martes, 1 de febrero de 2022

La guerra "asimétrica" de Rusia en Ucrania

La respuesta formal de EE. UU. a las demandas rusas de garantías de seguridad fue entregada el miércoles 26 de enero al Ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú. Los peores temores de Moscú se hicieron realidad.

 

LA GUERRA "ASIMÉTRICA" DE
RUSIA EN UCRANIA



M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline

¿Puede Europa sobrevivir sin el gas ruso?

La respuesta formal de EE. UU. a las demandas rusas de garantías de seguridad fue entregada el miércoles 26 de enero al Ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú. Los peores temores de Moscú se hicieron realidad: Washington simplemente eludió abordar las principales preocupaciones rusas -la expansión de la OTAN, el retroceso de los despliegues de la OTAN al nivel anterior a 1997, etc.- y, en su lugar, ofreció discutir medidas para fomentar un ambiente de confianza.

No obstante, Moscú continuara con la vía del diálogo, ya que a Rusia le interesa no parecer obstinada, aunque si las experiencias pasadas sirven de referencia, los acuerdos con Estados Unidos sólo duran hasta que los abandona.

El Presidente ruso Vladimir Putin, en su discurso anual ante el Parlamento ruso el pasado mes de abril, había trazado claramente las "líneas rojas" que por mucho que Moscú quiera tener buenas relaciones con otros países y "no desea realmente cerrar las puertas... si alguien confunde nuestras buenas intenciones con indiferencia o debilidad y pretende cerrar o incluso volarlas, debe saber que la respuesta de Rusia será asimétrica, rápida y drástica".

Desde entonces, los funcionarios rusos han subrayado en repetidas ocasiones, incluso esta semana, que llegar a un compromiso sobre cualquier nueva expansión de la OTAN o los despliegues de la alianza en las fronteras rusas, está fuera de discusión. De hecho, la reacción "asimétrica" de Rusia ya está en marcha.

Potencialmente, existen tres paradigmas cruciales en juego. La primera, por supuesto, es la exigencia esta semana del Partido Comunista de Rusia de conceder el reconocimiento a las regiones separatistas de Donbass, en el este de Ucrania, seguida de un llamado del partido gobernante Rusia Unida instando al Gobierno a prestar todo el apoyo militar y económico necesario a esas regiones para resistir cualquier movimiento agresivo de Kiev.

Es muy posible que el Parlamento ruso respalde estas demandas. Ahora bien, si Kiev interviene militarmente para frenar el surgimiento de Donetsk y Luhansk como entidades independientes y amenaza la seguridad de la población rusa de la región, eso constituirá un casus belli para que Moscú intervenga e irremediablemente hacer retroceder a las fuerzas ucranianas y crear una zona neutral en cualquier lugar a la altura del río Dniéper.

Un segundo paradigma que se está volviendo cinético es el del frente energético. El hecho es que el principal exportador de energía de Rusia, Gazprom, ha estado bombeando gas de acuerdo con los contratos existentes con los países europeos. Pero el flujo de gas a Alemania a través del gasoducto de Yamal terminó el 21 de diciembre.

Moscú no ha hecho ningún anuncio al respecto y probablemente espera que sea cuestión de tiempo antes que las autoridades alemanas den su aprobación al recién construido gasoducto Nord Stream 2, que tiene la capacidad para suministrar hasta 55 000 millones de metros cúbicos anuales. 

El precio del gas ruso es muy competitivo. El precio promedio del gas ruso es de unos 280 dólares por mil metros cúbicos (mientras que el precio en el mercado al contado ha tocado recientemente los 2000 dólares). Así pues, Estados Unidos no puede competir con Rusia en el mercado europeo y surge entonces la necesidad de eliminar a Rusia como el principal proveedor.

Sin embargo, incluso si EE. UU. encuentra una forma de aumentar las entregas de GNL a Europa, los precios de la energía se dispararían. Por otro lado, otros países exportadores de gas -Noruega, Argelia y Qatar- carecen de capacidad excedentaria para cubrir el déficit de suministro de gas ruso a Europa.

Por consiguiente, Nord Stream 2, que Washington quería aniquilar en las primeras etapas, se ha convertido en una prueba de la autonomía estratégica de la UE. Washington cree que el retraso en la autorización del Nord Stream 2 presionará a Moscú para que dé marcha atrás en Ucrania, ya que Rusia tiene la posibilidad de ganar más de 15 000 millones de dólares anuales con el gasoducto. (Rusia invirtió unos 11 000 millones de dólares en la construcción del gasoducto). 

Moscú ha advertido que mantener como rehén a Nord Stream 2 será "contraproducente". Y es dudoso que se pueda intimidar al Kremlin para que renuncie a sus preocupaciones vitales de seguridad -la expansión de la OTAN, etc.- en aras de salvar las exportaciones de gas a Europa.

Rusia tiene enormes reservas de divisas y puede permitirse algunas pérdidas financieras. Además, Rusia va a firmar en breve el acuerdo para el gasoducto Power of Siberia 2 (Poder de Siberia 2) con China, con una capacidad de 55 000 millones de metros cúbicos. En caso de que la situación se deteriore, Rusia sustituirá a los compradores europeos por clientes asiáticos como Japón, Corea del Sur e India. 

El tercer paradigma de la respuesta asimétrica de Rusia está relacionado con una esfera intrigante en su totalidad: la política interna de Ucrania. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky encabeza un régimen inestable con una base de poder erosionada. Los elementos ultranacionalistas de la derecha son los que deciden en Kiev. Tal y como están las cosas, las posibilidades de Zelensky de conseguir un segundo mandato en las elecciones presidenciales de marzo de 2024 no parecen buenas.

Si Ucrania sufre una derrota militar, la suerte de Zelensky está sellada. Dicho esto, los grupos de paramilitares extremistas, virulentamente antirusos, presentes en la línea de contacto con Donbass pueden considerar oportuno provocar un conflicto, acicateados por la inteligencia occidental, para provocar la intervención de Moscú.

Obviamente, la anexión de territorio ucraniano o una invasión directa de Ucrania no entra en el cálculo ruso, pero si la seguridad de millones de rusos en el Donbass se pone en riesgo, Moscú no puede permanecer indiferente.

Estados Unidos lo sabe, y Zelensky también. Esa es la razón por la cual Zelensky y su ministro de Defensa, Oleksiy Reznikov, se han desmarcado últimamente y han empezado a calmar las tensiones, declarando incluso que Moscú no contempla la posibilidad de una agresión.

Reznikov (que en su día sirvió en el ejército soviético) fue citado textualmente cuando el 24 de diciembre tras una reunión con legisladores en Kiev, dijo: "Al día de hoy, el ejército ruso no ha formado un grupo de ataque capaz de llevar a cabo una invasión. No hay motivos para pensar que mañana se produzca una invasión desde el punto de vista militar".

Las cosas llegaron a un punto álgido cuando CNN informó que el presidente Biden mantuvo una difícil conversación de 80 minutos con Zelensky tratando de convencerle de que una invasión rusa era inminente y que Moscú pretendía apartarle del poder.

Según CNN, en la "larga y franca" conversación, Zelensky discrepó y estimó que la amenaza de Rusia sigue siendo "peligrosa pero ambigua", y no es seguro que se produzca un ataque.

Un segundo análisis de la CNN informaba sobre "Nuevos signos de fractura entre Estados Unidos y Ucrania por la inminencia de una posible invasión rusa... La frustración en Kiev ha aumentado en los últimos días por la escalada de la retórica estadounidense sobre la crisis".

Lo que hay que tener en cuenta aquí es que Zelensky ganó las elecciones en 2019 con un gran apoyo de los votantes de origen ruso, teniendo como base una plataforma electoral que buscaba la mejora de las relaciones con Rusia y un acuerdo en Donbass.

Sin embargo, tras llegar al poder, bajo la inmensa presión de los nacionalistas ucranianos de extrema derecha que comandaban la calle y la manipulación entre bastidores de las potencias occidentales, Zelensky cambió de rumbo y comenzó a aplicar políticas antirusas.

Zelensky entiende que seguramente será el chivo expiatorio si el tenso enfrentamiento actual con Rusia desemboca en una guerra. La tragedia es que ya no tiene el control de la línea de contacto con Donbass, donde hay mercenarios estadounidenses. Su prioridad será sobrevivir para continuar luchando y recuperar el terreno político perdido antes de las elecciones de 2024.

Moscú conoce muy bien los entresijos de la política ucraniana. De manera significativa, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, ha reiterado recientemente a través de los medios de comunicación estatales que "El presidente ruso ha dicho: si Zelensky quiere discutir la normalización de las relaciones bilaterales... estamos dispuestos a ello, sin problema. Que venga a Moscú, Sochi o San Petersburgo".




Publicado por La Cuna del Sol

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