sábado, 17 de agosto de 2024

El principio del fin…

Sus palabras amañadas la golpearon y ahora parece que ya no podrá seguir protegiendo a la señora de Giammattei y significa su principio del fin como fiscal con los 111 diputados en rebeldía que pueden muy bien ahora modificar la Ley del Ministerio Público y sacarla a empellones del Ministerio Público. Aquí se cumple al pie de la letra aquél viejo refrán popular: (…) no hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista.

 

EL PRINCIPIO DEL FIN: EL LUMPEN POLÍTICO
APRENDIENDO A TORCERLE EL BRAZO
A LA FISCAL GENERAL DE GUATEMALA



Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol

¡Qué tiene Fidel, que los yankis no pueden con él! Esta famosa muletilla revolucionaria se entonaba con gran emoción y convicción en los primeros años de la Cuba Revolucionaria y Socialista por todos los jóvenes de América Latina, ante los constantes acosos de los Estados Unidos contra Cuba, acciones subversivas que no podían cristalizarse con el éxito y que hacían quedar mal una y otra vez a la CIA, al departamento de Estado y a los agentes del Servicio Secreto, guardaespaldas muy presumidos y que dicho sea de paso no son tan secretos. Estos tontos de fácil identificación no se despojan de sus gafas contra el sol y su traje y zapatos negros.

Hoy se ha dado un inesperado giro con los hechos políticos de la semana que hoy termina en Guatemala. 111 diputados del Congreso de la República de Guatemala, de dos o tres diputados recuperables, decidieron insubordinarse a la férrea férula de la señora Consuelo Porras, Fiscal General de Guatemala que ha tenido cohibidas a todas las instituciones del Estado y principalmente a los diputados del Congreso de República que disponen de una cola de tusa muy fácilmente inflamable. A casi todos los diputados les tenía pisada la cola y amenazaba de encausar penalmente a estas nobles criaturas si se le ponían al brinco y no hacían lo que ella les indicaba. Pero de repente los astros se alinearon para favorecer al pueblo de Guatemala.

Se sabía algo de las negociaciones o quizá conversaciones con el presidente para la Ampliación Presupuestaria de 14 mil millones de quetzales que le permitiera al gobierno hacer inversiones sociales y cumplir las obligaciones de pago que tiene el Estado con organismos internacionales de crédito y pagos también de la deuda interna, en quetzales, en el caso de los bonos colocados en diversas instituciones.  En un principio la desinformación sobre la ineficacia del Estado funcionó y era común escuchar a los ciudadanos su decepción por el gobierno de Bernardo Arévalo. Pero toda maldad tarde o temprano se revierte y la difamación propalada alcanzó a los promotores del desgobierno, los diputados, que fueron requeridos por sus electores en todo el país que sus acciones parlamentarias los estaban perjudicando y que si se trataba de ineptos ellos también estaban en la lista y no solo el Ejecutivo presidido por Arévalo.

Puestos entre la espada y la pared y haciendo de tripas corazón, encontraron un consenso mínimo pero no menos importante para decirle un ¡basta ya! a la señora Porras. A eso contribuyó como fuerza externa el equilibrio del Partido Demócrata en Estados Unidos con el Partido Republicano e hizo caer de capa caída a la ultraderecha guatemalteca que ahora ya no está segura del triunfo del señor Donald Trump, que hubiera significado quitar todos los respaldos políticos y económicos para Guatemala.

La verdad es que la democracia endeble y subsidiada de Guatemala no se ha desbaratado por el apoyo políticos de los demócratas estadounidenses. Se hablaba ya de un Golpe de Estado tradicional, militarista, para diciembre en el país. Las cosas ocurrieron no como se pensaban y hoy la derecha fascista vociferante y altanera está de capa caída. Para ajuste de penas la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, hizo una denuncia aparatosa contra el entorno de corruptos: Se descubrió un formidable fraude fiscal que llega hasta los 800 millones de quetzales y lo lidera la señora Miguel Martínez, esposa del ex presidente Alejandro Giammattei. La fiscal general ya no puede encubrir al mafioso de Miguelito y a las 24 horas de presentada la denuncia por el honorable superintendente, señor Marco Livio Díaz (quien por cierto lloró ante el desamor de estos tipejos para Guatemala).

La fiscal general ha pregonado que los casos que no atiende son porque no se ha presentado ninguna denuncia como si los delitos graves que en Guatemala ocurren pueden perseguirse de oficio sin necesidad de denuncia. Sus palabras amañadas la golpearon y ahora parece que ya no podrá seguir protegiendo a la señora de Giammattei y significa su principio del fin como fiscal con los 111 diputados en rebeldía que pueden muy bien ahora modificar la Ley del Ministerio Público y sacarla a empellones del Ministerio Público. Aquí se cumple al pie de la letra aquél viejo refrán popular: (…) no hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista.




Publicado por La Cuna del Sol

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