A medida que el equilibrio de poder experimenta cambios en Ucrania, sus repercusiones afectarán a la propia unidad del proyecto de la UE
LA VENGANZA DE UCRANIA
CONTRA OCCIDENTE
MK Bhadrakumar
The Cradle
La política de vectores en Ucrania ha añadido nuevas dimensiones al
conflicto que ya dura 222 días.
Normalmente, cualquier conflicto debería terminar cuando se haya
determinado un nuevo equilibrio de poderes. Pero el "equilibrio de
poderes" no terminará hasta que se logre realmente un equilibrio -y
abundan las pruebas de que Ucrania está a punto de entrar en otro
"reequilibrio".
La ratificación por parte de la Duma rusa de la anexión de cuatro regiones
de Ucrania (las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, así como las
Regiones de Jersón y Zaporiyia), y la adopción de las leyes correspondientes,
crea una nueva dinámica y llevará algún tiempo crear un nuevo equilibrio de fuerzas
sobre el terreno en Ucrania.
Mientras tanto, el entorno exterior también se está transformando
fenomenalmente. La profundización de la crisis energética en Europa tras el
sabotaje de los gasoductos Nord Stream se convierte en una grave contradicción.
No hay manera de saber cómo se puede conciliar.
Por lo tanto, se presenta una situación compleja, ya que todo esto está
ocurriendo teniendo como telón de fondo una masiva acumulación militar rusa
alrededor de Ucrania en la región de Járkov y en la región sur del Mar Negro,
con largos convoyes de blindados que supuestamente se dirigen hacia Crimea
desde Rusia.
Las nuevas fronteras de
Rusia
La ratificación unánime por parte de la Duma de la adhesión de cuatro
regiones a Rusia el lunes, era de esperarse, la legislación pertinente fue
debidamente ratificada el martes por el Consejo de la Federación (la cámara
alta del parlamento) y, posiblemente, también el presidente Putin firmará de
inmediato los documentos, tras lo cual entrarán en vigor. Es decir, a partir
del 5 de octubre, las regiones ucranianas anexionadas habrán pasado a formar
parte de Rusia.
Es importante destacar que la Duma ha aprobado las propuestas del gobierno
sobre el establecimiento de las fronteras de las nuevas regiones, basadas en la
delimitación de los territorios que "existían el día de su creación y
adhesión a Rusia".
Los tratados correspondientes establecen que las fronteras adyacentes al
territorio de un país extranjero serán la nueva frontera estatal de Rusia. En
pocas palabras, se restablecen las antiguas fronteras de la época soviética en
esas regiones.
La determinación de las fronteras del Estado ruso tiene implicaciones para
la seguridad. En las regiones del Dombás y Zaporiyia hay vastas zonas que
siguen bajo el control de las fuerzas ucranianas. La ciudad de Limán, en la
República de Donetsk, fue capturada por las fuerzas ucranianas hace pocos días.
Las incursiones ucranianas en Jersón continúan. Se informa de fuertes
combates.
Evidentemente, a Moscú le queda mucho por hacer para poner bajo control los
territorios "ocupados" que antes formaban parte de Donetsk y Lugansk.
La región de Zaporiyia (que también es una importante región litoral en el mar
de Azov y forma parte de lo que los rusos llaman históricamente
"Novorossiya"), es otra prioridad en la que la propia capital del
oblast aún no está bajo control ruso.
“Nyet” de la OTAN
En esta coyuntura incipiente, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky
solicitó formalmente el ingreso de Ucrania en la OTAN de forma expeditiva, pero
a las pocas horas, la alianza le arrojó un balde de agua fría a esa petición,
explicando que cualquier decisión requerirá el apoyo de los 30 estados
miembros.
Eso indica que no va a haber ninguna intervención de la OTAN en Ucrania.
Moscú tomará nota. La reciente "reflexión en voz alta" sobre el uso
de las armas nucleares parece haber logrado su propósito.
La reunión del Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake
Sullivan, con el jefe de la oficina presidencial de Ucrania, Andriy Yermak,
celebrada el domingo en Estambul, fue un asunto discreto. La Casa Blanca indicó
que Sullivan prometió el firme apoyo de Washington a la soberanía e integridad
territorial de Ucrania y que además discutió con Yermak, la situación de la central
nuclear de Zaporozhye, así como sobre el trabajo continuo de Ucrania con las
Naciones Unidas para exportar alimentos al mundo.
El comunicado oficial de la Casa Blanca sobre la conversación telefónica
del presidente Joe Biden con Zelensky el lunes, mencionó un nuevo paquete de
ayuda de 625 millones de dólares por parte de Washington que incluye armas y
equipos adicionales, incluyendo HIMARS, sistemas de artillería y munición, y
vehículos blindados. Biden, "se comprometió a seguir apoyando a Ucrania
mientras se defiende de la agresión rusa, durante el tiempo que sea
necesario".
Posteriormente, el Secretario de Estado de EE UU., Antony Blinken declaró
que la reciente entrega de ayuda elevaría el coste global de la ayuda militar
estadounidense a Ucrania a más de 17 500 millones de dólares. "Los
recientes acontecimientos... sólo refuerzan nuestra determinación",
expresó Blinken en un comunicado el martes. "Seguiremos apoyando al pueblo
de Ucrania".
"Los recursos que estamos proporcionando están cuidadosamente
calibrados para marcar la mayor diferencia en el campo de batalla, y reforzar
la posición de Ucrania en la mesa de negociaciones cuando llegue el
momento", añadió.
Reorganización de la
estrategia de Rusia
Por otra parte, es probable que el mando militar ruso tenga que reajustar
los parámetros de las operaciones militares especiales, ya que sus fuerzas van
a salvaguardar a partir de ahora la integridad territorial y la soberanía del
país. Queda por ver qué forma adopta.
Hasta ahora, el despliegue real de Rusia ha sido de menos de 100 000
soldados. La mayor parte de los combates han sido llevados a cabo por los
grupos de milicianos, como los combatientes de Dombás y Chechenia, el Grupo Wagner
y por exmiembros de los servicios especiales y otros voluntarios de Rusia.
Sin duda, la incorporación de 300 000 soldados con experiencia militar
previa repercutirá en el equilibrio militar general en beneficio de Rusia. El
ministro de Defensa, Sergei Shoigu, ha declarado que otros 70 000 hombres se
han presentado como voluntarios, lo que situará el total de las fuerzas
adicionales en unos 370 000 efectivos.
Ahora bien, esto representa un enorme incremento. Para hacerse una idea de
la importancia del asunto, en el momento álgido de la guerra de Vietnam, el
despliegue de Estados Unidos rondaba el medio millón de soldados. Por primera
vez, Rusia tendrá una amplia superioridad numérica sobre las fuerzas
ucranianas. Por lo tanto, es totalmente concebible que el viejo patrón de
"machacar" a las fuerzas ucranianas cambie y el objetivo sea,
terminar la guerra de forma rápida y decisiva.
La decisión de EE UU. de establecer un centro de mando fuera de Ucrania (en
Alemania) parece anticipar los ataques rusos a los centros de mando en Kiev y
en otros lugares con un uso mucho mayor de la fuerza aérea, como en Siria. De
hecho, el nuevo comandante del Distrito Militar Occidental, el teniente general
Roman Berdnikov, dirigió anteriormente la intervención rusa en Siria.
Los expertos militares prevén que una vez que las lluvias de otoño den paso
al invierno y el terreno se endurezca, las operaciones rusas se intensificarán.
Últimamente se oyen voces discordantes dentro de Rusia que afirman que la
guerra está a la deriva sin una planificación como tal. Esto puede cambiar.
En pocas palabras, el punto de no retorno se está acercando rápidamente, a
partir del cual Rusia no tendrá otra alternativa que presionar por un cambio de
régimen en Kiev y allanar el camino para un liderazgo ucraniano totalmente
nuevo que se deshaga del férreo control anglonorteamericano y esté dispuesto a
llegar a un acuerdo con Rusia.
Un momento kafkiano
Sin embargo, no es de extrañar que la atención en Europa se dirija cada vez
más hacia la crisis económica, con una inflación de dos dígitos y la recesión
que amenazan con provocar malestar social y agitación política en todo el
continente. El creciente descontento de los ciudadanos se está convirtiendo ya
en protestas en muchos países europeos. El arribo del invierno solo agravará la
crisis.
Es posible que el cambio en el estado de ánimo de la población haga que los
gobiernos europeos se concentren en sus asuntos internos en lugar de
involucrarse en la guerra de Ucrania. El más ferviente partidario de una guerra
abierta con Rusia es Gran Bretaña, pero incluso Londres está atrapado en una
enorme crisis económica (y política). La primera ministra Liz Truss está
luchando por la supervivencia política. Los conservadores han renunciado
prácticamente a su mandato para gobernar.
La difícil situación de
Alemania
Una vez más, el bloque opositor de centro derecha de la Unión
Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana en el Bundestag alemán bloqueó
una moción que instaba al gobierno a permitir "inmediatamente" la
exportación de tanques y vehículos de combate de infantería alemanes a Ucrania.
Politico informó de que "una
votación sobre el suministro de armas en el Bundestag habría corrido el riesgo
de revelar grietas fatales en la unidad del gobierno y podría incluso haber
llevado a una derrota de (el canciller Olaf) Scholz en el parlamento".
Por otro lado, en las últimas semanas el gobierno alemán también ha tenido
que enfrentar la creciente presión de los aliados de Europa del Este para
aumentar drásticamente la escala y el tipo de apoyo militar de Berlín a Ucrania.
La influyente revista Foreign Policy de Washington escribió la semana
pasada: "A los ojos de los aliados de Berlín en la OTAN en Europa del
Este, especialmente los países que limitan con Rusia, Alemania, el centro de
poder económico y político de Europa, no está haciendo lo suficiente. Y cuanto
más se retrase, más se arriesga a una fractura diplomática a largo plazo con
esos aliados del Este".
Sin embargo, a pesar de esta táctica de presión, las encuestas muestran
que, si bien alrededor del 70% de los alemanes apoyan a Ucrania en general,
sólo el 35% respalda un mayor apoyo militar.
En esta situación, el sabotaje del gasoducto Nord Stream encaja con la
crisis energética en Europa y amenaza a los países europeos con la
"desindustrialización".
Para Alemania, en particular, el modelo económico del país se basa en la
disponibilidad de abundantes suministros de gas procedentes de Rusia, por
contratos a largo plazo, a precios baratos, a través de gasoductos. Está claro
que el sabotaje del Nord Stream tiene implicaciones monumentales.
Sin duda, quienquiera que haya perpetrado ese ataque terrorista ha
calculado astutamente que el gas ruso no debe fluir hacia Europa en un futuro
previsible. El eterno temor en Washington es que se si se restablecen los lazos
energéticos, se produzca un acercamiento germano-ruso. Además, en la
actualidad, las compañías petroleras estadounidenses están obteniendo enormes
beneficios en el mercado energético europeo, en sustitución de Rusia, vendiendo
el GNL a un precio entre cinco y seis veces superior al precio interno de
Estados Unidos.
Evitar la reconciliación
ruso-alemana
Lo que complica las cosas es que Europa necesita seguridad energética a
corto y medio plazo, sin que ello suponga también el fracaso de los objetivos
climáticos. Esto implica una mayor sensibilidad geopolítica. El asunto es que
la metódica transición energética de Europa, rompiendo con los combustibles
fósiles, necesita imperiosamente el gas ruso, tal y como se supuso desde el
principio, es decir, de que habría gas natural barato y abundante.
Podría argumentarse que Moscú mantenía la esperanza de que Nord Stream
acabara siendo un catalizador para sanar la ruptura de los lazos energéticos
entre Alemania y Rusia. Curiosamente, el lunes, el gigante energético ruso
Gazprom propuso a los clientes europeos que parte de la dañada red Nord Stream
podría seguir transportando combustible, pero sólo en el recién construido Nord
Stream 2. El Nord Stream 1 está prácticamente destruido.
Un comunicado de Gazprom en su cuenta de Telegram, indica que una de las
tres líneas del Nord Stream 2 no se ha visto afectada y que el gigante del gas
ha bajado la presión para inspeccionar el entronque en busca de daños y
posibles fugas. Nord Stream 2 tiene una capacidad de envío de 55 000 millones de
metros cúbicos al año, lo que significa que su línea B podría entregar hasta 27
500 millones de metros cúbicos al año a Alemania a través del Mar Báltico.
Sin embargo, el Nord Stream 2, requiere la aprobación de la UE, lo que
resulta problemático dadas las tensiones entre Bruselas y Moscú. Estas
tensiones podrían aumentar si la UE aprueba la decisión de los países del G7,
liderada por Estados Unidos, de imponer un tope de precios al petróleo ruso.
Sin duda, ese es también el cálculo de Washington: inmovilizar a Alemania y
mantener a Rusia fuera. El fantasma que persigue a Washington es que Berlín
puede perder interés en la guerra de Ucrania. El ascenso de los atlantistas en
los escalones de poder en Berlín en los últimos años -y su nexo con los
burócratas virulentamente rusófobos de la UE en Bruselas- ha funcionado hasta
ahora espléndidamente a favor de Washington.
La EU está acabada
indudablemente
Pero las cosas están cambiando drásticamente, como ha demostrado el
dramático giro en la política de Suecia e Italia.
No hay que subestimar el "efecto Meloni". El fondo de la cuestión
es que las fuerzas de extrema derecha tienen invariablemente más que ofrecer al
electorado en tiempos de inseguridad y dificultades económicas.
También en Francia, el presidente Macron está inmovilizado, carece de
mayoría parlamentaria para legislar y está desgastado por las crisis
consecutivas. En cuanto a Gran Bretaña, la crisis financiera desencadenada por
el presupuesto del Ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, pone de manifiesto,
fundamentalmente, la escasez de modelos económicos alternativos viables. La
libra esterlina está en caída libre. Las dos administraciones consecutivas de
los tories, fracasaron en elaborar un
modelo post-Brexit, mientras que los laboristas nunca quisieron el Brexit. El
gobierno de Truss es la última oportunidad de conseguir que el Brexit se haga
realidad, pero nadie espera que eso suceda. Y entonces, la tempestad -los
acontecimientos irrumpirán.
Lo que todo esto significa es que a los tres principales centros de poder
de la eurozona y a Gran Bretaña les está costando escapar del viejo y moribundo
mundo industrial del siglo XX, y no es el mejor momento para enfrentarse al
medio millón de fuerzas aliadas rusas en Ucrania, a pesar de las bravuconadas
de la Administración Biden.
No darle crédito a la cumbre inaugural de la Comunidad Política Europea
(CPE), celebrada el miércoles en Praga, que reúne a los dirigentes de 27
Estados miembros de la UE y de hasta 17 países no comunitarios: Reino Unido,
Turquía, Macedonia del Norte, Montenegro, Albania, Serbia, Kosovo, Bosnia y
Herzegovina, Georgia, Ucrania, Moldavia, Noruega, Suiza, Islandia,
Liechtenstein, Armenia, Azerbaiyán e Israel.
La verdad es que el proyecto de integración europea está acabado. Cualquier
intento de imponerlo producirá una severa reacción. Por lo tanto, la ruptura
con Rusia ha dado paso a un nuevo panorama geopolítico en Europa, en el que
queda al descubierto el misterio de Bruselas respecto a la expansión de la UE.
La CPE no es más que una estratagema francesa disfrazada para frenar la
adhesión real a la UE de los países de Europa del Este y los Balcanes.
La cumbre de la CPE en el Castillo de Praga, solo sirve para poner de
manifiesto que este es un momento kafkiano en la política europea. Esto debe
ser la venganza de Ucrania contra Europa por haber organizado, en 2014, un
golpe de estado tan cínico y violento para cortar su cordón umbilical con
Rusia.
Publicado por La Cuna del Sol
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