El nuevo canciller parece ser solo un burócrata más que se lanza en cálamo currente a emitir declaraciones muy desafortunadas. O es el señor Martínez un poco disimulado reaccionario que irá, según parece, dando bandazos a lo largo de los cuatro años del gobierno del partido Semilla.
CARLOS RAMIRO MARTÍNEZ,
ACTUAL CANCILLER GUATEMALTECO,
Y SU ESCASA VISIÓN POLÍTICA
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
El Ministro de Relaciones Exteriores de
cualquier país, junto al presidente, en primer lugar; son los encargados del
diseño de las relaciones internacionales. De la interactuación entre los
Estados. Pero no basta ser diplomático de “carrera”. Se necesita en este
ministerio ser un político avezado. Moverse con elegancia entre las veleidades
de la siempre caprichosa realidad política.
El nuevo canciller parece ser solo un
burócrata más que se lanza en cálamo currente a emitir declaraciones muy
desafortunadas. O es el señor Martínez un poco disimulado reaccionario que irá,
según parece, dando bandazos a lo largo de los cuatro años del gobierno del
partido Semilla. El presidente Arévalo lo conoce desde que fueran ambos grises
e irrelevantes funcionarios en el Ministerio de Relaciones Exteriores de
nuestro país. Lo dicho pronto por el señor Martínez cuando el gobierno de
Nicolás Maduro inhabilitó políticamente a María Corina Machado, principal
opositora del entreguismo venezolano e incondicional aliada de los Estados
Unidos y de la oligarquía antipatriótica de Venezuela; ponen, de veras, los
pelos de punta a toda persona democrática.
¿Qué profundidad tienen las convicciones
democráticas del canciller guatemalteco? Francamente este señor me ha
decepcionado. ¿Cómo establece un paralelismo, no declarado, entre la
inhabilitación de la opositora venezolana y lo que pretendieron hacer con Bernardo
Arévalo? La condena contra el régimen de Maduro apesta a servilismo. Al afán de
quedar bien con los Estados Unidos ahora que los gringos reanudan otra vez las
sanciones contra Venezuela y que el entendimiento entre ambos países llegó a su
fin.
Yo no soy incondicional del régimen de Maduro
y veo incorrecciones. No soy tampoco incondicional del partido advenedizo
-Semilla- a quien la decantación de los electores cogió por sorpresa a todos
los guatemaltecos, empezando por los integrantes del partido en el poder, que
no daban crédito a los resultados electorales de primera vuelta. No es que los
guatemaltecos estuvieran votando por una opción deslumbrante y arrolladora. Los
guatemaltecos ya habían elegido al señor Pineda y sus imbecilidades, que fue sacado
de la jugada política por la mafia politiquera. Semilla antes de la primera
vuelta era poco visible, pero la suerte le favoreció de manera espléndida. Por
lo tanto, nadie de los actuales dirigentes políticos del partido en el poder,
deben llegar a creer que fueron sus agudezas políticas los que los permitió
ganar las elecciones. Con el señor Pineda se cumplió a la perfección aquél
viejo refrán popular que “nadie sabe para quien trabaja”.
Venezuela como Cuba gozan del aprecio y la
solidaridad de la comunidad democrática internacional. Estar con las posiciones
políticas de la Unión Europea y la de Estados Unidos es ir contra el desarrollo
histórico. Ambas comunidades del mundo occidental representan, guste o no, la
decadencia. El unilateralismo que ellos representan va en contra del
crecimiento económico y político del multilateralismo, camino que difícilmente
pueda tomar Guatemala, por una sencilla razón: se lo deben todo a Estados Unidos
y la Unión Europea. Sin embargo, para los guatemaltecos, sumidos en la miseria
política y una dictadura, una democracia como la que vivimos actualmente, nos
parece verdaderamente alentadora.
Los guatemaltecos no podíamos más y se
acariciaba entre muchos sectores la posibilidad de un levantamiento armado. El
ejército mismo estuvo tentado a dar el golpe, pero los costos políticos
pudieron haber sido altísimos para una institución signada por el desprestigio
antidemocrático que llevará como un lastre por muchas generaciones para poder
confiar enteramente en ella. Los dirigentes de Semilla tomaron de aquí y de
allá para llenar las vacantes políticas con una sola condición: no ser y no
tener inclinación por la corrupción. Esa es la nueva ideología actualmente en
Guatemala. Todos se están desmarcando de los clanes corruptos y todos quieren
ser impolutos. Vamos a ver si eso ocurre conforme vayan pasando los meses, pero
por el momento el único que ha metido las patas por su total falta de tacto fue
el Canciller. Debiera de ser sustituido si sigue en las mismas: abrazando las
causas antidemocráticas y siendo muy obvio en su servilismo con los Estados
Unidos.
Publicado por La Cuna del Sol
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