Lo que está en juego es el intento de Estados Unidos de controlar Oriente Medio y su petróleo como soporte del poder económico estadounidense, y de impedir que otros países avancen hacia la creación de su propia autonomía frente al orden neoliberal centrado en Estados Unidos y administrado por el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales para reforzar el poder unipolar estadounidense.
POR QUÉ
ESTADOS UNIDOS ESTÁ
EN GUERRA
CON IRÁN
Michael Hudson
La lógica neoconservadora
radica en derrotar a Irán y dividirlo en partes étnicas
Los
oponentes de la guerra contra Irán afirman que la guerra no redunda en
beneficio de los intereses estadounidenses, ya que Irán no representa ninguna
amenaza visible para Estados Unidos. Esta apelación a la razón pasa por alto la
lógica neoconservadora que ha guiado la política exterior estadounidense
durante más de medio siglo, y que ahora amenaza con sumir a Oriente Próximo en
la guerra más violenta desde Corea. Esa lógica es tan agresiva, tan repugnante
para la mayoría de la gente, tan contraria a los principios básicos del derecho
internacional, las Naciones Unidas y la Constitución de Estados Unidos, que es
comprensible que los autores de esta estrategia se muestren tímidos a la hora
de explicar lo que está en juego.
En la
década de 1970 hubo muchas discusiones sobre la creación de un Nuevo Orden
Económico Internacional (NIEO, por sus siglas en inglés).
Los estrategas estadounidenses lo veían como una amenaza, y como mi libro, Super
Imperialism, irónicamente, era utilizado como una especie de libro de texto
por el gobierno, me invitaron a comentar cómo pensaba que los países se
librarían del control estadounidense. En ese entonces trabajaba en el Instituto
Hudson con Herman Kahn, y en 1974 o 1975 me invitó a asistir a un debate sobre
estrategia militar acerca de los planes que se estaban preparando ya en aquel
momento para derrocar a Irán y dividirlo en partes étnicas. Herman descubrió
que el punto más débil era Baluchistán, en la frontera de Irán con Pakistán.
Los kurdos, los tayikos y los azeríes turcos eran otras etnias que podían ser
manipuladas para enfrentarse entre sí, proporcionando a la diplomacia
estadounidense una posible dictadura subordinada clave para remodelar la
orientación política tanto iraní como pakistaní de ser necesario.
Tres
décadas después, en 2003, el general Wesley Clark señaló a Irán como la obra
culminante de los siete países que Estados Unidos necesitaba controlar para
dominar Oriente Próximo, empezando por Irak y Siria, Líbano, Libia, Somalia y
Sudán, y culminando con Irán.
Trasladándonos
al presente
La mayor
parte del debate actual sobre la dinámica geopolítica sobre cómo está cambiando
la economía internacional se centra, comprensiblemente (y con razón), en el
intento de los BRICS y otros países de escapar del control estadounidense a
través de la desdolarización de su comercio y sus inversiones. Pero la dinámica
más activa que está remodelando actualmente la economía internacional han sido
los intentos de la tempestuosa presidencia de Donald Trump, desde enero, de encuadrar
a otros países en una economía centrada en Estados Unidos, acordando no enfocar
su comercio e inversión en China y otros estados que buscan liberarse del
control estadounidense (el comercio con Rusia ya está fuertemente sancionado).
Como se describirá más adelante, la guerra en Irán también tiene como objetivo
bloquear el comercio con China y Rusia y contrarrestar los intentos de apartarse
del orden neoliberal centrado en Estados Unidos.
Esperando reconstruir
la industria estadounidense, aun con su contraproducente accionar, Trump,
esperaba que los países respondieran a su amenaza de crear un caos arancelario
llegando a un acuerdo con Estados Unidos para no comerciar con China y, de
hecho, aceptar las sanciones comerciales y financieras de Estados Unidos en
contra de esta, Rusia, Irán y otros países considerados una amenaza para el
orden global unipolar estadounidense. Mantener ese orden es el objetivo de
Estados Unidos en su actual disputa con Irán, así como con Rusia y China, y con
Cuba, Venezuela y otros países que tratan de reestructurar sus políticas
económicas para recuperar su independencia.
Desde el
punto de vista de los estrategas estadounidenses, el auge de China representa
una amenaza existencial al control unipolar ejercido por los Estados Unidos, lo
anterior como resultado del dominio industrial y comercial ejercido por China
sobre la economía estadounidense que amenaza sus mercados y el dolarizado
sistema financiero global, como por la amenaza que representa el socialismo
industrial de China al proporcionar un modelo que otros países podrían emular para
recuperar la soberanía nacional que ha sido erosionada en las últimas décadas.
Las
administraciones estadounidenses y una serie de personajes que piensan en
términos de la Guerra Fría, han planteado la cuestión como una contienda entre
la democracia (entendida como aquellos países que apoyan la política de Estados
Unidos, como regímenes subordinados y oligarquías) y la autocracia (países que
buscan la autosuficiencia nacional y la protección frente al comercio exterior
y la dependencia financiera). Esta concepción de la economía internacional
considera no sólo a China, sino a cualquier otro país que busque la autonomía
nacional, como una amenaza existencial para la dominación unipolar
estadounidense. Esa actitud explica el ataque de Estados Unidos y la OTAN
contra Rusia, que ha desembocado en la guerra de desgaste en Ucrania, y más
recientemente la guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán, que amenaza con
envolver al mundo entero en una guerra respaldada por Estados Unidos.
La
motivación del ataque a Irán no tiene nada que ver con ningún intento de Irán
de proteger su soberanía nacional desarrollando una bomba atómica. El problema
de fondo es que Estados Unidos ha tomado la iniciativa intentando prevenir que
Irán y otros países no rompan con la hegemonía del dólar y el control unipolar
estadounidense.
Así es como
los neoconservadores ponen de manifiesto el interés nacional de Estados Unidos
en derrocar al gobierno iraní y provocar un cambio de régimen, no
necesariamente un cambio de régimen democrático laico, sino tal vez el
establecimiento de algo similar a los terroristas wahabitas de ISIS-Al Qaida
que se han apoderado de Siria.
Con Irán
desintegrado y sus partes convertidas en un conjunto de oligarquías subordinadas,
la diplomacia estadounidense puede controlar todo el petróleo de Oriente
Próximo. Y el control del petróleo ha sido una piedra angular del poder
económico internacional de Estados Unidos durante un siglo, gracias a las
compañías petroleras estadounidenses que operan internacionalmente (no sólo
como productores nacionales estadounidenses de petróleo y gas). El control del
petróleo del Oriente Próximo también posibilita la diplomacia del dólar que ha hecho
que Arabia Saudí y otros países de la OPEP inviertan sus ingresos del petróleo
en la economía estadounidense mediante la acumulación de vastos portafolios de
valores del Tesoro estadounidense e inversiones en el sector privado.
Mediante
estas inversiones en la economía de los Estados Unidos (y de otros países europeos),
Estados Unidos mantiene como rehenes a los países de la OPEC, tales inversiones
pueden ser expropiadas del mismo modo que Estados Unidos se apoderó
de 300 mil millones de dólares de los ahorros monetarios de Rusia en Occidente
en 2022. Esto explica el por qué estos países tienen temor en apoyar a los
palestinos o a los iranies en los actuales conflictos.
Pero Irán
no es sólo la piedra angular del control total del Oriente Próximo y de sus
posesiones de petróleo y dólares. Irán es un eslabón clave para el plan Belt
and Road de China para una Nueva Ruta de la Seda de transporte ferroviario
hacia Occidente. Si Estados Unidos logra derrocar al gobierno iraní, se
interrumpirá el largo corredor de transporte que China ya ha construido y que
espera extender aún más hacia Occidente.
Irán también es clave para bloquear el
comercio y el desarrollo rusos a través del Mar Caspio y el acceso al sur, evitando
el Canal de Suez. Y bajo control estadounidense, un régimen obediente iraní
podría amenazar a Rusia desde su flanco sur.
Para los
neoconservadores, todo esto convierte a Irán en el eje central sobre el que se
basa el autoproclamado interés nacional de Estados Unidos -si se define ese
interés nacional como la creación de un imperio coercitivo de Estados obedientes
que acaten la hegemonía del dólar adhiriéndose al sistema financiero
internacional dolarizado.
Creo que la
advertencia de Trump a los ciudadanos de Teherán para que evacúen su ciudad no
es más que un intento de suscitar el pánico interno como preludio de un intento
estadounidense de movilizar a la oposición étnica como medio para fragmentar
Irán. Esto es similar a las esperanzas de Estados Unidos de dividir Rusia y
China en etnias regionales. Esa es la esperanza estratégica de Estados Unidos
de un nuevo orden internacional que permanezca bajo su mando.
La ironía,
por supuesto, es que los intentos de Estados Unidos de aferrarse a su imperio
económico en decadencia siguen siendo contraproducentes. El objetivo es
controlar a otras naciones amenazando con el caos económico. Pero es esta
amenaza estadounidense del caos lo que está llevando a otras naciones a buscar
alternativas en otros lugares. Y un objetivo no es una estrategia. El plan de
utilizar a Netanyahu como el equivalente estadounidense del ucraniano Zelensky,
exigiendo la intervención de Estados Unidos con su disposición a luchar hasta
el último israelí, del mismo modo que Estados Unidos y la OTAN están luchando
hasta el último ucraniano, es una táctica que obviamente va en detrimento de la
estrategia. Es una advertencia al mundo entero para que encuentre una vía de
escape. Al igual que las sanciones comerciales y financieras de Estados Unidos
destinadas a mantener a otros países dependientes de los mercados
estadounidenses y de un sistema financiero internacional dolarizado, el intento
de imponer un imperio militar desde Europa central hasta Oriente Medio es
políticamente autodestructivo. Está haciendo irreversible la escisión que ya se
está produciendo entre el orden neoliberal centrado en Estados Unidos y la
Mayoría Global, tanto por motivos morales como por simples motivos de
autoconservación y de interés económico propio.
El plan presupuestario
republicano de Trump y el vasto incremento del gasto militar
La
facilidad con la que los misiles iraníes han sido capaces de penetrar la tan
cacareada Cúpula de Hierro israelí, demuestra la insensatez de la presión ejercida
por Trump para que se conceda un billón de dólares como subvención al complejo
militar-industrial estadounidense para la Cúpula de Oro, un derroche similar
aquí en Estados Unidos. Hasta ahora, los iraníes solo han utilizado sus misiles
más antiguos y menos eficaces. El objetivo es agotar las defensas antimisiles
de Israel para que en una semana o sólo unos días sea incapaz de bloquear un serio
ataque iraní. Irán ya demostró su capacidad para evadir las defensas aéreas de
Israel hace unos meses, al igual que durante la anterior presidencia de Trump
demostró la facilidad con la que podía golpear bases militares estadounidenses.
El
presupuesto militar de Estados Unidos es en realidad mucho mayor de lo que se
informa en el proyecto de ley presentado ante el Congreso para aprobar el
subsidio de un billón de dólares de Trump. El Congreso financia su complejo
militar-industrial de dos maneras: La forma obvia es mediante compras de armas
pagadas directamente por el Congreso. Menos reconocido es el gasto del CMI conducido
a través de la ayuda militar exterior de Estados Unidos a sus aliados: Ucrania,
Israel, Europa, Corea del Sur, Japón y otros países asiáticos para la compra de
armas estadounidenses. Esto explica por qué el gasto militar es lo que
normalmente representa todo el déficit presupuestario de Estados Unidos y, por lo
tanto, el aumento de la deuda pública (en gran parte autofinanciada a través de
la Reserva Federal desde 2008, por cierto).
Como era de esperarse, la comunidad internacional ha sido incapaz de impedir la guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está bloqueado por el veto de Estados Unidos, y el de Gran Bretaña y Francia, para tomar medidas contra los actos de agresión de Estados Unidos y sus aliados. En la actualidad se considera que las Naciones Unidas es una organización inoperante, irrelevante como organización mundial capaz de hacer cumplir el derecho internacional. (Como comentó Stalin en relación con la oposición del Vaticano: “¿Cuántas tropas tiene el Papa?”). Y al igual que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son instrumentos de la política exterior y el control de Estados Unidos, también lo son muchas otras organizaciones internacionales que están dominadas por Estados Unidos y sus aliados, incluyendo (relevante para la crisis actual en Asia Occidental), la Agencia Internacional de la Energía Atómica, a la que Irán ha acusado de haber proporcionado a Israel información sobre objetivos para su ataque contra los científicos y las instalaciones nucleares iraníes. Liberarse del orden unipolar estadounidense requiere de un conjunto de organizaciones internacionales alternativas de amplio espectro, independientes de Estados Unidos, la OTAN y otros aliados obedientes.
Publicado por La Cuna del Sol