viernes, 29 de junio de 2012

LA ECONOMÍA DEL ROBO...

“Nosotros, el pueblo” no somos soberanos  y los Estados Unidos de América  no es una nación soberana. El pueblo existe para el bien de la economía del robo, y cuando la nación complete su declive y colapse, nuestros mercaderes y aquellos en la profesión económica que les ayudaron convirtiéndose en cómplices, cargaran con la culpa.


LA ECONOMÍA DEL ROBO


Por Prof. John Kozy
Global Research

La ley que le levanta la cartera al consumidor

Bien, estamos escalando de nuevo el volcán. Aunque físicamente nada ha cambiado, la confianza de los negociantes ha sido sacudida por el intento de los Estados Unidos de hacer que otras naciones paren de comprar petróleo a Irán, en apoyo de Israel que teme que Irán desarrolle armas nucleares. Pero hasta el momento el flujo de petróleo no se ha reducido ni tan solo una gota. Sin embargo, la ley de la oferta y la demanda está siendo invocada anticipadamente en caso se dé una caída en la oferta del crudo y como una excusa para la subida en los precios de la gasolina tanto en los Estados Unidos como en muchas otras partes el mundo. ¡Cuán conveniente!

En un artículo publicado anteriormente con el título, “Los defectos de la oferta y la demanda” se demostraba que la llamada ley no era más que una noción sin soporte que funciona como una práctica de negocios en algunos segmentos de la economía. El artículo demostraba que la “ley” descansa, en lo absoluto, en ningún tipo de datos, como tampoco tiene; ni una gota de soporte empírico. De hecho, la refutación de la “ley” es tan simple que al menos algunos economistas a lo largo de todo el trayecto del capitalismo deben haberse dado cuenta. Sin embargo, los economistas le han dado a la “ley” un lugar prominente en los textos de economía, generación tras generación, como si fuera un edicto divinamente inspirado. ¿Cómo puede alguien entender por qué esto es así? ¿Por qué los economistas persisten en afirmar una noción sin sentido como una ley económica?

Démosle una mirada a lo que en verdad sucede cuando la ley es invocada. Asumamos que la oferta de petróleo (o cualquier otra materia prima) cae. Según la ley, los ofertantes suben el precio. ¿Por qué? Para reducir la demanda, se nos dice. ¿En serio?

Vamos a hablar a cerca de la demanda. En el contexto de la ley de la oferta y la demanda, hay ambigüedad. Digamos que la oferta de agua potable se encoje. ¿Disminuiría el número de personas demandando agua? No, en lo más mínimo. En los Estados Unidos, en donde los medios de transporte alternos al automóvil hacen falta, ¿disminuiría el número de personas necesitadas de gasolina relativo al número de personas anterior al encogimiento de la oferta? Unas cuantas, quizás, pero no muchas. De esta manera, cuando un economista dice que la demanda disminuye al subir los precios, todo lo que ella/él está en verdad diciendo es que unas pocas unidades de la mercancía están siendo compradas. Por lo tanto, la ley entonces significa que cuando los precios suben debido a la caída de la demanda; el precio es incrementado con el objetivo de vender menos unidades de la mercancía en cuestión. ¿Pero por qué querría cualquier vendedor vender menos unidades de una mercancía? Después de todo el negocio de  los vendedores es vender la mercancía  que ofrecen. Por lo tanto esta explicación no tiene ningún sentido.  Los precios  no se incrementan para reducir las ventas. Se aumentan para incrementar las ganancias. Eso es todo lo que hay en ello.

¿Qué función económica tiene entonces la ley de la oferta y la demanda? Al elevarse los precios no se produce una simple gota más de petróleo, por ejemplo. La gasolina disponible es vendida al más alto precio a cualquier comprador hasta que la oferta disponible es agotada. Lo mismo sucederá sin tomar en consideración el precio.  Aquellos que puedan permitirse pagar un precio más alto comprarán todo lo que quieran, aquello que no, compraran menos o desistirán de hacerlo. ¿Qué papel juega la ley en la economía? Simple y sencillamente provee a los ofertantes con la excusa para aumentar los precios y levantarles la cartera del bolsillo a los consumidores.

Tranquilos, dirá seguramente alguien. Precios más altos  crean un incentivo para que entren al mercado nuevos ofertantes. ¡No necesariamente! No si la ley de la oferta y la demanda funciona de verdad.

Observe como rápidamente los ofertantes suben los precios cuando se percibe una reducción en la oferta y como lentamente los precios bajan cuando la oferta se incrementa. Los precios de la gasolina están subiendo diariamente sin que se dé la reducción de tan siquiera una gota de petróleo en el mercado. Observen  cuan lentamente los precios bajan, si acaso sucede. Pero ahora, considere esto. Suponga que un nuevo ofertante empieza a producir petróleo con la esperanza de participar en el mercado y ser parte de las ganancias incrementadas a raíz del aumento en los precios. Si la ley de la oferta y la demanda funciona de verdad, por lo tanto, en el momento en que su oferta adicional de petróleo llega al mercado, el precio tendrá que bajar. ¿No es eso lo que la ley dice? Si ese fuera el caso, elevar los precios no sería un gran incentivo para incrementar las existencias del crudo en el mercado, ¿o sí?

Pero observando uno se da cuenta de que los nuevos productores entran al negocio cuando los  precios suben, incrementándose la oferta. Si, ellos lo hacen, pero únicamente cuando es improbable que el precio se reduzca. La ley se utiliza para proveer a los abastecedores con una excusa para subir los precios pero no tiene ningún efecto en reducirlos.

Cierto, los precios bajan cuando los vendedores tienen más que vender de lo que la gente quiere comprar, pero los precios no bajan solo porque la oferta exceda a la demanda, bajan porque los vendedores  quieren vender lo que tienen. Después de todo, las mercancías pueden ser fácilmente almacenadas, por lo que, la ley de la oferta y la demanda no tienen que ver nada con esto. Es un hecho, la ley no tiene que ver en nada.

Sin embargo, la ley de la oferta y la demanda es importante en términos de la economía clásica. Ejemplifica  la naturaleza de esta economía la cual existe con el mero propósito de enriquecer a los vendedores a expensas de los consumidores. La ley de la oferta y la demanda demuestra que los economistas que siguen la corriente dominante, no solo aprueban esta economía del robo, sino que, la estiman.

Bernie Sanders (congresista demócrata) afirma: “Olviden lo que ustedes hayan escuchado de la ley de la oferta y la demanda. Los precios del petróleo y del gas apenas tienen que ver con los fundamentos económicos… las existencias de petróleo y gasolina son más altas hoy en día de lo que eran hace tres años cuando el precio promedio nacional de un galón de gasolina era de $1.90.  Mientras tanto la demanda de petróleo en los Estados Unidos está en su nivel más bajo desde abril 1997.

¿Son los grandes productores de petróleo los culpables? Parcialmente. Las grandes compañías del petróleo les han estado sacando los ojos a los consumidores por años. Durante la última década ellos han hecho casi un trillón de dólares en ganancias…

Pero existe otra razón para la incontrolable subida en los precios de la gasolina. El culpable es Wall Street. Los especuladores están amasando enormes ganancias al especular en el mercado, escasamente regulado, del gas y el petróleo…

Así que, mientras los especuladores hacen su juego, millones de estadounidenses están pagando lo que equivale a un impuesto a favor de los especuladores (speculators tax) que alimenta la ambición desmedida de Wall Street. Si, la ambición es la culpable,  pero la ambición es posible, tan solo y debido  a las prácticas económicas que nuestros economistas ensalzan. La ambición no solo vacía los bolsillos de la gente sino que también pone en peligro la economía y la seguridad de la nación. Wall Street, conjuntamente con estas prácticas económicas, concluyentemente prueba las palabras de Jefferson: “Los mercaderes no tienen patria. El lugar donde actúan no constituye un vínculo. Sólo les interesa la ganancia".  ¿Cuándo aprenderemos? 

Los republicanos han afirmado por generaciones que; “los negocios de América son los negocios". Pero si los mercaderes no tienen patria, una nación cuyos negocios son los negocios, es una nación gobernada por aquellos sin ninguna lealtad hacia ella. Una idea más estúpida no podría ser encontrada.

“Nosotros, el pueblo” no somos soberanos  y los Estados Unidos de América  no es una nación soberana. El pueblo existe para el bien de la economía del robo, y cuando la nación complete su declive y colapse, nuestros mercaderes y aquellos en la profesión económica que les ayudaron convirtiéndose en cómplices, cargaran con la culpa.




Traducido del inglés por Marvin Najarro


John Kozy es un profesor en retiro de filosofía y lógica, quien además escribe sobre temas políticos, sociales y económicos. Después de haber servido en el ejército de EE.UU. durante la guerra de Corea, se desempeñó como  profesor universitario por 20 años y como escritor por igual número años. Comercialmente ha publicado un libro de texto sobre lógica formal, en diarios académicos y en un pequeño número de revistas comerciales y como columnista invitado ha escrito editoriales en varios periódicos.





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