El odio es una fuerza que sabe cambiar de forma y que goza de capacidades de adaptación tremenda, de manera tal que su deriva toma forma de bucle, es inagotable y puede ir en cualquier dirección, en cualquier momento.
LA DIÁSPORA CONTRA
LA DIÁSPORA
Franco Vielma
Misión Verdad
¿Qué decir de las diásporas venezolanas en Estados Unidos? Para empezar,
que no se puede hablar solo de una, sino de varias, muchas. No se puede hablar
de estas como si fueran idénticas a las que han ido a dar a otros países, pues
en este caso el viaje no es el viaje en sí mismo, es el destino. Este tema
implica un punto y aparte.
El Darién dejó de ser noticia. Ahora será el lugar que siempre ha sido, de
migrantes que van desde varios países latinoamericanos, donde algunos o muchos
pueden morir, pero no nos enteraremos.
Las grabaciones de videos de TikTok desde el Darién ya dejaron de ser, pues
quienes siempre cruzaron y seguirán cruzando, que no son venezolanos, no se
molestan en grabarse y hacérnoslo saber. Ni nos enteraremos.
Las últimas medidas migratorias del gobierno de Joe Biden dirigidas a la migración
venezolana, dieron al
traste con una tétrica comparsa que ese mismo gobierno propició una vez que el
Status de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) favorable a
venezolanos, aupara una oleada rumbo a ese país bajo una falsa promesa de
acogida. Pero además la migra se encargó de recibir y encarcelar migrantes,
hasta que los gobernadores republicanos del sur "gustosamente" los llevaran a estados gobernados por demócratas.
Del Darién ya no hablamos, pero sí nos quedan las múltiples opiniones a
favor y en contra de esa medida y la diáspora que terminó o en Times Square o
en el Río Bravo.
Primera apreciación: todo lo que queda en el aire como objeto de ese
"debate" da a pensar que hay venezolanos que se odian entre sí, que
la inmensa mayoría de ellos, antichavistas, se odian entre sí.
"VENECOS" ACOMPLEJADOS
¿Han visto el video de unos venezolanos obreros "pobres pero en
Estados Unidos", que se comen una hamburguesa de McDonald's de 1 dólar en
un parque en su rato de descanso alardeando de su status? Hay un
TikTok de un
carajito delivery que supuestamente va a repartir en un
Mercedes Benz. Hay otro caso de un venezolano en Gringolandia que celebró que
no dejaran entrar "la basura" a ese país.
¿Recuerdan el video de la señora (probablemente vivía en una casa de INAVI
en Cabudare) que estaba enlodada en medio del Darién que dijo que Biden ya no
los iba a dejar entrar porque encontraron escupitajos de chimó en Times Square
y "qué pena con esa gente, Dios mío"? ¿Qué decir del video de la
muchacha llorando porque no pudieron entrar "al país de las
hamburguesas"?
Bueno, casi todo el mundo sí logró ver el video de Yoaibimar "la
tierrúa en niu yol",
la misma que salió con su hijo discapacitado, que se hizo viral, más que por la
misma puesta en escena, por las reacciones que generó. Nunca un video recibió
tantos comentarios de parte de l@s chic@s Visa venezolanos. Nunca jamás.
Una imagen fresca es la de un grupo de venezolanos tratando de cruzar el
Río Bravo con
una bandera tricolor,
siendo recibidos a perdigones, para luego correr de vuelta al agua y al lado
mexicano.
Solo dos veces en la historia reciente se han visto banderas venezolanas
cruzar (o más bien intentando cruzar) una frontera para terminar humilladas en
una escena de derrota televisada y ampliamente difundida. El día en que
venezolanos intentaron entrar con "ayuda imaginaria" en los puentes
entre Colombia y Venezuela, y este hace días, entre México y Estados Unidos.
Fijémonos en lo que nos han querido convertir. Esto empezó desde el robo de
Capriles a la gorra tricolor de 8 estrellas de Chávez y evolucionó a ser la
gorra opositora. Pero pasó a ser símbolo de la identidad migrante. Inclúyanse
también en este pack los bolsos tricolor que deberían estar en
hombros de un carajito estudiando en Venezuela.
Nótese que los que migraron con la gorra comenzaron a odiar a los de
los bolsos tricolor, porque los segundos seguramente son más pobres (o
aparentan serlo) que los primeros. El odio comenzó a tomar forma política
cuando se comenzó a decir que esos venezolanos pobres (con bolsito tricolor)
que afuera vomitan la serpiente contra el país o contra Maduro, supuestamente
"son chavistas". Pero no nos caigamos a mentiras, no son chavistas un
carajo.
Poco generó tanta indignación entre la diáspora como cuando le tomaron una
foto al famoso bolso escolar frente
a la Torre Eiffel en París.
Las redes se volvieron un campo de fuego cruzado indiscriminado. L@s chic@s
Visa, versus los que cruzaron el Darién, venezolanos blancos mayameros, versus
venezolanos negros en un refugio para indigentes en Nueva York, pero más allá
de ellos, venezolanos en Colombia, Perú o Chile, versus venezolanos en Estados
Unidos.
No olvidar que muchos que se fueron rumbo al corazón del imperio vía Darién
ya estaban fuera de Venezuela. Así que no huían de la "crisis
humanitaria" chavista, sino que se iban de las "prósperas"
economías vecinas, y que cualquier intento en cruzar una selva llena de
sádicos, narcos, paracos, cocodrilos y afines, es mejor que el "tablas
en la cabeza" back to home.
No olvidar que si un venezolano "negrito" con "pinta de
reguetonero" (eufemismo policial para "malandro") es visto en
algún lugar del "país de las hamburguesas", podría ser "un
bochorno, Dios mío", pues qué irá a pensar esa gente civilizada de la
primera potencia mundial.
Miremos a fondo, que el nudo central y sentimental de toda locura está
en lo acomplejada y ridícula que son las diásporas venezolanas, entre ellas la
única en toda la historia que transmitió su paso por el Darién. Pero también la
que vive en "los yunaited", la que no logró entrar, todas, incluida
la que regresa a Venezuela en un vuelo desde México por el Plan Vuelta a la Patria, pero
que ya no tiene internet y por eso no lo publica.
Los que ya vivían en Gringolandia son más insólitos. Para poner solo un
ejemplo, hablo del complejo de creer que unos "negritos de Petare"
van a "afear" la cosa en Nueva York.
Amigos y amigas que siguen leyendo, en Nueva York hay gente que se caga
dentro del tren del Metro. Las ciudades de Estados Unidos están abarrotadas
de carpas
en plena vía pública y
refugios abarrotados de personas sin hogar e indigentes.
En Estados Unidos hay "calles de drogas", o donde hay cientos
de "zombies" a simple vista en un espectáculo
degradante y tolerado. Estados Unidos es el país sede del estilo rapero y
centro de referencia de la imagen "urbana" que ha uniformado a un
segmento del hampa a escala global. Y para ponerlo más preciso, Estados Unidos
es la capital mundial de lo chabacano, del mal gusto, de gente ridícula, que
conviven en tensas relaciones sociales por su diversidad racial. Allá viven las
Kardashians. Dense cuenta.
Pero para ponerlo en perspectiva profunda, no es el "negrito", es
el clasismo, el racismo, el complejo, la atorrancia.
"BUENOS CONTRA MALOS"
El imaginario antichavista hecho diáspora estadounidense, o aspirante a
ello, hace nuevamente alarde de esa lógica binaria que impusieron en Venezuela
desde los "mejores" tiempos del oposicionismo político. En aquellos
tiempos, era "la clase educada y pensante del país" versus el
"chavismo criminal y chabacano".
La lógica hoy entre esas diásporas es de "buenos contra malos",
"gente bien", contra "gente mala". Los que ya estaban
adentro versus los que llegan o quieren entrar. Los que "se portan
bien" versus "los que se portan mal".
Pero esa es una disputa endeble, sin ánimos de generalizar, pues colocan a
ese "lumpen" migrante como la gente "mala" que quiere
ingresar, así sea ilegal, mientras que hay otros venezolanos que "han
hecho las cosas bien", tratándose de papeleo.
Es como si hablaran de "gente honesta" para referirse a tantos
venezolanos que han ingresado a Estados Unidos en años anteriores, bajo la
condición de "perseguidos políticos" y "refugiados", cuando
sabemos que 99% de ellos emplearon la categoría de la "persecución
política" para bypassear el sistema migratorio
estadounidense, ganar preferencias y tener una Green Card, sin ser
objeto de presión alguna, requerimiento de la justicia u objeto de alguna
amenaza a su vida en Venezuela. Son unos farsantes.
A los venezolanos con años en "el país de las hamburguesas" les
irrita que un venezolano pobre y diezmado gracias a un bloqueo económico que
ellos aplaudieron ingrese allá sin haber hecho el papeleo. Ellos llevan la
"meritocracia" desde 2002 adonde van y sigue siendo el cristal con
que siguen mirando todo.
A fin de cuentas, hablando de "gente buena", hay que mirar cómo
se compone buena parte de la comunidad de venezolanos en Florida: banqueros
prófugos, empresarios fuga divisas (estafadores del cadivismo), narcos,
corruptos de las dos últimas repúblicas, "modelos" (o más bien
prostitutas high class) y para colmo media Mesa de Unidad
Democrática y los séquitos más allegados de Guaidó. ¿Pueden haber peores
referentes hamponiles entre esa "gente de bien"? Al lado de ellos,
cualquier "malandro" salido del Darién es un niño de pecho.
La lógica de "unos contra otros", "buenos contra
malos", en suelo venezolano se fundaba sobre un país que no existía, pero
que algunos sentían arrebatado. "Opositores decentes" versus
"chavistas marginales". Pero fuera de Venezuela es una disputa
desbocada, donde en términos reales concluye entre un gentilicio que tiene en
común un desprecio por el chavismo que a veces es extensivo al país.
Pero el centro de esa disputa ya no es Venezuela, ahora es el "sueño
americano", ese país y su "derecho a estar", el
"derecho" de algunos a poseer una miga del sueño, el mérito, el
logro. Es el discurso de "los que se pueden adaptar" y "los que
no podrán". Otra vez el repetido discurso de "los formados"
versus "los que tienen el rancho en la cabeza". Y por ahí se
decanta esa narrativa.
Cuando l@s chic@s Visa culparon a los harapientos en el Darién de los
cambios en las medidas migratorias, no se molestaron en afirmar que Trump,
haciendo campaña política por las elecciones de medio término, afirmó que
Maduro estaba "liberando
presos de las cárceles para llevar violadores y asesinos" a ese país.
También obviaron que Marco Rubio señaló que la migración a Estados
Unidos "era
creada por Maduro para perjudicar" a su país.
A los venezolanos con visa poco o nada les interesa que los políticos gringos estigmaticen a su gentilicio y a ellos mismos, porque lo importante es el comentario descabellado antichavista en la ramplona campaña estadounidense.
Entre las diásporas hay escaso o nula reflexión sincera sobre si bloquear la economía venezolana tiene o no un vínculo con la migración fuera del país, aunque haya una matemática contundente. Venezuela dependía en más de un 90% del ingreso de divisas por vía del petróleo y el bloqueo a las exportaciones de crudo menguó enormemente la base de las finanzas públicas, donde dependía de todo, desde los servicios públicos hasta la nómina del Estado.
El propósito de bloquear a Venezuela era precisamente fabricar "gente
jodida". Claro, había la esperanza de derrocar al chavismo, pero a fin de
cuentas la "gente jodida" dentro y fuera de Venezuela es una
colateralización de esa mal llamada "diatriba política" llevada a
niveles aberrantes. En la oposición al día de hoy, nadie se hace responsable.
Nadie dice "yo fui a pedir sanciones". Pero todos siguen explotando
políticamente a la gente que jodieron.
Pocos han sido más usados que los migrantes. Los han explotado para todo,
para sostener la narrativa del "gobierno interino", para pedir dinero
a nombre de ellos, para alimentar mafias y fraudes, coyotes, comparsas, shows
políticos, paremos de contar.
Otros que miran desde afuera al país, e incluso a sus iguales que están
afuera, suelen hacerlo con desdén. No les importa la gente, les importa el
"argumento" y fundar una supuesta "razón" política, un
"sentido común". Les interesa la diatriba, el estigma, señalar,
vilipendiar. ¿A quiénes? A todos "los demás". A quienes viven en
Venezuela, a quienes migran si son "tierrúos", si son "malandros",
si son "gente mala", si escupen chimó en Nueva York. Pongan miles de
etcéteras.
Un segmento del país fue amaestrado para odiar automáticamente. Todas las
derivas del trato de una diáspora contra otra es de odio con distintos
tipos y niveles de matices.
Los estigmas, la instrumentalización y/o explotación de la gente jodida, la
burla y la supuesta superioridad moral de unos frente a los otros, son
expresiones de odio. El clasismo y el racismo son odio en su más pura
denominación. Explotar la migración es otra forma de odio. El supuesto "sentido
común" del mal llamado "debate" de los venezolanos
afuera es viral y visceral porque permite desahogar el odio. Todo coincide
en el odio.
La raíz del odio está en el propio antichavismo y la construcción de su
subjetividad política. La oposición se hizo oposición gracias al vehículo del
odio al chavismo, pero luego fueron contra sí mismos, dividiéndose,
confrontándose entre sí, llegando al punto de pedir el bloqueo a un país entero
aunque sus propios compañeros opositores, gente común, lo sufriría igualmente.
Eso explica cómo unos "que llegaron primero" odian a "los
otros".
El odio es una fuerza que sabe cambiar de forma y que goza de capacidades
de adaptación tremenda, de manera tal que su deriva toma forma de bucle, es
inagotable y puede ir en cualquier dirección, en cualquier momento.
Publicado por La Cuna del Sol
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