sábado, 19 de marzo de 2022

Una negociación nunca tiene lugar, cuando una de las partes no tiene voluntad de negociación

Rusia está arando en el mar. Escribiendo en el agua. Aunque llegaran a acuerdos mínimos, básicos, con Ucrania, ellos nunca cumplirán nada de lo acordado, sencillamente porque no tienen voluntad de volver operativos lo acuerdos que se estampan en el papel.

 

UNA NEGOCIACIÓN NUNCA TIENE LUGAR,
CUANDO UNA DE LAS PARTES
NO TIENE VOLUNTAD DE NEGOCIACIÓN



Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol

Rusia está arando en el mar. Escribiendo en el agua. Aunque llegaran a acuerdos mínimos, básicos, con Ucrania, ellos nunca cumplirán nada de lo acordado, sencillamente porque no tienen voluntad de volver operativos lo acuerdos que se estampan en el papel. No tienen competencia real, aunque sí formal, porque representan al gobierno de un Estado. Son un gobierno títere cuyas acciones se ejecutan tras las cortinas. El titiritero es los Estados Unidos que le indica los pasos a seguir, retorciéndole la piel del brazo, para que nadie vea; y así guardar la apariencia de un Estado soberano. Las negociaciones van por el camino de no asumir ningún acuerdo, quizá pensando los gringos, que con el acoso financiero y económico lograrán quebrantar a Rusia.

Rusia, desde siempre, se ha enfrentado a sus enemigos en condiciones de adversidad, al menos en el siglo XX, cuando fuera agredida por la Alemania nazi. Desde 1917, tras el triunfo de la Revolución, dio inicio el acoso histórico contra Rusia. Luego contra la Unión Soviética, acoso que nunca ha parado pero que ha sido la fuerza impulsora que ha hecho grande a esta nación de hombres con vocación de libertad.

El acoso capitalista originó que se consolidaron figuras nefastas como Stalin y el socialismo tomara el camino de una lamentable edificación. En el siglo XXI se dieron las cosas de manera parecida, sobre todo con el ascenso de Putin al poder, pues con el presidente borracho, Yeltsin, las condiciones para el sometimiento capitalista de Rusia nunca habían sido tan inmejorables. Figuras como Gorvachov y Yeltsin son los antecedentes inmediatos para explicarnos el surgimiento de una Ucrania copada por las variopintas derechas, llegando al punto de albergar en su seno lo impensable: los nazis de la postmodernidad. La militarización de Ucrania y su nazificación son el motivo de las acciones de Rusia de hacerle la guerra a Ucrania. La causa es el nunca desmentido afán de la destrucción de Rusia a través, entre otras cosas, de limitar su desarrollo y como si no -si pudieran- de descerrajarle a los rusos un bombazo atómico para borrarlos de la historia.

La delegación negociadora ucraniana ha dado muestras una y otra vez de su falta de seriedad. Siempre han llegado tarde a la mesa de negociaciones y cuando se aborda uno de los puntos cruciales para la negociación, por ejemplo, los nazis y sus batallones despiadados como el Batallón Azov; los delegados ucranianos cínicamente dicen que no existen nazis en Ucrania. Es decir que todas las personas del mundo estamos teniendo alucinaciones porque los hombres con las esvásticas en sus uniformes o tatuadas en la piel, sencillamente, no existen. Se niega una evidencia que está a la vista de todos. ¿Y se puede negociar así, con personas así? Definitivamente no se puede y el diálogo entre rusos y ucranianos no tiene ninguna perspectiva. Solo sirve para promover una imagen en el mundo occidental de que los ucranianos sí quieren llegar a acuerdos para una solución pacífica al conflicto. Pero el diálogo se queda sin materia en la mesa de negociaciones porque según Kiev los nazis no existen.

Como siempre a Rusia lo dejan sin opción, a no ser la de darles por todo lo largo y por todo lo ancho, con toda la dureza, a un ejército auspiciado en este momento por Occidente que hacen igualmente lo de siempre: ellos ponen las armas y que se maten los ucranianos. La paciencia rusa tendrá un límite y cuando esto ocurra, la opción militar será despiadada, no por gusto Rusia tiene en plena disponibilidad más de 100,000 hombres en la frontera. Podemos, pues, concluir, que no se puede llegar a acuerdos con quien no quiere. O no lo dejan, como hace Estados Unidos con esa pobre nación, ya sin decoro.




Publicado por La Cuna del Sol

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