sábado, 2 de septiembre de 2023

El pandemónium legalista de Guatemala

En democracias fuertes y reales, los jueces cuentan poco para resolver los problemas políticos. Los problemas políticos, de la gestión del Estado, debieran ser resueltos por los políticos, por los auténticos políticos, no por esta morralla de politiqueros que infestan la vida ciudadana.

 

EL PANDEMÓNIUM LEGALISTA DE GUATEMALA
QUE ATENTA CONTRA SU NACIENTE DEMOCRACIA



Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol

La pugna por el poder nunca ha sido fácil en ninguna parte del mundo. Ha sido así en todos los tiempos y lugares. Antiguas sabidurías de los grandes legisladores de Babilonia, por ejemplo, fueron olvidándose por concepciones del derecho moderno inglés y norteamericano. Las concepciones más “inteligentes y modernas” no contribuyeron a crear sociedades mejores sino todo lo contrario, el instinto depredador de los seres humanos se hizo patente con los millones de seres humanos muertos durante tres guerras catastróficas para la humanidad por la cantidad de personas sacrificadas y la destrucción de su riqueza material.

Las viejas sabidurías o grandes iluminaciones del hombre, tal el caso del legislador Hammurabi de 1,750 antes de Cristo, fijó verdades que siguen estando vigentes.  Cosas muy sabias, axiomas, que de haberse tomado en cuenta hubieran ahorrado tanto dolor a la humanidad. Y veamos un ejemplo. Las democracias influidas por la cultura occidental y sobre todo por los derechos procesales que surgieron en el mundo inglés y norteamericano, me imagino, consideraron poca cosa lo dicho por el legislador babilónico, aprendido siglos después por los judíos, que dice: “Las leyes están al servicio del hombre, y no el hombre al servicio de las leyes”. En otras palabras, los excesos legalistas del derecho penal guatemalteco y su consiguiente derecho procesal constituyen expresiones depuradas del abuso del poder y que funcionaría como expresión de amplitud democrática si se diera en una sociedad que disfrutara de una democracia real. En Guatemala no es así. Su código procesal penal surgió de la mano con la maña, con la mano de mono, desgraciadamente. Echado a perder por los corruptos de siempre y que hoy se aferran al poder porque tienen que rendir cuentas al pueblo de Guatemala por sus tropelías.

Estamos gobernados desde hace muchas décadas, por auténticos criminales políticos, como el canciller Búcaro, cuyo padre o abuelo fue comandante de la Zona Militar de Jutiapa durante los regímenes de los coroneles Enrique Peralta Azurdia y Carlos Arana Osorio, “El Chacal de Oriente”; responsables de tantas atrocidades contra el pueblo de Guatemala, particularmente contra el movimiento popular de esos años.

Estos descendientes del mal, de antepasados viles, Siete Suelas, como el canciller Búcaro, que proviene de estas familitas obscenas. Siempre han vivido bien, medrando del erario nacional por eso se aplican a fondo defendiendo lo indefendible, como lo hizo hace unos días en la Organización de Estados Americano ante lo dicho por el embajador uruguayo. Afirma este desopilante sujeto disfrazado de canciller que en Guatemala no hay intimidaciones de ningún tipo. Se queda uno consternado, estupefacto, ante tanto cinismo. De allí que para explicarnos éstas y otras actitudes de los procónsules de la ultraderecha, no es suficiente el corpus jurídico. Se tiene que ir más allá para entender el actuar de jueces y magistrados de este país.  Algo tenemos que tener claro: “Que las ideas políticas, antes que ideas políticas, son ideas económicas. Y antes que ideas económicas son ideas de clase”. Es decir, que todos los códigos de un sistema jurídico de determinado país responden a los intereses de las clases dominantes.

Las legislaciones se concibieron para imponer un pequeño grupo político designado por el poder dominante a las grandes mayorías. Un ejemplo concreto, 150 infames del congreso guatemalteco y otras doscientas personas entre ministros y jefes de direcciones generales del Estado se imponen sobre 17 millones de guatemaltecos, incluyendo, claro, la clase empresarial y el ejército. ¿Quién ha permitido semejante despropósito? La rapacidad, de la mano de la injusticia y en tanto existan personas tan inescrupulosas, desvergonzadas, de espanto, como Sandra Torres, alias “La Tarántula”; nunca se podrá construir una sociedad mejor. Una democracia plena y funcional y no este tipo de democracia subsidiada, subalterna, que nos ha tocado a los guatemaltecos vivir por espacio de 69 años, desde que los Estados Unidos destruyó nuestra democracia que tuvo apenas diez años de vigencia.

Todo lo que hace actualmente la oligarquía para cerrarle la ascensión al poder a Semilla la conducirá aún más al fracaso. Ya fueron derrotados y no logran asimilar el leñazo dado por el pueblo de Guatemala, harto de ellos. Semilla tiene de su lado al pueblo y no pasará, al final nada, por la presión internacional que está escandalizada con semejantes despropósitos y preocupada porque los planes de estabilizar totalmente el llamado Triángulo Norte por Estados Unidos. Se desestabilizará a Honduras, El Salvador y el sur de México, esa especie de Centroamérica mexicana. Solo políticas sociales profundas aliviarán la presión en las fronteras, porque la migración irregular sigue incontenible y quien puede impulsarlas con seriedad es un gobierno de centro izquierda como Semilla. Que no hará lo que han hecho los sucesivos gobiernos de la oligarquía, solo administrar la crisis de la sociedad, pero sin querer resolver sus contradicciones fundamentales.  

Guatemala ya no puede con tanto leguleyo, con tanto picapleitos que ocupan un lugar protagónico en donde las democracias son débiles y los políticos aún más débiles. En democracias fuertes y reales, los jueces cuentan poco para resolver los problemas políticos. Los problemas políticos, de la gestión del Estado, debieran ser resueltos por los políticos, por los auténticos políticos, no por esta morralla de politiqueros que infestan la vida ciudadana. Pero esto está llegando a su fin. Esta gente no se qué Rutas de Ratas tomarán porque, para empezar, los Estados Unidos no los puede ver ni pintados. Está gente corrupta ya cansó hasta la gringada, acostumbrados igualmente a las transas, pero no como las que se dan en Guatemala. Este es un Estado incomparable, de una corrupción de espanto.




Publicado por La Cuna del Sol

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