Sus palabras amañadas la golpearon y ahora parece que ya no podrá seguir protegiendo a la señora de Giammattei y significa su principio del fin como fiscal con los 111 diputados en rebeldía que pueden muy bien ahora modificar la Ley del Ministerio Público y sacarla a empellones del Ministerio Público. Aquí se cumple al pie de la letra aquél viejo refrán popular: (…) no hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista.
EL PRINCIPIO DEL FIN: EL LUMPEN POLÍTICO
APRENDIENDO A TORCERLE EL BRAZO
A LA FISCAL GENERAL DE GUATEMALA
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
¡Qué tiene Fidel, que los yankis no pueden
con él! Esta famosa muletilla revolucionaria se entonaba con gran emoción y
convicción en los primeros años de la Cuba Revolucionaria y Socialista por
todos los jóvenes de América Latina, ante los constantes acosos de los Estados
Unidos contra Cuba, acciones subversivas que no podían cristalizarse con el
éxito y que hacían quedar mal una y otra vez a la CIA, al departamento de
Estado y a los agentes del Servicio Secreto, guardaespaldas muy presumidos y
que dicho sea de paso no son tan secretos. Estos tontos de fácil identificación
no se despojan de sus gafas contra el sol y su traje y zapatos negros.
Hoy se ha dado un inesperado giro con los
hechos políticos de la semana que hoy termina en Guatemala. 111 diputados del
Congreso de la República de Guatemala, de dos o tres diputados recuperables,
decidieron insubordinarse a la férrea férula de la señora Consuelo Porras,
Fiscal General de Guatemala que ha tenido cohibidas a todas las instituciones
del Estado y principalmente a los diputados del Congreso de República que
disponen de una cola de tusa muy fácilmente inflamable. A casi todos los
diputados les tenía pisada la cola y amenazaba de encausar penalmente a estas
nobles criaturas si se le ponían al brinco y no hacían lo que ella les
indicaba. Pero de repente los astros se alinearon para favorecer al pueblo de
Guatemala.
Se sabía algo de las negociaciones o quizá
conversaciones con el presidente para la Ampliación Presupuestaria de 14 mil
millones de quetzales que le permitiera al gobierno hacer inversiones sociales
y cumplir las obligaciones de pago que tiene el Estado con organismos
internacionales de crédito y pagos también de la deuda interna, en quetzales,
en el caso de los bonos colocados en diversas instituciones. En un principio la desinformación sobre la
ineficacia del Estado funcionó y era común escuchar a los ciudadanos su
decepción por el gobierno de Bernardo Arévalo. Pero toda maldad tarde o
temprano se revierte y la difamación propalada alcanzó a los promotores del
desgobierno, los diputados, que fueron requeridos por sus electores en todo el
país que sus acciones parlamentarias los estaban perjudicando y que si se
trataba de ineptos ellos también estaban en la lista y no solo el Ejecutivo
presidido por Arévalo.
Puestos entre la espada y la pared y haciendo
de tripas corazón, encontraron un consenso mínimo pero no menos importante para
decirle un ¡basta ya! a la señora Porras. A eso contribuyó como fuerza externa
el equilibrio del Partido Demócrata en Estados Unidos con el Partido
Republicano e hizo caer de capa caída a la ultraderecha guatemalteca que ahora
ya no está segura del triunfo del señor Donald Trump, que hubiera significado
quitar todos los respaldos políticos y económicos para Guatemala.
La verdad es que la democracia endeble y
subsidiada de Guatemala no se ha desbaratado por el apoyo políticos de los
demócratas estadounidenses. Se hablaba ya de un Golpe de Estado tradicional,
militarista, para diciembre en el país. Las cosas ocurrieron no como se
pensaban y hoy la derecha fascista vociferante y altanera está de capa caída.
Para ajuste de penas la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT,
hizo una denuncia aparatosa contra el entorno de corruptos: Se descubrió un
formidable fraude fiscal que llega hasta los 800 millones de quetzales y lo
lidera la señora Miguel Martínez, esposa del ex presidente Alejandro
Giammattei. La fiscal general ya no puede encubrir al mafioso de Miguelito y a
las 24 horas de presentada la denuncia por el honorable superintendente, señor
Marco Livio Díaz (quien por cierto lloró ante el desamor de estos tipejos para
Guatemala).
La fiscal general ha pregonado que los casos
que no atiende son porque no se ha presentado ninguna denuncia como si los
delitos graves que en Guatemala ocurren pueden perseguirse de oficio sin
necesidad de denuncia. Sus palabras amañadas la golpearon y ahora parece que ya
no podrá seguir protegiendo a la señora
de Giammattei y significa su principio del fin como fiscal con los 111
diputados en rebeldía que pueden muy bien ahora modificar la Ley del Ministerio
Público y sacarla a empellones del Ministerio Público. Aquí se cumple al pie de
la letra aquél viejo refrán popular: (…) no hay mal que dure cien años ni
enfermo que lo resista.
Publicado por La Cuna del Sol
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