viernes, 4 de julio de 2025

Por qué Estados Unidos está en guerra con Irán

Lo que está en juego es el intento de Estados Unidos de controlar Oriente Medio y su petróleo como soporte del poder económico estadounidense, y de impedir que otros países avancen hacia la creación de su propia autonomía frente al orden neoliberal centrado en Estados Unidos y administrado por el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales para reforzar el poder unipolar estadounidense.

 

POR QUÉ ESTADOS UNIDOS ESTÁ
EN GUERRA CON IRÁN



Michael Hudson

La lógica neoconservadora radica en derrotar a Irán y dividirlo en partes étnicas

Los oponentes de la guerra contra Irán afirman que la guerra no redunda en beneficio de los intereses estadounidenses, ya que Irán no representa ninguna amenaza visible para Estados Unidos. Esta apelación a la razón pasa por alto la lógica neoconservadora que ha guiado la política exterior estadounidense durante más de medio siglo, y que ahora amenaza con sumir a Oriente Próximo en la guerra más violenta desde Corea. Esa lógica es tan agresiva, tan repugnante para la mayoría de la gente, tan contraria a los principios básicos del derecho internacional, las Naciones Unidas y la Constitución de Estados Unidos, que es comprensible que los autores de esta estrategia se muestren tímidos a la hora de explicar lo que está en juego.

Lo que está en juego es el intento de Estados Unidos de controlar Oriente Medio y su petróleo como soporte del poder económico estadounidense, y de impedir que otros países avancen hacia la creación de su propia autonomía frente al orden neoliberal centrado en Estados Unidos y administrado por el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales para reforzar el poder unipolar estadounidense.

En la década de 1970 hubo muchas discusiones sobre la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NIEO, por sus siglas en inglés). Los estrategas estadounidenses lo veían como una amenaza, y como mi libro, Super Imperialism, irónicamente, era utilizado como una especie de libro de texto por el gobierno, me invitaron a comentar cómo pensaba que los países se librarían del control estadounidense. En ese entonces trabajaba en el Instituto Hudson con Herman Kahn, y en 1974 o 1975 me invitó a asistir a un debate sobre estrategia militar acerca de los planes que se estaban preparando ya en aquel momento para derrocar a Irán y dividirlo en partes étnicas. Herman descubrió que el punto más débil era Baluchistán, en la frontera de Irán con Pakistán. Los kurdos, los tayikos y los azeríes turcos eran otras etnias que podían ser manipuladas para enfrentarse entre sí, proporcionando a la diplomacia estadounidense una posible dictadura subordinada clave para remodelar la orientación política tanto iraní como pakistaní de ser necesario.

Tres décadas después, en 2003, el general Wesley Clark señaló a Irán como la obra culminante de los siete países que Estados Unidos necesitaba controlar para dominar Oriente Próximo, empezando por Irak y Siria, Líbano, Libia, Somalia y Sudán, y culminando con Irán.

Trasladándonos al presente

La mayor parte del debate actual sobre la dinámica geopolítica sobre cómo está cambiando la economía internacional se centra, comprensiblemente (y con razón), en el intento de los BRICS y otros países de escapar del control estadounidense a través de la desdolarización de su comercio y sus inversiones. Pero la dinámica más activa que está remodelando actualmente la economía internacional han sido los intentos de la tempestuosa presidencia de Donald Trump, desde enero, de encuadrar a otros países en una economía centrada en Estados Unidos, acordando no enfocar su comercio e inversión en China y otros estados que buscan liberarse del control estadounidense (el comercio con Rusia ya está fuertemente sancionado). Como se describirá más adelante, la guerra en Irán también tiene como objetivo bloquear el comercio con China y Rusia y contrarrestar los intentos de apartarse del orden neoliberal centrado en Estados Unidos.

Esperando reconstruir la industria estadounidense, aun con su contraproducente accionar, Trump, esperaba que los países respondieran a su amenaza de crear un caos arancelario llegando a un acuerdo con Estados Unidos para no comerciar con China y, de hecho, aceptar las sanciones comerciales y financieras de Estados Unidos en contra de esta, Rusia, Irán y otros países considerados una amenaza para el orden global unipolar estadounidense. Mantener ese orden es el objetivo de Estados Unidos en su actual disputa con Irán, así como con Rusia y China, y con Cuba, Venezuela y otros países que tratan de reestructurar sus políticas económicas para recuperar su independencia.

Desde el punto de vista de los estrategas estadounidenses, el auge de China representa una amenaza existencial al control unipolar ejercido por los Estados Unidos, lo anterior como resultado del dominio industrial y comercial ejercido por China sobre la economía estadounidense que amenaza sus mercados y el dolarizado sistema financiero global, como por la amenaza que representa el socialismo industrial de China al proporcionar un modelo que otros países podrían emular para recuperar la soberanía nacional que ha sido erosionada en las últimas décadas.

Las administraciones estadounidenses y una serie de personajes que piensan en términos de la Guerra Fría, han planteado la cuestión como una contienda entre la democracia (entendida como aquellos países que apoyan la política de Estados Unidos, como regímenes subordinados y oligarquías) y la autocracia (países que buscan la autosuficiencia nacional y la protección frente al comercio exterior y la dependencia financiera). Esta concepción de la economía internacional considera no sólo a China, sino a cualquier otro país que busque la autonomía nacional, como una amenaza existencial para la dominación unipolar estadounidense. Esa actitud explica el ataque de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, que ha desembocado en la guerra de desgaste en Ucrania, y más recientemente la guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán, que amenaza con envolver al mundo entero en una guerra respaldada por Estados Unidos.

La motivación del ataque a Irán no tiene nada que ver con ningún intento de Irán de proteger su soberanía nacional desarrollando una bomba atómica. El problema de fondo es que Estados Unidos ha tomado la iniciativa intentando prevenir que Irán y otros países no rompan con la hegemonía del dólar y el control unipolar estadounidense.

Así es como los neoconservadores ponen de manifiesto el interés nacional de Estados Unidos en derrocar al gobierno iraní y provocar un cambio de régimen, no necesariamente un cambio de régimen democrático laico, sino tal vez el establecimiento de algo similar a los terroristas wahabitas de ISIS-Al Qaida que se han apoderado de Siria.

Con Irán desintegrado y sus partes convertidas en un conjunto de oligarquías subordinadas, la diplomacia estadounidense puede controlar todo el petróleo de Oriente Próximo. Y el control del petróleo ha sido una piedra angular del poder económico internacional de Estados Unidos durante un siglo, gracias a las compañías petroleras estadounidenses que operan internacionalmente (no sólo como productores nacionales estadounidenses de petróleo y gas). El control del petróleo del Oriente Próximo también posibilita la diplomacia del dólar que ha hecho que Arabia Saudí y otros países de la OPEP inviertan sus ingresos del petróleo en la economía estadounidense mediante la acumulación de vastos portafolios de valores del Tesoro estadounidense e inversiones en el sector privado.

Mediante estas inversiones en la economía de los Estados Unidos (y de otros países europeos), Estados Unidos mantiene como rehenes a los países de la OPEC, tales inversiones pueden ser expropiadas del mismo modo que Estados Unidos se apoderó de 300 mil millones de dólares de los ahorros monetarios de Rusia en Occidente en 2022. Esto explica el por qué estos países tienen temor en apoyar a los palestinos o a los iranies en los actuales conflictos.

Pero Irán no es sólo la piedra angular del control total del Oriente Próximo y de sus posesiones de petróleo y dólares. Irán es un eslabón clave para el plan Belt and Road de China para una Nueva Ruta de la Seda de transporte ferroviario hacia Occidente. Si Estados Unidos logra derrocar al gobierno iraní, se interrumpirá el largo corredor de transporte que China ya ha construido y que espera extender aún más hacia Occidente.

 Irán también es clave para bloquear el comercio y el desarrollo rusos a través del Mar Caspio y el acceso al sur, evitando el Canal de Suez. Y bajo control estadounidense, un régimen obediente iraní podría amenazar a Rusia desde su flanco sur.

Para los neoconservadores, todo esto convierte a Irán en el eje central sobre el que se basa el autoproclamado interés nacional de Estados Unidos -si se define ese interés nacional como la creación de un imperio coercitivo de Estados obedientes que acaten la hegemonía del dólar adhiriéndose al sistema financiero internacional dolarizado.

Creo que la advertencia de Trump a los ciudadanos de Teherán para que evacúen su ciudad no es más que un intento de suscitar el pánico interno como preludio de un intento estadounidense de movilizar a la oposición étnica como medio para fragmentar Irán. Esto es similar a las esperanzas de Estados Unidos de dividir Rusia y China en etnias regionales. Esa es la esperanza estratégica de Estados Unidos de un nuevo orden internacional que permanezca bajo su mando.

La ironía, por supuesto, es que los intentos de Estados Unidos de aferrarse a su imperio económico en decadencia siguen siendo contraproducentes. El objetivo es controlar a otras naciones amenazando con el caos económico. Pero es esta amenaza estadounidense del caos lo que está llevando a otras naciones a buscar alternativas en otros lugares. Y un objetivo no es una estrategia. El plan de utilizar a Netanyahu como el equivalente estadounidense del ucraniano Zelensky, exigiendo la intervención de Estados Unidos con su disposición a luchar hasta el último israelí, del mismo modo que Estados Unidos y la OTAN están luchando hasta el último ucraniano, es una táctica que obviamente va en detrimento de la estrategia. Es una advertencia al mundo entero para que encuentre una vía de escape. Al igual que las sanciones comerciales y financieras de Estados Unidos destinadas a mantener a otros países dependientes de los mercados estadounidenses y de un sistema financiero internacional dolarizado, el intento de imponer un imperio militar desde Europa central hasta Oriente Medio es políticamente autodestructivo. Está haciendo irreversible la escisión que ya se está produciendo entre el orden neoliberal centrado en Estados Unidos y la Mayoría Global, tanto por motivos morales como por simples motivos de autoconservación y de interés económico propio.

El plan presupuestario republicano de Trump y el vasto incremento del gasto militar

La facilidad con la que los misiles iraníes han sido capaces de penetrar la tan cacareada Cúpula de Hierro israelí, demuestra la insensatez de la presión ejercida por Trump para que se conceda un billón de dólares como subvención al complejo militar-industrial estadounidense para la Cúpula de Oro, un derroche similar aquí en Estados Unidos. Hasta ahora, los iraníes solo han utilizado sus misiles más antiguos y menos eficaces. El objetivo es agotar las defensas antimisiles de Israel para que en una semana o sólo unos días sea incapaz de bloquear un serio ataque iraní. Irán ya demostró su capacidad para evadir las defensas aéreas de Israel hace unos meses, al igual que durante la anterior presidencia de Trump demostró la facilidad con la que podía golpear bases militares estadounidenses.

El presupuesto militar de Estados Unidos es en realidad mucho mayor de lo que se informa en el proyecto de ley presentado ante el Congreso para aprobar el subsidio de un billón de dólares de Trump. El Congreso financia su complejo militar-industrial de dos maneras: La forma obvia es mediante compras de armas pagadas directamente por el Congreso. Menos reconocido es el gasto del CMI conducido a través de la ayuda militar exterior de Estados Unidos a sus aliados: Ucrania, Israel, Europa, Corea del Sur, Japón y otros países asiáticos para la compra de armas estadounidenses. Esto explica por qué el gasto militar es lo que normalmente representa todo el déficit presupuestario de Estados Unidos y, por lo tanto, el aumento de la deuda pública (en gran parte autofinanciada a través de la Reserva Federal desde 2008, por cierto).

Como era de esperarse, la comunidad internacional ha sido incapaz de impedir la guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está bloqueado por el veto de Estados Unidos, y el de Gran Bretaña y Francia, para tomar medidas contra los actos de agresión de Estados Unidos y sus aliados. En la actualidad se considera que las Naciones Unidas es una organización inoperante, irrelevante como organización mundial capaz de hacer cumplir el derecho internacional. (Como comentó Stalin en relación con la oposición del Vaticano: “¿Cuántas tropas tiene el Papa?”). Y al igual que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son instrumentos de la política exterior y el control de Estados Unidos, también lo son muchas otras organizaciones internacionales que están dominadas por Estados Unidos y sus aliados, incluyendo (relevante para la crisis actual en Asia Occidental), la Agencia Internacional de la Energía Atómica, a la que Irán ha acusado de haber proporcionado a Israel información sobre objetivos para su ataque contra los científicos y las instalaciones nucleares iraníes. Liberarse del orden unipolar estadounidense requiere de un conjunto de organizaciones internacionales alternativas de amplio espectro, independientes de Estados Unidos, la OTAN y otros aliados obedientes.




Publicado por La Cuna del Sol