sábado, 29 de octubre de 2022

Un nuevo mundo tenebroso

La demorada Estrategia de Seguridad Nacional de Biden, es el tipo de trivialidad que disfraza el peligro y tiene un precio.


UN NUEVO MUNDO TENEBROSO



Patrick Lawrence
Consortium News

La administración Biden -perdón, la administración Biden-Harris, por favor- al fin ha publicado su Estrategia de Seguridad Nacional, un documento que todos los presidentes deben publicar según una ley aprobada hace cuarenta y tantos años.

Se supone que estos documentos deben informarnos a nosotros, el pueblo, cuál es el plan, cómo se propone nuestra república abrirse camino en el mundo durante los cuatro años que el nuevo ocupante de la Casa Blanca residirá allí. 

Les tomó bastante tiempo: ya ha pasado casi la mitad del mandato de Biden, y sus asesores políticos han retrasado repetidamente la publicación de estas 48 páginas. Ahora que se han publicado, no puedo decir que les culpo. A mí tampoco me gustaría poner este embrollo en papel.

"Desde los primeros días de mi presidencia, he sostenido que nuestro mundo se encuentra en un punto de inflexión", comienza el texto que aparece sobre la firma de Biden.

"La forma en que respondamos a los tremendos retos y a las oportunidades sin precedentes a las que nos enfrentamos hoy determinará el rumbo de nuestro mundo y repercutirá en la seguridad y la prosperidad del pueblo estadounidense durante las próximas generaciones."

Hay que decir "Amén". Esto es una descripción exacta de nuestras circunstancias. Pero este es el problema de la nueva ESN. Es un gesto de asentimiento a nuestro tiempo de cambios trascendentales, pero es la obra de una administración evidentemente incapaz de conducir los asuntos de la nación en el exterior de una manera que sea totalmente diferente.

Estos documentos pretenden indicarle a los estadounidenses y al mundo hacia dónde nos dirigimos y asegurarnos que hay manos firmes en el timón. Yo no me siento tranquilo. Me siento asustado.

El liderazgo de Estados Unidos -y esto va más allá de las variadas ineptitudes del régimen de Biden- es sencillamente incapaz de dejar de lado su adicción a la primacía mundial y su búsqueda obsesiva de la misma incluso cuando el poderío de la nación está en declive.

Dos temas

Son dos los temas que definen la actual ESN. En primer lugar, el documento reconoce la necesidad de cooperar multilateralmente para abordar cuestiones de carácter transnacional. El cambio climático es el principal ejemplo en este sentido; otros incluyen los retos sanitarios mundiales, la delincuencia internacional y la variedad de crisis económicas transfronterizas que vemos con frecuencia en la actualidad.

Magnífico. Estos problemas son fáciles de resolver. Ninguno presenta un desafío al poder de EE UU., por su puesto.

Es el segundo tema el que debe preocuparnos. Aquí nos encontramos en el muy familiar territorio del antagonismo entre las grandes potencias, la "competencia estratégica" y la obligación de Estados Unidos de liderar el mundo en una confrontación casi bíblica entre democracia y autocracia. Todo esto es lo que Biden y su equipo de política exterior repiten a cada momento, nunca con ningún efecto persuasivo.

"El orden basado en normas", como era de esperar, hace su destacado acto de presencia.

"Nos asociaremos con cualquier nación que comparta nuestra idea fundamental de que el orden basado en normas debe seguir siendo el fundamento de la paz y la prosperidad global".

Así pues, un simulacro de cooperación, que ni siquiera es eso cuando desafía el papel tradicional que Estados Unidos se asigna a sí mismo. Esta es la tragedia que todos estamos condenados a compartir, la configuración de un nuevo mundo tenebroso, y espero que Biden se equivoque cuando dice que esto se mantendrá durante "generaciones".

Se pretende que los dos temas de la ESN semejen líneas paralelas, cuidadosamente trazadas para conducirnos hacia un futuro sólido. Pero no es así. Son perpendiculares entre sí y no pueden conducir a ningún lugar más que a un mayor desorden del que ahora nos acosa.

En un excelente artículo en Responsible Statecraft, Marcus Stanley, ofrece un severo diagnóstico de la nueva ESN. "Es sorprendentemente esquizofrénica", escribe, "alternando -a veces casi frase por frase- entre ambiciosas promesas de liderar la cooperación global para abordar los retos transnacionales, y describiendo un mundo de rivalidades casi inextricables".

El Dr. Lawrence tiene una opinión diferente. El superego colectivo de Washington entiende que una nueva época ha arribado en la historia humana. Pero su superego está atascado en una etapa obsesivo-compulsiva, aferrándose obsesivamente al poder que ejercía en las décadas posteriores a 1945 como un niño con una manta de apego hecha jirones. Este documento es el ego tratando de traducir la irracionalidad del id en una versión pulcra de la razón.

No es posible.

Provocar a China  

La administración Biden intentó esta rutina con los chinos unos meses después de la toma de posesión. Como todo el mundo sabe, el Secretario de Estado, Antony Blinken, y el Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, dejaron saber a los chinos que Estados Unidos cooperaría con ellos en algunas cuestiones, competiría con ellos en otras y se enfrentaría a ellos como adversarios estratégicos en otras.

Los chinos replicaron que no estaban de acuerdo con nada de esto a la primera oportunidad que tuvieron, en aquel absurdo pero revelador encuentro en Anchorage, en marzo de 2021. En retrospectiva, fue la decisión más inteligente que pudo tomar Pekín.

Biden, en cuatro ocasiones distintas, ha declarado abiertamente que la política Sobre Taiwan, imperfecta pero no obstante útil, llamada "ambigüedad estratégica" ha muerto. Según Biden, Estados Unidos se ha comprometido a defender militarmente a Taiwán en caso de que China ejerza su derecho legal de reintegrar la isla a la nación china.

Las provocaciones estadounidenses sobre esta cuestión -visitas de congresistas, sobrevuelos de la Fuerza Aérea, los llamados viajes de "libertad de navegación" por el estrecho de Taiwán- son casi con toda seguridad más constantes ahora que durante los años del ex Secretario de Estado, Mike Pompeo, quien fue el que puso de moda la provocación en el otro extremo del Pacífico.

En cuanto a la competencia en el plano económico, la recién anunciada ley que regula las exportaciones de alta tecnología a China, es un esfuerzo totalmente indigno para impedir que los chinos completen el clásico ascenso en la escala de desarrollo que todas las naciones aspiran a realizar.

El informe del New York Times sobre este tema contenía un par de citas escogidas de ambos bandos que evaluaban el asunto.

Liu Pengyu, en nombre de la embajada china en Washington, declaró al Times que Washington pretende "utilizar su pericia tecnológica como ventaja para frenar y suprimir el desarrollo de los mercados emergentes y los países en desarrollo. Estados Unidos probablemente espera que China y el resto del mundo en desarrollo permanezcan para siempre en el extremo inferior de la cadena industrial".

Si no podemos competir con ellos, en otras palabras, los sofocaremos. En cuanto a las políticas degradantes, esta es una de las peores.

A este respecto cabe señalar que: cualquier esfuerzo de cooperación en cuestiones transnacionales queda anulado, imposibilitado, por el supuesto pensamiento paralelo de que Estados Unidos debe seguir siendo el hegemón mundial indiscutible. El tema uno y el tema dos sólo pueden coexistir en teoría, no en la práctica.

No olvidar la retórica

¿Recuerdan toda la retórica durante la campaña de Biden para la presidencia en 2020? Primero será la diplomacia, decían sus responsables políticos, la opción militar una alternativa final cuando se hayan agotado todas las demás opciones. Prometieron restablecer el acuerdo que rige los programas nucleares de Irán y dejar de suministrar armas a los saudíes en su guerra contra Yemen. Como nos recuerda Marcus Stanley, el hombre que llevó la cartera de Ucrania como vicepresidente de Barack Obama se comprometió a "una relación estable y predecible con Rusia".

La retórica, como debería ser evidente ahora, era solo eso. Y esto es todo lo que constituye la nueva ESN. Se basa en generalidades y en una abyecta falta de sinceridad del tipo que Biden siempre ha esperado que los estadounidenses olviden en muy poco tiempo. Poco más puedo encontrar en este documento.

Sí, se dio la retirada de Afganistán el año pasado, algo bueno. Pero entendámoslo por lo que fue, y lo que no fue. Fue la retirada de un imperio de una guerra de dos décadas que nunca pudo ganar. Nada más cambió, ni un solo principio de los objetivos globales del imperio.

En cuanto a la rutina de demócratas vs autoritarios, la ESN tiene esto que decir:

"Algunas partes del mundo se encuentran inquietas por la competencia entre Estados Unidos y las mayores autocracias del mundo. Comprendemos estas preocupaciones. Nosotros también queremos evitar un mundo en el que la competencia se convierta en una arena de bloques rígidos. No buscamos un conflicto ni una nueva Guerra Fría".

Lo siento, pero no es así: hay que estar con los chinos y con otros países no occidentales, cuando -seamos francos- el mentiroso más implacable que ha ocupado la Casa Blanca en la era de la posguerra (e incluyo a Richard Nixon) se conduce de esta manera.

Esta administración ya ha consolidado la nueva Guerra Fría que el Estado Profundo ha anhelado desde la caída del Muro de Berlín. Biden y el circulo de amateurs que le rodean estarían perdidos sin sus bloques rígidos, que es el único principio organizativo lo suficientemente sencillo que pueden entender.

No esperaba mucho más de esta ESN mientras esperábamos su ya demorada publicación. Pero, sin embargo, es angustioso verlo ahora en papel. Eta es nuestra repulsa manifestada ingeniosamente. Este tipo de discurso, nos daremos cuenta, si no es que ya lo hemos hecho, disfraza el peligro y tiene un precio.




Publicado por La Cuna del Sol

jueves, 20 de octubre de 2022

Marco Rubio: el padrino de Miami al que temen en la Casa Blanca

Rubio, en un acto electoral con vistas a las elecciones congresionales del próximo 8 de noviembre, efectuado en el "Museo Americano de la Diáspora Cubana de Miami", acaba de afirmar que la única razón por la que la administración Biden no ha regresado a las políticas de Obama hacia Cuba es porque "le tiene miedo al exilio cubano de la Florida".

 

MARCO RUBIO: EL PADRINO DE MIAMI
AL QUE TEMEN EN LA CASA BLANCA



Iroel Sánchez
Misión Verdad

"Soy un hombre lleno de miedo, no puedo dormir sin ayuda química, estoy solo y he perdido la confianza en todo el mundo que camina sobre la tierra. Siempre desconfío de que me puedan vender o de que se acerquen a mí y me hagan daño".

Así ha dicho el escritor Roberto Saviano sobre lo que ha sido su vida después de desafiar a la mafia napolitana con su libro Gomorra. Ni el éxito comercial, ni vivir con escolta, ni los premios recibidos le han permitido escapar al miedo. "El dinero sirve para los abogados, porque estoy en querellas con Salvini y Meloni", dice el escritor italiano, que denuncia el uso de la prensa local para crear un clima enrarecido contra él. 

El libro de Saviano es una investigación periodística, pero hay muchas películas, series y libros de ficción sobre la mafia, desde clásicos como El Padrino y Los Soprano, hasta esas que te dan la impresión de haberlas visto o leído antes por repetir caminos muy trillados con poca complejidad psicológica y pobreza argumental. En las mejores y las peores, hay siempre constantes que caracterizan el género: el chantaje como método de control social, que convierten el miedo a desafiar a los capos en la base del funcionamiento de un barrio, una ciudad, un territorio o un negocio. 

Así vemos cómo los lazos entre economía, política, comunicación, justicia y violencia física van estrangulando el alcance de quienes pudieran constituir voces disidentes en una comunidad. Lo que resulta insólito es que ese miedo sea proclamado a los cuatro vientos y con él se justifique una postura presidencial del país más poderoso del mundo como acaba de hacer el senador estadounidense por la Florida, Marco Rubio, con el presidente Joe Biden.

Rubio, en un acto electoral con vistas a las elecciones congresionales del próximo 8 de noviembre, efectuado en el "Museo Americano de la Diáspora Cubana de Miami", acaba de afirmar que la única razón por la que la administración Biden no ha regresado a las políticas de Obama hacia Cuba es porque "le tiene miedo al exilio cubano de la Florida". Recibiendo allí el apoyo de organizaciones vinculadas históricamente a terrorismo y la violencia política como la Brigada 2506, protagonista de la fracasada invasión a Cuba por Bahía de Cochinos, y de personas como Orlando Gutiérrez Boronat que llama reiteradamente a la intervención militar estadounidense en Cuba y con vínculos notorios con el Osama Bin Laden del Hemisferio Occidental: Luis Posada Carriles, fallecido en su cama de Miami sin que las autoridades estadounidenses lo molestaran por sus crímenes, incluyendo la voladura en pleno vuelo de un avión de pasajeros con 73 personas a bordo. 

Han pasado varios días desde las ofensivas declaraciones de Rubio y ni desde la Casa Blanca ni desde el Partido Demócrata ha existido la menor respuesta, confirmando el viejo dicho de que el calla, otorga. Hasta ahora 63 años de miedo, con no pocas víctimas mortales, con cancelaciones de empleo y amenazas de todo tipo, han convertido a los políticos y los medios de comunicación de Miami en un coro prácticamente unánime con respecto a Cuba, pero nunca había existido un planteamiento tan explícito que, sin embargo, no fue recogido por uno solo de los representantes de los medios de prensa presentes en el acto de respaldo a Rubio, pero del que quedó constancia en la grabación de video del mismo difundida a través de Internet.

El clásico caso del perro que muerde al hombre esta vez no fue noticia.


La llamada mafia cubano-americana tiene un larga lista de acciones terroristas en territorio estadounidense, cuya manifestación más reciente fue un ataque con un disparo de un fusil de asalto a la embajada de Cuba en Washington en 2020, pasando por el asesinato de diplomáticos cubanos acreditados ante la ONU y del excanciller chileno Orlando Letelier, más una lista no pequeña de personas residentes en Miami, New Jersey y Puerto Rico que han sido víctimas de la violencia armada por ser proclives a un cambio en las relaciones con La Habana.

Pero la intervención de ese sector extremista, fabricado y financiado por el propio gobierno estadounidense, es como un Frankenstein que se vuelve siempre contra sus creadores. Por citar solo algunos ejemplos: desde el asesinato de los hermanos John y Robert Kennendy, el escándalo de Watergate que costó la presidencia a Nixon, la crisis migratoria del Mariel que se la arrebató a Carter, el escándalo Irán-Contra que desacreditó a Bush Padre, la crisis migratoria de los balseros y el caso del niño Elián que pusieron a correr a Clinton, hasta los "ataques sónicos" a diplomáticos estadounidenses en La Habana, ahora desmentidos por la CIA, pero que han hecho gastar cientos de millones en investigaciones e indemnizaciones al gobierno federal.

Esos "ataques" nunca probados sirvieron al gobierno de Trump para complacer a políticos como Marco Rubio y dar atrás al deshielo iniciado por Obama en las relaciones con Cuba que, como dice con razón el senador por la Florida, el presidente Biden no ha retomado, al mantener al pie de la letra las políticas de Trump hacia la Isla.

Es sabido que el control mafioso cubano-americano sobre el voto en el estado de la Florida dio la "apretada" victoria a Bush Hijo sobre Al Gore en las elecciones presidenciales del año 2000 y que el jefe de la campaña electoral Demócrata en aquella ocasión, Ron Klain, actual jefe de gabinete de Biden, quedó traumatizado para siempre, al extremo que se cuenta en Washington que el Señor Klain no quiere escuchar hablar del menor contacto con Cuba y le pasa algo parecido a lo que le sucede a Roberto Saviano, pero sin el valor de reconocerlo.

Así que pareciera que no es miedo sino terror lo existente en el equipo de Biden hacia lo que Rubio llama "exilio cubano", y no es más que la maquinaria mafiosa que controla la expresión política en el Sur de la Florida.

El 23 de febrero de 2019, en medio de una borrachera de euforia, y tal vez algo más, que terminó en sonoro fracaso, al frente de un intento de invadir Venezuela por el fronterizo puente de Cúcuta desde territorio colombiano, y en compañía de los hoy desacreditados Iván Duque y Sebastián Piñera, Marco Rubio, al mejor estilo de Al Capone, tuiteó un amenazante mensaje al presidente cubano Miguel Díaz-Canel: "Te vemos pronto", escribió.

En Cuba nadie le hizo caso, han pasado tres años y medio y Gustavo Petro reanudó relaciones con Venezuela, y ahora el New York Times dice que Washington debe reconocer a Nicolás Maduro, pero parece que en la Casa Blanca sí que le temen al Padrino de Miami.


Iroel Sánchez es editor y periodista cubano. Trabaja en la Oficina para la Informatización de la Sociedad Cubana. Fue Presidente del Instituto Cubano del Libro. Mantiene el blog de análisis e información La pupila insomne.

Este artículo fue publicado originalmente en Al Mayadeen en Español el 17 de octubre de 2022.




Publicado por La Cuna del Sol

sábado, 15 de octubre de 2022

Reducción de la producción de petróleo: una tormenta perfecta en la política exterior estadounidense

Las malas relaciones de la administración Biden con los países productores de petróleo tendrán importantes ramificaciones políticas y económicas para Occidente.

 

REDUCCIÓN DE LA PRODUCCIÓN DE PETRÓLEO:
UNA TORMENTA PERFECTA EN LA
POLÍTICA EXTERIOR ESTADOUNIDENSE



MK Bhadrakumar
The Cradle

El viejo adagio dice que una buena política exterior es el reflejo de la política nacional. En este sentido, se está gestando una tormenta perfecta en el frente de la política exterior de Estados Unidos, provocada por la decisión de la OPEP del 5 de octubre de reducir la producción de petróleo en 2 millones de barriles diarios.

Por un lado, esto hará subir el precio de la gasolina para el consumidor nacional y, por otro, pondrá en evidencia el desequilibrio en las prioridades de la política exterior de la administración estadounidense.

En su nivel más obvio, la maniobra de la OPEP confirma la creencia de que Washington ha perdido su influencia con el cártel de países productores de petróleo. Esto se atribuye al deterioro de las relaciones de Estados Unidos con Arabia Saudí durante la presidencia de Joe Biden. Pero, fundamentalmente, ha surgido una contradicción entre los intereses de Estados Unidos y los de los países productores de petróleo.

Petrodiplomacia

Dicho esto, las contradicciones no son nada nuevo en la geopolítica del petróleo: las décadas de 1970 y 1980 fueron testigos de dos grandes "crisis del petróleo". Una fue fabricada, mientras que la otra fue una interacción de fuerzas históricas: la Guerra del Yom-Kippur de 1973 y la Revolución Islámica de Irán de 1979. En la primera, las naciones árabes convirtieron el petróleo en un arma y proclamaron un embargo petrolero a las naciones occidentales que se consideraba habían apoyado a Israel en la guerra.

El resultado fue que el precio del petróleo subió casi un 300% en menos de seis meses, paralizando la economía mundial. En Estados Unidos, el presidente Richard Nixon pidió a las gasolineras que no vendieran gasolina desde el sábado por la noche hasta el lunes por la mañana para hacer frente a la crisis, que afectó más a la industria que al consumidor promedio.

En 1979, la revolución iraní afectó las tasas de producción de petróleo y el suministro mundial se redujo en un 4%. Al cundir el pánico, la demanda de crudo se disparó y los precios se duplicaron con creces.

La insensatez de Biden

La administración Biden ha tomado riesgos innecesarios subestimando la importancia del petróleo en la diplomacia moderna, e ignorando que el petróleo seguirá siendo la fuente de energía dominante en todo el mundo en un futuro previsible, propulsando todo, desde los coches y la calefacción doméstica hasta los grandes titanes de la industria y las plantas manufactureras.

Incluso la transición estable a la energía verde a lo largo del tiempo depende en gran medida de la disponibilidad continua de combustibles fósiles abundantes y baratos. Sin embargo, el gobierno de Biden pasó por alto el hecho de que los que tienen reservas de petróleo poseen un enorme  poder sobre nuestros sistemas energéticos basados en el petróleo, mientras que los que compran petróleo son, por el contrario, terriblemente dependientes del mercado y de las relaciones diplomáticas que lo impulsan.

Las potencias occidentales son demasiado ingenuas para pensar que una superpotencia energética como Rusia puede ser simplemente "borrada" del ecosistema. Por lo tanto, una "guerra energética" con Rusia está destinada al fracaso.

Históricamente, las naciones occidentales han entendido el imperativo de mantener buenas relaciones diplomáticas con los países productores de petróleo. Sin embrgo, Biden ha abandonado toda cautela al insultar a Arabia Saudí, cuando previo a las elecciones presidenciales de 2020, prometió convertir al reino en un estado "paria".

A pesar de su publicitada visita a Jeddah en julio de 2022 para arreglar las cosas, los saudíes desconfían de las intenciones estadounidenses, y es poco probable que veamos una mejora en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí bajo la administración de Biden.

La congruencia de intereses por parte de la OPEP para mantener los precios altos se debe esencialmente a que necesitan los ingresos extra para su presupuesto de gastos y para mantener un nivel de inversión saludable en la industria petrolera. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó en abril el precio de equilibrio del petróleo de Arabia Saudí -el precio del petróleo con el que equilibraría su presupuesto- en 79.20 dólares por barril.

Aunque el gobierno saudí no revela su supuesto precio de equilibrio del petróleo, un informe de Reuters sugiere que un nivel de precios preferido sería de entre 90 y 100 dólares por barril de crudo Brent, nivel que no tendrá un gran impacto en la economía mundial. Por supuesto, todo lo que supere los 100 dólares será una bendición.

Dictar quién puede y no puede vender petróleo

Mientras tanto, se está gestando una crisis "sistémica". Es natural que la OPEP vea con escepticismo las recientes medidas de Estados Unidos y la UE para reducir las exportaciones de petróleo de Rusia. Occidente racionaliza estas medidas con el objetivo de reducir drásticamente los ingresos de Rusia procedentes de las exportaciones de petróleo (lo que se traduce en capacidad de resistencia para luchar en la guerra de Ucrania).

La última maquinación del G7 para limitar los precios a los que Rusia puede vender su petróleo está llevando las cosas al extremo.

La OPEP considera que los topes de precios son un cambio de paradigma, ya que implícitamente desafía la supuesta prerrogativa del cártel de garantizar que la oferta mundial de petróleo se ajuste a la demanda, donde una de las medidas clave del equilibrio entre oferta y demanda es el precio. Podría decirse que Occidente está creando de facto un cártel rival de países consumidores de petróleo para regular el mercado del petróleo.

No cabe duda de que la maniobra de Occidente sienta un precedente: dictar por razones geopolíticas el precio al que un país productor de petróleo tiene derecho a exportarlo. Si hoy es Rusia, ¿quién puede asegurar que mañana no será Arabia Saudí o Irak? La decisión del G7 -si se aplica- erosionará el papel crucial de la OPEP en la regulación del mercado mundial del petróleo.

La OPEP contraataca

Por consiguiente, la OPEP con su reciente decisión de reducir la producción de petróleo en 2 millones de barriles diarios y mantener el precio por encima de los 90 dólares por barril, está presionando de forma proactiva. La OPEP estima que las opciones de Washington para contrarrestar a la OPEP+ son limitadas. A diferencia de lo que sucedía en el pasado, Estados Unidos no tiene hoy un solo aliado dentro del grupo OPEP+.

Considerando la creciente demanda interna de petróleo y gas, es totalmente concebible que las exportaciones estadounidenses de ambos productos se vean reducidas. Si eso ocurre, Europa será la más afectada. En una entrevista concedida al Financial Times la semana pasada, el Primer Ministro belga, Alexander De Croo, advirtió que, a medida que se acerca el invierno, si los precios de la energía no bajan, "nos arriesgamos a una desindustrialización masiva del continente europeo y las consecuencias a largo plazo podrían ser realmente muy profundas".

De Croo, añadió estas escalofriantes palabras: "Nuestras poblaciones están recibiendo facturas que son una completa locura. En algún momento, explotará. Entiendo que la gente esté enfadada... la gente no tiene medios para pagar". De Croo advertía sobre la probabilidad que se produzcan disturbios sociales y políticos en los países europeos.

Las repercusiones económicas y políticas

Sin duda, se trata de un cambio tectónico en la geopolítica que probablemente resulte más importante que el conflicto de Ucrania en la conformación del orden mundial multipolar.

Esta tormenta perfecta en la política exterior de Biden también puede repercutir en las elecciones de medio mandato de noviembre en EE UU. y dar lugar a una mayoría republicana en el Senado, lo que podría marcar el ritmo de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha declarado que Europa, al declinar el suministro energético ruso, se ha convertido en un mercado cautivo para las compañías petroleras estadounidenses, que ahora están "haciendo su agosto", pero cuyo elevado costo resta competitividad a la economía europea.

"La producción está colapsando. La desindustrialización se aproxima. Todo esto tendrá consecuencias muy, muy deplorables para el continente europeo durante probablemente, al menos, los próximos 10-20 años", declaró Peskov.

Por cierto, Rusia se posiciona como el país que más se beneficia con los recortes de la OPEP. La opinión de los expertos es que los precios del petróleo subirán de los niveles actuales durante lo que queda del año fiscal y el próximo. Es decir, Rusia no reducirá la producción mientras el precio del petróleo empezará a subir en los próximos meses.

Mientras los precios del petróleo suben, Rusia no tendrá que recortar ni un barril de su producción en tanto tenga un mercado lo suficientemente grande después de diciembre para vender el crudo que ahora va a Europa. Una vez más, Moscú reitera que no suministrará petróleo a los países que se sumen al tope de precios del G7. Al proceder de esta manera, Moscú responde con los mismos instrumentos no mercantiles de la administración Biden.




Publicado por La Cuna del Sol

sábado, 8 de octubre de 2022

La venganza de Ucrania contra Occidente

A medida que el equilibrio de poder experimenta cambios en Ucrania, sus repercusiones afectarán a la propia unidad del proyecto de la UE

 

LA VENGANZA DE UCRANIA
CONTRA OCCIDENTE



MK Bhadrakumar
The Cradle

La política de vectores en Ucrania ha añadido nuevas dimensiones al conflicto que ya dura 222 días.

Normalmente, cualquier conflicto debería terminar cuando se haya determinado un nuevo equilibrio de poderes. Pero el "equilibrio de poderes" no terminará hasta que se logre realmente un equilibrio -y abundan las pruebas de que Ucrania está a punto de entrar en otro "reequilibrio".

La ratificación por parte de la Duma rusa de la anexión de cuatro regiones de Ucrania (las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, así como las Regiones de Jersón y Zaporiyia), y la adopción de las leyes correspondientes, crea una nueva dinámica y llevará algún tiempo crear un nuevo equilibrio de fuerzas sobre el terreno en Ucrania.

Mientras tanto, el entorno exterior también se está transformando fenomenalmente. La profundización de la crisis energética en Europa tras el sabotaje de los gasoductos Nord Stream se convierte en una grave contradicción. No hay manera de saber cómo se puede conciliar.

Por lo tanto, se presenta una situación compleja, ya que todo esto está ocurriendo teniendo como telón de fondo una masiva acumulación militar rusa alrededor de Ucrania en la región de Járkov y en la región sur del Mar Negro, con largos convoyes de blindados que supuestamente se dirigen hacia Crimea desde Rusia.

Las nuevas fronteras de Rusia

La ratificación unánime por parte de la Duma de la adhesión de cuatro regiones a Rusia el lunes, era de esperarse, la legislación pertinente fue debidamente ratificada el martes por el Consejo de la Federación (la cámara alta del parlamento) y, posiblemente, también el presidente Putin firmará de inmediato los documentos, tras lo cual entrarán en vigor. Es decir, a partir del 5 de octubre, las regiones ucranianas anexionadas habrán pasado a formar parte de Rusia.

Es importante destacar que la Duma ha aprobado las propuestas del gobierno sobre el establecimiento de las fronteras de las nuevas regiones, basadas en la delimitación de los territorios que "existían el día de su creación y adhesión a Rusia".

Los tratados correspondientes establecen que las fronteras adyacentes al territorio de un país extranjero serán la nueva frontera estatal de Rusia. En pocas palabras, se restablecen las antiguas fronteras de la época soviética en esas regiones.

La determinación de las fronteras del Estado ruso tiene implicaciones para la seguridad. En las regiones del Dombás y Zaporiyia hay vastas zonas que siguen bajo el control de las fuerzas ucranianas. La ciudad de Limán, en la República de Donetsk, fue capturada por las fuerzas ucranianas hace pocos días. Las incursiones ucranianas en Jersón continúan. Se informa de fuertes combates. 

Evidentemente, a Moscú le queda mucho por hacer para poner bajo control los territorios "ocupados" que antes formaban parte de Donetsk y Lugansk. La región de Zaporiyia (que también es una importante región litoral en el mar de Azov y forma parte de lo que los rusos llaman históricamente "Novorossiya"), es otra prioridad en la que la propia capital del oblast aún no está bajo control ruso.

 “Nyet” de la OTAN

En esta coyuntura incipiente, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky solicitó formalmente el ingreso de Ucrania en la OTAN de forma expeditiva, pero a las pocas horas, la alianza le arrojó un balde de agua fría a esa petición, explicando que cualquier decisión requerirá el apoyo de los 30 estados miembros.

Eso indica que no va a haber ninguna intervención de la OTAN en Ucrania. Moscú tomará nota. La reciente "reflexión en voz alta" sobre el uso de las armas nucleares parece haber logrado su propósito.

La reunión del Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, con el jefe de la oficina presidencial de Ucrania, Andriy Yermak, celebrada el domingo en Estambul, fue un asunto discreto. La Casa Blanca indicó que Sullivan prometió el firme apoyo de Washington a la soberanía e integridad territorial de Ucrania y que además discutió con Yermak, la situación de la central nuclear de Zaporozhye, así como sobre el trabajo continuo de Ucrania con las Naciones Unidas para exportar alimentos al mundo.

El comunicado oficial de la Casa Blanca sobre la conversación telefónica del presidente Joe Biden con Zelensky el lunes, mencionó un nuevo paquete de ayuda de 625 millones de dólares por parte de Washington que incluye armas y equipos adicionales, incluyendo HIMARS, sistemas de artillería y munición, y vehículos blindados. Biden, "se comprometió a seguir apoyando a Ucrania mientras se defiende de la agresión rusa, durante el tiempo que sea necesario".

Posteriormente, el Secretario de Estado de EE UU., Antony Blinken declaró que la reciente entrega de ayuda elevaría el coste global de la ayuda militar estadounidense a Ucrania a más de 17 500 millones de dólares. "Los recientes acontecimientos... sólo refuerzan nuestra determinación", expresó Blinken en un comunicado el martes. "Seguiremos apoyando al pueblo de Ucrania".

"Los recursos que estamos proporcionando están cuidadosamente calibrados para marcar la mayor diferencia en el campo de batalla, y reforzar la posición de Ucrania en la mesa de negociaciones cuando llegue el momento", añadió.

Reorganización de la estrategia de Rusia 

Por otra parte, es probable que el mando militar ruso tenga que reajustar los parámetros de las operaciones militares especiales, ya que sus fuerzas van a salvaguardar a partir de ahora la integridad territorial y la soberanía del país. Queda por ver qué forma adopta.

Hasta ahora, el despliegue real de Rusia ha sido de menos de 100 000 soldados. La mayor parte de los combates han sido llevados a cabo por los grupos de milicianos, como los combatientes de Dombás y Chechenia, el Grupo Wagner y por exmiembros de los servicios especiales y otros voluntarios de Rusia.

Sin duda, la incorporación de 300 000 soldados con experiencia militar previa repercutirá en el equilibrio militar general en beneficio de Rusia. El ministro de Defensa, Sergei Shoigu, ha declarado que otros 70 000 hombres se han presentado como voluntarios, lo que situará el total de las fuerzas adicionales en unos 370 000 efectivos.

Ahora bien, esto representa un enorme incremento. Para hacerse una idea de la importancia del asunto, en el momento álgido de la guerra de Vietnam, el despliegue de Estados Unidos rondaba el medio millón de soldados. Por primera vez, Rusia tendrá una amplia superioridad numérica sobre las fuerzas ucranianas. Por lo tanto, es totalmente concebible que el viejo patrón de "machacar" a las fuerzas ucranianas cambie y el objetivo sea, terminar la guerra de forma rápida y decisiva.

La decisión de EE UU. de establecer un centro de mando fuera de Ucrania (en Alemania) parece anticipar los ataques rusos a los centros de mando en Kiev y en otros lugares con un uso mucho mayor de la fuerza aérea, como en Siria. De hecho, el nuevo comandante del Distrito Militar Occidental, el teniente general Roman Berdnikov, dirigió anteriormente la intervención rusa en Siria.

Los expertos militares prevén que una vez que las lluvias de otoño den paso al invierno y el terreno se endurezca, las operaciones rusas se intensificarán. Últimamente se oyen voces discordantes dentro de Rusia que afirman que la guerra está a la deriva sin una planificación como tal. Esto puede cambiar.

En pocas palabras, el punto de no retorno se está acercando rápidamente, a partir del cual Rusia no tendrá otra alternativa que presionar por un cambio de régimen en Kiev y allanar el camino para un liderazgo ucraniano totalmente nuevo que se deshaga del férreo control anglonorteamericano y esté dispuesto a llegar a un acuerdo con Rusia.

Un momento kafkiano  

Sin embargo, no es de extrañar que la atención en Europa se dirija cada vez más hacia la crisis económica, con una inflación de dos dígitos y la recesión que amenazan con provocar malestar social y agitación política en todo el continente. El creciente descontento de los ciudadanos se está convirtiendo ya en protestas en muchos países europeos. El arribo del invierno solo agravará la crisis.

Es posible que el cambio en el estado de ánimo de la población haga que los gobiernos europeos se concentren en sus asuntos internos en lugar de involucrarse en la guerra de Ucrania. El más ferviente partidario de una guerra abierta con Rusia es Gran Bretaña, pero incluso Londres está atrapado en una enorme crisis económica (y política). La primera ministra Liz Truss está luchando por la supervivencia política. Los conservadores han renunciado prácticamente a su mandato para gobernar.

La difícil situación de Alemania

Una vez más, el bloque opositor de centro derecha de la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana en el Bundestag alemán bloqueó una moción que instaba al gobierno a permitir "inmediatamente" la exportación de tanques y vehículos de combate de infantería alemanes a Ucrania. Politico informó de que "una votación sobre el suministro de armas en el Bundestag habría corrido el riesgo de revelar grietas fatales en la unidad del gobierno y podría incluso haber llevado a una derrota de (el canciller Olaf) Scholz en el parlamento".

Por otro lado, en las últimas semanas el gobierno alemán también ha tenido que enfrentar la creciente presión de los aliados de Europa del Este para aumentar drásticamente la escala y el tipo de apoyo militar de Berlín a Ucrania.

La influyente revista Foreign Policy de Washington escribió la semana pasada: "A los ojos de los aliados de Berlín en la OTAN en Europa del Este, especialmente los países que limitan con Rusia, Alemania, el centro de poder económico y político de Europa, no está haciendo lo suficiente. Y cuanto más se retrase, más se arriesga a una fractura diplomática a largo plazo con esos aliados del Este".

Sin embargo, a pesar de esta táctica de presión, las encuestas muestran que, si bien alrededor del 70% de los alemanes apoyan a Ucrania en general, sólo el 35% respalda un mayor apoyo militar.

En esta situación, el sabotaje del gasoducto Nord Stream encaja con la crisis energética en Europa y amenaza a los países europeos con la "desindustrialización".

Para Alemania, en particular, el modelo económico del país se basa en la disponibilidad de abundantes suministros de gas procedentes de Rusia, por contratos a largo plazo, a precios baratos, a través de gasoductos. Está claro que el sabotaje del Nord Stream tiene implicaciones monumentales.

Sin duda, quienquiera que haya perpetrado ese ataque terrorista ha calculado astutamente que el gas ruso no debe fluir hacia Europa en un futuro previsible. El eterno temor en Washington es que se si se restablecen los lazos energéticos, se produzca un acercamiento germano-ruso. Además, en la actualidad, las compañías petroleras estadounidenses están obteniendo enormes beneficios en el mercado energético europeo, en sustitución de Rusia, vendiendo el GNL a un precio entre cinco y seis veces superior al precio interno de Estados Unidos.

Evitar la reconciliación ruso-alemana

Lo que complica las cosas es que Europa necesita seguridad energética a corto y medio plazo, sin que ello suponga también el fracaso de los objetivos climáticos. Esto implica una mayor sensibilidad geopolítica. El asunto es que la metódica transición energética de Europa, rompiendo con los combustibles fósiles, necesita imperiosamente el gas ruso, tal y como se supuso desde el principio, es decir, de que habría gas natural barato y abundante.

Podría argumentarse que Moscú mantenía la esperanza de que Nord Stream acabara siendo un catalizador para sanar la ruptura de los lazos energéticos entre Alemania y Rusia. Curiosamente, el lunes, el gigante energético ruso Gazprom propuso a los clientes europeos que parte de la dañada red Nord Stream podría seguir transportando combustible, pero sólo en el recién construido Nord Stream 2. El Nord Stream 1 está prácticamente destruido. 

Un comunicado de Gazprom en su cuenta de Telegram, indica que una de las tres líneas del Nord Stream 2 no se ha visto afectada y que el gigante del gas ha bajado la presión para inspeccionar el entronque en busca de daños y posibles fugas. Nord Stream 2 tiene una capacidad de envío de 55 000 millones de metros cúbicos al año, lo que significa que su línea B podría entregar hasta 27 500 millones de metros cúbicos al año a Alemania a través del Mar Báltico.

Sin embargo, el Nord Stream 2, requiere la aprobación de la UE, lo que resulta problemático dadas las tensiones entre Bruselas y Moscú. Estas tensiones podrían aumentar si la UE aprueba la decisión de los países del G7, liderada por Estados Unidos, de imponer un tope de precios al petróleo ruso.

Sin duda, ese es también el cálculo de Washington: inmovilizar a Alemania y mantener a Rusia fuera. El fantasma que persigue a Washington es que Berlín puede perder interés en la guerra de Ucrania. El ascenso de los atlantistas en los escalones de poder en Berlín en los últimos años -y su nexo con los burócratas virulentamente rusófobos de la UE en Bruselas- ha funcionado hasta ahora espléndidamente a favor de Washington.

La EU está acabada indudablemente

Pero las cosas están cambiando drásticamente, como ha demostrado el dramático giro en la política de Suecia e Italia.

No hay que subestimar el "efecto Meloni". El fondo de la cuestión es que las fuerzas de extrema derecha tienen invariablemente más que ofrecer al electorado en tiempos de inseguridad y dificultades económicas.

También en Francia, el presidente Macron está inmovilizado, carece de mayoría parlamentaria para legislar y está desgastado por las crisis consecutivas. En cuanto a Gran Bretaña, la crisis financiera desencadenada por el presupuesto del Ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, pone de manifiesto, fundamentalmente, la escasez de modelos económicos alternativos viables. La libra esterlina está en caída libre. Las dos administraciones consecutivas de los tories,  fracasaron en elaborar un modelo post-Brexit, mientras que los laboristas nunca quisieron el Brexit. El gobierno de Truss es la última oportunidad de conseguir que el Brexit se haga realidad, pero nadie espera que eso suceda. Y entonces, la tempestad -los acontecimientos irrumpirán.

Lo que todo esto significa es que a los tres principales centros de poder de la eurozona y a Gran Bretaña les está costando escapar del viejo y moribundo mundo industrial del siglo XX, y no es el mejor momento para enfrentarse al medio millón de fuerzas aliadas rusas en Ucrania, a pesar de las bravuconadas de la Administración Biden.

No darle crédito a la cumbre inaugural de la Comunidad Política Europea (CPE), celebrada el miércoles en Praga, que reúne a los dirigentes de 27 Estados miembros de la UE y de hasta 17 países no comunitarios: Reino Unido, Turquía, Macedonia del Norte, Montenegro, Albania, Serbia, Kosovo, Bosnia y Herzegovina, Georgia, Ucrania, Moldavia, Noruega, Suiza, Islandia, Liechtenstein, Armenia, Azerbaiyán e Israel.

La verdad es que el proyecto de integración europea está acabado. Cualquier intento de imponerlo producirá una severa reacción. Por lo tanto, la ruptura con Rusia ha dado paso a un nuevo panorama geopolítico en Europa, en el que queda al descubierto el misterio de Bruselas respecto a la expansión de la UE. La CPE no es más que una estratagema francesa disfrazada para frenar la adhesión real a la UE de los países de Europa del Este y los Balcanes.

La cumbre de la CPE en el Castillo de Praga, solo sirve para poner de manifiesto que este es un momento kafkiano en la política europea. Esto debe ser la venganza de Ucrania contra Europa por haber organizado, en 2014, un golpe de estado tan cínico y violento para cortar su cordón umbilical con Rusia.




Publicado por La Cuna del Sol

domingo, 2 de octubre de 2022

Rusia pone fin a la soberanía de Westfalia

Rusia decide destruir Westfalia para afirmar sus derechos existenciales soberanos, pues ya el ordenamiento westfaliano fue roto por otros actores (sin lidiar consecuencias) para amenazar los derechos de Rusia. El fin de la Soberanía de Westfalia, al menos en Ucrania y por mano rusa, es el cenit de un resquebrajamiento acumulado.

 

RUSIA PONE FIN A LA
SOBERANÍA DE
WESTFALIA



Franco Vielma
Misión Verdad

Mediante referéndums efectuados en días recientes, las otrora regiones ucranianas de Lugansk, Donetsk, Zaporizhie y Jersón, aprobaron de manera abrumadora su adhesión a la Federación de Rusia. Seguidamente, la ratificación se ha formalizado por firma del presidente Vladímir Putin.

Rusia gana para sí unos 100 mil km2 y unos 9 millones de ciudadanos, de los cuales unos 3 millones ya estaban en suelo ruso en condición de refugiados desde el mes de febrero.

Las aristas históricas sobre la mayoría rusoparlante, rusoétnica o rusocultural en el este ucraniano son intrincadas; para muchos de ellos, su territorio quedó en el lugar equivocado de la frontera desde 1991, cuando Ucrania se formó como el país que hoy conocemos. Pero ha sido el golpe del Maidán, la guerra contra el Dombás y el genocidio sistemático a manos de Kiev el que definitivamente empujó a la mayoría de la población en esos territorios a "irse" (o para ellos, "volver") a los brazos de la "Madre Rusia".

Para Rusia, la adhesión es un hecho y no tiene enmienda ni vuelta atrás. Luego de ocho años de la adhesión de Crimea y la guerra de Kiev contra las regiones de Donetsk y Lugansk, cualquier posibilidad de distensión fundada sobre la "integridad territorial" de Ucrania queda hoy por defecto descartada.

Los eventos desde febrero mediante la Operación Especial Militar (OEM) de Rusia en Ucrania han evolucionado enormemente desde su punto de partida hasta el presente. Las altas posibilidades de un fin de las hostilidades en el corto plazo se esfumaron durante la primeras semanas de marzo cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se involucró en la refriega, creando todas las condiciones para una guerra de largo aliento. Kiev no cedió; Moscú, en consecuencia, tampoco.

Por lo tanto, la respuesta de Moscú al consolidar la adhesión sigue la misma línea de eventos que Kiev ha propiciado desde hace ocho años.

La incorporación a Rusia de las nuevas cuatro regiones, desde un ángulo puramente normativo, socava plenamente la "integridad territorial" de Ucrania. El entrecomillado anterior no es accesorio, pues el asunto de fondo en la actuación de Rusia consiste precisamente en que, desde antes de febrero pasado, tal concepto de "integralidad", tratándose de Ucrania, es algo en entredicho.

Las afirmaciones de que "el mundo está cambiando" por la OEM en Ucrania son multidireccionales, como ciertas en la mayoría de los casos. Tanto que, desde el ángulo ruso, esta Operación ya dejará de serlo en tierras extranjeras y ahora será un marco de actuaciones en lo que ahora consideran su territorio. El cambio por decreto de la naturaleza de los eventos ejemplifica la estela de otros cambios que estos eventos introducen en el ordenamiento mundial.

Concretamente, estas enmiendas pasan por el desmantelamiento de Rusia, de algunos conceptos claves que Occidente impuso y que la humanidad ha refrendado.

LA SOBERANÍA DE WESTFALIA

La Carta de Naciones Unidas sigue siendo, al menos desde un plano normativo, la máxima norma internacional. Ella refiere en el Artículo 2 numeral 4° que "los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas".

Este artículo, que define parte de la naturaleza y fines de la organización, refiere los conceptos de integridad territorial e independencia política de manera inseparable, pues ambos son claves en la definición de "soberanía" como constructo político.

Con la anexión de los nuevos territorios, el mapa de Ucrania cambia de manera clara (Foto: AFP / Getty Images)

La Carta de Naciones Unidas es resultado de un proceso histórico muy anterior a la Comunidad de Naciones. Sus conceptos clave, como soberanía, autodeterminación, integridad territorial, comprenden otros antecedentes. Su hito fundamental es la llamada Paz de Westfalia y al concepto que de allí emana, el de Soberanía de Westfalia.

La Paz de Westfalia (nombre que se le otorga por la ciudad alemana homónima donde se celebró) fue un proceso en el que el Tratado de Münster y el Tratado de Osnabrück fueron refrendados y con los cuales finalizaron las guerras de los Treinta Años en Alemania y la guerra de los Ochenta Años entre Países Bajos y España, respectivamente. Estos tratados fueron firmados en 1648 por las partes, creando un precedente importantísimo de la diplomacia europea.

La Paz de Westfalia se desarrolla a 100 años del fin de la Edad Media y el fin de las Ciudades-Estado, cuando concurre el surgimiento de los Estados-Nación como concepto moderno. Desde ello, toma forma el concepto de Soberanía de Westfalia por sentar las bases de la "soberanía" tal como hoy la entendemos.

De esta manera se convierte en un referente fundacional del derecho contemporáneo, partiendo del principio de que cada Estado guarda el derecho exclusivo de ejercer la soberanía en su territorio. Léase bien esa frase.

El mundo adquirió las fronteras modernas y el principio de la Soberanía de Westfalia evolucionó hasta las categorías y normas actuales, en ese andamiaje que siempre llamamos como "derecho internacional".

Para Georg Jellinek, uno de los baluartes del derecho del siglo XIX, "la soberanía es en su origen histórico una concepción política, que solo más tarde se ha condensado en una de índole jurídica. No se ha descubierto este concepto en el gabinete de sabios extraños al mundo, sino que debe su existencia a fuerzas muy profundas, cuyas luchas forman el contenido de siglos enteros". En otras palabras, es un constructo histórico signado por las realidades de su tiempo político.

En segundo término, "la soberanía no es una cualidad inherente a la calidad de Estado, ya que se trata de un atributo jurídico que éstos se conceden y reconocen recíprocamente", refiere Heber Arbuet Viguali, catedrático uruguayo.

"La soberanía es una categoría histórica que surge a través de las luchas de los Estados para afirmar su existencia y así como se adquiere y se conserva, también puede perderse".

La anexión a Rusia de las regiones del este de Ucrania claramente contraviene el ordenamiento internacional por deshacer de facto los conceptos de soberanía e "integridad territorial" como cuestiones normativas.

Pero la discusión de fondo no es precisamente esa. Al menos es la parte de la discusión a la que Occidente nos quiere reducir.

RUSIA DESHACE EL MUNDO DE WESTFALIA

Rusia entró en una nueva era de su política exterior, llamémosla "destrucción constructiva" de sus relaciones con Occidente, lo cual implica una ruptura y modificación de sus vínculos no solo con los países atlantistas, sino también por defecto con los del Eje Euroasiático.

Este giro frente al mundo se explica por las amenazas existenciales contra Rusia a cargo de la expansión de la OTAN a sus fronteras, que se ha generado tanto por la adhesión de países a la OTAN, como por otras iniciativas de factura estadounidense, como el programa "Star Wars" de colocación de misiles estratégicos alrededor de Rusia desde la era Reagan.

Desde su condición de potencia soviética y ahora como Federación, Rusia ha visto amenazada la distancia estratégica que había acordado con Occidente en varios episodios de la historia reciente. Concretamente:

  1. En 1987, los soviéticos y occidentales firmaron el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) que regula la colocación de armas estratégicas de alcance medio en las cercanías de las potencias. Este tratado fue clave en la disuasión y distancia nuclear y cimentó la paz por décadas. En 2019 Estados Unidos se retiró unilateralmente del tratado, socavando la posibilidad de tener que discutir con Rusia la colocación de ese tipo de armamento en cualquier país de la OTAN.
  2. En 1997, se firmó el "Acta Fundacional sobre las Relaciones Mutuas de Cooperación y Seguridad entre la OTAN y Rusia". Un acuerdo considerado en su momento "sin ganadores ni perdedores". Este documento fue el acuerdo matriz sobre las fronteras militares y las distancias estratégicas entre Rusia y Occidente, que a la luz de los hechos, fue desarticulado por Occidente con la incorporación de nuevos países a la Alianza Atlántica, especialmente los países bálticos fronterizos con Rusia, Estonia, Letonia y Lituania en 2004.
  3. En 1994, es firmado el memorándum de Budapest. En este acuerdo, Ucrania renunció al arsenal nuclear heredado por la Unión Soviética. Este acuerdo también fue firmado por los occidentales. Sin embargo, el actual presidente ucraniano Volodymir Zelenski asomó la posibilidad de "quemarlo" y que Ucrania saliera unilateralmente del documento, considerando la adquisición de armas nucleares. Conviene agregar que esto transcurrió en medio del proceso de solicitud de adhesión de Ucrania a la OTAN.

El "orden basado en reglas" que Occidente impuso claramente ha sido transgredido por ellos a lo largo de los años, no solo violentando el derecho internacional e incumpliendo de manera deliberada acuerdos vinculantes. En realidad, la creación de un cerco militar contra Rusia es una clara amenaza a la existencia de Rusia y su condición de potencia nuclear.

¿Tiene sentido para los rusos seguirse apegando a letra muerta? ¿Cuál es el marco de correspondencia al cual deben atender los rusos para seguir en el carril de la norma internacional si su contraparte la ha deshecho?

Volviendo a Ucrania, para los rusos, luego del golpe de Maidán (o Euromaidán) en 2014, ocurrió una inflexión en la política de ese país. Su estructura de poder interna quedó delimitada a los designios de un ala neonazi de la derecha, pero más grave aún, el país comenzó a ser objeto de un control en su política exterior por parte de los atlantistas.

El nivel de participación de la OTAN fue sumamente claro en la guerra contra la región del Dombás, que ha sido la guerra de un Estado contra una población civil y la guerra más peligrosa en el este de Europa desde las guerras de los Balcanes. En otras palabras, para los rusos, desde 2014 existió una total ausencia del derecho internacional y Ucrania, lejos de recibir alguna sanción, por el contrario recibió apoyo militar occidental aunque en escalas muy reducidas. Los propios rusos son constancia de la violación a las "reglas" al ser objeto de sanciones desde 2014, fuera del margen del Consejo de Seguridad de la ONU, que es la única instancia en el mundo facultada para ello.

Estos eventos eran progresivos a una adhesión de Ucrania a la OTAN, que en términos prácticos implica confinar al país eslavo a ser una gran base militar, un portaaviones del despliegue de Occidente a las fronteras de Rusia y a las cercanías de Moscú, mientras Rusia era debilitada por las medidas económicas coercitivas que Occidente impuso en 2014.

Mediante este acumulado, para los rusos el gobierno de Kiev perdió el uso de sus facultades como Estado soberano de maneras claras, es decir, acuden a la interpretación de raíz de la Soberanía de Westfalia, dándola como inexistente en tiempo presente.

Para los rusos, Ucrania dejó de ejercer sus facultades como actor exclusivo en el ejercicio de su poder político, su política exterior y su seguridad al pretender concesionar o entregar su territorio a poderes de facto de origen extranjero.

La soberanía, retomando a Jellinek según Viguali, es inherente a la propia libertad de un país de ejercerla mediante autodeterminación. "Si un Estado soberano pierde este atributo, al no poder conducir sus relaciones exteriores dejará de ser un actor de la política internacional y un sujeto del Derecho Internacional, porque no será ya independiente", agrega Viguali.

La soberanía puede perderse de hecho, cuando otro Estado o poder superior condiciona y pone bajo el dominio político al Estado hasta entonces soberano, o puede perderse jurídicamente cuando éste, por una decisión soberana renuncia a su soberanía, se integra en un conjunto mayor y renuncia también a sus propios derechos existenciales.

En términos de hecho y desde el ángulo ruso, Ucrania perdió las facultades de autodeterminación de manera vertiginosa desde 2014, con la peligrosidad de que dicho país, sin una adhesión formal a la OTAN, en los hechos ya estaba repleta de infraestructura y armamento de la OTAN desde antes de febrero de este año.

La soberanía es un ejercicio de poder, y tal como lo propone Michel Foucault, el poder no es una propiedad, es una estrategia, el poder no es algo que se posee sino algo que se ejerce.

Desde el advenimiento de la OEM, Rusia intervino en el este de Ucrania y se acercó a Kiev de manera contundente e instando una rendición de sus altos mandos en el corto plazo. La propia composición militar de Ucrania sugería que su resistencia solo sería posible por unas cuantas semanas. Pero el rol de la OTAN pasó a ser clave, propiciando una guerra de largo aliento.

Básicamente, Ucrania se convirtió en un campo de batalla de los países de la OTAN en una guerra contra Rusia. Si nos apegamos al derecho, la llamada "ayuda militar" a Ucrania existe puramente en términos informales. No hay un solo documento de seguridad colectiva y colaboración militar que justifique que la OTAN mantenga armas, instructores y financiamiento militar en Ucrania. La participación de la OTAN es pura informalidad, pero en los hechos tiene un impacto indiscutido en la demolición de Ucrania, en el alargue de la guerra, el aumento de los costos humanos y materiales y en el desgaste de Rusia, que es el fin último de la OTAN.

El solo hecho de que Rusia tenga que lidiar una negociación sobre Ucrania, con líderes no ucranios, o más bien occidentales, deja de manera clara que el país eslavo no ejerce su soberanía. Esta guerra podría terminar si tan solo Putin acuerda con Biden para que este proponga los términos sobre el destino de Ucrania.

En suma y acorde a los hechos, no fue primeramente Rusia quien avasalló la soberanía de Ucrania no ejercida por los ucranianos, fue Occidente mediante el escalonado rompimiento a su beneficio del "orden basado en reglas" y mediante la demostrada captura de Ucrania a sus designios, desde 2014 y en el presente.

El este de Ucrania pasa a ser un "espacio cautivo", el desarrollo de la guerra separatista de las repúblicas autoproclamadas en Dombás no fue más que el resultado de la dilución de los componentes básicos de un Estado consolidado. Ucrania desde sí misma perdió el atributo de "integralidad".

Por defecto y por los antecedentes acumulados, Ucrania pierde componentes claves de independencia política e integridad territorial. Acorde a Viguali, Ucrania no afirmó su existencia y, por ende, la perdió. No existe tal "soberanía ucraniana" a los cuales los rusos debían atenerse y, además, no por el uso de la fuerza pero sí por la amenaza, Ucrania violentó el Artículo 2 Numeral 4° de la Carta de la ONU; el mismo artículo que Rusia está violentando ahora.

Rusia decide destruir Westfalia para afirmar sus derechos existenciales soberanos, pues ya el ordenamiento westfaliano fue roto por otros actores (sin lidiar consecuencias) para amenazar los derechos de Rusia. El fin de la Soberanía de Westfalia, al menos en Ucrania y por mano rusa, es el cenit de un resquebrajamiento acumulado.

Este conflicto que inició en 2014 ha evolucionado a categorías superiores, incluso creando una enmienda de hecho en el ordenamiento internacional. No es nada exagerado cuando Putin asevera que estos eventos están cambiando al mundo. Esta sentencia es tácita de que un mundo pluripolar o pluricéntrico solo puede proponer un modelo disruptivo de relaciones internacionales dejando atrás el "orden basado en reglas" que Occidente impuso, pero que solo acatan si es en su beneficio. El orden debe cambiar a favor de un nuevo modelo de relaciones, hecho a medida por las aspiraciones del Sur Global.

El rol de las potencias emergentes pasará a ser crucial en la construcción de un nuevo andamiaje político, pero solo luego de la difícil reconfiguración del mundo, si es que la humanidad sobrevive a la Tercera Guerra Mundial que Estados Unidos y sus socios atlantistas están fabricando justo ahora en una desesperada carrera para detener el fin de su inexorable hegemonía.




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