Las malas relaciones de la administración Biden con los países productores de petróleo tendrán importantes ramificaciones políticas y económicas para Occidente.
REDUCCIÓN DE LA PRODUCCIÓN
DE PETRÓLEO:
UNA TORMENTA PERFECTA EN LA
POLÍTICA EXTERIOR
ESTADOUNIDENSE
MK Bhadrakumar
The Cradle
The Cradle
El viejo adagio dice que una buena política exterior es el reflejo de la
política nacional. En este sentido, se está gestando una tormenta perfecta en
el frente de la política exterior de Estados Unidos, provocada por la decisión
de la OPEP del 5 de octubre de reducir la producción de petróleo en 2 millones
de barriles diarios.
Por un lado, esto hará subir el precio de la gasolina para el consumidor
nacional y, por otro, pondrá en evidencia el desequilibrio en las prioridades
de la política exterior de la administración estadounidense.
En su nivel más obvio, la maniobra de la OPEP confirma la creencia de que
Washington ha perdido su influencia con el cártel de países productores de
petróleo. Esto se atribuye al deterioro de las relaciones de Estados Unidos con
Arabia Saudí durante la presidencia de Joe Biden. Pero, fundamentalmente, ha
surgido una contradicción entre los intereses de Estados Unidos y los de los
países productores de petróleo.
Petrodiplomacia
Dicho esto, las contradicciones no son nada nuevo en la geopolítica del
petróleo: las décadas de 1970 y 1980 fueron testigos de dos grandes
"crisis del petróleo". Una fue fabricada, mientras que la otra fue
una interacción de fuerzas históricas: la Guerra del Yom-Kippur de 1973 y la
Revolución Islámica de Irán de 1979. En la primera, las naciones árabes
convirtieron el petróleo en un arma y proclamaron un embargo petrolero a las
naciones occidentales que se consideraba habían apoyado a Israel en la guerra.
El resultado fue que el precio del petróleo subió casi un 300% en menos de
seis meses, paralizando la economía mundial. En Estados Unidos, el presidente
Richard Nixon pidió a las gasolineras que no vendieran gasolina desde el sábado
por la noche hasta el lunes por la mañana para hacer frente a la crisis, que
afectó más a la industria que al consumidor promedio.
En 1979, la revolución iraní afectó las tasas de producción de petróleo y
el suministro mundial se redujo en un 4%. Al cundir el pánico, la demanda de
crudo se disparó y los precios se duplicaron con creces.
La insensatez de Biden
La administración Biden ha tomado riesgos innecesarios subestimando la
importancia del petróleo en la diplomacia moderna, e ignorando que el petróleo
seguirá siendo la fuente de energía dominante en todo el mundo en un futuro
previsible, propulsando todo, desde los coches y la calefacción doméstica hasta
los grandes titanes de la industria y las plantas manufactureras.
Incluso la transición estable a la energía verde a lo largo del tiempo
depende en gran medida de la disponibilidad continua de combustibles fósiles
abundantes y baratos. Sin embargo, el gobierno de Biden pasó por alto el hecho
de que los que tienen reservas de petróleo poseen un enorme poder sobre nuestros sistemas energéticos basados
en el petróleo, mientras que los que compran petróleo son, por el contrario,
terriblemente dependientes del mercado y de las relaciones diplomáticas que lo
impulsan.
Las potencias occidentales son demasiado ingenuas para pensar que una
superpotencia energética como Rusia puede ser simplemente "borrada"
del ecosistema. Por lo tanto, una "guerra energética" con Rusia está
destinada al fracaso.
Históricamente, las naciones occidentales han entendido el imperativo de
mantener buenas relaciones diplomáticas con los países productores de petróleo.
Sin embrgo, Biden ha abandonado toda cautela al insultar a Arabia Saudí, cuando
previo a las elecciones presidenciales de 2020, prometió convertir al reino en
un estado "paria".
A pesar de su publicitada visita a Jeddah en julio de 2022 para arreglar
las cosas, los saudíes desconfían de las intenciones estadounidenses, y es poco
probable que veamos una mejora en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia
Saudí bajo la administración de Biden.
La congruencia de intereses por parte de la OPEP para mantener los precios
altos se debe esencialmente a que necesitan los ingresos extra para su
presupuesto de gastos y para mantener un nivel de inversión saludable en la
industria petrolera. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó en abril
el precio de equilibrio del petróleo de Arabia Saudí -el precio del petróleo
con el que equilibraría su presupuesto- en 79.20 dólares por barril.
Aunque el gobierno saudí no revela su supuesto precio de equilibrio del
petróleo, un informe de Reuters sugiere que un nivel de precios preferido sería
de entre 90 y 100 dólares por barril de crudo Brent, nivel que no tendrá un
gran impacto en la economía mundial. Por supuesto, todo lo que supere los 100
dólares será una bendición.
Dictar quién puede y no
puede vender petróleo
Mientras tanto, se está gestando una crisis "sistémica". Es
natural que la OPEP vea con escepticismo las recientes medidas de Estados
Unidos y la UE para reducir las exportaciones de petróleo de Rusia. Occidente
racionaliza estas medidas con el objetivo de reducir drásticamente los ingresos
de Rusia procedentes de las exportaciones de petróleo (lo que se traduce en
capacidad de resistencia para luchar en la guerra de Ucrania).
La última maquinación del G7 para limitar los precios a los que Rusia puede
vender su petróleo está llevando las cosas al extremo.
La OPEP considera que los topes de precios son un cambio de paradigma, ya
que implícitamente desafía la supuesta prerrogativa del cártel de garantizar
que la oferta mundial de petróleo se ajuste a la demanda, donde una de las
medidas clave del equilibrio entre oferta y demanda es el precio. Podría
decirse que Occidente está creando de facto un cártel rival de países
consumidores de petróleo para regular el mercado del petróleo.
No cabe duda de que la maniobra de Occidente sienta un precedente: dictar
por razones geopolíticas el precio al que un país productor de petróleo tiene
derecho a exportarlo. Si hoy es Rusia, ¿quién puede asegurar que mañana no será
Arabia Saudí o Irak? La decisión del G7 -si se aplica- erosionará el papel
crucial de la OPEP en la regulación del mercado mundial del petróleo.
La OPEP contraataca
Por consiguiente, la OPEP con su reciente decisión de reducir la producción
de petróleo en 2 millones de barriles diarios y mantener el precio por encima
de los 90 dólares por barril, está presionando de forma proactiva. La OPEP
estima que las opciones de Washington para contrarrestar a la OPEP+ son
limitadas. A diferencia de lo que sucedía en el pasado, Estados Unidos no tiene
hoy un solo aliado dentro del grupo OPEP+.
Considerando la creciente demanda interna de petróleo y gas, es totalmente
concebible que las exportaciones estadounidenses de ambos productos se vean
reducidas. Si eso ocurre, Europa será la más afectada. En una entrevista
concedida al Financial Times la semana pasada, el Primer Ministro belga,
Alexander De Croo, advirtió que, a medida que se acerca el invierno, si los
precios de la energía no bajan, "nos arriesgamos a una
desindustrialización masiva del continente europeo y las consecuencias a largo
plazo podrían ser realmente muy profundas".
De Croo, añadió estas escalofriantes palabras: "Nuestras poblaciones
están recibiendo facturas que son una completa locura. En algún momento,
explotará. Entiendo que la gente esté enfadada... la gente no tiene medios para
pagar". De Croo advertía sobre la probabilidad que se produzcan disturbios
sociales y políticos en los países europeos.
Las repercusiones económicas
y políticas
Sin duda, se trata de un cambio tectónico en la geopolítica que
probablemente resulte más importante que el conflicto de Ucrania en la
conformación del orden mundial multipolar.
Esta tormenta perfecta en la política exterior de Biden también puede
repercutir en las elecciones de medio mandato de noviembre en EE UU. y dar
lugar a una mayoría republicana en el Senado, lo que podría marcar el ritmo de
las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha declarado que Europa, al declinar
el suministro energético ruso, se ha convertido en un mercado cautivo para las
compañías petroleras estadounidenses, que ahora están "haciendo su
agosto", pero cuyo elevado costo resta competitividad a la economía
europea.
"La producción está colapsando. La desindustrialización se aproxima.
Todo esto tendrá consecuencias muy, muy deplorables para el continente europeo
durante probablemente, al menos, los próximos 10-20 años", declaró Peskov.
Por cierto, Rusia se posiciona como el país que más se beneficia con los
recortes de la OPEP. La opinión de los expertos es que los precios del petróleo
subirán de los niveles actuales durante lo que queda del año fiscal y el próximo.
Es decir, Rusia no reducirá la producción mientras el precio del petróleo empezará
a subir en los próximos meses.
Mientras los precios del petróleo suben, Rusia no tendrá que recortar ni un
barril de su producción en tanto tenga un mercado lo suficientemente grande
después de diciembre para vender el crudo que ahora va a Europa. Una vez más,
Moscú reitera que no suministrará petróleo a los países que se sumen al tope de
precios del G7. Al proceder de esta manera, Moscú responde con los mismos
instrumentos no mercantiles de la administración Biden.
Publicado por La Cuna del Sol
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