A pesar de la abundancia de
hechos históricos que evidencian la naturaleza supremacista, racista y
esclavista sobre los cuales se ha fundado la existencia y el poder de los
EE.UU, y que dado lugar a todo tipo de atrocidades en suelo propio y foráneo,
nada de esto es siquiera insinuado mucho menos criticado abiertamente por
quienes ahora se sienten ofendidos por el racismo y la violencia supremacista
blanca desplegada en Charlottesville que parece ser lo único que merece la
atención, como si se tratara de una anomalía, algo inusual en la historia,
descontaminada, del imperio más benevolente, según sus apologistas, que alguna
vez haya existido sobre la faz de la tierra.
CHARLOTTESVILLE Y EL
ESCÁNDALO SUPREMACISTA
Los violentos incidentes en Charlottesville, Virginia, protagonizados por grupos supremacistas
blancos del Ku-Klux- Klan y los denominados por los medios como Neo-Cofederados
que protestaban la remoción de un monumento conmemorativo de uno de sus héroes,
el general secesionista y reputado esclavista Robert E. Lee, han provocado las más
virulentas como hipócritas reacciones de todo el establishment blanco estadounidense
ante lo que consideran como no representativo, una afrenta, a la esencia del
ser estadounidense (americano). Sin embargo, esas reacciones solo buscan
ofuscar la verdadera naturaleza o la historia de una nación que fundamenta su
poder político, económico y militar, precisamente en las ideas del supremacismo
blanco, practicado en todas las etapas de la historia de los estados Unidos.
En Counter Punch, Michael J. Sainato
en su artículo, “El racismo en Charlottesville es un síntoma de una nación
construida sobre la supremacía blanca”, escribe lo siguiente:
“El racismo y la supremacía blanca manifestados en la concentración
supremacista blanca en Charlottesville, es sintomático de una cultura en
Estados Unidos que ha ocultado su historia, ignorado su desenfrenado abuso de
los derechos humanos y disimulado lo más oscuro de su pasado para formular un
visión distorsionada del excepcionalismo estadounidense fundamentado en la
supremacía blanca. Estados Unidos fue construido sobre la esclavitud,
genocidio, violencia, y la supremacía blanca masculina que durante siglos ha
explotad a otros con fines de lucro y poder, y continua haciéndolo hasta el día
de hoy. La autoridad moral del excepcionalismo estadounidense al que han
recurrido algunas personas para repudiar el odio en la concentración, con
argumentos de que “esto no es America”, demuestra la amnesia histórica o la
negativa a aceptar responsabilidad por esta historia”.
A pesar de la abundancia de hechos históricos que evidencian la naturaleza
supremacista, racista y esclavista sobre los cuales se ha fundado la existencia
y el poder de los EE.UU, y que dado lugar a todo tipo de atrocidades en suelo
propio y foráneo, nada de esto es siquiera insinuado mucho menos criticado
abiertamente por quienes ahora se sienten ofendidos por el racismo y la
violencia supremacista blanca desplegada en Charlottesville que parece ser lo
único que merece la atención, como si se tratara de una anomalía, algo inusual
en la historia, descontaminada, del imperio más benevolente, según sus
apologistas, que alguna vez haya existido sobre la faz de la tierra.
Ajamu Baraka (Counter Punch): “La supremacía blanca que algunos vemos como
más insidiosa no está reflejada en las
simples, estereotipadas imágenes del saludo Nazi del iracundo miembro de la
Alt-Right (Derecha Alternativa) o incluso Donald Trump. Más bien, es la
ideología supremacista blanca, normalizada y por consiguiente invisible,
inculcada en las instituciones culturales y educativas, y las políticas que se
derivan de esas ideas. Ese proceso no solo produce las tropas de choques de la
delirante derecha radical armada, sino también a creyentes convencidos
encubiertos como Robert Ruben de Goldman Sachs, Hillary Clinton, Barack Obama,
Tony Blair and Nancy Pelosi –individuos “decentes” que nunca han cuestionado la
superioridad de la civilización occidental, que creen por completo en el
derecho y responsabilidad del occidente blanco para determinar que naciones
deberían tener soberanía y quien debería ser el líder de la naciones
“inferiores”. Y quienes creen que no existe alternativa a las maravillas del
capitalismo global aun si esto significa que miles de millones de seres humanos
sean consignados permanentemente a lo que Fanon llamó ‘la zona del no ser’”.
Aquí, es importante destacar como la estructura del supremacismo blanco
occidental a través de todas sus instituciones como el FMI, el BM, y los grandes
establecimientos de educación superior que funcionan como su base ideológica
quedan inmunes a la critica que se encarga de desviar la atención hacia
personajes como Donald Trump y los grupos supremacistas que, aunque
detestables, apenas son una manifestación superficial del amplio y profundo
espectro que abarca el poder hegemónico supremacista blanco en todos los espacios
donde se manifiesta y el cual puede apreciarse en la violencia policial y el
encarcelamiento masivo ejecutados contra miembros de las comunidades negras y
otras de piel oscura, la deportaciones masivas de inmigrantes centroamericanos
y mexicanos, y las guerras de exterminio en países como Somalia, Irak, Libia,
Yemen, Afganistán y Siria, o las amenazas sobre Corea del Norte y Venezuela, o
en el apoyo incondicional al régimen del apartheid que Israel practica contra
los palestinos. Y aunque sean tan solo algunas de las manifestaciones que
engrosan el amplio record de atrocidades que a lo largo de su historia han
caracterizado al supremacismo blanco, nada de esto, en comparación con
Charlottesville, genera la más mínima condena de liberales e izquierdistas por
la sencilla razón que ambos son parte integral de la estructura del poder del
supremacismo blanco que ha tendido sus tentáculos por todo el mundo minimizando
y subyugando a los denominados como pueblos inferiores.
Segun John Wight (Counter Punch), “la afirmación de que los Estados Unidos
tienen un problema con el supremacismo blanco es falsa. Es falsa porque los
Estados Unidos es sinónimo con el supremacismo blanco; es una nación fundada y
establecida por supremacistas blancos, cuya constitución fue redactada por
supremacistas blancos, y en el que la supremacía blanca está anclada en el
tejido social y cultural, sin olvidar sus propias instituciones”.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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