nos ha tenido entre
los dientes como su rehén hizo que el programa de los desayunos escolares
fracasara por lamentables razones: primero, los fondos financieros del programa
de desayunos fue el botín de los funcionarios corruptos, segundo, los maestros
igualmente se robaban el dinero en las escuelas alterando precios en la
facturación y la última mano negra de la corrupción eran las madres de familia
que, confiándoles los directores escolares la confección del pollo guisado o
huevos duros, las libras de pollo no se cocinaban cabales y las docenas de
huevos eran de diez unidades. Todo el mundo metido hasta el fondo del hoyo
oscuro de la corrupción.
Por eso es que ahora resulta el brutal
presidente de Guatemala Alejandro Giammattei, culpando a los defensores de los
derechos humanos de las deficiencias del igualmente corrupto sistema de
justicia nacional, es otra variante del mismo tema. Es la misma corrupción del
ejemplo antes mencionado al afirmar, con descaro, que son los defensores de los derechos humanos los que protegen a los
delincuentes. ¿Quién ha dicho esto desde la firma de los Acuerdos de Paz?
El ejército, el Cacif, los comisionados militares de esos años y los policías corruptos.
Desde que cesaron las ejecuciones extrajudiciales, tan comunes en los años del
conflicto armado, se observaron, mal que bien, los derechos de los detenidos.
Se les remitió a los tribunales. Se les indagó y se les sometió a juicio, los
que así lo ameritaban. Ese el principio, el de la igualdad ante la ley, que la
política contrainsurgente nunca acató.
La Procuraduría de los Derechos Humanos, como
los activistas independientes, nunca han
protegido delincuentes, solo les reconocen sus derechos, que es un asunto
totalmente distinto. Por eso escuchar decir eso al presidente Giammattei solo
nos concita a pensar que es un imbécil por esgrimir argumentos políticos tan
primitivos o es un gran pícaro que con expresar eso lo que intenta es tender
una cortina de humo por la elección poco transparente que hará de los nuevos
magistrados. De su mediocridad administrativa nadie tiene duda, sin embargo, lo
que todavía no se sabe a ciencia cierta es que, de repente, disponga de una
colosal ignorancia, lo cual podría ser causa, motivo y razón para pedir su
destitución. Ciertamente no se puede ser
tan bruto. Y, claro, hay gente que por sus abominables acciones criminales
merece la pena de muerte y algo más, pero eso ni hoy ni nunca resolverá nada.
Dé trabajo, esa es una de las mejores y más civilizadas soluciones al problema
de la violencia.
Publicado por La Cuna del Sol
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