lunes, 31 de marzo de 2014

Compañía israelí construirá muro ‘virtual’ en frontera de Arizona

“No es ninguna sorpresa que estemos viendo la exportación de tácticas y tecnologías represivas israelíes llegando a los EEUU”, dijo Lara Kiswani, Directora Ejecutiva del Centro de Recursos y Organización Árabe, “vemos ejemplos de esto desde el uso de la tecnología israelí en la frontera México-EEUU para las capacitaciones conjuntas entre la policía de Oakland y el ejército israelí”.


COMPAÑÍA ISRAELÍ CONSTRUIRÁ MURO
‘VIRTUAL’ EN FRONTERA DE ARIZONA

La frontera Arizona-México cerca de Naco, Arizona. Foto Reuters

Por James Christopher

Elbit Systems, la empresa que construyó el muro que separa Palestina e Israel en Cisjordania-Jerusalén, ha recibido un contrato de 145 millones dólares del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) para construir una cerca ‘virtual’ a lo largo de la frontera de Arizona con México.

El sistema, conocido como el Proyecto Torre Fija Integrada (IFT, por sus siglas en inglés), formará parte de una serie de puntos de vigilancia de seguridad equipado con cámaras de alta sensibilidad y radares a lo largo de la frontera EEUU-México.

En un informe publicado en el diario de seguridad nacional, Homeland Security News Wire, Elbit también ha recomendado que, además del sistema de IFT, los EEUU deberá “adoptar un sistema de seguridad fronteriza más completa, que combine… sistemas aéreos no tripulados y vehículos de tierra con o sin tripulación para mejorar la flexibilidad y capacidad de respuesta de los agentes”.

Elbit, que actualmente es el principal proveedor israelí de tecnologías militares y de vigilancia, es también uno de los principales productores del mundo de aviones militares no tripulados. Bloomberg, sistema de noticias, recientemente informó que el contrato inicial de Elbit por 145 millones de dólares “eventualmente llegará a 1000 millones de dólares si la legislación para reescribir las leyes de inmigración de los EEUU es aprobada por el Congreso y ayuda a financiar la expansión del proyecto en el suroeste del país”.

Para aquellos familiarizados con los efectos de los sistemas de muro y vigilancia de Elbit en Cisjordania, la noticia del contrato reciente en la frontera, llega como una noticia no deseada.

“No es ninguna sorpresa que estemos viendo la exportación de tácticas y tecnologías represivas israelíes llegando a los EEUU”, dijo Lara Kiswani, Directora Ejecutiva del Centro de Recursos y Organización Árabe, “vemos ejemplos de esto desde el uso de la tecnología israelí en la frontera México-EEUU para las capacitaciones conjuntas entre la policía de Oakland y el ejército israelí”.

Además del contrato de frontera DHS, en el último año, Elbit también ha asegurado 229 millones de dólares para mejoras a los sistemas de defensa de Australia, así como un contrato de 290 millones de dólares por parte de una nación aún sin nombre en el continente Asiático.

“Estos son además otros ejemplos de cómo Israel ha utilizado su control de la Franja de Gaza como un laboratorio para el desarrollo de nuevas tecnologías que se pueden vender y exportar a cualquier nación en el mundo que tiene la necesidad de controlar a la población civil”, dijo Dalit Baum, Director de Programas de Medio Oriente del Comité de Servicio Amigos Americanos. “Una cosa también que la gente parece olvidar en estos días es que, según el derecho internacional, la ocupación israelí es un acto ilegal. Esto, por definición, significa que Elbit y todas sus filiales en todo el mundo están involucrados en una actividad ilegal”.

En los últimos años, muchas instituciones financieras en todo el mundo se han dado cuenta de la conexión de Elbit a la ocupación de Israel. Algunas empresas y organizaciones como el Deutsche Bank, el Fondo Noruego de Pensiones, y Folksam (el mayor administrador de activos en Suecia) han decidido excluir a Elbit (no considerarlo una opción de inversión) o desinvertir en éste (vender su inversión) debido a su complicidad al proporcionar equipos de vigilancia en el muro ilegal en Cisjordania.

El contrato original para la creación del sistema electrónico de vigilancia fronterizo en Arizona del DHS, conocido como Secure Network Border Initiative (SBInet), fue ganado por Boeing y se inició en 2006. SBInet fue pensado inicialmente para cubrir la totalidad de la frontera EEUU-México, pero cuando un intento fallido de las primeras 53 millas le costó a los contribuyentes 1 billón de dólares, el DHS decidió terminar el proyecto en el 2011.

“Los arizonenses han estado esperando más de una década para que el Departamento de Seguridad Nacional coloque la tecnología necesaria a lo largo de nuestra frontera para apoyar a la patrulla fronteriza y plenamente asegurar nuestra frontera sur”, dijo el Senador John McCain. “Después de muchos meses de retraso, la adjudicación de este contrato a Sistemas Elbit de América es un desarrollo importante… y un paso en la dirección correcta”, declaró.

Para aquellos críticos de la relación de los EEUU con Israel, las conexiones no se ven limitadas a simplemente aliados militares, sino también reflejan un interés compartido en la manipulación de recursos y fuerzas de trabajo.

“Tanto para los EEUU como para Israel, las paredes se utilizan para el control de la población y despojarla de poder, por lo tanto, haciéndolos sujetos a los deseos de las personas en el poder que se aprovechan de su vulnerabilidad”, dijo Kiswani.


Traducción Verónica Henao Posada







Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

domingo, 30 de marzo de 2014

El burdel, la iglesia y la revolución

A la pregunta clásica de qué hacer lanzada a la historia por Lenin, Bakunin, en su obra Dios y el Estado, vino a responder que irse de putas, rezar sumisamente u optar por la revolución.


EL BURDEL, LA IGLESIA Y 
LA REVOLUCIÓN


Por Armando B. Ginés

A la pregunta clásica de qué hacer lanzada a la historia por Lenin, Bakunin, en su obra Dios y el Estado, vino a responder que irse de putas, rezar sumisamente u optar por la revolución.

Mucho ha tronado y llovido desde entonces, pero las alternativas, pese a las apariencias, siguen siendo más o menos las mismas, esto es, dejarse embaucar por el espectáculo capitalista, rendirse a la verticalidad jerárquica del sistema ideológico o rebelarse contra el régimen de explotación en el que vivimos inmersos.

La esencia del ser humano exige la rebelión y el pensamiento crítico, la dialéctica del qué hacer teórico haciéndolo en la práctica. Ambos momentos se refuerzan, son aspectos complementarios de un idéntico movimiento que busca la libertad social y colectiva de todos, al menos de la inmensa mayoría.

Ciertamente, el capitalismo no entregará las armas únicamente con idealismo y voluntad de querer. No se advierten soluciones mágicas para derribar a tan colosal enemigo. Su ejército es mastodóntico, tanto en las vertientes militares y represivas como en los medios de difusión culturales.

Pero continúan valiendo las palabras certeras de Mijaíl Bakunin. Hay que dar la batalla en diferentes frentes, pero jamás dejarse llevar exclusivamente por la acción política coyuntural. Esta es la vía preferida del posibilismo con atavío izquierdista, el camino que toma la compleja realidad social como un todo modificable a base de discursos y componendas puntuales de segundo orden. Sin ideología que dé consistencia a la política, las señas de identidad y las profundas transformaciones sociales que se necesitan se van perdiendo en la confusión meramente parlamentaria.

Hay que pactar mirando al horizonte, no quedándose instalados en el párrafo legal que tenemos delante, mirándonos el ombligo de la victoria pasajera como si fuera ya el triunfo definitivo de la justicia universal. Acumular fuerzas debe ser el objetivo último, no desmovilizar a la clase trabajadora con alegrías banales y pasajeras.

La lucha contra el capitalismo no puede entablarse con medias tintas y retórica fácil. A lo largo de su trayectoria, el sistema capital-trabajo ha demostrado una flexibilidad enorme, adaptando su ideología a etapas o fases muy diversas sin quedar afectada su estructura económica de poder absoluto.

Las estrategias utilizadas por el régimen capitalista para permanecer vivo y coleando todavía han sido muchas, pero dos destacan por encima del resto: la extensión y generalización del consumo intrascendente y el apuntalamiento de una superestructura ideológico-cultural proclive a sus intereses ocultos a base de elevar a los altares un individualismo ficticio contrario a la solidaridad y el pensamiento crítico y rebelde.

Ese yo insustancial cercado por compulsiones inmediatas y la libertad dirigida mediante mensajes subliminales de estatus y competitividad salvaje impiden ver la compleja realidad en sus verdaderas relaciones de clase y de hegemonía vertical difusa.

Las alternativas u opciones siguen siendo similares a las apuntadas con tino por Bakunin. Evadirse y mirar para otro lado, agarrarse a las falsas verdades de la tradición o lanzarse a la liberación del yo esclavo a través de la revolución social y el contacto con el otro en igualdad de condiciones. Resulta evidente que no apostamos aquí por la enfermedad infantil de confundir la voluntad de poder y la crítica radical con tomar la calle solamente con fundamentos basados en dogmas o catecismos leídos e interpretados a la ligera.

Un análisis coherente de la realidad debe tener en cuenta la correlación de fuerzas en litigio y, antes que nada, saber a qué nos enfrentamos. Puro tacticismo sin estrategia de largo recorrido suele conllevar frustraciones de larga duración.

Ahora bien, dicho lo dicho, una afirmación clara: sin rearme ideológico, la izquierda transformadora está condenada a su enésimo fracaso. La crítica al capitalismo ha de ser radical, pero siempre acompañada de una dirección de destino, que si bien no ha de ser cerrada a cal y canto en un domicilio concreto, si debe ser lo suficientemente diáfana para indicarnos un amplio lugar de llegada que sirva de referente a la clase trabajadora.

Hoy la izquierda en su conjunto, salvo honrosas excepciones, no conoce ni el lugar de partida ni el de destino. Su crítica se nutre de movimientos cortos y redundantes que no salen del círculo capitalista. La agenda política está marcada por los intereses y querencias de las derechas. Nadie ofrece un proyecto global de superación del marco social e ideológico en el que nos hallamos empantanados.

A las percepciones de Bakunin, habría que agregarle la pregunta radical de ¿qué hacer? La soluciones espontáneas parecen condenadas al fracaso porque a sus móviles les falta el condimento de un programa de futuro serio y participativo. Viven únicamente de impulsos de presente, de rabiosa actualidad que adolece de una aproximación detenida y profunda a la compleja realidad sociopolítica y cultural. El personalismo y las urgencias son adversarios temibles de la izquierda consecuente, tanto como la quietud amable de los que rastrean pactos posibles a toda costa para salvar los muebles de la crisis que hoy arrastramos.

¿Ganar tiempo para qué? ¿Para apuntalar al sistema con concesiones superficiales y tapar la boca de la contestación social o para construir horizontes que vayan más allá de la cárcel capitalista? Comer hoy, sin más, es el hambre diferida  y la indigencia crítica y rebelde que nos traerá la próxima crisis.

Lo ya reseñado como colofón. Irnos de putas con el sistema capitalista. Adaptar nuestra insatisfacción a la plantilla de la costumbre y el statu quo. O la revolución consecuente. ¿Qué hacer? De momento, quitarnos el traje del yo en la plaza pública, poniendo después nuestra completa desnudez individual al servicio del yo social. Una vez que todos estemos desnudos, el mundo lo veremos de otra manera: podremos vestirnos de nueva rebeldía y auténtica libertad. ¿Para qué si no hemos venido a la vida? ¿Nada más que para someternos a la clase pudiente y decir sí al poder establecido, recogiendo las migajas de la opulencia y la injusticia social? ¿Pactismo a ultranza, barbarie neoliberal o  socialismo del siglo XXI? También podría decirse, irse de putas, untarse de mojigatería y tradición inveterada o hacer la revolución. El menú está servido. Que no se quede frío, por favor.







Punlicado por LaQnadlSol
CT., USA. 

viernes, 28 de marzo de 2014

El papel histórico que jugaron las mujeres soviéticas en la derrota de los nazis en la segunda guerra mundial

A pesar de los antecedentes históricos, Occidente sigue creyendo que es el pionero en la senda de las mujeres y de la igualdad de género a nivel mundial, razón por la que los medios de comunicación occidentales elogian el papel de sus mujeres como pilotos, sin ningún conocimiento de que sociedades vistas como otredades, en lugares como Rusia han estado muy por delante de ellos.


EL PAPEL HISTÓRICO QUE JUGARON LAS MUJERES SOVIÉTICAS EN
LA DERROTA DE LOS NAZIS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Por Mahdi Darius Nazemroaya
Global Research, March 08, 2014

Como en occidente se ignora a las mujeres como protagonistas en las sociedades otrerizadas: Una clarificación del logos de las amazonas soviéticas

Debido a las opiniones etnocéntricas occidentales, la mujeres soldados, marineros y pilotos de Rusia y de otras sociedades otrererizadas (degradadas, alienadas, vilipendiadas y demonizadas) como China, Irán, Libia y Siria, siguen siendo invisibles mientras que las mujeres occidentales que sirven en las fuerzas militares de occidente son ensalzadas como obras maestras de la igualdad entre los sexos.

Este texto proporciona una visión sociológica de uno de los mayores acontecimientos conocidos de la historia que involucra a mujeres combatientes: las mujeres soviéticas en lo que étnico- geocéntricamente es referido en Occidente como el "Frente Oriental" durante la Segunda Guerra Mundial (o la Gran Guerra Patriótica, como se le llama en Rusia, Ucrania y las repúblicas de la antigua Unión Soviética). Por sí mismo o sui generis, el papel de las mujeres soviéticas en la defensa de lugares como Bielorrusia, Ucrania y Rusia desmiente cualquier punto de vista que las mujeres sólo son capaces de luchar en las fuerzas militares occidentales debido al mito de que ellas gozan de un cierto nivel de igualdad. Este texto, sin embargo, va más allá de tal refutación al empeñarse en explicar el logos detrás de la movilización y la creación de las mujeres combatientes soviéticas, mediante el examen de las funciones de los eventos sociales, las políticas gubernamentales y la ideología. Su objetivo no es sólo para ilustrar que los logros de las mujeres en las sociedades otrerizadas se ignoran, sino también para desafiar los puntos de vista de que la mujer (a diferencia de los hombres ) son simplemente criaturas maternales ligadas a la vida que no pueden ser parte de una gran presencia en las fuerzas armadas.


Las mujeres de los bendecidos contra las mujeres de los condenados de la tierra

En lo que respecta a los derechos sociales, "La causa es el efecto: usted es rico porque es blanco, eres blanco porque eres rico," de acuerdo a Franz Fanon en Los condenados de la Tierra (1961).

Del mismo modo, con respecto a los derechos de las mujeres la causa es el efecto: es fuerte porque usted es un hombre, usted es un hombre porque es fuerte.

Cuando las imágenes de la teniente Helen Seymour de la Real Fuerza Aérea británica (RAF) saliendo de su jet Eurofighter Typoon en Gioia del Colle, Italia, emergieron en marzo de 2011, durante la campaña de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia, fueron aclamadas por los medios de comunicación como un triunfo para las mujeres en el mundo de los asuntos militares y de combate. Los británicos mostraban cómo la mujer había dado un gran salto hacia adelante cuando la teniente Seymour fue anunciada como una de los diez pilotos femeninos que volaron un Typoon o jets Tornado de la RAF. The Guardian en un artículo  de Nick Hopkins titulado, "La mujer piloto en Libia en misión de combate" (23 de marzo de 2011), explicaba lo siguiente: "Las mujeres han estado volando aviones rápidos en la Royal Air Force desde 1994, pero no más de 10 están volando el Tornado o Typhoon en el momento. Sin embargo, el número va en aumento, y cerca del 12% del personal de la RAF son ahora mujeres”.

Mientras el Evening Standard de Londres, en un artículo titulado "Top girls -las mujeres que patrullan el cielo para la RAF" (25 de marzo, 2003) por Jasmine Gardner, se encargaba de publicar un perfil histórico de las mujeres en la RAF:

Y, al igual que [la teniente] Julie Gibson, que fue la primera mujer piloto en funciones de la RAF en 1990, [la teniente] Kirsty Moore  quien se convirtió en la primera mujer de la RAF en el equipo Red Arrows en 2009 y [la teniente] Juliette Fleming, quien es parte de la primera tripulación Tornado totalmente femenina teniendo como su oficial de sistemas de armas al Líder de Escuadrón Nikki Thomas, la hazaña de Seymour, nos ha hecho ponernos de pie y rendirle el saludo.

Estos informes de los medios que proyectan el concepto de igualdad entre los sexos y el tema general de las mujeres en combate merecen atención sociológica, incluido el escrutinio a través del uso de la gran cantidad de métodos de investigación que se enmarcan en la escuela del análisis crítico del discurso (CRA). Este texto tiene como objetivo purgar las actitudes y nociones etnocéntricas y excepcionalistas que están detrás de las ideas de que las mujeres, en lo que puede llamarse sociedades mayormente occidentales o de orientación occidental, como en los Estados Unidos de América o del Estado de Israel, han llegado a un nivel de igualdad para combatir junto a los hombres. Los logros de las mujeres en las fuerzas armadas de países como Libia, que, irónicamente, estaba siendo bombardeada por la Royal Air Force en ese momento, y de la República Popular de China pasan desapercibidos en Occidente. A través de un ejercicio de análisis sociológico histórico que examina a las mujeres soviéticas como combatientes y el logos que les permitió la entrada en el mundo de la guerra, este texto pretende mostrar que la mujer no sólo ha desempeñado un papel de importancia histórica en el combate, sino demostrar también, cómo el papel de las mujeres en las sociedades disociadas no es reconocido en Occidente.

Las amazonas soviéticas

Aunque la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) era una sociedad patriarcal en sus raíces, a diferencia de sus contrapartes en Europa occidental y América del Norte, las mujeres en la sociedad soviética estaban mucho más involucradas en el desarrollo social fuera de la casa, el comercio, el arte de gobernar, construcción de la nación, y, finalmente, cuando llegó el momento, la guerra. Estas mujeres estaban mucho más íntimamente involucradas en la defensa y en la primera línea de combate de su país  que la mujer de cualquier otra sociedad en la Segunda Guerra Mundial o la Gran Guerra Patriótica, como se le llamaba en la URSS. Por otra parte, las mujeres soviéticas fueron al Frente Oriental para combatir contra Alemania y sus aliados del Eje en roles de combate directos que incluían pilotos de  bombarderos, tanques, ametralladoras, soldados de infantería y granaderos. 800,000 mujeres fueron directamente al Frente Oriental, que era en realidad una mera fracción de todas los que se ofrecieron y quería ir (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998). 520,000 de estas mujeres sirvieron como tropas regulares en el ejército rojo, mientras que otras 300,000 sirvieron en combate y formación antiaérea (Krylova 2010). En 1943, aproximadamente el 8% del Ejército Rojo estaba compuesto por mujeres, lo que significaba que casi una de cada diez personas en uniforme era una mujer, y al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), las mujeres jóvenes representaban el 70% de todos los jóvenes soldados comunistas (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998; Krylova 2010). Este fue un período en el que muchas mujeres combatientes soviéticas alcanzaron  la fama y se convirtieron en héroes/heroínas de la Unión Soviética, desde la francotiradora ucraniana Lyudmila Pavlichenko hasta la piloto Nadezhda Popova, otra ucraniana, quien sirvió en un infame regimiento de bombarderos llamado  las "Brujas Nocturnas" por los alemanes. Esta no fue además la primera vez que los alemanes se enfrentaron a las mujeres de la sociedad rusa /soviética, en la Primera Guerra Mundial, los alemanes habían luchado contra el Batallón de la Muerte de las Mujeres dirigido por la famosa María Bochkareva/Botchlareva (née Frolkova) de Siberia (Botchlareva 1918). Los actos performativos de la masculinidad y la feminidad fueron desafiados por estas guerreras soviéticas, la guerra y la violencia no eran claramente un espacio exclusivo de los hombres con tan grande presencia femenina soviética.

El logos detrás de la mujer combatiente soviética y lo que la hicieron están ampliamente ligados a la ideología revolucionaria de los bolcheviques y a una cadena de acontecimientos históricos que están vinculados a agitaciones y conflictos en el Imperio Ruso y la URSS como sucesora. En primer lugar, como consecuencia del largo período de luchas el número de hombres en la sociedad rusa/soviética había ido disminuyendo constantemente. A ello se añadía la expansión de la industria del país y de su necesidad de trabajadores. Esto permitió que un gran número de mujeres soviéticas tomaran los lugares de los hombres en empleos tradicionalmente masculinos. Estructuralmente  las mujeres en la Unión Soviética fueron integradas en la fuerza de trabajo (Bisha y otros, 2002; Clemente 1979; Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998; Campo 1968; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997). Antes de la aparición de los bolcheviques había un famoso proverbio en la sociedad rusa, ne zhenat, ne chelovek, que significaba "no se casó, no es humano" (Stites 1978:8). Esto cambió con los bolcheviques quienes, al menos ideológicamente veían el matrimonio y la familia burguesa como entidades vinculadas a la explotación de la mujer. La ideología comunista de los bolcheviques era también radicalmente abierta a la emancipación de la mujer y su integración en la vida política. El bolchevismo introdujo nuevas leyes y programas destinados a la integración y resocialización de las mujeres mientras que política, social, legal y económicamente las hacía iguales a los hombres en una sociedad socialista militante. Clement (1979: xii), llama a esto "el gran experimento soviético en la emancipación femenina", que ella describe como “uno de los más grandes esfuerzos para liberar a las mujeres jamás realizados”. Varias guerras consecutivas y la guerra interna también le habían añadido a la activación política de la mujer y más tarde a la masiva movilización de la mujer cuando Alemania atacó en 1941; estos eventos se inician con la guerra de Crimea y luego prosiguen con la guerra ruso-japonesa, la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Rusa y termina con la entrada de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial en 1941. Todas estas cosas fueron las variables que produjeron el entorno social necesario para liberar el potencial de la mujer soviética como mujeres de armas o mujeres guerreras combatiendo contra las fuerzas de Hitler. Con el fin del largo período de conflictos y el creciente pragmatismo ideológico del Partido Comunista, sin embargo, el impulso que llevó a la creación de la mujer soldado soviética o Zhenshchina-Boets desaceleró y vio algunas reversiones (Krylova 2010). La demografía y las capacidades reproductivas femeninas y la fertilidad en última instancia, socavaron el programa comunista/socialista para la movilización de la mujer ciudadana.

Al menos en las opiniones romantizadas, el papel tradicional de la mujer en el imperio ruso, antes de su sustitución por la Unión Soviética con el ascenso del bolchevismo, fue confinado al espacio doméstico  que se puede resumir como a "guardianes de la chimenea" (Bisha y otros, 2002). El historiador Hayden ([1979] 1984:2) escribe que la mayoría de las mujeres en el Imperio Ruso tenían muy poco control sobre sus vidas y que un sinnúmero de canciones e historias en su cultura (s) eran acerca de "las mujeres jóvenes que eran vendidas en matrimonio a extranjeros y brutalmente utilizadas como poco más que esclavas de la casa por sus maridos y parientes políticos". Había, sin embargo, mucho más que la colección de mujeres finlandesas, polacas, ucranianas, bielorrusas, rusas, caucásicas, lituanas, alemanas, turcas, y de otras mujeres que componían el mosaico étnico-lingüístico del imperio ruso. Aunque fue apenas reconocido, las mujeres históricamente se encontraban entre los autores más destacados de la literatura rusa en el período imperial (Bisha y otros, 2002; Tosi 2007). [1] La participación de las mujeres de su sociedad en la guerra tampoco era algo inaudito. Mujeres como Varvara Bakunina, quien acompañó a su marido en 1796 al Cáucaso cuando los rusos lucharon para anexar Daguestán, Armenia, Karabaj, y la región alrededor de Bakú de los iraníes, después de que Irán restableciera su control sobre Georgia (Bisha y otros, 2002). Las mujeres en Rusia también lucharon en guerras tan lejanas como en la guerra de 1812 contra la Grande Armée de Napoleón Bonaparte, el relato más famoso es el de las memorias de Nadia/Nadezhda Durova que sirvió en el ejército imperial ruso y se retiró como capitán de caballería (Bisha y otros, 2002; Meyer 1991). Bajo Catalina II se armó toda una compañía militar de mujeres  compuesta de "mujeres de la nobleza y de las hijas de los griegos Balaklave [de Crimea]" (Meyer 1991:219).

Guerra, liberalización, y el surgimiento de la cuestión de la mujer

La guerra de Crimea (Guerra de Oriente; 1853-1856) contra los otomanos, Gran Bretaña y Francia abrieron sin duda las puertas para el mejoramiento cívico y de modernización en el Imperio ruso a través de lo que se denomina como las grandes reformas (Bisha y otros, 2002; Hayden [1979] 1984; Stites 1978). Fue durante la guerra de Crimea que las mujeres rusas, por primera vez sirvieron como enfermeras militares y como resultado luego pasaron a trabajar en los campos de la medicina profesional, la enseñanza y como voluntarias (Bisha y otros, 2002). Aunque el grueso de la población femenina en concreto no fue específicamente el objetivo, los programas de la Gran Reforma reconocieron que para modernizar a Rusia toda la población del país necesitaba el acceso a los servicios y programas gubernamentales, tales como los órganos judiciales (Bisha y otros, 2002;. Hayden [1979] 1984). Esto motivó realmente a una asombrosa cantidad de mujeres campesinas a utilizar los tribunales cantonales campesinos de reciente creación, que alarmaron partidarios de la familia patriarcal (Bisha y otros, 2002). También dio lugar a que las mujeres asistieran a conferencias en la Universidad de San Petersburgo en 1859, y al establecimiento de centros de enseñanza secundaria para las mujeres en 1860, que en teoría estaban a disposición de todas las clases sociales (Hayden [1979] 1984). La "cuestión de las mujeres" (llamado zhenski vopros en el idioma ruso) surgió en este período, como resultado de la derrota de Rusia por la Triple Alianza, anglo-franco-otomana y fue traída al primer plano por intelectuales como ML Mikhailov (publicación en Sovremennik de 1858 a 1861), quien abogó por programas de educación como la clave para la emancipación de las mujeres"(Hayden [1979] 1984. Durante este período de liberalización las universidades se abrieron lentamente a las mujeres sobre la base de la necesidad de profesionales y para prevenir que las mujeres de la clase alta volvieran al Imperio Ruso con ideas radicales producto de sus estudios en universidades extranjeras; también se establecieron institutos de educación para las mujeres en San Petersburgo, Moscú y Odessa (Hayden [1979] 1984). Sólo brevemente, de 1891 a 1894 serían las mujeres excluidas de las universidades (Hayden [1979] 1984).

El movimiento feminista en el Imperio ruso comenzó a declinar en la década de 1890, debido a que se había alcanzado con éxito su objetivo de abrir a las mujeres la educación, habiendo las mujeres de la clase alta y media ganado mayor acceso a la misma (Hayden [1979] 1984). [3] Es también importante tener en cuenta que estas oportunidades se limitaban a las clases más altas y que los movimientos feministas eran clasistas y representaban a las mujeres de la clase alta y media, que representaban una pequeña fracción de la población femenina de su sociedad, y no representaban a los campesinos y a la clase obrera (narod).

La derrota del imperio ruso a manos de los japoneses en el este de Asia durante la guerra ruso-japonesa (1904-1905) resultó en la aceleración de las tendencias y demandas de reforma cívica. Demostró ser un punto de inflexión para toda la sociedad rusa, incluyendo la mayoría no rusa del imperio y las mujeres (Mandel 1984). Durante la guerra las mujeres organizaron grupos feministas, dualmente oponiéndose a la guerra con Japón y exigiendo igualdad de derechos (Edmondson 1992). El sistema autocrático del país bajo los Romanov se vería mermado y la liberalización y la movilización política se propagaría por el país. Esto proporcionaría uno de los ímpetus iniciales dentro del imperio ruso para las actividades socialistas /comunistas que se habían estado propagando en las sociedades occidentales de Europa. La evolución de estos eventos, incluyendo su efecto sobre las mujeres, se puede resumir en las siguientes palabras:

Primero, en el ámbito político, las fuerzas de la reforma, la revolución y el conservadurismo se enfrentaron en una confrontación violenta en la revolución de 1905-1906, un evento en el cual la pérdida de Rusia en la guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, contribuyó de manera significativa. Nicolás II se vio obligado a crear un cuerpo legislativo, aunque con un poder limitado, para romper la coalición revolucionaria. Durante el periodo 1906-1914 la Duma, la nueva asamblea legislativa rusa, incluyó regularmente entre los temas a debatir, las cuestiones del sufragio para las mujeres y la mejora de los derechos legales y civiles de las mujeres. Entre los partidos políticos que surgieron de la revolución había varias organizaciones explícitamente feministas, lo que reflejaba una división entre las mujeres políticamente activas, entre las que abogaban por organizaciones separadas para promover las cuestiones de importancia para las mujeres y las [mujeres] que creían que la igualdad real para las mujeres podría lograrse sólo a través de una revolución social (y socialista) (Bisha y otros, 2002:10). [4]

La "cuestión de la mujer" maduraría como un tema cada vez más importante a la vez que feministas, radicales y liberales todos buscaban maneras de encontrar una solución a los problemas de las mujeres en el Imperio Ruso (Hayden [1979] 1984; Stites 1978).

Los debates y las experiencias de este último período se reflejarían en el Zhenotdel Soviético o Departamento/Oficina de la Mujer dentro del Partido Comunista. De acuerdo con la investigación histórica, "[e] l programa y los métodos empleados por el Zhenotdel para mejorar la condición de las mujeres rusas/soviéticas se derivaba básicamente de dos fuentes: la teoría y las tradiciones del movimiento marxista occidental y la experiencia del liberalismo ruso y el radicalismo en el período de los ocho años anteriores a la revolución de 1917 "(Hayden [1979] 1984: vii). En términos generales, estos puntos de vista eran una continuación filosófica de los argumentos por la igualdad jurídica de los pensadores de la Ilustración, como François-Marie Arouet (Voltaire) y Denis Diderot, y Charles-Louis de Secondat (barón de Montesquieu) sobre el papel que desempeña la educación en la desigualdad de género (Goldman 1993).

Las divisiones entre los socialistas/comunistas y no-socialistas/comunistas también surgirían para cuando se produjo el estallido de la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-1918). Un gran cisma entre los bolcheviques y las feministas dentro de la sociedad rus /soviética se traduciría en que:

Las organizaciones feministas restantes cayeron de lleno en el apoyo al esfuerzo de la guerra, con la esperanza de ganar nuevos seguidores para su causa de los derechos de las mujeres mediante la demostración de su lealtad y utilidad [apoyo del Estado] para ganar la guerra. La hipocresía y el oportunismo de sus acciones ha sido acertadamente descrito por Richard Stites: “En toda Rusia, las feministas que antes de la guerra habían advertido que sólo el sufragio femenino salvaría a la humanidad del flagelo de la guerra ahora entonaban himnos de victoria”. Este comportamiento chovinista por parte de las feministas fue presentado por los bolcheviques como prueba decisiva del carácter burgués del movimiento feminista (Hayden [1979] 1984:80).

La Guerra Civil Rusa dio lugar a grandes esfuerzos para movilizar a la mujer como militantes comunistas y para alistarlas en las posiciones de apoyo de combate del Ejército Rojo (Hayden [1979] 1984). Aunque las mujeres desempeñaron un papel predominantemente secundario en el combate directo, durante la Guerra Civil Rusa, el papel de la mujer en el Ejército Rojo como combatientes partisanos fue sensacionalizado, romantizado, y celebrado por los bolcheviques para alentar a las mujeres a abrazar el comunismo, la defensa de Petrogrado -el nuevo nombre soviético por San Petersburgo- contra el Ejército Blanco involucró a numerosas mujeres y el sofocamiento de la sublevación de Kronstadt involucró a 1,300 mujeres del Ejército Rojo; la publicación Kommunistka teóricamente basada en las mujeres, informó de que en 1920 alrededor de 1850 mujeres del Ejército Rojo fueron muertas, heridas, o tomadas prisioneras por el Ejército Blanco y ejércitos extranjeros de países como los EE.UU, Reino Unido, Canadá, Francia y Japón que les apoyaban (Hayden [1979] 1984).

La emancipación de la mujer y el uso soviético de la teoría marxista

Los primeros marxistas han sido criticados por la falta o déficit del análisis del sexo y género. Esto no quiere decir que la teoría marxista este totalmente vacía de cualquier análisis significativo de género y  sexo o no es compatible teóricamente con ellos. Teóricamente, es todo lo contrario. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Friedrich Engels y de las Mujeres en el socialismo de August Bebel, que fueron ambos publicados en la década de 1880, deja muy en claro la posición marxista sobre el patriarcado. [5] Antes de esto Engels y Marx, ya sea por separado o en colaboración como coautores, también publicaron varias obras relativas a la explotación de las mujeres en las sociedades capitalistas, en la década de 1840.

En primer lugar, la crítica de Marx y Engels de la llamada "comunidad de mujeres" (el concepto de que todas las mujeres en una sociedad comunista utópica futurista se convertirían sexualmente disponible para todos los hombres ), como "comunismo irreflexivo", se interpreta por los críticos como algún tipo de apoyo por el patriarcado, cuando en realidad ambos pensadores sociales se opusieron a ello con el argumento de que "sería reducir a las mujeres a un pedazo de propiedad comunal y común y representaría más que un pasaje del matrimonio (una forma de propiedad privada exclusiva ) a la prostitución en general a toda la comunidad" (Hayden [ 1979 ] 1984:29 ). Lo que Marx y Engels critican es la transformación de la mujer de ser la propiedad de un hombre a ser la propiedad de todos los hombres y, no que a las mujeres se les de la opción de tener relaciones sexuales con quien les plazca,  los dos alemanes no estaban criticando la capacidad de las mujeres de tener el poder de decisión en los asuntos sexuales, sino la falta de poder  que tendría como parte de algún tipo de un harén futurista. El Manifiesto Comunista también aclara el hecho de que ellos creían que la "comunidad de mujeres", ya existía bajo el capitalismo (Engels y Marx [1888] 2012). Esto deja a la mujer reducida a la propiedad y lleva a los matrimonios monógamos, la desigualdad de derechos entre los cónyuges y al matrimonio como un medio para la concentración del capital  (Luryi 1980).

En segundo lugar, Marx y Engels son criticadas por decir que a causa del capitalismo y la Revolución Industrial, la función doméstica de las mujeres como madres y esposas se vio afectada y erosionada. Engels escribió que la industrialización y el capitalismo estaban desintegrando a la familia, en La situación de la clase obrera en Inglaterra, el escribió lo siguiente:

Cuando las mujeres trabajan en las fábricas, el resultado más importante es la disolución de los lazos familiares. Si una mujer trabaja durante 12 o 13 horas al día y su esposo es empleado ya sea en el mismo establecimiento o en algunos otros trabajos, ¿cuál es el destino de los niños? Ellos carecen de la atención y el control de los padres... esto se puede ver por el aumento en el número de accidentes a los niños pequeños que tienen lugar en el distrito de fábrica (Field 1968:9). [6]

Declaraciones como esta han sido evaluadas idiosincrásicamente para criticar a Engels y Marx. Tales críticas no toman en una cuenta el valor holístico de la obra del dúo. Los dos discutieron que los roles domésticos y generizados  de las mujeres, incluyendo su opresión, fueron el resultado del prototipo de la lucha de clases y uno puede encontrar las referencias constantes a la opresión de las mujeres por el capitalismo en sus obras (Field 1968; Hayden [1979] 1984). El sociólogo de la Universidad de Boston y experto en estudios rusos  de Harvard, Mark Field (1968:8-9) escribe lo siguiente:

Marx y Engels consideraban a la división del trabajo entre hombres y mujeres para la procreación de los hijos como la primera división del trabajo. Engels postulaba que la primera instancia del antagonismo de clases en aparecer en la historia surgió del antagonismo entre el hombre y la mujer en monogamia y que el primer ejemplo de la opresión de clase fue el de la hembra por el macho, y se debió a la existencia de la propiedad privada. Visto a través del prisma de la óptica marxista, la batalla de los sexos era considerado como el prototipo de la lucha de clases –el hombre se apropió y esclavizó a las mujeres como sus medios para la producción de herederos "legítimos" a quienes se les podía transmitir su propiedad privada. De ahí que la institución de la monogamia, las fuertes sanciones contra la mujer adúltera (pero no contra el mujeriego), el doble estándar (a favor sólo de los hombres), la existencia y el fomento de la prostitución y la estigmatización de la madre soltera y su descendencia (el "natural" o hijo ilegítimo).

Por otra parte, el siguiente pasaje debería también reivindicar a los dos alemanes de las acusaciones de que ignoraron a las mujeres en su trabajo teórico:

Las implicaciones, por supuesto, [de las notas de Marx y del texto de Engels sobre la familia] fueron muy claras. Las mujeres no siempre han desempeñado un papel subordinado en la sociedad humana, por lo que no había razón para creer que había algo "natural" a cerca del estatus de inferioridad de las mujeres en la sociedad moderna. Si las mujeres no siempre habían sido oprimidas en el pasado, ellas no tenían por qué  seguir siendo oprimidas indefinidamente en el futuro. Según Engels, “que la mujer fue la esclava del hombre en el comienzo de la sociedad es una de las nociones más absurdas que han llegado a nosotros a partir del período de la Ilustración del siglo XVIII".  Del mismo modo, la idea de que la familia patriarcal individual había existido desde los albores de la historia fue igualmente desacreditada [ por Engels y Marx ] por el descubrimiento de los sistemas de parentesco matrilineal: " ... toda la historia escrita hasta ahora toma como punto de partida la hipótesis absurda, que se convirtió  inviolable en el siglo XVIII, que la familia individual monogámica, una institución apenas mayor que la civilización, es el núcleo en torno al cual la sociedad y el estado se cristalizaron gradualmente"( Hayden [ 1979 ] 1984:33-34 ).

Este pasaje es importante porque no sólo desafía  la noción de Estado patriarcal, sino porque también desafía las opiniones deterministas biológicas que condenaron a la mujer a un estado natural de inferioridad. Tanto Marx como Engels consideraron la emancipación de las mujeres como históricamente inevitable (Buckley 1985). Desde el punto de vista teórico marxista, el patriarcado no se eliminará hasta que exista una sociedad sin clases.

Los marxistas vieron la "cuestión de la mujer" como una parte de los grandes temas de la justicia social y la igualdad (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997; Rosalind1998; Stites 1978). Ellos no consideraron la desigualdad de sexos como fuera de la misma esfera de la explotación, que los trabajadores  enfrentaban. La prostitución de la mujer fue incluso llamada por Marx, inhumana y una particular expresión de la prostitución en general de todos los trabajadores al capitalismo (Hayden [1979] 1984). Finalmente, Marx incluso citó al filósofo francés François Fourier diciendo que la medida de la emancipación de la mujer era la vara natural de medir la emancipación general en una sociedad (Hayden [1979] 1984).

La familia contemporánea era vista como un constructo burgués, bajo el cual el hombre controlaba a la mujer en todos los sentidos y era obligada a depender de él, eso se desvanecería (Engels y Marx [1888] 2012; Campo 1968; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997). Marx declaró:

Por muy terrible y repugnante que parezca la disolución de los viejos vínculos familiares en el marco del sistema capitalista, sin embargo, la industria moderna asignando como lo hace una parte importante en el proceso de producción, fuera de la esfera doméstica, a las mujeres [...] crea una nueva base económica para una forma superior de la familia y de las relaciones entre los sexos (campo 1968:10).

Una familia superior, donde todo fuera hermano y hermana, se formaría de acuerdo a los primeros marxistas. Marx le llamó a esto la "nueva familia" y los bolcheviques la llamaron la "familia-sociedad" (Field 1968; Goldman 1993). Sería este concepto de trascender la vieja familia, y por lo tanto disolver el matrimonio, el que sería central para el proyecto bolchevique para emancipar a las mujeres en la Unión Soviética. Estos puntos de vista teóricos que en parte hicieron unirse al movimiento comunista en sus etapas revolucionarias, son un acto de liberación, tanto personal y sexual para muchas mujeres jóvenes (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997; Stites 1978).

La ideología marxista en la práctica bajo los bolcheviques

Cuando tomaron el poder, un prominente líder bolchevique diría que su revolución sería recordada en la historia humana por involucrar activamente a las mujeres, a diferencia de la Revolución Francesa (Stites 1979:317). Antes de los programas de ingeniería social soviéticos los registros históricos contienen poca evidencia, aparte de los programas de Pedro El Grande llamados de occidentalización/europeización, de intentos directos del gobierno para determinar abiertamente el papel de la mujer en la sociedad rusa / soviética (Bisha y otros, 2002; O'Malley 2007) [7] Los efectos de la toma del poder sobre la mujer se pueden resumir así:

[Fue] la primera vez en la historia moderna que el gobierno de cualquier nación moderna ha anunciado oficialmente su intención de llevar a cabo un programa a gran escala para la emancipación de la mujer. En momentos en que los movimientos de mujeres en Occidente se limitaron principalmente a las demandas de una emancipación política más amplia de las mujeres, el incipiente gobierno soviético concedió a las mujeres la participación política plena y equitativa en todos los niveles de gobierno. Por otra parte , el régimen soviético, además propuso una transformación radical de las condiciones de la vida cotidiana de las mujeres, lo que incluiría el establecimiento de una amplia red de servicios sociales destinados a "socializar" el trabajo del hogar de las mujeres, la liberalización de las leyes del matrimonio y el divorcio, así como la creación de los programas de "acción afirmativa"  con el propósito de atraer a las mujeres al gobierno, las organizaciones políticas , sindicatos , dirección de la fábrica , y las profesiones y oficios especializados . Este fue el programa más radical de igualdad femenina puesto en marcha por gobierno nacional alguno en los tiempos modernos (Hayden [ 1979 ] 1984 : iv ) .

Dedicadas ideólogas comunistas como Inessa Armand y Alexandra/Aleksandra Kollontai, que fue elegida por Lenin para  dirigir el Comisariado de Bienestar Social, establecerían el Zhenotdel para las mujeres (Clemente 1979; Hayden [1979] 1984). Junto con el Komsomol (Rama Juvenil del Partido Comunista) y el Partido Comunista, el Zhenotdel llegaría a formar una de las tres organizaciones más importantes del poder comunista en la sociedad soviética. Vale la pena citar a Clement (1979: ix) sobre la vida de Kollontai, quien fue una notable pensadora revolucionaria soviética:

Ella participó en las campañas para la emancipación de la mujer e hizo una contribución a la literatura sobre la cuestión de la mujer mediante la exploración de la relación entre la sexualidad y la liberación. Sin embargo, Kollontai negó con vehemencia que ella fuera una feminista, en su lugar, se consideraba como una revolucionaria marxista que buscaba la libertad para las mujeres como parte de la liberación de toda la humanidad del control del capitalismo. De esa manera ella se diferenció de otros miembros de su generación que buscaban reformas para las mujeres, convirtiéndose en cambio en una socialista…

Antes de que los bolcheviques llegaran al poder, el maltrato a la mujer estaba oficialmente aprobado por el derecho consuetudinario y la dominación de las mujeres por sus maridos y padres quedó ratificado por el estado imperial (Hayden [1979] 1984; Stites 1978). En palabras de Hayden ([1979] 1984:2), "una esposa se ​​veía obligada a obedecer a su marido como cabeza de la familia, a convivir con él en el amor, el honor y la obediencia ilimitada y proveerle cada satisfacción y  afecto". Las mujeres tampoco podían trabajar enteramente y conseguir un divorcio era casi imposible para una mujer (Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997; Stites 1978). Hasta la toma del poder por los bolcheviques, las mujeres ni siquiera podían ejercer la abogacía aun si tenían grados académicos, salvo en Siberia (Hayden [1979] 1984).

Como una aplicación de la teoría marxista, a partir de 1917 las leyes del matrimonio fueron cambiadas por los bolcheviques con el fin de establecer la igualdad jurídica y social (Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997). En 1918 el Comité Ejecutivo Central de la Unión Soviética (VTsIK) ratificó el código completo sobre el Matrimonio, la Familia y la Tutela que "constituyó nada menos que la legislación sobre la familia más progresista que el mundo había visto jamás" (Goldman 1993:51). Bajo la ley soviética las mujeres y los hombres eran jurídicamente iguales y las parejas podían elegir el apellido de cualquiera de los cónyuges, sólo el matrimonio civil era reconocido, el divorcio se podía obtener por medio de una simple solicitud por cualquiera de las partes, tanto los hombres como las mujeres tenían igual responsabilidad por sus hijos, se requería el apoyo mutuo del uno al otro en los casos en que uno de los conyugues no pudiera trabajar, y ninguno de los dos estaba obligado a desplazarse  por el país con el otro (Buckley 1985; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997; Stites 1978). [8] Ya en 1930, el poder judicial soviético incluso aclaró que la residencia común no era necesaria para una pareja casada (Luryi 1980). Las leyes de propiedad, que favorecía a los hombres fueron abolidas eliminando el concepto de los hijos ilegítimos; todos los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio tenían el mismo estatus y tenían derecho al pleno apoyo de ambos padres (Buckley 1985; Goldman 1993; Pushkareva 1997). Las mujeres también conservaban el control total de sus ingresos y ambos sexos mantenían todos sus bienes propios (Goldman 1993). Estas nuevas leyes probablemente incluso alentaron a que más personas se entremezclaran entre los diferentes grupos étnicos de la Unión Soviética. Con la excepción de la península de Yucatán en México, de 1923 hasta 1926, la URSS fue el único país en el mundo con plena libertad de divorcio (Stites 1978). Por otra parte, cabe señalar que las leyes soviéticas fueron formuladas a través de un consenso interno entre los miembros más radicales y los más conservadores, por lo demás M.A Reisner sugirió que los niños incluso tengan el derecho de manejar la propiedad y N.A. Roslavets de Ucrania objetó firmemente el matrimonio registrado como opuesto a la "libertad socialista" (Goldman, 1993). Las uniones de hecho también recibirían los mismos derechos que los matrimonios registrados en 1925 (Goldman 1993).

Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1917 (Pushkareva 1997). Tenían derecho al empleo y a la educación, el derecho a gobernar y administrar el Estado en igualdad con los hombres, y se les animó a ser ciudadanas activas que se superarían para ayudar a la sociedad y no ser incultas, objetos subordinados a los hombres de su sociedad. Se organizaron tres publicaciones de primer orden  para las mujeres, conjuntamente con las páginas de las mujeres (stranichki) en la mayoría de las publicaciones (Hayden [1979] 1984) [9].

El nuevo Código Soviético de la Tierra adoptado en 1922, abolió toda la propiedad privada, pero permitió a los campesinos mantener comunas agrícolas reformadas que se democratizaron a través de un nuevo sistema de votación que incluyó a mujeres y hombres, independientemente de su edad o estado de derecho, también se les dio derecho a la propiedad dentro de las unidades familiares de la comuna (dvor) que ya no descansaban sobre sus esposos o hijos (Goldman 1993:152-163; Pushkareva 1997). Las mujeres realmente comenzaron a obtener "autoridad indiscutible" en la sociedad rural (Pushkareva 1997).

Se animó a las mujeres a trabajar en fábricas y fuera del hogar y como resultado, el estereotipo del ama de casa no parece ser prevalente en la sociedad soviética (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984). La independencia económica de la mujer era fundamental para garantizar la emancipación de las mujeres soviéticas, las mujeres tenían que ser empleadas y trabajar. Esto no era únicamente una idea comunista. Los movimientos feministas tempranos en la Rusia zarista estuvieron involucrados en obras de caridad, incluso ellas como no comunistas comenzaron a desplazarse hacia ideas vistas como importantes para lograr que las mujeres fueran económicamente independientes (Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997). Uno de estos proyectos fue el de la "Sociedad de Mujeres del Trabajo" de Peter/Petr Lavrov, que iba dirigido a reducir la prostitución, al permitir a las mujeres sostenerse a sí mismas y a sus hijos a través de la apertura de oportunidades de empleo (Hayden [1979] 1984). Estudios sociológicos soviéticos también encontraron una relación entre la prostitución y el desempleo (Goldman 1993:119-120)

Los bolcheviques reconocieron que la mujer aún tenía que hacer un doble turno a través de lo que se llamó una doble carga de trabajo público y privado (Buckley 1985; Campo 1968; Goldman 1993). Su proyecto nacional tenía la intención de transferir el trabajo doméstico de la esfera privada a la esfera pública, trasformando el trabajo doméstico no remunerado en trabajo comunal pagado, como por ejemplo, mediante la creación de comedores comunitarios, guarderías y lavanderías públicas (Buckley 1985; Campo 1968; Goldman 1993; Pushkareva 1997). Esto estaba basado en la ideología marxista. La ideología alemana esbozó el comunalismo doméstico como condición previa para la emancipación de las mujeres (Goldman 1993). La licencia de maternidad se introdujo también para asegurarse de que las mujeres no tuvieran que elegir entre la reproducción biológica y su trabajo fuera de la casa (Goldman 1993; Pushkareva 1997). El historiador Goldman (1993) llama a muchas de estas políticas, el resultado del "comunismo de guerra" debido a su conexión con la producción industrial, que dependía en gran medida de las mujeres soviéticas.

El Código Penal de 1885 del Imperio Ruso designó el aborto como un asesinato y lo prohibió y los bolcheviques originalmente también lo prohibieron, pero todavía era una práctica muy extendida en la sociedad rusa/soviética y el grupo ruso de la Unión Internacional de Criminólogos en la ciudad de San Petersburgo pidió su despenalización en 1914, al mismo tiempo que el Tribunal Supremo soviético incluso reconocía la omnipresencia de aborto para exonerar a una madre declarada culpable de asesinato por un tribunal de primera instancia a comienzos de 1920; el aborto sería legalizado en noviembre de 1920 tanto por los Ministerios de Salud y de Justicia soviéticos, como medio de protección de las mujeres evitando que se inflijan daño al tratar de llevar a cabo sus propios abortos o ser explotadas por abortistas especuladores (Buckley 1985; Engelstein 1991; Goldman 1991, 1993; Stites 1978). [10] La fertilidad fue importante para los funcionarios soviéticos, el tema del aborto siempre creó tensiones entre aquellos que lo vieron como un asunto público de población y las mujeres que no querían tener hijos adicionales.

Estadística social y dinámica social: tradición versus la mujer proletaria

En la sociedad rusa/soviética se dio una ruptura con la tradición, que comenzó debido al capitalismo y la industrialización. Cuando los bolcheviques tomaron el poder en la sociedad rusa/soviética, la industrialización del país se amplió hasta que alcanzó un ritmo rápido de crecimiento durante la era estalinista. Ellos implementaron primero sus programas industriales a través de un proceso llamado "militarización del trabajo" durante la lucha interna. El final de la guerra civil rusa, sin embargo, puso fin a un período de lucha prolongada que comenzó con la Primera Guerra Mundial y se les permitió a muchos hombres volver a la fuerza de trabajo soviético, a expensas de las mujeres que trabajan (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984). En 1921, en el marco del Nuevo Plan Económico una gran parte de la fuerza laboral femenina se convertiría en desempleada, pero el número de mujeres se elevaría gradualmente a lo largo de la década de 1920 (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984). En 1924 alrededor del 27% de la fuerza industrial soviética estaría compuesta por mujeres (Hayden [1979] 1984:248). Antes de la industrialización soviética, las mujeres habían estado acudiendo en pequeños números a las fábricas industriales rusas de modo que en 1895 componían el 25% de la mano de obra industrial y el 40% de los empleados en los sectores textiles en el interior del Imperio Ruso (Hayden [1979] 1984:44). Esta tendencia fue el resultado de los salarios más bajos pagados a las mujeres y porque eran menos propensas a ir la huelga. Conforme el país se industrializaba, el largo período de conflictos aumentaría la necesidad de la mujer trabajadora. Por ejemplo, en el año 1917, como resultado de la Primera Guerra Mundial las mujeres rusas/soviéticas componían el 43.2% de la fuerza laboral en la industria (Meyer 1991:214). La escasez de hombres también llevó a la feminización pronunciada del sector agrícola y al avance de las mujeres en puestos de trabajo tradicionalmente masculinos tales como mensajeros, porteadores, carteros, conductores de tranvía, camioneros, ferroviarios y orfebrería; sólo en Moscú había 115,000 mujeres que trabajaban en empleos industriales, con 20,000 trabajando en las fábricas de metales (Meyer 1991:213).

La emancipación de las mujeres, sin embargo, requería más que la industrialización: "Los bolcheviques reconocían que la opresión de la mujer estaba profundamente arraigada en el modo de vida tradicional de los pueblos de Rusia y que sería necesario introducir cambios fundamentales en las relaciones sociales básicas, como el matrimonio y la familia "(Hayden [1979] 1984: iii-iv). Irónicamente, y tal vez en términos misóginos, el espacio privado -que era asociado con las mujeres y la familia- causaba disgusto e incluso era detestado en el sistema normativo socialista/comunista, al contrario de las sociedades capitalistas. Este punto de vista fue la consecuencia del énfasis soviético sobre la "familia cívica" del Estado y la lealtad al país y al público versus el individualismo, el sector privado, y la familia. El modelo soviético en realidad menospreciaba mucho de lo que tradicionalmente era considerado femenino:

Sin embargo, mientras que la cultura soviética dio protagonismo a las mujeres trabajadoras y activistas políticas, también proyectaba otra imagen de las mujeres como poco ilustradas [bajo guiones de género femeninos], atrapadas en los asuntos privados y domésticos, y por lo tanto incapaces de jugar un papel activo en la sociedad. La vida privada, y, por implicación, las preocupaciones tradicionales de la mujer, fueron desestimados por ser de poca relevancia a menos que pudieran integrarse en la nueva estructura [socialista /comunista] social, y aun así [como ciudadanos del Estado] se esperaba que las responsabilidades sociales de las mujeres tuvieran prioridad sobre su familia (Hodgson 1998:136).

La moral marxista ahora se enfocaba en "la destrucción de las regulaciones del matrimonio, que crea la ilusión de que el colectivo comunista de los obreros puede considerar los intereses de dos miembros casados ​​de forma separada y aislada de él" (Hayden [1979] 1984:171). La identificación de ambos, el matrimonio y la familia, como causas fundamentales de la opresión de las mujeres también se reflejaba en el trasfondo biográfico de muchas mujeres activistas radicales pre-comunistas, como mujeres de clase media y alta, que tenían que luchar y resistir a la autoridad de sus padres y esposos sancionada por el Estado en la Rusia zarista (Hayden [1979] 1984). Por otra parte, bajo la ideología bolchevique, el concepto de hijo ilegítimo era arcaico (Goldman 1993). Aunque Lenin y ciertos líderes soviéticos tenían opiniones divergentes, una ontología comunista de la sexualidad fue difundida -por lo menos con algún éxito- entre la sociedad soviética que aspiraba a tener sexo reconocido como un acto natural y legítimo que no fuera ni vergüenza, ni pecado, ni atado a la moral (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Stites 1978). Además, debido a toda la lucha en este período y a la escasez de hombres, las madres solteras tampoco eran infrecuentes. Debido a que el gobierno soviético quería elevar las tasas de natalidad, no permitía la demonización de la mujer con hijos bastardos; estructuralmente alentó el adulterio y ayudó a normalizar la maternidad soltera (Goldman 1993).

Irónicamente, muchas de las leyes soviéticas más progresistas, sobre las condiciones de trabajo de las mujeres, fueron opuestas por las mujeres o hicieron que gerentes temieran contratarlas (Goldman 1993; Hayden [1979] 1984). Como ejemplos, las leyes que prohibían que las mujeres embarazadas trabajaran por  la noche fueron protestadas por las mujeres embarazadas que dijeron estaban siendo segregadas (Hayden [1979] 1984). Los programas de guarderías soviéticos fueron en realidad recibidos con alarma y con implacable resistencia por muchas mujeres y hombres (Hayden, 1979). Cuando los esposos comenzaron a golpear a sus mujeres sobre ese tema, la rama femenina del Partido Comunista organizó "tribunales sociales" muy eficaces para detener la violencia que fueron realizados en público para ridiculizar a los hombres violentos (Hayden [1979] 1984). La licencia de maternidad también hizo que muchos gerentes de las fábricas soviéticas reconsideraran la contratación de mujeres (Goldman, 1993). Funcionarios soviéticos contrarrestaron esto, decretando que las mujeres y los hombres que poseían las mismas habilidades tenían que ser terminados en proporciones iguales, las mujeres embarazadas o con bebés con licencia de maternidad ya no podían ser despedidas, las mujeres con niños menores de un año de edad tenían que tener prioridad en el empleo, las mujeres solteras no podían ser expulsadas ​​de sus alojamientos, y las mujeres que habían perdido sus puestos de trabajo aún tenían derecho a mantener a sus hijos en las guarderías de las fábricas (Goldman 1993).

La resistencia masculina a la emancipación comunista de la mujer también persistió por toda la URSS, sobre todo en el Cáucaso, Volga, y Asia Central (Hayden [1979] 1984). Se dieron enfrentamientos entre las formas de vida tradicionales y la ingeniería social soviética. Sin embargo, se hicieron avances.

Un aspecto importante de la resistencia y el resentimiento contra la política soviética involucraba los códigos de vestimenta tradicional en la sociedad rusa/soviética, sobre todo en las regiones periféricas. Los velos tradicionales usados entre lo que se daba por llamar “las mujeres del Oriente” de la religión cristiana, judía, budista, musulmana fueron el blanco de la política soviética y hay casos, como por ejemplo, en el Cáucaso, donde grupos de mujeres se reunían y se deshacían de sus velos en público, en un encuentro digno de mención en Moscú una delegación de setenta y cuatro mujeres soviéticas que pertenecían a los llamadas "nacionalidades orientales" aparecieron todas cubiertas con sus vestidos tradicionales, de la cabeza a los pies, y luego repentinamente se quitaron sus vestimentas tradicionales (Hayden [1979] 1984; Stites 1978). La vestimenta tradicional y velos religiosos fueron vistos por los líderes del Zhenotdel y del Partido Comunista como símbolos del "aislamiento y la intocabilidad" de las mujeres (1978:333) Stites.

Guerra total y las amazonas soviéticas

La guerra total ha tenido siempre una interacción interesante con los guiones de género. Hodgson (1998:135) escribe que "la guerra, se puede argumentar, pone a los hombres y mujeres de vuelta en sus lugares apropiados [definido por guiones de género]". Inversamente, Meyer (1991:208-209) en su trabajo sobre las mujeres rusas en la Primera Guerra Mundial  señala que los estereotipos de género se pueden invertir pues muchos hombres han demostrado ser "sensibles, opuestos a la violencia, la brutalidad y el asesinato", mientras que  muchas mujeres son provistas de la oportunidad "de demostrar su valía como combatientes". Paradójicamente, mientras que los hombres sintieron "una falta inusual de poder y libertad de movimiento ", para las mujeres la primera Guerra Mundial, según lo describió Sandra Gilbert, fue una experiencia liberadora  que sustituyó a sentimientos de impotencia en el mundo (Hodgson 1998:135).

La movilización de las mujeres soviéticas contra la fuerza invasora del Wehrmacht alemán puede ser explicada como una sinergia de identidad, conceptos metafísicos de la feminidad basada tanto en una mezcla de la tradición y la ideología revolucionaria del Estado, y, finalmente, la supervivencia. La erudita Hodgson (1998) cree que fue el punto de vista tradicional de la mujer y la feminidad como "seres morales" y la movilización soviética de las mujeres como "seres cívicos" lo que impulsó a las mujeres soviéticas para unirse con sus homólogos masculinos en el ejército soviético e impulsaron a muchas de las mismas mujeres soviéticas a exigir puestos de combate. Ella sostiene que una figura como Olga Berggolts (Bergholz) se convirtió en la poeta laureada de guerra de Leningrado, porque ella era una mujer, la visión tradicional de la mujer como voces morales en las sociedades rusas y soviéticas, y el pragmático llamamiento generalizado para tomar las armas utilizado para movilizar a los hombres soviéticos para proteger a las mujeres de su país y en última instancia, a la "Madre Patria" (Hodgson: 1998) [11] Ella también reconoce que las responsabilidades cívicas de las mujeres en la sociedad soviética que trajo aparejados el socialismo soviético eran parte integral de este:

Según Elshtain, las mujeres en tiempos de guerra son retratadas como "seres cívicos que no responden sólo a las demandas de la familia, sino también a las demandas sociales. Sin embargo, se esperaba que las mujeres soviéticas cumplieran con estas estas demandas duales en tiempos de paz. Tal vez esto podría sugerir que la sociedad soviética si bien no estaba realmente en guerra, se percibía a sí misma como una sociedad que constantemente estaba preparándose para la guerra. Por otra parte, se había estado esperando que las mujeres después de la guerra de 1914-1918 y de su breve intervalo como “ciudadanas temporales" retornaran al [genero] ámbito doméstico (Hodgson 1998:136).

En su trabajo, Hodgson (1998:135), una experta de la lengua rusa y sobre mujeres escritoras rusas durante la Segunda Guerra Mundial, escribe acerca de la existencia de "la poesía en tiempos de guerra de algunas mujeres que sirvieron en el frente" y su reflexión de los efectos de la guerra sobre las mujeres soviéticas, como liberador, así como traumático, al tener que asumir los "roles masculinos tradicionales".

Las mujeres rusas/soviéticas que fueron a luchar en el frente oriental tampoco lo hicieron obligadas por Joseph Stalin y las autoridades soviéticas. Como actores sociales, tenían los medios y estaban reaccionando en función de los ajustes normativos del paisaje social de la Unión Soviética/Rusia. En el contexto de su entorno social, de su sistema normativo socialista/comunista, y de las identidades de la condición de mujer soviética, retóricamente se puede preguntar si incluso es correcto decir que fue necesario que las mujeres soviéticas tuvieran que ser movilizadas para combatir en el Frente Oriental en 1941. Para cuando los bolcheviques ganaron la Guerra Civil Rusa, las mujeres ya habían jugado un papel activo en todos los lados del conflicto interno (Bisha y otros, 2002; Hayden [1979] 1984). Incluso se puede postular que las mujeres soviéticas que lucharon para proteger a su país es un reflejo de la "conciencia colectiva", lo que en términos de Durkheim se dice que es reflejado por los individuos que conforman la población de una sociedad -en este caso una "conciencia colectiva" socialista / comunista. El sistema normativo socialista/comunista y los cambios estructurales en la sociedad rusa/soviética habían creado una generación de modernos "decembristas", como los soviéticos solían llamar a estos militantes revolucionarios, que estaban dispuestos a luchar por una revolución mundial en el momento que les sea indicado. [12] En todo aquellos lugares en que un movimiento comunista/socialista o un movimiento revolucionario de tendencia socialista ha ganado popularidad, las mujeres se han integrado en las fuerzas armadas, empezando por Cuba donde Fidel Castro tenía una brigada de mujeres soldados rebeldes que combatían contra el régimen de Batista apoyado por Estados Unidos y continuando con el Frente Farabundo Martí y las Fuerzas Populares de Liberación  (FPL) en el Salvador, hasta llegar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) -que se creen tienen entre un tercio y una quinta parte de sus fuerzas integradas por mujeres combatientes. Los aspectos combativos de las ideologías socialistas/comunistas ligadas a la revolución aplican por igual a la militarización de los hombres y las mujeres como revolucionarios listos para luchar contra el capitalismo, la contra-revolución, el fascismo y el colonialismo. Son estas circunstancias las que originan la identidad de la "Mujer del Fusil Rojo", que incluye a figuras como la intelectual marxista y activista contra la guerra, Rosa Luxemburgo.

En lo fundamental, las mujeres combatientes soviéticas refutan cualquier noción de determinismo biológico de que las mujeres son incapaces de combatir o hacer la guerra. Las mujeres resistirán y lucharán al igual que los hombres en defensa de sus comunidades o sociedades:

Lo que es indiscutible es que las mujeres han estado en condiciones de participar en situaciones específicas de combate. Como un ejemplo, la desesperada, aunque en última instancia inútil participación de las  mujeres nativas estadounidenses  en la defensa de sus pueblos, es mencionada en los diarios de los soldados de caballería de EE.UU. George Armstrong Custer atestigua: "Antes de entrar en combate se dieron órdenes para prevenir la muerte de cualquiera que no fuera parte de la fuerza de combate de la aldea, pero en una lucha de esta naturaleza resulta del todo imposible discriminar, sobre todo cuando (...) las squaws [un término despectivo aplicado a las mujeres nativas/indígenas americanas] son adversarios tan peligrosos como los guerreros [varones] "(2008:16-17) Maninger.

Este ejemplo de las mujeres aborígenes combatiendo para defender sus comunidades puede ser pensado en términos universales y fácilmente aplicado a las mujeres soviéticas. El recuento de Krylova(2010)  de las experiencias de las mujeres combatientes soviéticas no deja ninguna duda acerca del poder de las mujeres, que ella retrata en la toma de sus decisiones para luchar como personal de combate en la Segunda Guerra Mundial.

El retiro de las amazonas: Retorno de la tradición o ¿la maldición del cuerpo materno?

Hacia la década de 1980, las mujeres constituían más del 50% del Komsomol, incluyendo poco más del 57% de sus comités de nivel inferior, y el 25% de los miembros del Partido Comunista –en la década de 1960 era del 20%- con los números incrementándose, lo cual sustanció las afirmaciones soviéticas del aumento de la participación femenina en la URSS (Browning 1985; campo 1968). La esposa de Lenin, Krupskaya, era en realidad el más cercano contendiente político que tenía  Stalin antes de 1925 (Stites 1979). De 1924 a 1939 hubo tres mujeres que se desempeñaban como líderes prominentes dentro del Comité Central del Partido Comunista, el máximo órgano político de la Unión Soviética, cuando en otras sociedades del mundo las mujeres eran prácticamente invisibles (Stites 1979). No había duda de que la sociedad soviética fue la más progresista del mundo cuando se trataba de la igualdad de los sexos. Sin embargo, había muchas deficiencias en el proyecto soviético que impedía a la URSS alcanzar su meta de emancipar a las mujeres. Las paradojas aquí fueron que muchos de los elementos que ayudaron a terminar con los roles de género tradicionales de las mujeres, podrían también tener el efecto contrario en la sociedad soviética. El concepto soviético de la ciudadanía versus la perceptible identidad de las mujeres, las políticas poblacionales, y la centralización de la Unión Soviética contribuyeron a debilitar el proyecto. Los enfoques en la familia en lugar del énfasis sobre otras cuestiones de género, y el fracaso soviético para desarrollar las estructuras necesarias para transformar completamente el trabajo doméstico dentro del ámbito público también se agrega a esto, por no hablar de que la familia era vista como la unidad básica para la repoblación de la Unión Soviética -un estado emergiendo de décadas de conflicto (s) a gran escala. Los puntos de vista tradicionales también comenzaron a reaparecer en el período estalinista. La burocratización del Estado soviético y el faccionalismo del Partido Comunista también debilitaron al Zhenotdel.

Sin duda, la ideología marxista a través del socialismo de Estado ha sido pionera en el trabajo para igualar a las mujeres con los hombres. La ideología del Estado afirmaba que las mujeres y los hombres soviéticos no eran diferentes y se esperaba que ambos fueran ciudadanos contribuyentes. En la URSS la igualdad significaba  iguales obligaciones, lo que también explica la disposición de las mujeres soviéticas para luchar en el Frente del Oriental en 1941. En este sentido, sin embargo, el Estado soviético, además asumió prioridad sobre las mujeres.

La ciudadanía, como una identidad y guion social, vino antes que todo lo demás en la sociedad soviética -incluyendo los roles de género o cualquier otro estatus social- y la llamada "cuestión de la mujer" fue supuestamente solucionada después de 1917 (Bisha y otros, 2002; Buckley 1985; Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998; Goldman 1993; Hayden [1979] 1984; Hodgson 1998; Marsh 1998; Pushkareva 1997). Sin embargo, pareció que con el declive demográfico y la rápida industrialización de la URSS, para las mujeres, en la época stalinista, ser un buen ciudadano estaba ligado a ser madre. Tampoco hay evidencia alguna de que el Estado socialista haya implementado programas para resocializar directamente a los hombres soviéticos.

La necesidad del Estado para repoblarse, ligada a este punto de vista de la ciudadanía demostró socavar a las mujeres. En 1946, las mujeres superaban a los hombres soviéticos en unos 26 millones (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998). Esto ayudó inicialmente a las mujeres durante las décadas de lucha, porque abrió las puertas a los roles económicos para las mujeres soviéticas (Field 1968). Sin embargo, la disminución de la población era un arma de doble filo. Mientras que la población disminuyó, en términos de escasez de trabajadores, y la necesidad que existía de dotar de personal a las fábricas que enfrentaban una  creciente demanda de mano de obra, permitió que las mujeres se volvieran activas y se ocuparan en empleos tradicionalmente ocupados por hombres en el largo plazo. Cuando arribó la paz, la disminución de la población de hecho limitó el papel de la mujer al de madres y esposas y fueron empujadas a tener hijos para repoblar a la URSS. Esto conduce de nuevo al asunto del cuerpo materno. La capacidad reproductiva de la mujer impidió a la sociedad soviética romper su base patriarcal. Aquí es donde aparece la base de las contradicciones de la sociedad soviética y la ideología; la reproducción era central en una sociedad que creía en la planificación estatal bajo el socialismo científico. En otras palabras, la planificación de la población y la política demográfica -una manifestación del cuerpo materno- constituían la mayor antítesis de las políticas soviéticas progresistas por la igualdad de los sexos.

Otra gran deficiencia de la política soviética era que, “la abolición de la familia, en vez del conflicto de genero dentro de ella,  tenía la clave para la emancipación de la mujer” (Goldman 1993:6). También se ha argumentado convincentemente que debido a que la Unión Soviética tenía un sector de ventas al por menor y de consumo menos desarrollado, la familia tuvo que permanecer intacta y las mujeres todavía atadas a trabajos de cuello rosa. Como dijo un observador durante la última parte de la Guerra Fría:

Las mujeres soviéticas disfrutan de muchas ventajas, las cuales las mujeres de occidente aún no han podido obtener, como una amplia red de instituciones de cuidado de niños apoyadas por el Estado, el libre acceso a una amplia gama de oficios y profesiones, y un gran grado de igualdad económica con sus compañeros de trabajo. Sin embargo, más de sesenta años después de la Revolución Bolchevique, las mujeres soviéticas siguen soportando la mayor carga de trabajo en el hogar, y son ellas quienes más han sufrido de la decisión a largo plazo del gobierno de dar una prioridad baja a los bienes de consumo y la producción. La falta de aparatos modernos para el hogar, la mala calidad de las comidas en los comedores públicos, y la escasez, el alto costo y baja calidad de los artículos de primera necesidad obliga a las mujeres a trabajar todas las horas adicionales posibles fuera de sus puestos de trabajo para mantener sus hogares (Hayden [1979] 1984: V-VI).

Esto fue parte del fracaso para resolver la doble carga que las exigencias de la producción y reproducción en una sociedad moderna  imponen a las mujeres que en un número cada vez mayor se vieron obligadas a trabajar por salarios (Buckley 1985; Goldman 1993).

El pragmatismo resultó convirtiéndose en una dilución de la ideología y del compromiso. El pragmatismo del Kremlin terminó perjudicando a las mujeres soviéticas, la visión soviética original, y la democratización de la fábrica. Algunos culpan de esto a los efectos de la guerra total que la URSS enfrentó desde las llanuras de Ucrania soviética hasta las puertas de Stalingrado. De la misma manera que la líder bolchevique Kollontai, como marxista se opuso al feminismo, ella también se opuso a la divergencia del Partido Comunista del sistema soviético original de control democrático-obrero de la fábrica, lo que trajo como consecuencia el ser en esencia exiliada de la Unión Soviética a través de asignaciones diplomáticas en los países escandinavos (Clemente 1979; Hayden [1979] 1984). Lo que sucedió fue que las políticas y las leyes soviéticas que fueron diseñadas para "desaparecer" el Estado -que algunos  refieren como las ideas del comunismo anárquico y comunismo libertario- fueron en su lugar revertidas a favor del fortalecimiento de la URSS estalinista. Esto probablemente pudo haber estado vinculado a los preparativos para un enfrentamiento con Alemania y otras fuerzas externas. Este cambio en la URSS condujo a una feminista británica, después analizar retrospectivamente las políticas soviéticas sobre las mujeres a explicar que parecía que el marxismo no resultó más que ser una mera justificación de las políticas soviéticas y no su origen (Buckley 1985).

La sociedad soviética existía en una paradoja, debido a la cohabitación o modus vivendi de las tradiciones patriarcales con la ideología comunista soviética. Hodgson afirma que la resurrección de los valores culturales tradicionales pre-bolcheviques en la década de 1930 -que también revivieron los sentimientos patrióticos de la época zarista que resucitó símbolos de género de héroes masculinos como Iván el Terrible o Pedro el Grande y el concepto femenino de la "Madre Rusia" -revocaron la legislación sobre el aborto y el divorcio (Hodgson 1998). Las discusiones sobre el amor libre y la sexualidad también desaparecieron de la prensa soviética (Pushkareva 1997). En un contexto político el retorno a la tradición también puede ser descrito de este modo: "La asociación entre la mujeres y la honestidad se basó en cierta medida en la identificación de las mujeres con la esfera privada, que ofrecía alguna protección contra la intromisión del estado, un espacio libre de consignas políticas donde podrían encontrarse verdades más fiables" (Hodgson 1998:140).

La discusión sobre la tradición conduce a argumentaciones sobre la figura de José Stalin. Stalin ha sido criticado como un tradicionalista y por poner freno a los derechos de las mujeres. Bajo su mandato el Zhenotdel fue erosionado y luego disuelto en 1930. Una mirada al registro de Stalin, sin embargo, abre el espacio para el debate. En junio de 1936 se aprobaron nuevas leyes soviéticas que establecieron sanciones legales sobre cualquier hombre que no pagara la pensión alimenticia a las mujeres, pero las leyes también hicieron el divorcio más difícil, y el aborto una medida de última opción que sólo podría llevarse a cabo si la salud de la mujer estaba en peligro (Goldman 1991, 1993; Pushkareva 1997). El aborto no se legalizó de nuevo en la URSS hasta 1955 (Pushkareva 1997). Las nuevas leyes trataron de no apuntar hacia las mujeres y parecían estar basadas en la planificación de la población a través del fortalecimiento de la unidad familiar para apoyar el programa de industrialización de Stalin; estas leyes estalinistas ampliaron el número de guarderías en la URSS, se penalizaba con la muerte o dos años en la cárcel únicamente a personas que realizaban y presionaban (presumiblemente en su mayoría hombres) a las mujeres embarazadas a tener  abortos, se incrementaron los salarios y beneficios para las mujeres embarazadas o con hijos pequeños, y se aplicaban sanciones penales a cualquier empresario que se negara a contratar a mujeres embarazadas o las discriminara (Goldman 1991, 1993 ; Pushkareva 1997). [13] También se impuso un impuesto sobre "la falta de hijos" (Pushkareva 1997). A las mujeres también se les ofreció mejores incentivos económicos y de vivienda para que tuvieran más hijos (Goldman 1993; Pushkareva 1997) Golman escribe (1993:332): "A todas las madres con siete hijos o más se les concedió 2,000 rublos por cinco años por cada hijo nacido a partir de entonces. Las madres con once niños iban a recibir 5,000 rublos por niño adicional por un año y 3,000 rublos por los próximos cuatro años". Durante la era estalinista las últimas actividades del Zhenotdel en efecto se intensificaron y aumentaron con las llamadas "mujeres de Oriente", específicamente en Asia Central Soviética (Hayden, 1979). En la década de 1930 también hubo campañas para lograr que las mujeres se convirtieran en conductores de automóviles, pilotos, y para llevarlas a puestos de responsabilidad y a posiciones anteriormente monopolizadas por los hombres (Engel y Posadskaya-Vanderbeck 1998). El artículo 122 de la Constitución soviética de 1936 deja en claro el compromiso hacia las mujeres de la Unión Soviética bajo Stalin:

A las mujeres en la URSS les fueron concedidos  igualdad de derechos con relación a los hombres en todas las esferas de la vida económica, del estado, cultural, social y política. Se les garantizó la posibilidad de ejercer estos derechos  mediante la concesión del derecho a trabajar al igual que  los hombres, el pago por el trabajo, el descanso y el ocio, la seguridad social y educación, y la protección por parte del Estado de los intereses de la madre y el niño, licencia de prematernidad y de maternidad con sueldo completo, y la provisión de una amplia red de centros de maternidad, guarderías y jardines de infancia (Beard 1996).

En definitiva Stalin estaba comprometido con el orden y el establecimiento de un marco estructural para incrementar la población, que se materializo a expensas de los antiguos programas comunistas dirigidos a la realización de la emancipación de las mujeres en la sociedad soviética. [14]

Los mitos/cadenas de los militares tradicionalistas y el patriarcado

Lo que impide cualquier reconocimiento consciente o aceptación por parte de los militares tradicionalistas y de las fuerzas militares sobre la capacidad de las mujeres para luchar en funciones de combate son los mitos perpetuados, como las armas discursivas (1) del culto al cuerpo, que cree que la mayoría de las mujeres no pueden luchar debido a sus características psicológicas y fisiológicas, (2) el culto de la homogeneidad, que se basa en la presunción de que la presencia de mujeres entre los militares interrumpirá la cohesión del grupo, y la unión y el desempeño del grupo será inferior, y (3) el concepto del cuerpo maternal, que para los hombres reduce a las mujeres a su fertilidad como vasos reproductivos de la procreación destinadas a ser madres vis-à-vis sus cuerpos femeninos (Carreiras y Kümmel 2008). Estos puntos de vista representan un dualismo metafísico que  denotan al hombre en virtud de la razón, objetividad, disciplina, civilización, fortaleza, lógica y ciencia, mientras que las mujeres son representadas en virtud de su cuerpo, la subjetividad, lo salvaje, la naturaleza, la debilidad, el deseo, lujuria y las emociones. Estas nociones reducen a las mujeres a simples cuerpos impidiéndoles tener siquiera la posibilidad de trascender. En última instancia convierten a las mujeres en propiedad.

Los dos volúmenes de Klaus Theweleit ([1977] 1987, [1978] 1989) sobre las Fantasías Masculinas es un trabajo que incorpora las opiniones esencialistas que encarcelan a las mujeres dentro de los confines del cuerpo materno. El cuerpo maternal ha sido una cruz para las mujeres, porque ellas no pueden objetar a sus propios cuerpos. Theweleit no reconoce verdades históricas y su metodología exige que la mujeres sean esencialmente construidas como criaturas buenas que son por naturaleza ajenas a los conflictos. Su obra se niega a reconocer incluso la sexualidad de los mismos hombres en los Freikorps alemanes que él estudia, presentándolos como mentes masculinas que se protegen de las debilidades del cuerpo representado por las mujeres; ni una sola vez menciona que estos hombres lucharon en todas las brutales campañas en las colonias africanas de Alemania y que el uso de la violación fue predominante como una herramienta disciplinaria en el ejército alemán, sobre todo en África (Amidon y Krier 2009).

El culto de la homogeneidad -que se puede argumentar es similar a una versión sexista de apartheid racista- es fácilmente desarmado. Si no un mito, la homogeneidad social puede ser fácilmente debatida sobre la base de que los roles de género se construyen socialmente y por lo tanto sujetos a cambios. Esto significa claramente que no existe un impulso natural por parte de los hombres para estar en un ambiente exclusivamente masculino en el ejército, a no ser que hayan sido socialmente condicionados de esta manera. Por lo tanto, si son socializados y acondicionados de manera diferente, sus conceptos de homogeneidad social serían diferentes.

El registro histórico de la Unión Soviética desafía todos estos puntos de vista. Por otra parte, estos puntos de vista, que están profundamente consagrados en Occidente, ni siquiera pueden avenirse con el éxito de la movilización en masa de mujeres combatientes en primera línea en la URSS, y en su lugar  hace caso omiso de lo que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco pueden estas perspectivas y creencias sociológicamente explicar por qué muchas mujeres soldados en la URSS no veían una contradicción en sus roles de mujeres y combatientes (Krylova 2010).

La movilización militar de las mujeres soviéticas jugó un papel importante en la derrota del Tercer Reich de Alemania en Europa. Las mujeres soviéticas combatientes no tuvieron que elegir entre ser mujeres y soldados. Ellas fueron ambas cosas, mujeres y soldados, o mujeres soldados, como resultado de la serie de eventos y del sistema normativo socialista/comunista de la sociedad soviética.

A diferencia de la Unión Soviética, las mujeres en Occidente no fueron vistas como auténticas soldados. Cuando combatían como tanquistas, francotiradores, y pilotos para defender Bielorrusia, Rusia, Ucrania, y toda la Unión Soviética, desde Sevastopol a Stalingrado, ellas en lo esencial no tenían contrapartes occidentales. La visita a los Estados Unidos de una famosa francotiradora soviética, Lyudmila Pavlichenko, es muy reveladora acerca de la brecha. Después de luchar para defender a Crimea de los alemanes, Pavlichenko se sorprendió por las percepciones occidentales acerca de cómo las mujeres soldados en el frente deberían actuar. Durante su visita a los EE.UU para presionar por la apertura de un frente occidental en Europa para aliviar a los soviéticos de tener que lidiar con la mayor parte de los combates contra Alemania, Pavlichenko se sorprendió al ver que la sociedad EE.UU estaba más interesada en saber si las mujeres soldados soviéticas llevaban maquillaje, en lugar de estar interesados en el papel que jugaban las mujeres soviéticas en la resistencia a los nazis. A pesar de los antecedentes históricos, Occidente sigue creyendo que es el pionero en la senda de las mujeres y de la igualdad de género a nivel mundial, razón por la que los medios de comunicación occidentales elogian el papel de sus mujeres como pilotos, sin ningún conocimiento de que sociedades vistas como otredades, en lugares como Rusia han estado muy por delante de ellos.


Traducido del inglés por Marvin Najarro


Notas

[1] Las escritoras rusas también fueron capaces de asumir un papel importante durante la Gran Guerra Patriótica también (Marsh 1998; Hodgson 1998).

[2] Mikhailov argumentó que la educación de la mujer no sólo debe limitarse a la socialización de género y de los roles de esposas y madres. Estaba en contra del concepto del "amor libre", pero creía que una pareja con buena educación  tendría una unión más feliz y por lo tanto mejoraría la sociedad y  procrearía mejores familias (Hayden [1979] 1984).

[3] A diferencia de la mayoría de los hombres, el gobierno financiaría la educación de las mujeres, excepto en los cursos de medicina para convertirse en enfermeras, y gastó únicamente el 3% de su presupuesto de educación en las mujeres de 1911 a 1912. A las mujeres tampoco se les permitía enseñar en los niveles superiores y a las graduadas no se les daba puestos de trabajo en la administración pública (Hayden [1979] 1984).

[4] La estricta oposición de Rosa Luxemburgo al nacionalismo (y el proyecto nacionalista de dividir la Polonia rusa de Rusia) también es paralelo a este punto de vista de la ortodoxia marxista en ese momento que se oponía a que las mujeres y los hombres estuvieran divididos en sus luchas o que las mujeres trabajadoras se unieran con las mujeres de la burguesía en lugar del resto del proletariado. Así como la ortodoxia marxista se oponía a la división de los grupos étnicos en sus luchas políticas o cognitivamente diversificados uniéndose no-socialistas/comunistas y a la burguesía, también se oponía a la división entre hombres y mujeres. Fue el capitalismo el que se benefició en razón de sexo y las divisiones étnicas. Esta es la razón por la que el último grupo de mujeres rusas / soviética, que incluía a Alexandra / Aleksandra Kollontai, no se afilió o formó organizaciones feministas.

[5] Engels utilizó notas hechas por Marx, que había muerto en 1883, sobre el estudio del antropólogo Lewis Morgan de la familia Iroquois (basado en el parentesco matrilineal y matriarcado) para preparar su texto en 1884 (Hayden [1979] 1984:32-34).

[6] Véase La situación de la clase obrera (1845) por Engels para más información sobre los efectos de las fábricas industriales en la mujer y los hijos.

[7] Cabe señalar que las opiniones de Pedro el Grande (r. 1682-1725), que construyó San Petersburgo (que pasó a llamarse Leningrado en 1924 después de la muerte de V.I Lenin), y las autoridades soviéticas tenían una similitud. El Zar Pedro I vio a hombres y mujeres por igual, como herramientas para ser utilizadas por el zarismo en el arte de gobernar, al igual que los funcionarios soviéticos y los planificadores. Los programas de Pedro iban destinados a hacer del imperio ruso una gran potencia europea a través de la re-socialización de los hombres y las mujeres de la nobleza y la occidentalización de la alta cultura (O'Malley 2007). En tiempos de Pedro los campesinos eran más o menos considerados fuera del ámbito de la cultura, como alienígenas sociales, y todo lo que implicaba la cultura. De ninguna manera los cambios aplicados por Pedro el Grande estuvieron encaminados a corregir cualquier "desigualdad percibida en la condición de la mujer dentro de la sociedad rusa [imperial]" (Bisha y otros,  2002:2-3).

[8] Durante un tiempo a las parejas incluso se les permitió utilizar un doble nombre formado por los apellidos de ambos, pero la ley fue cambiada en la República Federativa Soviética de Rusia Socialista porque apellidos con guiones estaban causando problemas (Luryi 1980).

[9] Kommunistka, mujer campesina (Krestinka), y mujer trabajadora (Rabotnista) fueron los nombres de este triunvirato de importantes publicaciones de las mujeres (Hayden [1979] 1984; Pushkareva 1997).

[10] Las autoridades religiosas de los cristianos, musulmanes y de las comunidades judías en el Imperio ruso/URSS también se opusieron y lo prohibieron.

[11] Olga Berggolts (Bergholz), la poeta del asedio de los novecientos días de Leningrado, pasó la mayor parte de su tiempo haciendo programas de radio que la transformó de una poeta relativamente desconocida al símbolo popular de la resistencia de Leningrado, como la "Voz de Leningrado "y la" Musa del Bloqueo"(Hodgson, 1998: 134).

[12] Este término viene del final de la era napoleónica. Muchos rusos nobles y los oficiales que lucharon contra el Imperio Francés terminaron ocupando Francia. A su regreso al imperio ruso trajeron nuevas ideas francesas sobre los derechos cívicos y gubernamentales, que les motivaron para derrocar a Alexander/Aleksandr I (r. 1801-1825), en diciembre de 1825. A muchos de los conspiradores, llamados los "Decembristas" debido al mes de su golpe de Estado, que fueron exiliados a Siberia también se les unieron sus esposas, que fueron elevadas por los historiadores soviéticos como las primeras mujeres revolucionarias de la sociedad rusa a pesar de que no eran políticamente activas (Bisha y otros, 2002:2-3). Esto puede ser debido a que la primera organización feminista jamás establecida en Rusia fue creada en 1859 por Maria Trubnikova, la hija del decembrista V.P. Ivashev (Hayden [1979] 1984).

[13] Las mujeres que realizaron abortos sólo serían multadas con 300 rublos si fueran atrapadas teniendo un aborto por segunda vez (Goldman 1993:331).

[14] las políticas de Stalin sobre las nacionalidades no rusas en la URSS eran similares a su políticas sobre la mujer en muchos aspectos. Orden fue el denominador común para ambos.

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