En el contexto actual -del
enfrentamiento ruso-estadounidense- las sanciones de occidente contra Rusia, en
realidad van dirigidas al Kremlin. Los EE.UU esperan que la recesión económica
en Rusia conduzca al descontento social, lo cual terminará perjudicando al
partido gobernante en las elecciones venideras, a la postre se espera que esto
traiga como resultado la erupción de protestas masivas. Consciente del riesgo
que presentan para la seguridad de Rusia las maniobras desestabilizadoras de
los EE.UU, Vladimir Putin ha advertido que Moscú derrotará cualquier intentona
estadounidense diseñada con el fin de instigar la agitación política en Rusia.
PUTIN NO SE PUEDE FIAR,
ESTADOS UNIDOS ESTÁ AL ACECHO
BUSCANDO EL CAMBIO DE
RÉGIMEN EN RUSIA
La
Cuna del Sol
A pesar de las varias instancias en que Rusia y su presidente Vladimir
Putin han cooperado con Estados Unidos para encontrarle solución o un
acomodamiento -de acuerdo a los interés geopolíticos de ambas potencias- a los
conflictos más apremiantes, como el diferendo nuclear con Irán; las armas
químicas de Siria; la guerra en Ucrania y más recientemente el cese de hostilidades
en Siria, el gobierno de Obama, siguiendo el guion neoconservador, continua con
sus planes de seguir socavando el gobierno de Putin incrementado así las
tensiones con Rusia. Según parece, los EE.UU estarían desarrollando planes para
una revolución de colores en Rusia en momentos que el país se prepara a
celebrar unas importantes elecciones parlamentarias en octubre.
De acuerdo a una publicacion en Indian Punchline, en la reunión anual del
Servicio Federal de Seguridad de Rusia (SFS), antiguamente la KGB, la
cual es una ocasión importante para tomar la temperatura de las relaciones
Este-Oeste, el discurso del presidente Vladimir Putin se constituyó en la marca
distintiva de la ocasión. En su discurso, Putin hizo una sensacional
revelación. De acuerdo a lo dicho por el presidente ruso, el SFS está en posesión
de información precisa acerca de complots que están siendo fraguados en
Occidente con el intento de ocasionar problemas políticos en momentos en que
Rusia se prepara para las elecciones parlamentarias de Octubre. En su discurso,
Putin evitó mencionar la expresión “revolución de color”, pero no dejo de
insinuarlo:
“Por supuesto, ustedes (SFS)
también deben evitar cualquier intento foráneo de intervenir en nuestra
elección y la vida política de nuestro país. Como saben, estos métodos existen
y se han usado en varios países. Permítanme decir una vez más que se trata de
una amenaza directa a nuestra soberanía y responderemos como corresponde”.
“He leído los documentos
regulares que ustedes (SFS) preparan, he leído los resúmenes, y he visto las
indicaciones concretas de que, lamentablemente, nuestros malquerientes en el
extranjero se están preparando para estas elecciones. Por lo tanto, cada uno debe
ser consciente de que vamos a defender nuestros intereses con determinación y
de acuerdo con nuestras leyes”.
En otra parte de su discurso, el presidente Putin destacó que las agencias
de inteligencia extranjeras han “redoblado sus actividades” y que esto ha sido
“convincentemente confirmado” por la contrainteligencia del SFS que ha
desbaratado las actividades de unos 400 agentes de inteligencia extranjeros en
2015, incluyendo a 23 de ellos contra quienes se han iniciado procedimientos
criminales. Putin hizo mención de la particular vulnerabilidad que presentan
organizaciones gubernamentales, instalaciones militares, compañías de la
industria de defensa, el sector de energía, y “destacados centros de
investigación”. “Necesitamos cortar todos los canales de acceso a información
confidencial”, dijo el presidente ruso.
Es obvio que todo esto pinta un obscuro escenario en relación a las
relaciones entre Rusia y Estados Unidos en lo que resta de la presidencia de
Obama y que seguramente adquirirá un tono más intenso con en el arribo a la
Casa Blanca del nuevo presidente en 2017, el que indefectiblemente continuara
con la política del aislamiento internacional y estrangulamiento económico de
Rusia, que hasta ahora ha sido un fracaso ya que en todos los frentes Rusia ha
demostrado su capacidad de resistencia y ataque. Para Rusia, la cuestión
esencial durante todo este tiempo ha sido la interferencia de los EE.UU en sus
asuntos internos con el objetivo de crear discordancia política y debilitar al
Kremlin, obligándolo a adoptar políticas que se ajusten a las estrategias
regionales y globales de los EE.UU.
Sin embargo, algunos culpan a Rusia por lo que ellos llaman, “este extraño
paradigma”, o sea, el hecho de que líderes como Boris Yeltsin, haya solicitado
a Estados Unidos interferir con dinero, apoyo político y patronazgo en las
elecciones de 1996, con el propósito de frenar lo que en ese entonces parecía
una victoria segura del líder del Partido Comunista, Gennady Zyuganov.
Durante ese periodo hubo una gran interferencia de parte de los EE.UU y sus
aliados europeos y el FMI. Y la “pericia” de los estadounidenses, como
atinadamente señala el ex diplomático, M.K Bhadrakumar, sin duda jugó un papel
fundamental en asegurar la victoria de Yeltsin. Cuando se inició la campaña la
popularidad de Yeltsin rondaba el 6 por ciento y terminó ganado las elecciones
con un 54 por ciento de los votos en el
balotaje final después de una áspera primera ronda con Zyuganov.
De acuerdo a un detallado recuento de Monhtly Review, bajo el título
‘Americans to the Rescue – a Russian Assignment’, (…) en 1993 y luego en la
elección presidencial rusa de 1996, los primeros consultores americanos fueron
invitados a Moscú para promocionar las bendiciones del capitalismo y de Boris
Yeltsin por sobre el comunismo y el Partido Comunista (PCFR) del retador,
Gennady Ziuganov. Justo antes de la campaña electoral, los Estados Unidos ayudaron
a financiar a Yeltsin con $ 14 mil millones en préstamos. El canciller alemán Helmut
Kohl aportó la suma adicional de $ 2,700 millones, la mayor parte de la cual
era totalmente incondicional (permitiendo así su uso para la masiva compra de
votos), y el primer ministro francés, Alain Juppé, añadió la suma de $ 392
millones al fondo, "pagado por completo a las arcas del Estado ruso".
El director general del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus,
comprometió a su organización, como una "obligación moral", para
apoyar los planes de privatización de Yeltsin. La mayor parte de los fondos del
FMI fueron destinados a las arcas del Estado para el gasto discrecionario, con
la advertencia de que la ayuda financiera sería suspendida en caso de una
victoria electoral del Partido Comunista. "Al final, sin embargo, la
campaña puerta a puerta del PCFR fue demolida por la bien financiada y ampliamente
planificada campaña montada por el equipo de Yeltsin que utilizo las técnicas
más modernas de saturación de los medios de comunicación".
Sin embargo, hoy en día existe una gran diferencia. Si en aquella época los
EE.UU necesitaban que Yeltsin continuara en el poder, en los actuales momentos
su objetivo es el “cambio de régimen”. Para Washington el resurgimiento de
Rusia bajo el liderazgo de Putin es anatema. Los EE.UU no pueden tolerar a Rusia
(o a cualquier otro país) en ese tono tan nacionalista, presentando un formidable contrapeso a sus estrategias
globales. Haciendo uso de la analogía de Beckam, Bhadrakumar escribe que, “a
diferencia de China, que puede combarse como los disparos del futbolista
inglés, Beckam, Rusia no está dispuesta doblegarse y ser conquistada. El orgullo
de su historia, simplemente no lo permite hacer eso”.
En el contexto actual -del enfrentamiento ruso-estadounidense- las
sanciones de occidente contra Rusia, en realidad van dirigidas al Kremlin. Los
EE.UU esperan que la recesión económica en Rusia conduzca al descontento social,
lo cual terminará perjudicando al partido gobernante en las elecciones
venideras, a la postre se espera que esto traiga como resultado la erupción de
protestas masivas. Consciente del riesgo que presentan para la seguridad de
Rusia las maniobras desestabilizadoras de los EE.UU, Vladimir Putin ha
advertido que Moscú derrotará cualquier intentona estadounidense diseñada con
el fin de instigar la agitación política en Rusia. Aquí hay que creerle a
Putin. Sin embargo, como apunta el ex-diplomático hindú, persiste la gran
interrogante. Es decir, ¿De qué manera podrían ser encarados los conflictos
regionales en Siria o en Ucrania, cuando las dos grandes potencias están
trenzadas en una contienda existencial.
Según los cálculos estadounidenses, para el verano venidero el caos en
Siria alcanzara su punto máximo, esto hará que la intervención de Rusia en ese
país atraiga la atención de la opinión pública con vistas a las elecciones de
otoño. En otras palabras, Estados Unidos espera que haya una escalada de la
guerra en Siria, que provocará una reacción negativa del electorado hacia el
partido de gobierno en Rusia, esto sin duda pondría en serios aprietos al
gobierno de Putin que estaría enfrentando el riesgo de un “cambio de régimen”
en su propio terreno. Sin embargo, y como lo destaca Bhadrakumar, Putin atento al maquiavelismo de
Washington, ha encargado al SFS asegurarse de tres cosas: en primer lugar,
asegurar la “seguridad de nuestros pilotos… en Siria y de las unidades
antiterroristas que se desempeñan dentro de Rusia”; en segundo lugar,
“resguardar de manera eficaz” los territorios rusos de cualquier infiltración
terrorista; y en tercer lugar, “prevenir las actividades de grupos clandestinos”
dentro de Rusia que podrían estar planificando atentados terroristas.
Ponderando la actitud del presidente Vladimir Putin durante la reciente
reunión anual del Servicio Federal de
Seguridad, Bhadrakumar observa que, en comparación con el entusiasmo
inicialmente manifestado por el acuerdo de cese al fuego en Siria alcanzado
entre Rusia y los EE.UU, el presidente ruso al dirigirse al SFS, se mostró
visiblemente cauteloso. Es obvio que a estas alturas Moscú ya habría advertido
que Washington está poniendo todo el peso de la responsabilidad por el
mantenimiento del cese al fuego, directamente en el Kremlin, mientras que los
EE.UU continúan mostrándose incapaces o sin la voluntad para frenar a sus
belicosos aliados regionales, tal el caso del Sultán Erdogan de Turquía.
Sobre este tema -del cese al fuego-, Obama en conferencia de prensa el
jueves 25 de enero, enfatizó que “mucho de eso (duración del cese al fuego) va
a depender de si el régimen sirio, Rusia
y sus aliados están dispuestos a cumplir con sus compromisos. Los
próximos días serán cruciales, y el mundo estará vigilante”. Enseguida dijo, “de
manera más amplia, esto va a ser un examen sobre si los participantes están
realmente comprometidos con las negociaciones”.
Aunque se ha dicho que existe un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos sobre
la permanencia de Assad en el poder, el presidente estadounidense parece hacer
caso omiso de ello y en su lugar continua repitiendo su vieja exigencia de que
el presidente sirio debe dejar el poder. Esto dijo Obama al respecto: “Estoy
convencido que Bashar al-Assad no puede ser parte del futuro. Está claro que
después de muchos años de su barbárica guerra contra su propio pueblo…muchos
sirios nunca desistirán de combatir hasta que Assad este fuera del poder. No
existe alternativa para lograr una transición si Assad no deja el poder. Es la
única manera de acabar con la guerra civil y unificar al pueblo sirio contra
los terroristas”.
Si no fuera por la escasa o nula confianza que inspiran los acuerdos alcanzados
con Estados Unidos, se podría muy bien desestimar las declaraciones de Obama
como un mero discurso para calmar a los oponentes de sus políticas en Siria y
hacia Rusia, sin embargo, la realidad y la historia de la política exterior de
los EE.UU, dicen algo muy distinto.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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