domingo, 28 de noviembre de 2021

La colusión chino-rusa sobre Taiwán y Ucrania parece improbable pero no lo es

EE. UU. está adoptando la táctica de divide y vencerás, que es cada vez más provocativa y pone a Pekín y a Moscú bajo fuerte presión. No deja de hostigar sus "líneas rojas" para crear nuevos hechos sobre el terreno.


LA COLUSIÓN CHINO-RUSA SOBRE
TAIWÁN Y UCRANIA PARECE IMPROBABLE
PERO NO LO ES



M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline

La "sensación de optimismo" después de la reunión virtual entre el Presidente Joe Biden y el Presidente Xi Jinping brota de la cumbre entre Estados Unidos y Rusia celebrada en Ginebra en junio.

Las conversaciones entre Biden y el Presidente ruso Vladimir Putin aparentemente buscaban crear una relación "estable y predecible" con Rusia, pero hoy se habla de guerra.

Durante una sesión informativa sobre la cumbre, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, declaró que EE. UU. y los socios afines redactarían las "reglas para promover sus intereses y valores" y presionarían a China.

El jueves 18 de noviembre, Biden reveló que está considerando un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín.

Luego, el viernes 19, el Departamento de Estado de EE. UU, anunció que ese día tendría lugar un diálogo de la Asociación para la Prosperidad Económica entre EE. UU. y Taiwán con el fin de reforzar la cooperación comercial y económica, destacando que Taiwán seguirá siendo un serio foco de tensión  en la relación entre EE. UU. y China y que la Administración Biden intensificará la cooperación militar y tecnológica con Taipei.

El sábado, el jefe del Comando del Indo-Pacífico de EE.UU., el almirante John Aquilino, reafirmó el compromiso de EE. UU. con la consecución de una región libre y accesible en el Indo-Pacífico y enfatizó a los aliados la urgencia de hacer frente a las crecientes tensiones con China y a sus acciones militares.

A partir de entonces, altos funcionarios de la Casa Blanca han instado a Pekín a respetar "el reglamento de circulación", o "las normas de tráfico", alternativamente.

El viernes, China devolvió el golpe. Qin Gang, embajador en EE.UU., cuestionó sin tapujos el mandato de EE. UU. al insistir que Pekín debe obedecer las "normas de tráfico" establecidas por la Casa Blanca y acusó a EE. UU. de intentar levantar otro "Muro de Berlín" para contener a China.

En comparación, la cumbre Biden-Putin en Ginebra ha tenido más vida útil. Sin embargo, Estados Unidos esta advirtiendo a sus aliados de que Rusia parece encaminarse a una guerra en Ucrania.

En esencia, en el plano diplomático, el objetivo de la administración Biden es establecer "barreras" para evitar que las tensiones bilaterales se conviertan en un conflicto con China o Rusia. Sin embargo, en realidad, estas "barreras" actuarían como una restricción unilateral sobre China y Rusia con respecto a los intereses de Estados Unidos.

Es una fórmula para la desconfianza y el antagonismo. Sourabh Gupta, investigador principal del Instituto de Estudios China-América en Washington, enmarcó acertadamente el paradigma como un "transaccionalismo a la carta" que elude la verdadera cooperación.

Está claro que ni China ni Rusia se conformarán con una coexistencia de tal naturaleza, de un caos controlado, ya que Taiwán y Ucrania son cuestiones existenciales. En algún momento obligaran a Estados Unidos a que muestre sus cartas. Las actuales tensiones sobre Ucrania son emblemáticas en ese sentido.

EE. UU. está adoptando la táctica de divide y vencerás, que es cada vez más provocativa y pone a Pekín y a Moscú bajo fuerte presión. No deja de hostigar sus "líneas rojas" para crear nuevos hechos sobre el terreno.

El profesor Glenn Diesen, uno de los principales expertos rusos, escribió la semana pasada: "Las líneas rojas tienen que ver con la disuasión. En primer lugar, el propósito de trazarlas es comunicar los intereses de seguridad críticos y las graves consecuencias que se producirían si fueran socavados. En esencia, los ultimátums de Moscú pretenden impedir que Occidente cometa un peligroso error de cálculo".

Poco después de las contundentes declaraciones del presidente Vladimir Putin en Moscú el 18 de noviembre sobre las “líneas rojas en Ucrania”, en una nota escrita para RT el profesor Diesen explicaba:

"La disuasión se basa en las tres C: capacidad, credibilidad y comunicación. Rusia tiene la capacidad militar para actuar si se traspasan sus líneas rojas, ha demostrado su credibilidad en cuanto a su preparación para actuar ante las amenazas, y sabe que los detalles deben comunicarse con claridad para evitar que Occidente dé pasos en falso que requieran una respuesta contundente. Sin embargo, el punto débil de sus líneas rojas es la actual falta de detalles sobre lo que ocurriría si otra nación sobrepasara esos límites".

Lo que Estados Unidos está haciendo en Taiwán es casi lo mismo que en Ucrania. Tanto en Taiwán como en Ucrania, Estados Unidos ha colocado "trampas" en forma de despliegue de fuerzas especiales, ofuscando la "línea roja". Y en ambos casos, Estados Unidos ha recurrido a la lenta táctica del salami, es decir, a la "conquista mediante el corte de finas rebanadas". Ninguna acción es tan escandalosa que constituya el pretexto para la guerra, pero, un día, te das la vuelta y te das cuenta del terreno que has perdido", de acuerdo al profesor Diesen.

La paciencia de Moscú se está agotando. En esencia, Moscú no puede y no aceptará más

  •         el apoyo de Estados Unidos al abandono de los Acuerdos de Minsk por parte de Kiev
  •          el fomento por parte de Occidente de los sentimientos revanchistas en Ucrania
  •          la hoja de ruta de Occidente para transformar a Ucrania en un Estado "antirruso
  •          la intensificación del apoyo militar a Ucrania;
  •          el despliegue de fuerzas estadounidenses en Ucrania y el Mar Negro; y
  •          el compromiso activo de la OTAN con Ucrania y su presencia en el Mar Negro.

Putin esperaba que Biden percibiera las preocupaciones de Rusia, pero no se ha producido ninguna corrección del rumbo y se persiste vigorosamente en el viejo enfoque. Desde el punto de vista ruso, la política de Estados Unidos está imposibilitando que Moscú mantenga lazos normales con Kiev y está conduciendo inexorablemente a la creación de un Estado antirruso justo en su frontera occidental.

Resulta interesante que Putin también haya incluido en sus declaraciones la importancia de la cuasialianza chino-rusa. Putin declaró: "Algunos de nuestros socios occidentales están intentando de manera descarada abrir una brecha entre Moscú y Pekín. Somos muy conscientes de ello. Junto con nuestros amigos chinos, seguiremos respondiendo a esos intentos, ampliando nuestra cooperación política, económica y de otro tipo, y coordinando los pasos en la escena mundial." El Ministerio de Asuntos Exteriores chino saludó las declaraciones de Putin.

El 19 de noviembre, China y Rusia realizaron una patrulla aérea estratégica conjunta en el Mar de Japón y el Mar de China Oriental. Dos bombarderos con capacidad nuclear de la parte rusa y de la china participaron en la patrulla que duró más de diez horas. Tass destacó que Putin se mantuvo informado de la misma.

El comunicado de prensa conjunto especificó, entre otras cosas, que la patrulla tenía como objetivo “elevar el nivel de coordinación estratégica y las capacidades operativas conjuntas de ambas partes, y proteger conjuntamente la estabilidad estratégica global".

Para China y Rusia, Taiwán y Ucrania son cuestiones existenciales. Pekín no puede permitirse la metástasis de Taiwán como componente de un cordón sanitario dirigido por Estados Unidos. Moscú tampoco puede permitirse una contingencia similar en su frontera occidental y meridional. (La semana pasada, el secretario general de la OTAN habló abiertamente sobre el despliegue de armas nucleares en Europa del Este).

Basta con decir que Rusia no se tomará las gravitaciones actuales con estoicismo. ¿Qué pasará entonces? El Kremlin ha advertido de la gravedad de la situación que se está produciendo.

De hecho, nadie habla aquí  sobre alguna "colusión" sino-rusa. Tampoco se trata de que, tanto para Moscú como para Pekín, la cuestión sea simplemente ir a la guerra o no. Tanto China como Rusia podrían adoptar un enfoque proactivo para promover sus objetivos.

Pekín podría disponer de medidas para hacer frente a las provocaciones de las fuerzas independentistas de Taiwán. Para Moscú también hay opciones, excepto una invasión de Ucrania. Basta decir que ambos países tienen opciones en su arsenal de herramientas que aún no han utilizado.

Sin embargo, sería un escenario totalmente nuevo si apareciera una simultaneidad en el síndrome  "acción-reacción" en el Lejano Oriente y Europa Oriental. Hay variables en juego, pero un escenario de simultaneidad no puede tener un resultado favorable para EE.UU., geopolíticamente en el Pacífico occidental y a nivel mundial. De hecho, el mundo puede presentar un aspecto totalmente diferente.

Si Pekín observara con pasividad como Rusia "pierde" en Ucrania, EE.UU. se envalentonaría y la capacidad de China para hacer frente a la hegemonía estadounidense se debilitaría. Del mismo modo, si Estados Unidos sale triunfante en el Lejano Oriente, Washington impondrá a Rusia un restablecimiento de la estabilidad estratégica mundial en sus propios términos, cueste lo que cueste.

De hecho, Taiwán y Ucrania son inseparables y los desafíos no podrían ser mayores para Rusia y China.




Publicado por La Cuna del Sol

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