Los europeos están encubriendo su deseo de continuar la guerra proxy con una tardía como disimulada preocupación por lograr la paz y respaldar la diplomacia de Trump.
TRUMP ECHA A ZELENSKY Y DESBARATA
LA ESTRATAGEMA EUROPEA PARA
ESCALAR LA GUERRA CONTRA RUSIA
Finian Cunningham
TheAltWorld
Tras la vapuleada que le propinó el
presidente Trump, en directo por televisión, y su posterior expulsión de la
Casa Blanca, el ucraniano Zelensky telefoneó inmediatamente a los líderes
europeos.
Esa reacción demuestra que el actor ucraniano
convertido en presidente había volado a Washington desde Kiev no para limitarse
a firmar un supuesto acuerdo sobre minerales con Estados Unidos, sino para
hacer caer a Trump en una trampa para intensificar la guerra proxy en Ucrania
contra Rusia.
No hay duda de que existe consternación y
alarma entre los europeos porque su agenda para prolongar la guerra contra
Rusia está en bancarrota. Peor aún, un Trump furioso puede ahora abandonar a
Ucrania y dejarla completamente a merced de Rusia.
Los líderes europeos sostendrán una reunión
de emergencia el domingo en Londres, convocada
por el primer ministro británico, Keir Starmer. Zelensky asistirá y recibirá
una lluvia de muestras de apoyo europeas y miles de millones más del dinero de
los contribuyentes. Increíblemente, siguen defendiendo al impúdico estafador
como un “héroe churchilliano”.
Las argumentaciones en el Despacho Oval el
viernes fueron un sórdido espectáculo. Trump y su vicepresidente, JD Vance,
arremetieron contra Zelensky bajo la mirada de las cámaras de televisión por
atreverse a exigir más garantías de seguridad estadounidenses en el marco de un
acuerdo que permitiría a las empresas estadounidenses acceder a las supuestas
riquezas minerales de Ucrania, como petróleo, gas y metales de tierras raras.
La reunión comenzó cordialmente, pero Trump
se abstuvo de dar “garantías de seguridad” específicas a Ucrania. La fastidiosa
insistencia de Zelensky en obtener compromisos explícitos de apoyo militar
estadounidense tras cualquier acuerdo de paz con Rusia provocó que Trump y sus
funcionarios reprendieran al líder ucraniano por discutir en público y no ser
respetuoso.
Después de los fuegos artificiales, un
indignado Trump echó a Zelensky. No se firmó ningún acuerdo sobre minerales y
Zelensky se fue de Washington con las manos vacías. Y la cosa no acabo ahí.
Trump posteriormente les manifestó a los periodistas que Zelensky no será
bienvenido hasta que esté dispuesto a hacer las paces con Rusia.
Trump fue astuto ante el intento de mala
jugada. Ante los periodistas en el jardín de la Casa Blanca y tras la reprimenda
a Zelensky, Trump declaró: “Queremos la paz. No queremos
que alguien se adhiera a una potencia fuerte y luego no llegue a un acuerdo de
paz porque se sienta envalentonado. Eso es lo que vi que estaba ocurriendo. Él
quiere pelear, pelear y pelear. No busco involucrarme en nada prolongado”.
Las inmediatas
llamadas telefónicas de Zelensky al presidente francés Emmanuel Macron y al
jefe de la OTAN Mark Rutte tras el fiasco de la Casa Blanca es la gran
revelación aquí.
Días antes de la visita de Zelensky a la Casa
Blanca el viernes, los líderes europeos habían tratado persuadir a Trump para
que Estados Unidos ofreciera garantías de seguridad como parte de cualquier
acuerdo de paz con Rusia.
Macron se reunió con Trump el lunes. El
jueves le tocó el turno a Starmer de congraciarse con Trump. La jefa de la
diplomacia europea, Kaja Kallas, también estuvo en Washington. Sorprendentemente,
su reunión con el secretario de Estado de EE UU., Marco Rubio, fue suspendida
abruptamente “por problemas de agenda”.
El principal objetivo de Macron y Starmer era
conseguir que Trump se comprometiera a un “respaldo” militar en Ucrania para
reforzar su propuesta de desplegar tropas francesas y británicas bajo la
apariencia de “fuerzas de paz”.
Según la BBC, los británicos querían “cobertura
aérea” estadounidense para sus tropas.
Tanto Macron como Starmer fueron despachados
con vagas evasivas a pesar de la cordialidad y los cumplidos, y de un incentivo
británico del rey Carlos de invitar a Trump a una visita real.
El acercamiento diplomático de Trump con el presidente
ruso, Vladímir Putin, que comenzó con una llamada telefónica el 12 de febrero,
seguida de una reunión de alto nivel de diplomáticos estadounidenses y rusos en
Arabia Saudí el 18 de febrero, ha causado conmoción entre los miembros europeos
de la OTAN.
Se sienten agraviados de que Trump vaya a alcanzar
un acuerdo de paz con Putin sin contar con ellos. Los europeos siguen atados a
la narrativa propagandística de la anterior administración Biden sobre “defender
la democracia y la soberanía en Ucrania de la agresión rusa”.
Trump quiere salir del extravagante lío de
Ucrania. Reconoce que el conflicto siempre fue una guerra proxy con el objetivo
ulterior de derrotar a Rusia. Se han malgastado cientos de miles de millones de
dólares y euros en alimentar una guerra proxy inútil que, como se ha visto,
Rusia está ganando decisivamente.
Marco Rubio, el jefe de la diplomacia
estadounidense, reveló
en una entrevista a CNN tras la disputa en el Despacho Oval, que un ministro de
Asuntos Exteriores europeo le había dicho que “el plan de ellos” consistía en continuar
la guerra en Ucrania durante un año más con la esperanza de que acabara “debilitando
a Rusia” y haciendo que Moscú “suplicara por la paz”.
La frialdad de los europeos y su obsesión
rusófoba son grotescas. Los tres años de conflicto en Ucrania han costado la muerte
de hasta un millón de militares, millones de refugiados en toda Europa y
economías destrozadas, por no mencionar el peligro de que se convierta en la
Tercera Guerra Mundial.
Sigilosamente, los europeos están encubriendo
su deseo de continuar la guerra proxy con una tardía como disimulada
preocupación por lograr la paz y respaldar la diplomacia de Trump.
En la superficie, Macron y Starmer elogian a
Trump (tras sentirse inicialmente descontentos por esta llamada con Putin) y
hablan de “encontrar un camino hacia una paz duradera”.
Sin embargo, su aparente oferta de desplegar
soldados franceses y británicos como “fuerzas de paz”, es un Caballo de Troya
que nada tiene que ver con mantener la paz. Por su parte, Moscú ha declarado
categóricamente su oposición a la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania, mismas
que serán consideradas como combatientes.
Esa es la razón por la que, Macron, Starmer y
otros líderes europeos insistieron tanto en intentar que Trump diera “garantías
de seguridad”. El llamado “apoyo” militar estadounidense sería una forma de
intensificar la guerra proxy contra Rusia.
Zelensky fue a Washington con la misión de
engatusar a Trump para que le diera una garantía de seguridad mientras le
tendía la carnada de un lucrativo acuerdo sobre minerales.
Se informó
de que la Casa Blanca de Trump, quería cancelar la reunión del viernes antes de
que Zelensky partiera de Ucrania el jueves. Pero Macron intervino e imploró a
Trump que siguiera adelante con la recepción.
Zelensky, acostumbrado a recibir un sinfín de
cheques en blanco, pensó que podría sonsacarle a Trump algo más que un simple
acuerdo minero. Se esperaba que consiguiera la participación militar directa de
Estados Unidos que desean los líderes rusófobos europeos. De esa manera, la
guerra proxy se intensificaría y los que están montados en el jugoso negocio de
la guerra seguirían exprimiendo la mayor crisis de seguridad del mundo.
Afortunadamente, Trump echó a Zelensky y echó por tierra la estratagema europea.
La ironía es que Trump se había deshecho en
elogios hacia Macron y Starmer, exaltando a Francia por ser el “aliado más
antiguo” de Estados Unidos y a Gran Bretaña por su “relación especial”. Puede
que Trump quiera revisar radicalmente esos anticuados clichés.
Publicado por La Cuna del Sol