lunes, 7 de marzo de 2016

Putin no se puede fiar, Estados Unidos está al acecho buscando el cambio de régimen en Rusia

En el contexto actual -del enfrentamiento ruso-estadounidense- las sanciones de occidente contra Rusia, en realidad van dirigidas al Kremlin. Los EE.UU esperan que la recesión económica en Rusia conduzca al descontento social, lo cual terminará perjudicando al partido gobernante en las elecciones venideras, a la postre se espera que esto traiga como resultado la erupción de protestas masivas. Consciente del riesgo que presentan para la seguridad de Rusia las maniobras desestabilizadoras de los EE.UU, Vladimir Putin ha advertido que Moscú derrotará cualquier intentona estadounidense diseñada con el fin de instigar la agitación política en Rusia.


PUTIN NO SE PUEDE FIAR, ESTADOS UNIDOS ESTÁ AL ACECHO
BUSCANDO EL CAMBIO DE RÉGIMEN EN RUSIA


La Cuna del Sol

A pesar de las varias instancias en que Rusia y su presidente Vladimir Putin han cooperado con Estados Unidos para encontrarle solución o un acomodamiento -de acuerdo a los interés geopolíticos de ambas potencias- a los conflictos más apremiantes, como el diferendo nuclear con Irán; las armas químicas de Siria; la guerra en Ucrania y más recientemente el cese de hostilidades en Siria, el gobierno de Obama, siguiendo el guion neoconservador, continua con sus planes de seguir socavando el gobierno de Putin incrementado así las tensiones con Rusia. Según parece, los EE.UU estarían desarrollando planes para una revolución de colores en Rusia en momentos que el país se prepara a celebrar unas importantes elecciones parlamentarias en octubre.

De acuerdo a una publicacion en Indian Punchline, en la reunión anual del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (SFS), antiguamente la KGB, la cual es una ocasión importante para tomar la temperatura de las relaciones Este-Oeste, el discurso del presidente Vladimir Putin se constituyó en la marca distintiva de la ocasión. En su discurso, Putin hizo una sensacional revelación. De acuerdo a lo dicho por el presidente ruso, el SFS está en posesión de información precisa acerca de complots que están siendo fraguados en Occidente con el intento de ocasionar problemas políticos en momentos en que Rusia se prepara para las elecciones parlamentarias de Octubre. En su discurso, Putin evitó mencionar la expresión “revolución de color”, pero no dejo de insinuarlo:

“Por supuesto, ustedes (SFS) también deben evitar cualquier intento foráneo de intervenir en nuestra elección y la vida política de nuestro país. Como saben, estos métodos existen y se han usado en varios países. Permítanme decir una vez más que se trata de una amenaza directa a nuestra soberanía y responderemos como corresponde”.

“He leído los documentos regulares que ustedes (SFS) preparan, he leído los resúmenes, y he visto las indicaciones concretas de que, lamentablemente, nuestros malquerientes en el extranjero se están preparando para estas elecciones. Por lo tanto, cada uno debe ser consciente de que vamos a defender nuestros intereses con determinación y de acuerdo con nuestras leyes”.

En otra parte de su discurso, el presidente Putin destacó que las agencias de inteligencia extranjeras han “redoblado sus actividades” y que esto ha sido “convincentemente confirmado” por la contrainteligencia del SFS que ha desbaratado las actividades de unos 400 agentes de inteligencia extranjeros en 2015, incluyendo a 23 de ellos contra quienes se han iniciado procedimientos criminales. Putin hizo mención de la particular vulnerabilidad que presentan organizaciones gubernamentales, instalaciones militares, compañías de la industria de defensa, el sector de energía, y “destacados centros de investigación”. “Necesitamos cortar todos los canales de acceso a información confidencial”, dijo el presidente ruso.

Es obvio que todo esto pinta un obscuro escenario en relación a las relaciones entre Rusia y Estados Unidos en lo que resta de la presidencia de Obama y que seguramente adquirirá un tono más intenso con en el arribo a la Casa Blanca del nuevo presidente en 2017, el que indefectiblemente continuara con la política del aislamiento internacional y estrangulamiento económico de Rusia, que hasta ahora ha sido un fracaso ya que en todos los frentes Rusia ha demostrado su capacidad de resistencia y ataque. Para Rusia, la cuestión esencial durante todo este tiempo ha sido la interferencia de los EE.UU en sus asuntos internos con el objetivo de crear discordancia política y debilitar al Kremlin, obligándolo a adoptar políticas que se ajusten a las estrategias regionales y globales de los EE.UU. 

Sin embargo, algunos culpan a Rusia por lo que ellos llaman, “este extraño paradigma”, o sea, el hecho de que líderes como Boris Yeltsin, haya solicitado a Estados Unidos interferir con dinero, apoyo político y patronazgo en las elecciones de 1996, con el propósito de frenar lo que en ese entonces parecía una victoria segura del líder del Partido Comunista, Gennady Zyuganov.

Durante ese periodo hubo una gran interferencia de parte de los EE.UU y sus aliados europeos y el FMI. Y la “pericia” de los estadounidenses, como atinadamente señala el ex diplomático, M.K Bhadrakumar, sin duda jugó un papel fundamental en asegurar la victoria de Yeltsin. Cuando se inició la campaña la popularidad de Yeltsin rondaba el 6 por ciento y terminó ganado las elecciones con un 54 por ciento  de los votos en el balotaje final después de una áspera primera ronda con Zyuganov.

De acuerdo a un detallado recuento de Monhtly Review, bajo el título ‘Americans to the Rescue – a Russian Assignment’, (…) en 1993 y luego en la elección presidencial rusa de 1996, los primeros consultores americanos fueron invitados a Moscú para promocionar las bendiciones del capitalismo y de Boris Yeltsin por sobre el comunismo y el Partido Comunista (PCFR) del retador, Gennady Ziuganov. Justo antes de la campaña electoral, los Estados Unidos ayudaron a financiar a Yeltsin con $ 14 mil millones en préstamos. El canciller alemán Helmut Kohl aportó la suma adicional de $ 2,700 millones, la mayor parte de la cual era totalmente incondicional (permitiendo así su uso para la masiva compra de votos), y el primer ministro francés, Alain Juppé, añadió la suma de $ 392 millones al fondo, "pagado por completo a las arcas del Estado ruso". El director general del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, comprometió a su organización, como una "obligación moral", para apoyar los planes de privatización de Yeltsin. La mayor parte de los fondos del FMI fueron destinados a las arcas del Estado para el gasto discrecionario, con la advertencia de que la ayuda financiera sería suspendida en caso de una victoria electoral del Partido Comunista. "Al final, sin embargo, la campaña puerta a puerta del PCFR fue demolida por la bien financiada y ampliamente planificada campaña montada por el equipo de Yeltsin que utilizo las técnicas más modernas de saturación de los medios de comunicación".

Sin embargo, hoy en día existe una gran diferencia. Si en aquella época los EE.UU necesitaban que Yeltsin continuara en el poder, en los actuales momentos su objetivo es el “cambio de régimen”. Para Washington el resurgimiento de Rusia bajo el liderazgo de Putin es anatema. Los EE.UU no pueden tolerar a Rusia (o a cualquier otro país) en ese tono tan nacionalista, presentando  un  formidable contrapeso a sus estrategias globales. Haciendo uso de la analogía de Beckam, Bhadrakumar escribe que, “a diferencia de China, que puede combarse como los disparos del futbolista inglés, Beckam, Rusia no está dispuesta doblegarse y ser conquistada. El orgullo de su historia, simplemente no lo permite hacer eso”.

En el contexto actual -del enfrentamiento ruso-estadounidense- las sanciones de occidente contra Rusia, en realidad van dirigidas al Kremlin. Los EE.UU esperan que la recesión económica en Rusia conduzca al descontento social, lo cual terminará perjudicando al partido gobernante en las elecciones venideras, a la postre se espera que esto traiga como resultado la erupción de protestas masivas. Consciente del riesgo que presentan para la seguridad de Rusia las maniobras desestabilizadoras de los EE.UU, Vladimir Putin ha advertido que Moscú derrotará cualquier intentona estadounidense diseñada con el fin de instigar la agitación política en Rusia. Aquí hay que creerle a Putin. Sin embargo, como apunta el ex-diplomático hindú, persiste la gran interrogante. Es decir, ¿De qué manera podrían ser encarados los conflictos regionales en Siria o en Ucrania, cuando las dos grandes potencias están trenzadas en una contienda existencial.

Según los cálculos estadounidenses, para el verano venidero el caos en Siria alcanzara su punto máximo, esto hará que la intervención de Rusia en ese país atraiga la atención de la opinión pública con vistas a las elecciones de otoño. En otras palabras, Estados Unidos espera que haya una escalada de la guerra en Siria, que provocará una reacción negativa del electorado hacia el partido de gobierno en Rusia, esto sin duda pondría en serios aprietos al gobierno de Putin que estaría enfrentando el riesgo de un “cambio de régimen” en su propio terreno. Sin embargo, y como lo destaca  Bhadrakumar, Putin atento al maquiavelismo de Washington, ha encargado al SFS asegurarse de tres cosas: en primer lugar, asegurar la “seguridad de nuestros pilotos… en Siria y de las unidades antiterroristas que se desempeñan dentro de Rusia”; en segundo lugar, “resguardar de manera eficaz” los territorios rusos de cualquier infiltración terrorista; y en tercer lugar, “prevenir las actividades de grupos clandestinos” dentro de Rusia que podrían estar planificando atentados terroristas.

Ponderando la actitud del presidente Vladimir Putin durante la reciente reunión anual del Servicio Federal de Seguridad, Bhadrakumar observa que, en comparación con el entusiasmo inicialmente manifestado por el acuerdo de cese al fuego en Siria alcanzado entre Rusia y los EE.UU, el presidente ruso al dirigirse al SFS, se mostró visiblemente cauteloso. Es obvio que a estas alturas Moscú ya habría advertido que Washington está poniendo todo el peso de la responsabilidad por el mantenimiento del cese al fuego, directamente en el Kremlin, mientras que los EE.UU continúan mostrándose incapaces o sin la voluntad para frenar a sus belicosos aliados regionales, tal el caso del Sultán Erdogan de Turquía.

Sobre este tema -del cese al fuego-, Obama en conferencia de prensa el jueves 25 de enero, enfatizó que “mucho de eso (duración del cese al fuego) va a depender de si el régimen sirio, Rusia  y sus aliados están dispuestos a cumplir con sus compromisos. Los próximos días serán cruciales, y el mundo estará vigilante”. Enseguida dijo, “de manera más amplia, esto va a ser un examen sobre si los participantes están realmente comprometidos con las negociaciones”.

Aunque se ha dicho que existe un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos sobre la permanencia de Assad en el poder, el presidente estadounidense parece hacer caso omiso de ello y en su lugar continua repitiendo su vieja exigencia de que el presidente sirio debe dejar el poder. Esto dijo Obama al respecto: “Estoy convencido que Bashar al-Assad no puede ser parte del futuro. Está claro que después de muchos años de su barbárica guerra contra su propio pueblo…muchos sirios nunca desistirán de combatir hasta que Assad este fuera del poder. No existe alternativa para lograr una transición si Assad no deja el poder. Es la única manera de acabar con la guerra civil y unificar al pueblo sirio contra los terroristas”.


Si no fuera por la escasa o nula confianza que inspiran los acuerdos alcanzados con Estados Unidos, se podría muy bien desestimar las declaraciones de Obama como un mero discurso para calmar a los oponentes de sus políticas en Siria y hacia Rusia, sin embargo, la realidad y la historia de la política exterior de los EE.UU, dicen algo muy distinto.






Publicado por La Cuna del Sol
USA. 

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