No hay revolucionario urbano
que cuestione el dogma de la privatización de los bienes y servicios. Mucho
menos, que se atreva a dudar y cuestionar sobre el origen y el fracaso del
aparente Estado nación que no pudo ser.
GUATEMALA: CUANDO LOS
REVOLUCIONARIOS
LE TEMEN A LA REVOLUCIÓN
Ollantay Itzamná
No es sólo el sistema neoliberal hegemónico que esterilizó y esteriliza el
espíritu crítico-creativo en la “ciudadanía” guatemalteca, sino fue y es la
misma izquierda política y urbana que instaló e instala dispositivos de
impotencia y auto derrota en las estructuras culturales y psicológicas de las y
los “revolucionarios chapines”.
En las direcciones de las ONG, en los cocteles de recepción de las
embajadas de gobiernos progresistas, o en foros internacionales, es casi común
oír apoteósicos discursos o testimonios emotivos sobre las luchas
revolucionarias en Guatemala. Pero, casi todos versan sobre glorias del pasado
que no pudo ser.
En la actualidad, es casi imposible encontrar a algún “revolucionario”
guatemalteco urbano que por lo menos discursivamente se atreva a desafiar, con
mediana rigurosidad teórica, las inefables verdades de fe implantadas en el
país por la hegemonía neoliberal. Mucho menos plantear la necesidad de la
fundación de un Estado Plurinacional, o que apueste por un proceso de Asamblea
Constituyente Plurinacional.
No hay revolucionario urbano que cuestione el dogma de la privatización de
los bienes y servicios. Mucho menos, que se atreva a dudar y cuestionar sobre
el origen y el fracaso del aparente Estado nación que no pudo ser.
El revolucionario urbano se asume como guatemalteco (entona el Himno
Nacional y besa la bandera bicolor del patrón), sin siquiera preguntarse si en
los hechos existe verdaderamente la nación o la identidad guatemalteca como
tal.
Para la gran mayoría de estos “revolucionarios” urbanos, provenientes, en
alguna medida del Conflicto Armado Interno (CAI, 1960-1996), el máximo sueño
revolucionario en su horizonte es la construcción del Estado de Bienestar,
mediante reformas. Es decir, el keynesianismo “revolucionario”.
Existe en el espíritu revolucionario urbano una sensación compartida de
desgano cultural y derrota mental. “No tenemos correlación de fuerzas a favor”.
“Nos van a volver a derrotar”. “Esos temas ya hemos debatido en el pasado, y no
hemos podido…”, “Esas demandas nos harían ver como radicales”, etc. son
muletillas reiterados para explicar o justificar su apatía a las propuestas de
cambios estructurales que plantean movimientos indocampesinos desde el interior
del país.
Este desgano, en buena medida, es fruto de la secuencia de las derrotas
pactadas, tanto militar, político y cultural, que sufrió y sufre la izquierda
tradicional en Guatemala.
Las comandancias y altos mandos de las ex guerrillas lograron instalar los
contenidos de los Acuerdos de Paz como el máximo objetivo político deseable en
el imaginario colectivo de la subvalternidad disciplinada. Un eficiente
discurso ideológico performativo.
Más sin embargo, los incumplidos y olvidados Acuerdos de Paz no tienen nada
de revolucionario, sino sólo promesas de parches en los vacíos del Estado
nación que se cae a pedazos.
Reformas fiscales, gobernabilidad, y folclórico multiculturalismo (de los
90), son algunos de los máximos sueños plasmados en dichos Acuerdos. Esto
explica el por qué los marxistas de las montañas se convirtieron en los
actuales keinesianos urbanos.
La necesidad de la fundación de un Estado Plurinacional, la urgencia de la
restitución/democratización de las tierras, agua y territorios, derechos
sociopolíticos de los pueblos, la democracia participativa, la necesidad de la
construcción de la comunidad política imaginada desde y con todos los pueblos,
etc., no forman parte de dichos nostálgicos Acuerdos.
Pero, fueron estos Acuerdos que configuraron/configuran el horizonte y el
corpus ideológico de los revolucionarios urbanos, ahora, discípulos
“inconscientes” de Hayek (los movimientos indocampesinos los denominan
izquierda neoliberal).
Los Acuerdos de Paz y las ONG instalaron en el espíritu revolucionario
chapín la “incidencia política” como sublime y máxima meta política. Mas no la
construcción del poder para el autogobierno en los territorios. Mucho menos, la
construcción del Estado Plurinacional y el consenso intercivilizatorio de los
pueblos y sectores para la convivencia intercultural real.
En este contexto, comunidades en resistencia organizadas en el Comité de
Desarrollo Campesino (CODECA) colocan en el debate nacional cuestiones
estructurales como la necesidad de la fundación de un Estado Plurinacional, el
proceso de una Asamblea Constituyente Plurinacional ascendente, la urgente
necesidad de la construcción de una nación de nacionalidades autónomas en
Guatemala, etc. Y trabajan como hormigas en y desde el interior y periferias
del país. Pero, “intelectuales” y “académicos” de izquierda provenientes del
CAI están ausentes casi por completo.
Así, mayas y campesinos, quienes jamás alardearon ser revolucionarios,
mucho menos fueron reconocidos como sujetos políticos por las vanguardias y
comandancias revolucionarias en Guatemala, ahora, se constituyen en el núcleo
sociopolítico que abandera las auténticas propuestas revolucionarias en la
Guatemala policromática que se cae a pedazos.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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