viernes, 29 de noviembre de 2019

La derecha y la práctica de la violencia

En Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Honduras la violencia sin límites que despliega la derecha está a la vista de todos, no solo como un  ejemplo, sino como una práctica represiva de extrema violencia que la ha caracterizado a lo largo de la historia de América Latina para sostenerse o arrebatar el poder.


LA DERECHA Y LA PRÁCTICA
DE LA VIOLENCIA



En estos días tumultuosos de revueltas y golpes de Estado que estremecen a varios países latinoamericanos, algo ha quedado muy en claro: que la derecha recurre, sin escatimar un ápice, a todo su arsenal de violencia cuando de proteger o defender los intereses del orden burgués proimperialista se trata. En Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Honduras la violencia sin límites que despliega la derecha está a la vista de todos, no solo como un  ejemplo, sino como una práctica represiva de extrema violencia que la ha caracterizado a lo largo de la historia de América Latina para sostenerse o arrebatar el poder.

A diferencia de la pusilanimidad que muestran los gobiernos de izquierda ante las amenazas o acciones desestabilizadoras que ponen en riesgo su existencia, la derecha no titubea y pone inmediatamente en práctica todo su poder represivo hasta eliminar, a cualquier costo, el último reducto de resistencia al orden político y económico reinante. Ya lo estamos viendo en Chile donde las sanguinarias fuerzas del orden al servicio del régimen derechista, proyanqui del pinochetista Piñera, recurren al asesinato, detenciones, desapariciones, violaciones y hasta -al mejor estilo del liberal Macron contra los Chalecos Amarillos en Francia- disparan balines de goma directamente a los ojos de los manifestantes -táctica represiva que ya ha ocasionado unos 200 heridos, algunos de los cuales con la perdida permanente de uno de sus ojos. Lo hemos visto en Ecuador donde al régimen derechista del impostor Lenin Moreno no le ha temblado la mano a la hora de hacer uso del aparato represivo del Estado para reprimir violetamente las manifestaciones en contra del orden neoliberal que él preside, con el consabido saldo de muertos, heridos, detenidos, torturados, desaparecidos, refugiados en consulados extranjeros y cacería de opositores.

En Bolivia tras el golpe de Estado, y desde antes, hemos visto como la derecha fascista, con el ingrediente del fanatismo religioso cristiano, ha desatado una ola de violencia salvaje, una cacería literalmente hablando, en contra de la población indígena, activistas y líderes políticos que apoyan al depuesto presidente, Evo Morales. El nivel de violencia y la saña desplegada por el aparato represivo del régimen golpista boliviano, masacrando como perros a los bolivianos que se oponen al golpe ha dejado a más de alguno estupefacto, como si esto fuera algo nuevo o sin precedentes en la historia de Bolivia o de Latinoamérica en general. No es así, la historia de Latinoamérica está plagada de numerosos episodios que dan cuenta de la violencia sin límites que la derecha en su afán de conservar o mantener la hegemonía de la clase dominante ha desatado contra todos aquellos que se han atrevido a desafiar y luchar contra su dominio político y económico. Los ejemplos abundan por doquier: desde el genocidio indígena en Guatemala, la Guerra Sucia en Argentina, la represión de Pinochet en Chile, la masacre de El Mozote en el Salvador, el Caracazo en Venezuela, los 40 de Ayotzinapa en México,  hasta lo de hoy en día con la cacería de indígenas en Bolivia, y las decenas de muertos, de violaciones y mutilaciones en Chile. En Honduras la violencia de la derecha narco terrateniente  y proyanqui no ha cesado de ensañarse contra el pueblo hondureño desde el golpe de estado contra Manuel Zelaya en 2009. Y qué decir de Haití, donde una de las burguesías más descaradas y cruentas desde hace un buen rato viene masacrando al empobrecido pueblo haitiano.

 En todos estos casos como en otros tantos que han pasado a formar parte del violento historial de la derecha en Latinoamérica, la impunidad con la que ha actuado ha sido su mayor aliado, pues a diferencia del trato que recibe la izquierda cuando timoratamente hace uso de la fuerza para defenderse -precisamente de los acciones violentas de la derecha- siempre ha contado con el respaldo inequívoco de todos sus compinches de la derecha  internacional encabezada por Estados Unidos, quienes escudándose en falsos pretextos democráticos, como la libertad y los derechos humanos, avalan todas sus atrocidades, calificándolas de acciones en pro de la democracia. Así, por ejemplo, vemos como el imperialismo y su maquinaria propagandística y organizaciones como la OEA, la ONU, la UE y el Grupo de Lima que le sirven de fachada certifican como justas y legítimas todas las acciones violentas de la derecha, mientras que a gobiernos democráticos que aspiran a construir sociedades más justas, como el caso particular de Venezuela -que sufren el asedio de las fuerzas reaccionarias- les es arrebatada toda legitimidad y se les considera una amenaza extraordinaria e inusual para la democracia (intereses del imperialismo) que debe ser eliminada.

La historia no puede ser ignorada y seguir repitiendo los mismos errores del pasado que tanta sangre les ha costado a los pueblos latinoamericanos. Los gobiernos de izquierda tienen que  entender que mientras sigan vacilando, mostrando señales de debilidad a la hora de enfrentar a sus enemigos mortales -la derecha y el capital- solo servirá para envalentonarlos, provocando que más temprano que tarde, inevitablemente, recurran sin titubear al uso de la violencia para llegar al poder. Ninguna revolución o proceso auténticamente democrático que aspire a cambios profundos podrá resistir el embate del enemigo si no se hace uso de todo la fuerza y el poder del que dispone. Pretender apaciguar al enemigo con concesiones o llamados al dialogo es como ponerse un tiro en la sien.






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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Bolivia y la segunda Guerra Fría

Este revival de la inestabilidad de Bolivia debe enmarcarse en el escenario de una segunda Guerra Fría, guerra total que los Estados Unidos libra para su reposicionamiento como hegemón único e indiscutible de la estructura internacional para vencer en la confrontación a sus rivales emergentes: China y Rusia.


BOLIVIA Y LA SEGUNDA GUERRA FRÍA


Por Martín Pulgar Piñero
Mision Verdad          

Desde el año 2009, con la expulsión del poder del presidente Manuel Zelaya en Honduras, se han reiniciado los golpes de Estado en América Latina.

Han vuelto con nuevo empaque, reconfigurados. Como las "nuevas guerras", estos "nuevos golpes" son más sutiles, delicados; su ejecución inicial no reside en la violencia descarnada de los militares utlizando los tanques, tomando por asalto los símbolos del poder, como serían los parlamentos, sedes de partidos políticos o los palacios de gobierno.

Ahora utilizan como método la violencia desbordada por grupos de "civiles" organizados por hilos de poderes imperiales y sus agentes locales, donde las policías, responsables de mantener el orden público, deciden no ejercer sus funciones constitucionales de soporte institucional de la paz social. Actúan agudizando la conmoción y la violencia para que surja el caos (controlado) y se apodere de la sociedad.

Luego de consumado el cambio de régimen con una figura civil, legitimada por poderes internacionales, como organismos multilaterales que califican de "forajidos" a gobiernos antiimperialistas, países "desarrollados y democráticos" y partidos locales bendecidos por la "ideología correcta", nace el rostro "humanitario" de la violencia, responsabilidad ejecutada por la mano de las fuerzas de seguridad policiales y militares, negadas a reprimir al "pueblo bueno": cristiano, occidental y blanqueado por la ideología colonial, ahora dispuestos a imponer el orden ante las hordas de delincuentes, traficantes, indios, satánicos y no occidentales.

Ley y orden que se impondrá con todo su poder de fuego, sin miramiento ni excusa.

Bolivia vuelve a su hilo histórico de sucesivos golpes de Estado, la estabilidad dada por el presidente Evo Morales solo fue un paréntesis que produjo crecimiento económico e igualdad social a su pueblo. Crecimiento económico y estabilidad política y social que por orden de los poderes internacionales y fácticos del "Estado profundo" boliviano no merece parte de su pueblo: la mayoría indígena, la cual no es sujeto histórico, solo debe ser posesión para aumentar los niveles de rentabilidad de la sociedad blanca, minoría sí, pero poderosa.

Este revival de la inestabilidad de Bolivia debe enmarcarse en el escenario de una segunda Guerra Fría, guerra total que los Estados Unidos libra para su reposicionamiento como hegemón único e indiscutible de la estructura internacional para vencer en la confrontación a sus rivales emergentes: China y Rusia, así como eliminar cualquier posibilidad de conformación de algún nuevo polo alternativo de influencia en el escenario internacional.

La reconstrucción de la Guerra Fría a escala global se ejecuta en su fase preventiva en el teatro de operaciones de América Latina y del Caribe, donde el frente de batalla boliviano es una acción necesaria por el control y dominio absoluto del "hemisferio occidental", control necesario para poder ganar la guerra global que consolide su hegemonía e impida el surgimiento de una potencia emergente en su propio patio trasero, por ello su empeño de anular a la UNASUR y controlar los recursos naturales y mercados en esta parte del mundo.

EL LITIO ES MATERIA PRIMA NECESARIA A LA FABRICACIÓN DE BATERÍAS PARA EL USO DE ALTA TECNOLOGÍA

Si bien en la primera Guerra Fría, Estados Unidos se enfrentó con otro polo centralizado y unificado (Unión Soviética), con una clara identificación ideológica que los convirtieron en fuerzas mutuamente excluyentes, en esta segunda Guerra Fría, Estados Unidos se enfrenta a múltiples frentes de confrontación, desdibujando la noción clásica de amigo-enemigo, constituyéndose en el polo central en reconstrucción, el cual tiene que enfrentar a una variedad de centros de poder que actúan en su contra bajo el concepto de "manada", donde competidores, adversarios, enemigos, e inclusive sus propios amigos, socios o aliados, compiten o lo enfrentan degradando su capacidad de reconstituir su hegemonía mundial.

En este contexto, nos encontramos con la guerra de Estados Unidos contra China por el control de la tecnología 5G, las sanciones a empresas electrónicas como Huawei y la denegación a China, y a otros competidores como Alemania, del litio como materia prima necesaria para la fabricación de baterías para el uso de alta tecnología.

El control del litio boliviano representa la llave de acceso al recurso necesario para influir en la próxima revolución tecnológica de la energía. Por tal, garantiza el liderazgo en el desarrollo de la economía del futuro, de la misma forma que el control de Internet garantizó en los años 80 del siglo pasado que Estados Unidos le ganara la guerra económica a Japón y Alemania, subordinando sus economías a los intereses del hegemón norteamericano.

La estrategia estadounidense de la primera Guerra Fría fue enfrentar a la Unión Soviética a través de dos grandes acciones: la que buscaba un gran evento que permitiera una conversión categórica del modelo soviético, el derrumbe del paradigma socialista y la inviabilidad de la URSS como Estado, y por la otra, fue gradualista, por lo cual usó la presión selectiva en el tiempo, lo que haría que la URSS cambiara su sistema hasta su domesticación.

Ambas acciones parecen estar aplicándose en esta nueva Guerra Fría, donde Estados Unidos ha sancionado a una veintena de países con la finalidad de su domesticación o derrumbe utilizando acciones multidimensionales de guerra, como las económicas, mediáticas, jurídicas, culturales, sancionatorias y en el campo meramente militar, ha utilizado diferentes mecanismos desde la subversión hasta la infiltración o invasiones con mercenarios y personal de sus agencias de seguridad o de sus Fuerzas Armadas.

Dentro de esta estrategia de enfrentamiento global con varios frentes de batalla expresados en distintas dimensiones de guerra militar y no militar, le corresponde a las fuerzas antihegemónica, construir escenarios de resistencia y contragolpe que perfeccionen las alianzas estratégicas para el "aguante de la envestida".

Por lo antes descrito, debemos iniciar el diseño dinámico de acciones en concordancia con los nuevos polos mundiales, no confiarle la instrucción de nuestros policías y militares a países miembros de la OTAN, ni creer en las instituciones multilaterales como la OEA, ni en la buena voluntad de ONG financiadas por corporaciones y Estados imperiales.

Se hace prioritario el fortalecimiento de un tejido social que esté en movimiento permanente, flexible y descentralizado que permita la derrota de las estrategias de dominación hegemónica y la consolidación de las "Brisas Bolivarianas de Liberación” en "Nuestra América" y en el lado Sur del planeta.






Publicado por La Cuna del Sol

domingo, 24 de noviembre de 2019

El Corredor Seco de Guatemala: las mil y una caras del hambre

Las personas en Jocotán, una de las zonas más golpeadas por el cambio climático, la hambruna y la falta de recursos, se las ingenian como pueden para vivir


EL CORREDOR SECO DE GUATEMALA:
LAS MIL Y UNA CARAS DEL HAMBRE



Se le está cayendo el pelo y es más pequeña de lo normal para su edad. Carla, de cuatro años, tiene la barriguita hinchada. No habla. Tampoco camina. Es uno de los miles de rostros de la hambruna del Corredor Seco de Guatemala.

Su mamá la abandonó cuando era un bebé. Desde entonces fue de casa en casa hasta que llegó a la de Roque Benedicto, un joven de 22 años que a apenas tenía para comer. Pero junto a su madre, una señora que todo el día camina descalza, le intentaron dar un hogar.

Bajo paredes de adobe, suelo de tierra, sin luz ni agua corriente, Carla y su nueva familia intentan engañar al estómago con el poco maíz que cultivan en una pequeña finca cercana. La sequía, pero también el exceso de lluvia, acabó con la primera cosecha. La segunda peligra.

Y con ello su futuro. Roque, como cuenta a EFE, no ha querido llevar a la pequeña a un centro asistencial por miedo a que se la quiten. La mayor parte del tiempo comen "tortilla con sal". Y cuando no quilete, una hierba que les da algunos de los nutrientes que necesitan.

"La mamá regaló a la niña porque no la quería. No es perro ni animal para que la regalen", asegura sobre la pequeña Clara mientras la sostiene en su regazo y ella, callada, juega con las manos del muchacho.

En su casa, de un solo ambiente y en la que hay dos pequeñas camas donde se acomodan los tres, el joven narra que no saca lo suficiente de su pequeña finca de maíz para venderlo. Así que cuando puede trabaja de jornalero, pero el empleo escasea por esta zona.

Santiago, un hombre que trabaja para el Ministerio de Salud y que día a día recorrer decenas de kilómetros por pequeños caminos de tierra que conducen a estas comunidades abandonadas -como el de terracería que lleva a Casa de Clara en el caserío la Ceiba tras caminar 45 minutos a pie por los valles de la montaña-, sabe que la pequeña está muy mal de salud.

"Es la que peor está". Pero él continúa puerta por puerta en los caseríos de La Palmilla, en Jocotán, para convencer a las 1.200 personas de unas doscientas familias de que los pequeños, los que más sufren la hambruna, necesitan vigilancia médica.

Pero "el miedo" y la falta de dinero para llegar hasta un centro de salud hace que los padres, los tíos, los abuelos o la gente de buena fe -como Roque y su madre que adoptaron a Clara-, no vayan al médico. Por eso, grupos y organizaciones, como Antigua al Rescate, realizan jornadas gratuitas por la zona.

Este grupo de voluntarios hizo una jornada médica de dos días en un centro de salud casi olvidado en la Palmilla, en Jocotán, para dar atención primaria a madres y niños del lugar. Cientos de mujeres, madres que no llegaban ni a los 20 años. llegaron con pequeños de los 0 a los 10 mientras su hijos más mayores esperaban con otros en sus regazos.

Una de ellas, embarazada de otro hijo, acudió con Hamilton, un niño de unos 3 años. Ella sí permitió que lo llevaran a la consulta, donde está Sandy, con su cara moradita y los ojos hinchados por problemas cardíacos.

"Su situación no es compatible con la vida", aseguran los doctores sobre la pequeña, de cuerpo diminuto y baja estatura; pero ya tiene siete años. El próximo mes de enero la van a volver a examinar porque ahora está tan débil que no podrá someterse a la operación. Aunque su cardiopatía congénita lo requiere.

La insuficiencia de Sandy se la descubrieron en su primera consulta, pero la atención médica es tan precaria que la ha envenenado durante toda su vida. Fue trasladada al hospital Roosevelt de la Ciudad de Guatemala de emergencia, pero su situación es grave: su condición empeora en cada momento por la desnutrición y abandono.

Su mamá la sujeta en brazos. Como todas las que hacen cola. Mientras, los niños comen patatas de bolsa y toman bebidas azucaradas. En la tienda más cercana no hay agua.

¿Cómo pasan el tiempo? En esta área, una de las más golpeadas por el cambio climático, la hambruna y la falta de recursos, se las ingenian como pueden. Un niño coge una bolsa de plástico negra, la ata a un palo y juega como si fuera una cometa.

Aparenta 8 años, pero pueda que tenga más. Como todos. Los de dos tienen cuatro. Los de ocho pueden tener 12.






Publicado por La Cuna del Sol

lunes, 18 de noviembre de 2019

Teoría y práctica de la traición

Porque estamos en la trinchera opuesta. No es tan difícil de entender; no hacen falta doctrinas muy librescas. No obstante, donde hay una traición al lado siempre hay una doctrina y hay a quien le gusta perder el tiempo en leerse la doctrina para olvidarse de la traición, que es lo realmente importante, lo realmente definitorio.


TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA TRAICIÓN


Por Juan Manuel Olarieta

En el mundo lo más extendido es el pensamiento metafísico, que se atiene a lo que las cosas “son” y a veces a lo que “deben ser”.

Las cosas “son” de una determinada manera y no pueden “ser” de otra, de manera que cuando las cosas cambian nos quedamos estupefactos, sobre todo si se convierten en lo contrario de lo que “son” o “deben ser”.

En la medida en que los trabajadores forman una clase social enfrentada a su contraria, la burguesía, suponemos que deben actuar como tales, al unísono, por ejemplo durante una huelga que defiende los intereses de todos ellos.

Sin embargo, en las huelgas hay trabajadores que se posicionan en favor del contrario. Se llaman esquiroles, son traidores a sus compañeros y, desde luego, a su clase social. Toman partido por el bando opuesto y siempre ha habido y hay trabajadores que actúan de esa forma.

El traidor y el esquirol siempre se justifican con alguna explicación, más o menos elaborada. En ocasiones esas explicaciones llegan a formar un cuerpo de doctrina de la traición, como por ejemplo la libertad de elección individual. “Vive y deja vivir”. El capitalismo es un sistema de libertad que permite optar a cada cual por la huelga o por el derecho a trabajar, incluso en medio de una huelga de los demás. “Trabaja y deja trabajar”, “Para y deja parar”...

Un esquirol no es otra cosa que una contradicción, pero los metafísicos sólo tienen en cuenta que “es” un trabajador tan trabajador que quiere trabajar incluso aunque haya huelga. En la realidad las cosas no “son” ni dejan de “ser”. En una huelga, que es una lucha, un esquirol está en la trinchera opuesta, es un instrumento de la patronal y como tal, a lo largo de la historia, siempre ha sido objeto de los ataques del movimiento obrero, incluso físicos y violentos.

Lo mismo ocurre en las batallas políticas, así que no cabe extrañarse de que haya quien se ponga al servicio del bando contrario sin quitarse las insignias por una muy buena razón: la mayor parte sólo se fija en las insignias, en las apariencias, en las siglas. Para “ser” comunista basta con autodefinirse uno mismo: levantando el puño, o la hoz y el martillo, o la bandera roja...

El capitalismo es un gran supermercado político en el que es posible elegir libremente, “a diferencia de las dictaduras”. Por eso hay quien se autodefine como comunista, como anarquista, como independentista y así sucesivamente. Lo realmente importante es que quienes se autodefinen quieren que los demás los aceptemos tal y como ellos mismos se presentan, o sea, que “son” así.

A partir de ahí los posicionamientos políticos no son importantes. Da lo mismo. Siempre hay una doctrina que “explica” los motivos por los que “son” una cosa y “hacen” la contraria. Lo importante no son las prácticas sino las doctrinas que las “explican” o las “justifican”.

De ahí que las bibliotecas, las redes sociales y los blogs estén repletos de teorías, doctrinas y justificaciones, la mayor parte de las cuales tienen en común la superficialidad porque sólo se trata de eso: de cubrir las apariencias.

En el circo político el mayor problema es siempre el más sencillo: llamar a las cosas por su nombre. Un ejemplo son los que apoyan al fascismo con las insignias de la “izquierda”. No están en el bando de la lucha antifascista sino en el contrario.

Es el caso de los trotskistas franceses que durante la ocupación de 1940 a 1945 no se unieron a la resistencia antinazi con pretextos pintorescos, a cada cual más estrafalario. Incluso un trotskista notorio, como Paul Cognet, formó parte del gobierno de Petain, para el que redactó el Estatuto del Trabajo. ¿Cómo definir a Cognet?, ¿era trotskista?, ¿era fascista?, ¿o era ambas cosas?

A ese tipo de elementos políticos la Internacional Comunista los llamó por su nombre, socialfascistas, o sea, socialistas de palabra y fascistas de hecho. Los comunistas franceses siempre los llamaron hitlero-trotskistas. Si hay alguien interesado por los laberintos doctrinales, puede leer artículos de la época, como “¡Confraternicemos!, ¡Mano tendida a los soldados alemanes!” publicado en el periódico trotskista “La Vérité”, el 22 de junio de 1944. Tres meses después de publicarse el anterior apareció otro con un titular no menos definitorio: “Por qué no nos hemos unido a la resistencia”.

Lo mismo ocurre con los “socialimperialistas”, es decir, toda esa mugre de colectivos y medios de “izquierda” que se posicionan siempre con los imperialistas con algún pretexto, alguna doctrina o alguna teoría. No les sirve de nada que acontecimientos tan definitorios, como una guerra o la invasión de un país soberano, definan dos bandos de manera inequívoca. Lo importante es la doctrina, el pretexto o la teoría.

Recientemente una radio “alternativa” de Euskadi llevaba a dos invitados a un debate sobre la Guerra de Siria, pero cada uno de ellos no representaba a uno de los dos bandos combatientes porque alguien ha inventado un tercer género en discordia: Rojava. Si los organizadores querían mostrar el abanico de opiniones que hay sobre dicha guerra, podrían haber invitado también a un miembro de Al-Qaeda o a un portavoz del Pentágono. ¿Por qué no?

En las guerras revolucionarias no hay más que dos bandos. En la Guerra Civil no hubo más que dos bandos. En la Segunda Guerra Mundial también. Cuando en plena guerra algunos medios como “Viento Sur” fabrican una entelequia doctrinal intermedia, que no es carne pero tampoco pescado, es para camuflar que están con el más fuerte, es decir, con el imperialismo. No es un error, no es una equivocación, ni tampoco un desliz sino que han tomado partido, lo mismo que los trotskistas franceses lo hicieron en 1940: están con los imperialistas y en el futuro lo seguirán estando.

“¿Por qué no nos unimos a la resistencia antifascista?” Porque estamos con el fascismo. “¿Por qué no nos unimos a la lucha antimperialista?” Porque estamos en la trinchera opuesta. No es tan difícil de entender; no hacen falta doctrinas muy librescas. No obstante, donde hay una traición al lado siempre hay una doctrina y hay a quien le gusta perder el tiempo en leerse la doctrina para olvidarse de la traición, que es lo realmente importante, lo realmente definitorio.

A la mugre le encanta debatir sobre los papeles impresos, los artículos, las reflexiones...






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martes, 12 de noviembre de 2019

El error en Bolivia, ahora viene la razzia

Se ha dicho hasta el cansancio, las revoluciones no son pacíficas, por el más elemental de los sentidos: si usted tiene el poder, peleará para no dejárselo quitar. Y esa pelea es a muerte.


EL ERROR EN BOLIVIA,
AHORA VIENE LA RAZZIA


Por: Rafael Rodríguez Olmos

Lo que jamás debemos pasar por alto, es que nada se hace en el mundo cuya razón no sea la económica. Y los países subdesarrollados han sido las víctimas de las grandes potencias, pues en sus entrañas se albergaron todas las materias primas importantes que significaron el desarrollo de la humanidad. En tiempos de la colonia, la plata y el oro, fueron las fuentes de enriquecimiento. Cuando comenzó el proceso industrial, al mundo subdesarrollado lo abrieron completo para extraer todos sus órganos: el caucho de Brasil, la sal y el cobre de Chile, el petróleo y el gas de Venezuela y México, las frutas de Centroamérica y así podríamos enumerar todo este artículo, pues la reseña es larga y tendida.

Y así como en la década de los ochenta y noventa, se propiciaron guerras, se dividieron países y se dieron golpes de Estado por el coltan conocido como el oro azul, por el agua dulce y por el torio, lo ahora ocurre en Chile y Bolivia, no es casual, pues junto a Argentina, conforman un bloque comúnmente denominado como el triángulo del litio, y que concentran el mayor volumen de recursos de litio identificados en salares. Es la razón del golpe de Estado ejecutado ayer en Bolivia, luego que Evo Morales ganara limpiamente las elecciones con un 10% de ventaja, y avalado por la Organización de Estados Americanos (OEA) No olvidemos que el litio, más allá de sus propiedades médicas, es un importantísimo mineral tanto para a nueva tecnología como para la industria espacial.

Viene al caso la expresión "opio de los pueblos" que no es propia de Marx, por cierto, para identificar al clero y a las fuerzas armadas, que una vez más asumen un papel junto a los poderosos y a los propiciadores de la violencia, en contra del pueblo y de la justicia.

Pero sin duda hay preguntas que hacerse, como, por ejemplo: ¿de dónde saca Evo que se puede creer en un tipo como Luis Almagro? Otra pregunta, ¿de dónde saca Evo que la OEA es un organismo confiable cuando tiene una larga historia de atropellos contra los pueblos de continente? También pregunto ¿de dónde saca Evo que entregar la presidencia del país, va a amainar los ánimos del fascismo y cederá la violencia contra las etnias bolivianas? Y analizo ¿cómo es que Evo no entendió que las trasnacionales van tras el Litio y las gigantescas reservas del gas en ese país y la historia está llena de matanzas hechas en nombre de ello? ¿Cómo es que no entendió que el imperio no puede permitir el avance de una nación con un crecimiento del 3,5% anual, que en realidad es un número astronómico? ¿Cómo es que no entendió que el problema para el imperio y sus lacayos es que Bolivia, en este momento, es el país de mayor crecimiento económico, y que además tiene una reducción del analfabetismo menor al 20% y una tasa de desempleo menor al 4,1%? ¿Cómo es que no entendió que el simple hecho de darle justicia social al 75% de la población, que es aborigen, significaba un problema para el imperio? ¿Cómo es que no entendió que no es posible hablar de paz con quien propicia la guerra y que esa oposición tiene una sed de sangre que es indetenible? ¿No es un acto de ingenuidad creer que dimitir significa que la derecha dejará en paz al pueblo boliviano? ¿Si estaban envalentonados antes de la dimisión, porque no van a sentirse ahora los dueños de todo con el poder para acabar con todo aquello que esté vinculado al pueblo, a la izquierda y a la revolución? ¿Por qué cree Evo que ahora no vendrán las condiciones del Fondo Monetario Internacional, tal como ocurre con Ecuador, Chile y Argentina y acabarán con todas las reformas sociales que se hicieron allí?

Dos preguntas más me estoy haciendo: Una, ¿Cómo es que Evo no penetró las fuerzas armadas, enviando a las escuelas de oficiales a cientos de jóvenes aborígenes, para que trece años después tuviera unas fuerzas armadas, comandadas por oficiales leales a su proceso y a su mayoría étnica? Y dos, ¿No es el MAS un partido de cuadros revolucionarios, preparados para el combate y para defender los logros de la revolución?

Se ha dicho hasta el cansancio, las revoluciones no son pacíficas, por el más elemental de los sentidos: si usted tiene el poder, peleará para no dejárselo quitar. Y esa pelea es a muerte. Así ha sido históricamente y lo estamos viendo en este momento en Colombia, cuando las FARC creyeron que era posible la paz, dialogando por cuatro años con un presidente que fue Ministro de Defensa del uribismo y creador de los falsos positivos. La conclusión ha sido 800 dirigentes asesinados en menos de dos años, sin que haya un solo culpable.

Igual pasará en Chile si el pueblo chileno abandona las calles, matarán a todo aquel que dirija algo, hasta un grupo musical. Y sin duda es lo que va a ocurrir en Bolivia si el Evismo deja al pueblo solo. Comenzarán los asesinatos, puede que en masa porque el odio de estos fascistas es mayor. Matarán a todo aquel que diga algo coherente, violarán a todos los que puedan, hombres y mujeres, como método aplicado en Chile y que sin duda será copiado por el fascismo boliviano. Enceguecerán a los que puedan, como nuevo método de terror.

Recuerdo haber leído hace años unas crónicas de un periodista sobre la Italia de Mussolini, quien narraba que en las noches fascistas de los veinte, cuando los hombres escuchaban las botas marchar, se orinaban en los pantalones sentados en las sillas de los comedores, junto a esposa e hijos. Sabían que venían por ellos y que probablemente no regresarían.

Eso es el terror, y es lo que está ocurriendo en Ecuador, Chile y Bolivia. Aún desconozco las razones por las que Evo y los dirigentes del MAS entregan el poder, pero no tengo duda de que es un error. Puede que no entregarlo hubiera generado un baño de sangre, pero tampoco tengo dudas de que otro gallo cantaría. Ahora es muy angustiante la suerte de los pueblos latinoamericanos.

Caminito de hormigas…

Alebrestados por lo ocurrido en Bolivia, la oposición venezolana intentará incendiar las calles este 16. Ojalá y el gobierno entienda que no puede permitir las guarimbas de nuevo.






Publicado por La Cuna del Sol

domingo, 10 de noviembre de 2019

El golpe en Bolivia: cinco lecciones

La tragedia boliviana enseña con elocuencia varias lecciones que nuestros pueblos y las fuerzas sociales y políticas populares deben aprender y grabar en sus conciencias para siempre.


EL GOLPE EN BOLIVIA: CINCO LECCIONES


Por Atilio A. Boron

La tragedia boliviana enseña con elocuencia varias lecciones que nuestros pueblos y las fuerzas sociales y políticas populares deben aprender y grabar en sus conciencias para siempre. Aquí, una breve enumeración, sobre la marcha, y como preludio a un tratamiento más detallado en el futuro.  Primero, que por más que se administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo, se garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren todos los indicadores macro y microeconómicos la derecha y el imperialismo jamás van a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses.

Segundo, hay que estudiar los manuales publicados por diversas agencias de EEUU y sus voceros disfrazados de académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las señales de la ofensiva. Esos escritos invariablemente resaltan la necesidad de destrozar la reputación del líder popular, lo que en la jerga especializada se llama asesinato del personaje (“character assasination”) calificándolo de ladrón, corrupto, dictador o ignorante. Esta es la tarea confiada a comunicadores sociales, autoproclamados como “periodistas independientes”, que a favor de su control cuasi monopólico de los medios taladran el cerebro de la población con tales difamaciones, acompañadas, en el caso que nos ocupa, por mensajes de odio dirigidos en contra de los pueblos originarios y los pobres en general.

Tercero, cumplido lo anterior llega el turno de la dirigencia política y las elites económicas reclamando “un cambio”, poner fin a “la dictadura” de Evo que, como escribiera hace pocos días el impresentable Vargas Llosa, aquél es un “demagogo que quiere eternizarse en el poder”. Supongo que estará brindando con champagne en Madrid al ver las imágenes de las hordas fascistas saqueando, incendiando, encadenando periodistas a un poste, rapando a una mujer alcalde y pintándola de rojo y destruyendo las actas de la pasada elección para cumplir con el mandato de don Mario y liberar a Bolivia de un maligno demagogo. Menciono su caso porque ha sido y es el inmoral portaestandarte de este ataque vil, de esta felonía sin límites que crucifica liderazgos populares, destruye una democracia e instala el reinado del terror a cargo de bandas de sicarios contratados para escarmentar a un pueblo digno que tuvo la osadía de querer ser libre.

Cuarto: entran en escena las “fuerzas de seguridad”. En este caso estamos hablando de instituciones controladas por numerosas agencias, militares y civiles, del gobierno de Estados Unidos. Estas las entrenan, las arman, hacen ejercicios conjuntos y las educan políticamente. Tuve ocasión de comprobarlo cuando, por invitación de Evo, inauguré un curso sobre “Antiimperialismo” para oficiales superiores de las tres armas. En esa oportunidad quedé azorado por el grado de penetración de las más reaccionarias consignas norteamericanas heredadas de la época de la Guerra Fría y por la indisimulada irritación causada por el hecho que un indígena  fuese presidente de su país. Lo que hicieron esas “fuerzas de seguridad” fue retirarse de escena y dejar el campo libre para la descontrolada actuación de las hordas fascistas -como las que actuaron en Ucrania, en Libia, en Irak, en Siria para derrocar, o tratar de hacerlo en este último caso, a líderes molestos para el imperio- y de ese modo intimidar a la población, a la militancia y a las propias figuras del gobierno. O sea, una nueva figura sociopolítica: golpismo militar “por omisión”, dejando que las bandas reaccionarias, reclutadas y financiadas por la derecha, impongan su ley. Una vez que reina el terror y ante la indefensión del gobierno el desenlace era inevitable.

Quinto, la seguridad y el orden público no debieron haber sido jamás confiadas en Bolivia a instituciones como la policía y el ejército, colonizadas por el imperialismo y sus lacayos de la  derecha autóctona.  Cuándo se lanzó la ofensiva en contra de Evo se optó por una política de apaciguamiento y de no responder a las provocaciones de los fascistas. Esto sirvió para envalentonarlos y acrecentar la apuesta: primero, exigir balotaje; después, fraude y nuevas elecciones; enseguida, elecciones pero sin Evo (como en Brasil, sin Lula); más tarde, renuncia de Evo; finalmente, ante su reluctancia a aceptar el chantaje, sembrar el terror con la complicidad de policías y militares y forzar a Evo a renunciar. De manual, todo de manual. ¿Aprenderemos estas lecciones?






Publicado por La Cuna del Sol

jueves, 7 de noviembre de 2019

¿Golpismo o lucha de clases?

Desde diversos sectores, especialmente de la oposición de derecha partidaria (PAN, PRI, PRD) se afirma que el gobierno de la supuesta “cuarta transformación” no ha dado resultados. Sin embargo, los sectores empresariales, las empresas transnacionales y sus socios mexicanos, así como el gobierno ultra de los EUA están muy cómodos con este gobierno. Para ellos sí ha habido resultados, tangibles, medibles. AMLO ha adelgazado al Estado mexicano, el aparato estatal está más ligero a costa de la reducción de la burocracia de gobierno.


¿GOLPISMO O LUCHA DE CLASES?


Por Federico Piña Arce

Desde la pasada campaña electoral, bueno desde que Andrés Manuel está en campaña (18 años) los sectores más conservadores e instituciones como el ejército, se han pronunciado en contra de él. Los medios de comunicación locales, regionales y nacionales han tomado su lugar en estos posicionamientos.

La derecha a través de sus el PRI y el PAN tomando como pretexto una supuesta izquierda representada en la figura de AMLO, desataron una auténtica cacería ideológica y pusieron en juego todos sus instrumentos de persuasión y represión para atemorizar a la población acerca del peligro que representaba para la estabilidad del país la llegada de un político como AMLO al poder y sus estratagemas les dieron resultado, hasta que en julio de 2018 una masa de votantes hastiados y cansados de la corrupción, pero también de la pobreza y la explotación del sistema vigente, decidieron dar un aparente giro al país.

Durante la campaña electoral de 2018, AMLO dejó muy claro que sólo le interesaba llegar al poder para limpiar “de corrupción e impunidad” al sistema capitalista. Nunca planteó un cambio de sistema, siempre ha hablado de un cambio de régimen, que son cosas muy distintas.

Acostumbrado a la vieja política, mezclada con un no muy claro, pero persistente mensaje mesiánico, ha atribuido a la corrupción la raíz de la pobreza y la miseria en la que viven millones de mexicanos. Pero nunca ha atribuido a la explotación, a la acumulación capitalista los males que el mismo señala.

Las manifestaciones de la lucha de clase se estaban convirtiendo en una auténtica olla de presión para el sistema de explotación vigente. Infinidad de conflictos, locales unos, regionales y nacionales otros, presionaban hacia una salida en la que privaran mejores condiciones de vida, salarios dignos, organización comunitaria en la defensa de los recursos naturales, etc.

El sistema capitalista se nutre de la corrupción, es cierto. En los tiempos de la llamada fase capitalista neoliberal las masas explotadas sufren, como nunca de profunda marginación y miseria. Los monopolios y la oligarquía financiera amasan fortunas y concentran el ingreso a costa de la explotación que las leyes que desde el congreso de la unión se han aprobado, lo permiten.

La reforma laboral, aprobada por todos los partidos de clase representados en el Congreso, con infinidad de miembros que del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se pasaron a MORENA, sólo ha traído un aumento de la tasa de ganancia del capital y los salarios, a pesar del raquítico aumento logrado este año, han sufrido una gran merma y esta es una premisa del capitalismo actual.

Las bases del modelo que permiten la superexplotación del trabajo, tanto en la fábrica, como en el campo o en las ciudades se mantienen intactas en este gobierno. Bajo el lema “primero los pobres” la socialdemocracia engaña a las masas explotadas y permite que las desigualdades se perpetúen y aún más, se acentúen.

Desde diversos sectores, especialmente de la oposición de derecha partidaria (PAN, PRI, PRD) se afirma que el gobierno de la supuesta “cuarta transformación” no ha dado resultados. Sin embargo, los sectores empresariales, las empresas transnacionales y sus socios mexicanos, así como el gobierno ultra de los EUA están muy cómodos con este gobierno. Para ellos sí ha habido resultados, tangibles, medibles. AMLO ha adelgazado al Estado mexicano, el aparato estatal está más ligero a costa de la reducción de la burocracia de gobierno.

Sin embargo, el recorte no llegó a las capas superiores de la burocracia. Los miles de desempleados lo constituyen trabajadores de las capas más bajas de la burocracia, quienes ahora engrosan las filas del ejército de reserva de mano de obra, útil para que los capitalistas medren con salarios y prestaciones a su modo y que les garantice la permanencia de la cuota de ganancia.

El combate a la corrupción ha librado, por el momento, a los capitalistas del pago del “diezmo” a los altos mandos de la burocracia estatal. ¿Esto en que beneficia a la clase trabajadora?, en nada, sólo permite rentabilizar, aún más las ganancias del capital.

Reorientar el gasto público para estructurar programas sociales que “beneficien a los más pobres”, tal y cómo ahora están estructurados sólo responde a los parámetros internacionales de la socialdemocracia, que tiene como objetivo central, desarticular la organización social popular y autónoma, ya que la condición para que una persona en estas condiciones acceda a los bonos del gobierno, dádivas diría yo, es que los solicite a nivel personal, nada de organización social.

Esta estrategia está destinada a dos objetivos básicos: mantener una masa segura y fiel de votantes y desarticular la organización comunitaria y social, para qué piramidalmente se dependa del guía y líder moral del movimiento de regeneración, incluso cristiana que está en marcha. Se trata en última instancia de contener las movilizaciones sociales, ¿para qué?, pregunta AMLO, si todo es diferente, se acabó la corrupción y la impunidad, ahora hay justicia, se acabó el neoliberalismo, se acabó la lucha de clases.

Pues no. Soterrada, reprimida, en pausa, pero la lucha de clases se sigue expresando a cada momento, en cada paso, en cada posicionamiento. La clase dominante no quiere perder su hegemonía, la ideología dominante y mayoritaria sigue conduciendo el destino del estado mexicano. La ideología burguesa, con todos sus matices, sigue permeando la conciencia de las masas explotadas. Un capitalismo de tipo calvinista, quizá luterano, pero capitalismo al fin es lo que presenta la llamada “cuarta transformación”.

Su caracterización rebasa las conceptualizaciones y los análisis que Marx realizó del bonapartismo. Sigue presentando los rasgos centrales que Marx describe en el 18 Brumario, es decir un gobierno que se coloca por “encima” de las clases sociales, que niega la lucha de clases, que trata de quedar bien con unos y otros, aún y cuando sus decisiones, casi siempre benefician a unos, en este caso a los capitalistas.

Apoyándose en los sectores más desclasados, que son más vulnerables a la enajenación, esa masa de votantes, que ante la falta de resultados cambian de un partido a otro, cómo se vivió en la ciudad de México, en donde las organizaciones y grupos antes priistas, mutaron hacia el perredismo. Tal como Napoleón Bonaparte utilizó a la masa de campesinos pobres, pero que los abandonó en cuanto la reacción enseñó los dientes.

Pero más allá de situarse por encima de las clases, AMLO se presenta como un líder excepcional. Mezcla de prócer de la democracia, gobernante impoluto y destinado para salvar las almas de los pobres, y por todo esto seguramente está siendo perseguido y espiado como a “Jesús cristo”. Una mezcla muy explosiva, sin duda que incuba una redención milenaria, sólo alcanzable en la salvación eterna, es decir en los reinos del señor.

Ante esta mezcla cuasi seráfica, ¿quién estaría dispuesto a dar un golpe de Estado, so pena de pudrirse en los infiernos? ¿Los empresarios?, para qué, sí su tasa de ganancia no sólo se mantiene intocable, sino aumenta tangencialmente, pero se incrementa, además, el discurso gubernamental tiene sometidos a los rabajadores.

¿El ejército?, ¿por qué y para qué? son el adalid de la seguridad pública, dirigen la Guardia Nacional, son promotores inmobiliarios, construirán un aeropuerto internacional, participarán en las obras del “tren Maya”, reciben pensiones, concesiones, prebendas. Claro, hay grupos inconformes, porque no están en la repartición del gran pastel que está cocinando el gobierno de la cuarta, pero son militares que no tiene mando de tropa, aunque no dejan de expresar el sentimiento de clase que permea a la oficialidad castrense.

¿Los Estados Unidos y la CIA están interesados en armar un golpe de Estado contra AMLO? Al principio de este período de gobierno, México abrió su frontera al sur y desencadenó una ola inmensa de inmigrantes que escapaban de la represión y la miseria. Se llenaron las garitas norteñas, porque todos querían ir al “sueño americano” y se desató la ira del imperio.

El tío Sam dio un manotazo y obligó a México a cerrar la frontera so pena de aplicar penas económicas, ¿qué hizo AMLO? Reculó, aceptó sin chistar y cerró las fronteras utilizando a la Guardia Nacional para ello.

Los sucesos de Culiacán se derivaron de una orden de detención con fines de extradición contra el hijo del “Chapo” Guzmán, Ovidio Guzmán. Se ha filtrado que la DEA facilitó información de inteligencia al ejército para ubicar a Ovidio y que quizá agentes de esta institución norteamericana participaron cómo “testigos” del fallido operativo.

Es decir, el gobierno de AMLO mantiene una estrecha relación con el de los EUA, incluso él mismo lo ha dicho “queremos colaboración, no confrontación”. Entonces ¿para qué “quitarlo”, si colabora incluso más que los neoliberales?

Hay un sector de la izquierda mexicana que se siente identificada con el gobierno de la “cuarta transformación”, incluso hay quienes “militan” en MORENA, el partido en el poder, y en alguno de los pequeños grupos en dónde los comunistas intentan agruparse. Pero la realidad es que la izquierda revolucionaria, es decir socialista y comunista no existe, obviamente, para AMLO. Para el presidente de México la izquierda es invisible, un “ente” con el qué no se siente cómodo e ignora.

Para los comunistas mexicanos es muy importante el análisis puntual, riguroso, materialista y dialéctico de la situación por la que atraviesa nuestro país. Nuevamente se pone ante nosotros la disyuntiva: o colaboración de clase o independencia. Es nuestro deber mantener la independencia del movimiento proletario, llamar a la movilización para exigir derechos, salarios, empleos remunerados, independencia sindical real, derecho a huelga, derecho a tener una prensa propia y canales de comunicación que informen o no manipulen.

Lucharemos, por la verdadera transformación de nuestro país que será socialista-comunista o no será.






Publicado por La Cuna del Sol

domingo, 3 de noviembre de 2019

Neoliberalismo: ¿Fundamentalismo de libre mercado o poder corporativo?

Si bien el fundamentalismo de libre mercado nubla el estado actual de nuestra economía, el poder corporativo nos ayuda a ver, a través del hecho aparentemente irónico, que el llamado libre mercado depende de las intervenciones y el apoyo frecuente del gobierno.


NEOLIBERALISMO: ¿FUNDAMENTALISMO DE
LIBRE MERCADO O PODER CORPORATIVO?

Ilustración a cargo de Nathaniel St. Clair

Por Richard Moser

Durante mucho tiempo he escuchado sobre el neoliberalismo y nunca he podido encontrarle mucho sentido. Resulta que la historia que contamos sobre el neoliberalismo es tan contradictoria como el propio neoliberalismo. Dos corrientes dentro de la crítica del neoliberalismo ofrecen diferentes análisis de la economía actual y sugieren diferentes estrategias para lidiar con la flagrante explotación, la desigualdad económica, la destrucción del clima y el control dictatorial del orden corporativo moderno.

Estas corrientes opuestas no son solamente escuelas diferentes de pensamiento representadas por pensadores que discrepan. Más bien se manifiestan como contradicciones dentro de las críticas al neoliberalismo formuladas por algunos de los escritores más influyentes sobre el tema. Estas diferentes interpretaciones son a menudo el resultado del enfoque. Observe la doctrina neoliberal y los intelectuales y el libre mercado saltan a la palestra. Observe la historia y la práctica de las corporaciones más grandes y los actores políticos más poderosos y el poder corporativo asumen el papel protagónico.

La corriente de pensamiento más influyente coloca al "fundamentalismo de libre mercado" (FMF, por sus siglas en ingles) en el centro de un análisis crítico del neoliberalismo. El término fue acuñado por el ganador del Premio Nobel y ex economista en jefe del propio Banco Mundial, Joseph Stigliz. Free Market Funndamentalism (FMF), suele ser la forma como los progresistas y conservadores entienden el neoliberalismo. Según este punto de vista, un mercado libre no regulado es el culpable y la fórmula a menudo citada (desregulación, austeridad, privatización, recortes de impuestos) es el medio utilizado para socavar los bienes públicos.

A Brief History of Neoliberalism (Breve historia del neoliberalismo) de  David Harvey,  es quizás el libro más influyente y en el cual el autor inicia con el libre mercado. Harvey lo aborda así:
                                                                  
Y es con esta doctrina... con la cual estoy mayormente preocupado. El neoliberalismo es... una teoría de las prácticas económicas políticas que propone que el bienestar humano puede ser promovido de mejor manera facilitando las libertades y habilidades empresariales individuales dentro de un marco institucional caracterizado por solidos derechos de propiedad privada, libre mercado y libre comercio. El papel del estado es crear... un marco institucional apropiado para tales prácticas. [1]

No hay ninguna mención de la enorme corporación moderna, solo aquellos individuos e instituciones del siglo XIX que son los personajes típicos del fundamentalismo de libre mercado. Pero para ser justos, Harvey aborda la "paradoja": el neoliberalismo es un proyecto político que necesita el poder del estado.

Esto crea la paradoja de las intensas intervenciones estatales y del gobierno de las élites y los "expertos" en un mundo donde se supone que el estado no debe ser intervencionista. [2]

La idea de que el "libre mercado" es una descripción precisa de la realidad o una buena base para la estrategia se ha debilitado. Lo que comenzó como la lectura menos influyente de la crítica neoliberal está ganando terreno. La economía de mercado y el estado cambiaron con el tiempo a algo bastante diferente, algo que podríamos llamar Poder Corporativo. Y eso dista mucho de un retorno fundamentalista del libre mercado liberal del siglo XIX.

En su lugar, nos enfrentamos a una nueva forma de orden capitalista: la fusión entre las corporaciones más grandes y el estado. El poder corporativo domina a las naciones al vaciar y tomar el control de las instituciones que se suponía representaban a la población. Las decisiones económicas se toman a puerta cerrada en el Departamento del Tesoro o la Reserva Federal, donde los banqueros mandan y los ciudadanos comunes no se atreven a ir. El mismo poder opera en el escenario global a través de instituciones internacionales y organismos reguladores que ni siquiera fingen ser democráticos, como la OMC, el FMI y el Banco Mundial. El poder corporativo se inclina hacia el fascismo al destruir la democracia e imponer la austeridad –precisamente las condiciones que le confieren al fascismo gran aceptación entre las masas.

Las instituciones nacionales y globales que han sido tan esenciales para la creación del orden neoliberal proporcionan una rica evidencia en el sentido de que ya no podemos decir dónde terminan los gobiernos y dónde comienzan las corporaciones.

El libro de Naomi Klein, The Shock Doctrine, sigue siendo muy influyente y hace referencia a ambas críticas. Sin embargo, entre más se aproxima la autora al complejo militar-industrial y la guerra -las funciones centrales del estado- más claro se vuelve el argumento del poder corporativo.

Las historias sobre corrupción y puertas giratorias dejan una falsa impresión. Implican que todavía hay una línea clara entre el estado y el complejo, cuando de hecho esa línea desapareció hace mucho tiempo. La innovación de los años de Bush no radica en la rapidez con la que los políticos se mueven de un mundo a otro, sino en cuántos de ellos se sienten con derecho a ocupar ambos mundos simultáneamente.... Ellos representan el máximo logro de la misión corporativa: una fusión total de las élites políticas y corporativas en nombre de la seguridad, con el estado desempeñando el papel de presidente del gremio empresarial -así como la mayor fuente de oportunidades de negocios... [3]

Precisamente. Pero, el fundamentalismo de libre mercado y “una fusión total de las elites políticas y corporativas” están en total contradicción entre sí. Otro autor ampliamente leído lo explica de esta manera:

"Aquí existe una profunda ironía: en el hecho que se suponía que el neoliberalismo sacaría al estado del medio, pero el neoliberalismo requiere una intensa participación del estado para funcionar". - George Monbiot

No importaría demasiado si las ideas contrapuestas del fundamentalismo del libre mercado y el poder corporativo fueran estrictamente académicas, pero no vamos a desarrollar una estrategia exitosa para contrarrestar el poder corporativo sin saber cuáles son las condiciones materiales reales. Si bien el fundamentalismo de libre mercado nubla el estado actual de nuestra economía, el poder corporativo nos ayuda a ver, a través del hecho aparentemente irónico, que el llamado libre mercado depende de las intervenciones y el apoyo frecuente del gobierno.

Estamos lidiando con la ironía o la paradoja solo en la medida en que estamos lidiando con la mitología moderna. Los mitos perduran porque sus historias resuelven contradicciones que la lógica, la razón y los hechos no pueden.

Dejemos de repetir la propaganda de los jerarcas.

El énfasis en el fundamentalismo del libro mercado ha contribuido inadvertidamente al aura mítica profundamente arraigada de los mercados libres. Adam Smith, el primer filósofo de los mercados, tuvo que recurrir a una misteriosa "Mano Invisible" para argumentar que el capitalismo era bueno para todos. Esta fe está siempre presente en la representación neoliberal de los mercados globales como fuerzas omnipotentes e inescrutables que funcionan de manera misteriosa. Si eso suena como el dios del capital, lo es.

Pero tenemos que aceptar el hecho de que la naturaleza mítica y mística de los mercados libres es precisamente la razón por la que captiva tanto la imaginación popular -y la nuestra. Si creemos que los mercados libres en realidad existen, entonces hasta nuestras críticas son ofrendas a su poder divino. Cuando decimos "libre mercado" esto funciona como un conjuro que invoca la aparición de una cosmovisión plena.

Por ejemplo, las críticas al libre mercado muy a menudo internalizan la afirmación neoliberal de que es la forma natural de intercambio y producción humana. Según esta opinión, el mercado existe de forma independiente en algún lugar "por ahí", en la naturaleza humana o en la sociedad. La falta de regulación permite que la libertad del mercado llegue a su conclusión lógica o natural, incluso si es propenso al exceso y la crisis. Por lo tanto, el papel del estado regulador, en este argumento, es controlar la libertad natural y el impulso de los actores del mercado.

Sin embargo, el poder corporativo impone su ideología por la fuerza y, a menudo, con violencia. Explota a las personas de acuerdo con la ley. Saquea recursos y envenena el agua sin consecuencias. Esto no es libertad. Es hegemonía y supremacía que nos coloca en el camino de la destrucción del medio ambiente, oligarquía, tal vez incluso el fascismo. Si tu "libertad" es mi explotación, entonces tu eres mi amo, yo tu esclavo, pero ninguno de nosotros es libre. El poder corporativo es lo opuesto a la libertad.

La ideología del mercado siempre ha ocultado la autoridad, el poder y la responsabilidad detrás de una cortina de libertad individual y acciones anónimas. Si el mercado libre es el resultado de millones de interacciones entre individuos libres, y nadie está realmente a cargo, pues bien, ¿qué tiene de malo? Mucho, comenzando con el hecho de que este ideal utópico de ninguna manera describe la forma dominante del capitalismo en nuestro tiempo -si es que alguna vez lo ha hecho.

Y si creemos que hay un libre mercado, ¿cómo lidiamos con la creencia generalizada en la moralidad del mercado? Millones todavía creen que la economía es moral porque funciona como un verdadero y transparente regulador del mérito. El bueno prospera, el débil sucumbe. La ética protestante del trabajo sigue siendo la creencia espiritual más poderosa que apuntala el capitalismo. Si aceptamos el mercado como la base real de nuestra economía, entonces ¿cómo podemos oponernos a la idea de que el trabajo duro de hecho es justamente recompensado?

No es de extrañar que millones de trabajadores estadounidenses no acepten o no puedan entender la crítica neoliberal: ¿quién puede realmente oponerse a la naturaleza, a la sociedad, a la libertad o a la moral? Pero a diferencia del "libre mercado", que la gente común suele asociar con pequeños empresarios y con negocios familiares, millones de personas pueden oponerse al poder corporativo.

Al abordar la idea del poder corporativo, podemos sostener que de acuerdo con la experiencia cotidiana de la clase trabajadora: el trabajo no tiene que ver con libertad sino con compulsión y coerción; la economía no se basa en el mérito, sino que está diseñada para favorecer a los poderosos. La opinión generalizada de que la economía está amañada ha superado las opiniones ofrecidas y aceptadas por muchos progresistas. La gente está a la cabeza , vamos a ponernos al día.

No existe el mercado en forma pura o natural. En cambio, las fuerzas del mercado y el poder político interactúan para crear la economía, en otras palabras, tenemos una economía política. Las corporaciones son actores políticos desde sus orígenes. Y el poder corporativo, no el libre mercado, es la única forma de capitalismo que vale la pena derribar.

¿Importa la historia?

La ironía o la paradoja en el centro de la crítica del fundamentalismo del  libre mercado es realmente un fracaso a la hora de dar a la historia el crédito que merece.

Cuando las sociedades alcanzan esta suerte de etapa final, el lenguaje que utilizan para describir su propia realidad económica, política, social y cultural no guarda relación con esa realidad…. El lenguaje del capitalismo de libre mercado es con lo que alimentan a los estudiantes de economía y al público en general, pero es una ideología que no guarda ninguna semejanza con esa realidad....  En una sociedad de libre mercado, todas esas compañías como Goldman-Sachs se habrían ido a la bancarrota pero no vivimos en el llamado mercado libre…. Chris Hedges

¿Y entonces, a dónde se mudó el libre mercado? La corporación moderna en sí superó las muchas ineficiencias del capitalismo de libre mercado del siglo XIX; reemplazó la "competencia despiadada" con la coordinación, la cooperación y las economías de escala para destruir la empresas más pequeñas o consolidarlas en monopolios. Con el tiempo, la competencia dio lugar al poder del monopolio. Los empresarios individuales fueron reducidos por el inmenso poder de la riqueza concentrada. El libre mercado fue reemplazado por una combinación público/privado donde las políticas públicas y las señales del mercado regulaban y promovían la actividad económica. [4]

Esta enorme e histórica transición de los mercados libres al poder corporativo ha dejado un rastro de evidencias tan claro que resulta sorprendente que no sea obvio. ¿De qué otra manera podemos interpretar la corporatización de la guerra y las fuerzas armadas y los miles de millones en subsidios directos e indirectos a las corporaciones? El gobierno protege a los bancos, garantizando préstamos e hipotecas y rescatando a los estúpidos inversionistas. [5] La riqueza se redistribuye al segmento más alto a través de masivas reducciones de impuestos y recortes a los programas sociales. Los salarios de hambre legalmente impuestos empujan a los trabajadores hacia la asistencia pública que básicamente es un subsidio a sus jefes. Los códigos tributarios alientan a los ricos a resguardar billones en paraísos fiscales, mientras que las masas sin representación cubren la diferencia. Programas federales como la "flexibilización cuantitativa" inyectan dinero gratis en el sistema financiero. Mientras la aplicación de la ley ha sido suspendida para los delincuentes corporativos de todo tipo a nosotros nos toca lidiar con los riesgos y las pérdidas de la destrucción del medio ambiente. Casi en la totalidad las decisiones económicas importantes han migrado de los gobiernos nacionales a organismos globales aún más dictatoriales. El FMI, la OMC y el Banco Mundial obedecen a las corporaciones más grandes que son el fundamento de la alianza imperial de Estados Unidos.

Pero esta historia también ofrece oportunidades. Esta es la situación que estamos experimentando:

Las formas privadas de propiedad corporativa son "simplemente una ficción legal". * Los requerimientos económicos de la corporación moderna ya no justifican su control privado en absoluto, ya que "cuando vemos la propiedad como la criatura del estado, la esfera privada ya no se ve tan privada.”**…. En este sentido, la propiedad reasume la forma que tomó en los albores de la era capitalista cuando “el concepto de propiedad al margen del gobierno carecía de sentido”. *** [6]

Al fusionarse con el estado, las corporaciones más grandes se han convertido en una nueva forma de propiedad social y pública. De nosotros depende tomar lo que es nuestro.

Todo vive y todo muere. La lección más importante de la historia del capitalismo es esta: ha sembrado las semillas de su propia destrucción.

La crítica del neoliberalismo como fundamentalismo de libre mercado inconscientemente promueve lo que intenta criticar precisamente porque imagina que el sistema actual es esencialmente el mismo sistema que existía en el siglo XIX. Esta crítica se cuela por la falta de razonamiento histórico que es tan esencial para mantener la cultura dominante en los Estados Unidos.

El Fundamentalismo de Libre Mercado es una forma de excepcionalismo estadounidense. Si la economía actual es esencialmente la misma que hace más de un siglo, entonces es verdaderamente excepcional y está al margen de la historia, al igual que los Estados Unidos. ¿No es así? ¿El capitalismo tiene una historia o no? En general, la falta de conciencia histórica constituye el alma del excepcionalismo estadounidense. Limita nuestra capacidad de pensar y actuar. Esta negación de la historia es la mitología de los amos y señores, no la nuestra. El poder corporativo no es eterno sino histórico. También pasará, pero solo si hacemos que eso sea así.

Notas.

[1] Harvey, A Brief History of Neoliberalism, p. 2.

[2] Harvey, p.69 Over time Harvey has tended to highlight the political not doctrinal aspects. See  Neoliberalism as a Political Project

[3] Naomi Klein, Shock Doctrine, p. 398-399.

[4] I borrow the idea of a public/private mix from the work of the under-appreciated New Left historian Martin Sklar see: United States as a Developing Country.  For more on Sklar look here or Jim Livingston’s essay here.

[5] Nomi Prins All The Presidents Bankers, see p. 372-375 for an account of the so-called Mexican bailout and the role of former Goldman-Sachs executive Robert Rubin in saving the bankers.

[6] Richard Moser, Autoworkers at Lordstown: Workplace Democracy and American Citizenship” in The World the 60s Made, p. 307 *Bell, The Coming of Post-industrial Society, p. 294. **Jennifer Nedelsky, Private Property and the Limits of American Constitutionalism, p. 263. ***Arthur Porter, Job Property Rights, p. l.






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