Los extraordinarios enfrentamientos entre los palestinos e Israel son una prueba de una situación paradójica que no acabará pronto. El enfoque israelí de lo que está ocurriendo parece formal y engañoso.
LA ÚLTIMA PALABRA EN
PALESTINA
LA TENDRÁ QUIEN AGUANTE MÁS
Elijah J. Magnier
Middle East Politics
Traducido por Eli C. Casas
Los extraordinarios enfrentamientos entre los palestinos e Israel son una
prueba de una situación paradójica que no acabará pronto. El enfoque israelí de
lo que está ocurriendo parece formal y engañoso. El jefe del Estado Mayor
israelí, Aviv Kochavi, dijo: “Hamás no ha evaluado adecuadamente la gravedad de
nuestra respuesta, ya que la Franja de Gaza se enfrenta a una enorme intensidad
de ataque que no se ha visto hasta hoy”. Tel Aviv reveló que había bombardeado
más de 1.500 objetivos y destruido decenas de edificios en la asediada ciudad
de Gaza. Sin embargo, Israel nunca se dio cuenta de que los grupos de
resistencia palestinos habían introducido nuevos misiles de largo alcance y
habían aumentado significativamente la potencia de fuego, con un ritmo de más
de 150 cohetes disparados a diario y simultáneamente. Los palestinos
registraron más de 100 edificios alcanzados en Israel, y Gaza introdujo una
nueva amenaza al lograr bombardear desde el primer día Jerusalén y Tel Aviv. Se
trata de un cambio fundamental en las reglas de enfrentamiento, de bombardear
gradualmente y evitar bombardear Tel Aviv, que el Eje de la Resistencia está
acostumbrado a observar. Por primera vez se lanzaron nuevos misiles, uno bajo
el nombre de “Al-Qasim” (llamado así por el comandante iraní Qassem Soleimani,
responsable del suministro de armas a los palestinos), de 400 kg y el otro
misil, “Ayyash” (llamado así por “Yahya Ayyash “) con un alcance de 250
kilómetros.
Khaled Meshaal, representante de Hamás en el extranjero, no dudó en afirmar
que “la resistencia se ha beneficiado de Irán, de sus misiles y de su
experiencia, y las organizaciones de Gaza se han beneficiado del contrabando de
armas y de tecnología militar”.
La operación israelí “Guardián de los Muros” fracasó frente a la “Espada de
Jerusalén” palestina a la hora de introducir una nueva ecuación de disuasión.
Como en todas las guerras, Israel consiguió destruir instalaciones, tierras
agrícolas, edificios civiles, bancos, vías públicas y edificios para los medios
de comunicación locales y extranjeros. Esto indica que la resistencia palestina
ha logrado reducir el banco israelí de objetivos altamente sensibles, como
solía ocurrir en guerras pasadas. La incapacidad israelí para determinar la
ubicación de los lanzadores de cohetes y el paradero de los altos mandos
militares significa que las instituciones civiles son ahora el objetivo
predilecto de Israel.
Israel no ha cambiado nada fundamentalmente en su política destructiva
adoptada en décadas pasadas contra Gaza o Líbano: apuntar a las
infraestructuras y a las zonas residenciales son los objetivos preferidos de
Israel, con la esperanza de poner a la población en contra de la resistencia
local. Gaza introdujo un nuevo elemento en la lucha al aumentar la intensidad
de su potencia de fuego contra diferentes ciudades israelíes que nunca antes
había atacado, empezando por el corazón de Tel Aviv hasta la ciudad sureña de
Eilat. Después de cada batalla entre Israel y el Eje de la Resistencia, cada
una de las partes examina la actuación durante el combate para concluir las
lecciones adecuadas con el objetivo de mejorar su actuación y rellenar los
puntos ciegos, en preparación para la siguiente batalla. Todavía es pronto para
concluir si será la intensidad de los cohetes lanzados o la calidad de los
misiles lo que resultará decisivo.
Como en todas las guerras pasadas, los responsables israelíes juran que
devolverán a Gaza a la “Edad de Piedra”, destacando la potencia de su
artillería y, sobre todo, la fuerza aérea proporcionada por la industria
militar estadounidense. No cabe duda de que Israel no tiene rival en Oriente
Medio en cuanto a su fuerza militar. Sin embargo, aparte de la introducción de
los nuevos jets F-35 en esta batalla, Israel infligió importantes pérdidas
humanas y materiales a su oponente, como siempre ha hecho. Dado que no hay
responsabilidad internacional y que Israel desprecia todo el derecho público
internacional, el apoyo ilimitado de Estados Unidos anima al primer ministro
Benyamin Netanyahu a hacer caso omiso de las reglas de la guerra, atacando a
niños (60 muertos hasta ahora), mujeres (39 muertas) y muchos otros civiles.
Sin embargo, Israel no logró su objetivo de limitar el lanzamiento de cohetes y
misiles.
Para sorpresa de los planificadores israelíes, la solidaridad local
palestina en Gaza apoyó a los grupos de resistencia. Los palestinos viven en la
ciudad asediada de Gaza con medios limitados y con falta de muchas necesidades
básicas desde hace años. Estos palestinos han desarrollado una resistencia al agravio,
ejemplificado en el dicho local: “Me estoy ahogando y tengo miedo de mojarme”.
Israel afirma que ha interceptado el 90% del total de 3000 cohetes y
misiles procedentes de Gaza lanzados contra diferentes ciudades israelíes. Esto
significa que al menos unos cientos de misiles lograron escapar de la red de
sistemas interceptores israelíes. Estos cohetes obligan a miles de israelíes a
meterse en sus refugios e impiden que la vida cotidiana continúe con
normalidad, a diferencia de lo que ocurrió en anteriores guerras contra Gaza.
La resistencia palestina consiguió lanzar unos 150 cohetes al día, que
cayeron en distintos sitios: cerca de Haifa, en el norte, el aeropuerto de
Ramón, en el sur, y diferentes asentamientos alrededor de Gaza como Ashkelon,
Ashdod, Beersheba (Negev), Gush Dan (Tel Aviv) y Jerusalén. La inteligencia
israelí no supo anticipar la capacidad de los palestinos para atacar
simultáneamente diferentes ciudades israelíes. También es significativo el
levantamiento de los árabes de 1948 que tienen la nacionalidad israelí. Durante
el bombardeo de Gaza, afirmaron la unidad de la resistencia en la ciudad
asediada. Parece que la era de la Organización para la Liberación de Palestina
que firmó los Acuerdos de Oslo ha terminado y que la siguiente generación
quiere recuperar toda la tierra usurpada: ya no aceptará la mano israelí en
Palestina.
La ciudad asediada de Gaza se ha convertido en una suerte de campo de
concentración. Aislada del mar y de la tierra (sólo el paso de Rafah está
abierto, según voluntad egipcia) y no tiene aeropuerto. En consecuencia, todas
las armas llegan a la ciudad a través de sus túneles secretos. Sin embargo,
esta guerra -no cabe duda de que será devastadora para Gaza- ha puesto en
peligro a la entidad israelícon el resurgir de la solidaridad del pueblo
palestino, manifestada por primera vez desde 1948.
Benjamin Netanyahu pidió a los residentes israelíes “aguantar”. Los
dirigentes israelíes no se comprometieron con un momento concreto para poner
fin a la guerra, entienden que esto va para largo. Esto se evidenció con la
posición de EE.UU. en las Naciones Unidas cuando el embajador de Estados Unidos
vetó una petición de alto el fuego en el Consejo de Seguridad. En consecuencia,
la última palabra la tendrá el bando que sobreviva más tiempo, en una guerra
que seguirá su curso entre los beligerantes durante unos días más.
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