La respuesta formal de EE. UU. a las demandas rusas de garantías de seguridad fue entregada el miércoles 26 de enero al Ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú. Los peores temores de Moscú se hicieron realidad.
LA GUERRA
"ASIMÉTRICA" DE
RUSIA EN UCRANIA
M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline
¿Puede Europa sobrevivir sin el gas ruso?
La respuesta formal de EE. UU. a las demandas rusas de garantías de
seguridad fue entregada el miércoles 26 de enero al Ministerio de Asuntos
Exteriores en Moscú. Los peores temores de Moscú se hicieron realidad:
Washington simplemente eludió abordar las principales preocupaciones rusas -la
expansión de la OTAN, el retroceso de los despliegues de la OTAN al nivel
anterior a 1997, etc.- y, en su lugar, ofreció discutir medidas para fomentar
un ambiente de confianza.
No obstante, Moscú continuara con la vía del diálogo, ya que a Rusia le
interesa no parecer obstinada, aunque si las experiencias pasadas sirven de referencia,
los acuerdos con Estados Unidos sólo duran hasta que los abandona.
El Presidente ruso Vladimir Putin, en su discurso anual ante el Parlamento
ruso el pasado mes de abril, había trazado claramente las "líneas
rojas" que por mucho que Moscú quiera tener buenas relaciones con otros
países y "no desea realmente cerrar las puertas... si alguien confunde
nuestras buenas intenciones con indiferencia o debilidad y pretende cerrar o
incluso volarlas, debe saber que la respuesta de Rusia será asimétrica, rápida
y drástica".
Desde entonces, los funcionarios rusos han subrayado en repetidas
ocasiones, incluso esta semana, que llegar a un compromiso sobre cualquier
nueva expansión de la OTAN o los despliegues de la alianza en las fronteras
rusas, está fuera de discusión. De hecho, la reacción "asimétrica" de
Rusia ya está en marcha.
Potencialmente, existen tres paradigmas cruciales en juego. La primera, por
supuesto, es la exigencia esta semana del Partido Comunista de Rusia de
conceder el reconocimiento a las regiones separatistas de Donbass, en el este
de Ucrania, seguida de un llamado del partido gobernante Rusia Unida instando
al Gobierno a prestar todo el apoyo militar y económico necesario a esas
regiones para resistir cualquier movimiento agresivo de Kiev.
Es muy posible que el Parlamento ruso respalde estas demandas. Ahora bien,
si Kiev interviene militarmente para frenar el surgimiento de Donetsk y Luhansk
como entidades independientes y amenaza la seguridad de la población rusa de la
región, eso constituirá un casus belli para que Moscú intervenga e
irremediablemente hacer retroceder a las fuerzas ucranianas y crear una zona
neutral en cualquier lugar a la altura del río Dniéper.
Un segundo paradigma que se está volviendo cinético es el del frente
energético. El hecho es que el principal exportador de energía de Rusia,
Gazprom, ha estado bombeando gas de acuerdo con los contratos existentes con
los países europeos. Pero el flujo de gas a Alemania a través del gasoducto de
Yamal terminó el 21 de diciembre.
Moscú no ha hecho ningún anuncio al respecto y probablemente espera que sea
cuestión de tiempo antes que las autoridades alemanas den su aprobación al
recién construido gasoducto Nord Stream 2, que tiene la capacidad para
suministrar hasta 55 000 millones de metros cúbicos anuales.
El precio del gas ruso es muy competitivo. El precio promedio del gas ruso
es de unos 280 dólares por mil metros cúbicos (mientras que el precio en el
mercado al contado ha tocado recientemente los 2000 dólares). Así pues, Estados
Unidos no puede competir con Rusia en el mercado europeo y surge entonces la
necesidad de eliminar a Rusia como el principal proveedor.
Sin embargo, incluso si EE. UU. encuentra una forma de aumentar las
entregas de GNL a Europa, los precios de la energía se dispararían. Por otro
lado, otros países exportadores de gas -Noruega, Argelia y Qatar- carecen de
capacidad excedentaria para cubrir el déficit de suministro de gas ruso a Europa.
Por consiguiente, Nord Stream 2, que Washington quería aniquilar en las
primeras etapas, se ha convertido en una prueba de la autonomía estratégica de
la UE. Washington cree que el retraso en la autorización del Nord Stream 2
presionará a Moscú para que dé marcha atrás en Ucrania, ya que Rusia tiene la
posibilidad de ganar más de 15 000 millones de dólares anuales con el gasoducto.
(Rusia invirtió unos 11 000 millones de dólares en la construcción del
gasoducto).
Moscú ha advertido que mantener como rehén a Nord Stream 2 será
"contraproducente". Y es dudoso que se pueda intimidar al Kremlin
para que renuncie a sus preocupaciones vitales de seguridad -la expansión de la
OTAN, etc.- en aras de salvar las exportaciones de gas a Europa.
Rusia tiene enormes reservas de divisas y puede permitirse algunas pérdidas
financieras. Además, Rusia va a firmar en breve el acuerdo para el gasoducto Power
of Siberia 2 (Poder de Siberia 2) con China, con una capacidad de 55 000
millones de metros cúbicos. En caso de que la situación se deteriore, Rusia
sustituirá a los compradores europeos por clientes asiáticos como Japón, Corea
del Sur e India.
El tercer paradigma de la respuesta asimétrica de Rusia está relacionado
con una esfera intrigante en su totalidad: la política interna de Ucrania. El
presidente ucraniano Volodymyr Zelensky encabeza un régimen inestable con una
base de poder erosionada. Los elementos ultranacionalistas de la derecha son
los que deciden en Kiev. Tal y como están las cosas, las posibilidades de
Zelensky de conseguir un segundo mandato en las elecciones presidenciales de
marzo de 2024 no parecen buenas.
Si Ucrania sufre una derrota militar, la suerte de Zelensky está sellada. Dicho
esto, los grupos de paramilitares extremistas, virulentamente antirusos,
presentes en la línea de contacto con Donbass pueden considerar oportuno
provocar un conflicto, acicateados por la inteligencia occidental, para
provocar la intervención de Moscú.
Obviamente, la anexión de territorio ucraniano o una invasión directa de Ucrania
no entra en el cálculo ruso, pero si la seguridad de millones de rusos en el
Donbass se pone en riesgo, Moscú no puede permanecer indiferente.
Estados Unidos lo sabe, y Zelensky también. Esa es la razón por la cual
Zelensky y su ministro de Defensa, Oleksiy Reznikov, se han desmarcado últimamente
y han empezado a calmar las tensiones, declarando incluso que Moscú no
contempla la posibilidad de una agresión.
Reznikov (que en su día sirvió en el ejército soviético) fue citado
textualmente cuando el 24 de diciembre tras una reunión con legisladores en
Kiev, dijo: "Al día de hoy, el ejército ruso no ha formado un grupo de
ataque capaz de llevar a cabo una invasión. No hay motivos para pensar que
mañana se produzca una invasión desde el punto de vista militar".
Las cosas llegaron a un punto álgido cuando CNN informó que el presidente
Biden mantuvo una difícil conversación de 80 minutos con Zelensky tratando de
convencerle de que una invasión rusa era inminente y que Moscú pretendía
apartarle del poder.
Según CNN, en la "larga y franca" conversación, Zelensky discrepó
y estimó que la amenaza de Rusia sigue siendo "peligrosa pero
ambigua", y no es seguro que se produzca un ataque.
Un segundo análisis de la CNN informaba sobre "Nuevos signos de
fractura entre Estados Unidos y Ucrania por la inminencia de una posible
invasión rusa... La frustración en Kiev ha aumentado en los últimos días por la
escalada de la retórica estadounidense sobre la crisis".
Lo que hay que tener en cuenta aquí es que Zelensky ganó las elecciones en
2019 con un gran apoyo de los votantes de origen ruso, teniendo como base una
plataforma electoral que buscaba la mejora de las relaciones con Rusia y un
acuerdo en Donbass.
Sin embargo, tras llegar al poder, bajo la inmensa presión de los nacionalistas
ucranianos de extrema derecha que comandaban la calle y la manipulación entre
bastidores de las potencias occidentales, Zelensky cambió de rumbo y comenzó a
aplicar políticas antirusas.
Zelensky entiende que seguramente será el chivo expiatorio si el tenso
enfrentamiento actual con Rusia desemboca en una guerra. La tragedia es que ya
no tiene el control de la línea de contacto con Donbass, donde hay mercenarios
estadounidenses. Su prioridad será sobrevivir para continuar luchando y
recuperar el terreno político perdido antes de las elecciones de 2024.
Moscú conoce muy bien los entresijos de la política ucraniana. De manera significativa,
el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, ha reiterado recientemente a
través de los medios de comunicación estatales que "El presidente ruso ha
dicho: si Zelensky quiere discutir la normalización de las relaciones
bilaterales... estamos dispuestos a ello, sin problema. Que venga a
Moscú, Sochi o San Petersburgo".
Publicado por La Cuna del Sol
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