Las aguas volverán a su nivel y la nueva dictadura del partido demócrata seguirá otorgando el pan y circo de siempre, del que tanto viven los estadounidenses. ¡Pamplinas de Guerra Civil! Es solo el caballo de batalla de los dos partidos, para volver interesantes las aburridas elecciones de los Estados Unidos.
NUNCA HABRÁ UNA GUERRA CIVIL
EN LOS ESTADOS UNIDOS
La Cuna del Sol
Ojalá fuera cierto y que un hado maligno o un duende irlandés, de los que
mutilan de un mordisco un dedo que luzca un anillo de oro, se abatiera sobre la
gran nación que son los Estado Unidos. Es mucho el daño perpetrado a todos los
pueblos del mundo, incluso a ellos mismos que, por momentos, por la ira, no se
tiene ninguna pena por ellos. Por la fatalidad de su destino realmente no es
una nación feliz, excepto para unos pocos. La gran mayoría se sustenta de la
ilusión del consumo para no sentir tan fuertemente su desventura.
Mi país, Guatemala, y todas sus desgracias por 65 años, son responsabilidad
de los Estados Unidos. ¿Tendríamos que sentir pena por sus desgracias? Pienso
que no. Así quisiera sentirlo, como lo pienso. Y aunque la diferencia entre
gobierno y nación deslinda perfectamente responsabilidades entre uno y otro,
son grandes segmentos de población estadounidense, millones, los que desprecian
a los pueblos de África, América Latina o Asia. A los negros por negros, a los
indios por indios y a los chinos por chinos. Solo la blancura vale, los demás
son seres inferiores que tienen dos desgracias juntas: su color y su pobreza,
claro, en la falta de discernimiento de las cabezas de la sinrazón.
La nación estadounidense es un pueblo de grandes contrastes sociales,
económicos, políticos y culturales. Pero ahora, en los últimos tres años, sus
contradicciones se han ido haciendo más profundas, más insultantes para la
dignidad humana. Sus instituciones están en las manos de auténticos locos,
maníacos, que se solazan con el mal ajeno. Que no acaban de comprender que
nadie puede ser, si no permiten que los demás sean. Que no habrá nunca paz si
se sigue creyendo en la guerra. Que no es de inteligentes hacer dinero, sino
asunto de ser mezquino, egoísta, mal actuante y granuja. El dinero es para los
hombres inteligentes solo un medio, no un fin en sí mismo. El dinero no es
riqueza. Porque la riqueza es integral. No solo son billetes o reservas en oro.
La verdadera riqueza es la felicidad porque, en primer lugar, la riqueza no
puede ser riqueza si no se comparte, si no es social.
¿Ha visto usted a un millonario? Creo que no, es muy difícil verlos. Pero
un riquillo de al lado sí. Esos son más comunes y con las mismas aberraciones
de los grandes ricos. Viven ambos, millonarios y riquillos, con la misma
dinámica del egoísmo y el menosprecio hacia los demás. Y aunque es un absurdo,
es una realidad: los negros ricos ya no son negros, son blancos. Piensan y
sienten como blancos. Defienden los intereses de los blancos. Y cuando la
euforia de los pleitos de ahora pasen en Portland o Kenosha, los blancos que
piensan como negros porque sienten el dolor de los negros, solo entonces se
darán cuenta que el pleito no es por ser negro o blanco, sino por ser pobre o
rico.
Por lo tanto, lo que sucede actualmente en el noroeste de los Estados
Unidos no es ni por asomo el prolegómeno de una batida entre negros y blancos.
Sería la postergada batida de clases de la sociedad estadounidense (la lucha de
clases en su máxima expresión), de una Guerra Civil, no por etnias. Sino porque
la vida laboral y lo que se gana ya no es vida para nadie. No puede darse una
Guerra Civil con las referencias del pasado, por lo tanto, no se puede hablar o
conceptuarse de esa manera.
Lo que ocurre actualmente es nada más, no otra cosa, que el enrarecimiento
del clima político pre electoral, motivados los choques de donde provengan, por
agitadores profesionales. Crear crispación para crear el caos. ¡Qué diéramos
por una Guerra Civil para acabar tanta injusticia al interior de Estados
Unidos! Pero eso nunca sucederá porque la manipulación electorera es tan fuerte
que ya no basta con el insulto y descalificación al adversario. Hay que crear
mitos, hacer grandes y peligrosas pequeñas tonterías que, no por ser pequeñas y
tontas, dejan de ser reales. Los negros de los Estados Unidos desprecian a los
latinos como ellos son despreciados por los blancos.
Una guerra de clases será posible, se podrá llegar a ese punto, si por lo
menos estuviera Donald Trump tres períodos consecutivos. Y esto no ocurrirá.
Las aguas volverán a su nivel y la nueva dictadura del partido demócrata
seguirá otorgando el pan y circo de siempre, del que tanto viven los
estadounidenses. ¡Pamplinas de Guerra Civil! Es solo el caballo de batalla de
los dos partidos, para volver interesantes las aburridas elecciones de los
Estados Unidos.
Publicado por La Cuna del Sol
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