lunes, 3 de marzo de 2014

¿A QUÉ SE LE TEME?

Si ocurriera, que la desobediencia no fuera solamente civil sino también militar, difícilmente el régimen de Maduro podría mantenerse en pie. ¿A qué se le teme realmente? ¿A los gringos o a la desobediencia militar?


LA OPOSICIÓN VENEZOLANA INVOCA LOS DERECHOS HUMANOS…
PERO MATA Y APALEA A LA FUERZA PÚBLICA DEL ESTADO


Por Luciano Castro Barillas
La Cuna del Sol

La situación de algarada reaccionaria en algunas ciudades de Venezuela, principalmente Caracas, no debiera ser asunto de alarma o preocupación alguna entre el pueblo que respalda el proyecto bolivariano atípico de construcción del socialismo, ni mucho menos para el Gobierno, en tanto las características de las fuerzas de choque de derecha no lleguen a hechos insostenibles de ingobernabilidad todavía, porque no cabe la menor duda que todas las personas civilizadas de allí y de todas partes del mundo deben privilegiar, ante y sobre todo; el diálogo para la resolución de conflictos. Apostarle a la paz nunca ha sido una equivocación, cuando el interlocutor, en este caso el adversario político, es válido como tal, es decir, que cree también que el camino para la resolución de controversias es la discusión de las ideas políticas sobre conducción y dirección  por parte del Estado del conjunto de la sociedad. Pero si ocurre lo contrario, que no su busca realmente la discusión de una controversia sino derrotar por la vía de la manu militari, el golpe, a quien como gobierno ha sido legítimamente electo, bueno; allí la cosa es distinta. ¿A qué se debe apelar de manera tranquila y racional? Yo, creo en mi condición de ciudadano común y corriente, que puede columbrar y por lo mismo apelar al sentido común, que quien teniendo a su disposición las fuerzas coactivas del Estado para poner orden y no lo hace (por temor a la crítica internacional o a la agresión imperialista) no sabe hacer el debido uso del ejercicio del poder. ¿O ya no hay obediencia, absoluta lealtad al régimen y se teme, más que a una invasión extranjera; quedar en entredicho ante la opinión pública  -principalmente ante los opositores violentos-  que esa fuerza pública convocada a poner orden NO lo haga? Si eso ocurriera, que la desobediencia no fuera solamente civil sino también militar, difícilmente el régimen de Maduro podría mantenerse en pie. ¿A qué se le teme realmente? ¿A los gringos o a la desobediencia militar? ¿Cómo es posible que un general retirado instruya en prácticas terroristas a los fascistas con eso de los hilos invisibles instalados en medio de las calles para derribar motoristas, uno de los cuales murió decapitado y que girada la orden de aprehensión por parte del PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA regresen desvalidos informando a su jefe policial que no se dejó el viejo enloquecido capturar? Si eso tan mínimo no tiene la fuerza pública, fuerza; qué se puede esperar de acciones más temerarias y desafiantes. Salvando las proporciones, vea usted lo que hace Putin con respecto al golpe de Estado en Ucrania: ordenar inmediatamente al ejército ruso la rendición de los ocho cuarteles de Crimea y posesionarse de la zona, conste que pasando por alto asuntos de mediocres “soberanías”, porque Crimea a lo largo de su historia es lo que menos conoce. No obstante allí hay intereses estratégicos rusos, espacios vitales para salir al mar Mediterráneo desde el Mar Negro. En la política se necesita de buen músculo para tener buenos reflejos. Y eso es lo que le falta a Maduro: mejores reflejos políticos, porque podrá instalar una Conferencia Nacional por la Paz, hoy, mañana y pasado; pero en tanto no haya voluntad de interlocución eso solo permite la recomposición de un enemigo que sí tuvo buenos reflejos en las elecciones de hace un año, donde Capriles, con un mes más de campaña, hubiera derrotado a Maduro. Y esto no es especulación, la historia consigna ese triunfo agónico de las fuerzas bolivarianas. Se tiene que aprender algo en la acción y reflejo político: se debe apostar a la política de los hechos consumados, a dar el primer golpe, porque el que da el primer golpe da dos veces; y ya consumado el hecho todo mundo puede patalear, gritar vociferar, condenar… pero el as y la razón está en nuestra mano. Así es la política y los políticos profesionales. Los aficionados le temen a todo y pierden todo, claro está.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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