El viaje de Donald Trump al
Oriente Medio publicitado por la Casa Blanca como un itinerario destinado a la
búsqueda de la paz, fue cualquier cosa menos la tan ansiada paz. En realidad no
fue más que la ocasión para promover el negocio favorito de Washington: la
venta de armamento y la promoción de la guerra y el caos, tal como lo atestigua
lo que acontece actualmente tras el desestabilizador periplo del presidente Trump por el
Oriente Medio.
CUALQUIER COSA MENOS LA PAZ
Con la soga al cuello en su propio patio, el presidente estadounidense
Donald Trump tomó la decisión de embarcarse en su primera visita oficial como
el mandamás de la caótica superpotencia mundial venida a menos, nada más y nada
menos que al Medio Oriente, una de las regiones más brutalizadas del planeta
por la furia destructiva del imperialismo norteamericano. Su primera parada
tuvo lugar en Arabia Saudita donde fue agasajado por los miembros de una de las
monarquías petroleras más retrogradas, reaccionarias y criminales del mundo,
sin embargo, esto no fue un impedimento para que el mandatario de la supuesta
democracia más avanzada del mundo, como no lo ha sido para ninguno de sus
antecesores, se reuniera con estos abominables personajes y acordara con ellos
la prolongación de los conflictos que desgarran a esa región.
En ningún momento la visita de Trump a Arabia Saudita, que por cierto es la
primera vez que un presidente estadounidense selecciona ese país como destino
de su primera visita oficial, tenía el propósito de forjar algún tipo de
entendimiento entre sus anfitriones árabes que resultara en el fin de las
actividades desestabilizadoras en las cuales están involucrados en el Oriente
Medio, principalmente en Siria, donde su apoyo al terrorismo yihadista ha sido
una constante desde el inicio de la agresión contra el pueblo sirio, y en
Yemen, empobrecido país contra el que ha desatado una feroz como criminal campaña
de agresión bélica. Todo esto no fue considerado como un comportamiento
aberrante por la administración Trump, que ya con anterioridad incluso había
condecorado al reino saudita por su lucha contra el terrorismo. Este grado de
cinismo mostrado por los EE.UU no debe sorprender a nadie, sobre todo con los
déspotas árabes, más bien confirma lo que muchos saben sobre la profunda
ambigüedad de la política exterior norteamericana, donde sus propios intereses políticos,
económicos y militares sobrepasan o se imponen sobre cualquier otra
consideración, ya sean libertad, democracia, derechos humanos, conceptos vacíos,
que únicamente sirven de fachada a los reales propósitos de la agenda
imperialista.
El viaje de Donald Trump al Oriente Medio publicitado por la Casa Blanca
como un itinerario destinado a la búsqueda de la paz, fue cualquier cosa menos
la tan ansiada paz. En realidad no fue más que la ocasión para promover el
negocio favorito de Washington: la venta de armamento y la promoción de la
guerra y el caos. Concretamente esto significó, para felicidad del complejo
militar industrial y el partido de la guerra en Washington, jugosos contratos por
valor de unos 300 mil millones de dólares
en venta de nuevo armamento a la desquiciada cleptocracia de Arabia
Saudita, que aparte de brindarle los petrodólares que tanto necesita Trump para
la creación de los empleos que ha prometido para revitalizar la alicaída
economía norteamericana, le permitirá contar con todo el armamento necesario
para continuar instigando las guerras sectarias a través del apoyo a las
diferentes bandadas de mercenarios terroristas quienes bajo el influjo
ideológico de Al-Qaeda y actuando al servicio del imperialismo estadounidense y
sus aliados de la OTAN, e Israel, tratan de destruir a Siria e Irak, y acabar
con la influencia de Irán, país al que Trump, invirtiendo los papeles, calificó
como la principal fuente de la violencia y el terrorismo que azotan la región.
En Riad, el presidente Trump habló de combatir el terrorismo y de eliminarlo
de la faz de la tierra, sin embargo, si se toma en cuenta el historial de dichas
organizaciones terroristas desde su
aparición hasta el presente, especialmente sus estrechos vínculos con la
monarquía wahabita de Arabia Saudita y con los propios Estados Unidos, lo dicho
por el actual presidente de los EE.UU resulta ser pura propaganda destinada al
consumo de la gran prensa occidental, de lo contrario como se explica que estas
agrupaciones terroristas continúen recibiendo el financiamiento, entrenamiento, armamento y
protección para sus campañas militares en Siria e Irak, como actualmente ha estado
sucediendo en Al Raqa y en el cruce fronterizo de Al Tanf, donde Estados Unidos
no solo está alentando a los terroristas a evacuar la llamada capital del EIIL
en Siria, sino que además repele a las fuerzas aliadas sirias que buscan
desalojar a los terroristas moderados que los EE.UU entrena y protege en un
campamento establecido ilegalmente en la zona del cruce fronterizo entre Siria
e Irak.
En realidad poco importa cuánto diga Estados Unidos a cerca de su
compromiso de combatir o erradicar el terrorismo como una amenaza a la paz
mundial, si en términos concretos sus acciones indican todo lo contrario y se
empeña en fortalecer sus relaciones con un país al que se considera como el
principal agente del terrorismo fundamentalista islámico, tal es el caso de
Arabia Saudita. Sin embargo, Trump hizo caso omiso de tal hecho, plenamente
confirmado por varios altos funcionarios estadounidenses, y por el contrario se
dedicó a despotricar en contra de la República Islámica de Irán acusándola de
ser la mayor patrocinadora del terrorismo en el mundo, sin embargo, esa
afirmación no resiste el análisis minucioso cuando se confronta con el hecho de
que los mayores ataques terroristas perpetrados en nombre del Islam tiene como
sus principales ejecutores a militantes fundamentalistas sunitas y no a
chiitas. Queda en claro que la relación entre ambos países está sustentada en
la búsqueda del poder y la dominación sin importar los medios que se empleen
para su consecución.
El mundo está observando como después de la visita de Trump a Arabia
Saudita, en un corto periodo de tiempo la crisis en el Oriente Medio está
degenerando de manera insospechada y adquiriendo matices de incredulidad, a tal
grado que aquellos que se han caracterizado por ser los mayores patrocinadores
del terrorismo islámico, los EE.UU, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos
e Israel, ahora se transforman en la fuerza que se encargara de erradicarlo. Irán
ha sido designado como el enemigo, y aunque es uno de los países que más
recursos ha invertido en combatir el terrorismo fundamentalista islámico, la
coalición antiterrorista -los buenos terroristas-, lo ha hecho su objetivo por
considerarlo el mayor peligro para la paz en la región y el mundo. Pero la
cuestión no queda ahí, Catar, la súper rica monarquía petrolera en la península
arábiga, que se suponía seria uno de los miembros de la Alianza Militar Islámica
o la OTAN árabe, resulta que ahora también se encuentra en la mirilla de sus
antiguos compinches, sitiada por todas parte y bajo la amenaza de una posible
invasión militar y cambio de régimen, acusado de ser uno de los mayores
patrocinadores del terrorismo internacional, que ciertamente lo es, en especial
aquel que no es del agrado de Arabia Saudita y de Israel, es decir, el de la
Hermandad Musulmana, y de sostener buenas relaciones con el acérrimo enemigo de
ambos, Irán, que como ya quedó demostrado tras los recientes ataques
terroristas perpetrados por el EIIL en Teherán es el principal objetivo de la
coalición antiterrorista árabe-estadounidense-israelí.
Y aunque Catar sirve de anfitrión a la mayor base militar estadounidense en
el Golfo Pérsico y del mundo, este hecho no ha impedido que Donald Trump se una
a Arabia Saudita atacando y demandando que Catar cumpla con una serie de
exigencias, entre ellas dejar de financiar el terrorismo, cortar sus vínculos
con la Hermandad Musulmana y Hamas y romper con Irán, lo que prácticamente
significa la capitulación y el sometimiento total, como requisito para ser
aceptada de nuevo dentro de la coalición antiterrorista dirigida contra Irán. Pero
de acuerdo a Fars News, el principal motivo de ciertos países árabes para
presionar y boicotear a Catar no se debe a su apoyo a la Hermandad Musulmana,
sino al hecho que Doha se haya rehusado a acceder a las demandas de los EE.UU
por una cierta suma de dinero, según la agencia de noticias iraní, Trump le
habría solicitado a Arabia Saudita, los Emiratos Árabes y Qatar colectar
aproximadamente 1.5 billones de dólares antes de abandonar Arabia Saudita y así
poder calmar a sus detractores en los EE.UU. El repentino rechazo catarí fue el
detonante que provoco la ira de sauditas y emiratiés y como consecuencia la
crisis actual.
Por el momento todo indica que los planes de Trump no están saliendo de
acuerdo a lo planeado. Catar no ha dado señales de capitular y por el contrario
está profundizando sus relaciones con Irán y Turquía quienes al tiempo que le
proporcionan apoyo y ayuda material, también están explotando el vacío que se está produciendo
como resultado de la beligerancia de Trump y de sus amigos del CCGP. Irán
aprovechando la incapacidad de sus rivales de lidiar adecuadamente con las
realidades geopolíticas de la región, en lugar de verse debilitado parece estar
ganando mayor influencia, posicionándose como un protagonista de mucho peso en
el convulsionado Oriente Medio, especialmente en Siria donde las fuerzas bajo
su mando están estropeando los planes de
los Estados Unidos de establecerse y controlar permanentemente, bajo el
pretexto de combatir al Estado Islámico, los pasos fronterizos entre Siria e
Iraq como parte de la estrategia del Pentágono para obstaculizar y remover la
presencia de Irán de esa zona critica para el expansionismo de Israel a costa
de Siria y Líbano. Sin embargo, estos reveses de ninguna manera señalan la
perdida absoluta de la hegemonía de los EE.UU, sino solo la erosión paulatina
de su rol de potencia dominante pero que todavía sigue poseyendo una enorme
capacidad para generar caos y destrucción, tal como lo atestigua lo que
acontece actualmente tras el desestabilizador periplo del presidente Trump por el Oriente
Medio.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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