El presidente de México como el de Guatemala lucieron poco entusiasmados en este encuentro presidencial realizado en la ciudad de Tapachula, Chiapas. Dos hombres que se veían aburridos de la vida.
EL DESABRIDO ENCUENTRO ENTRE EL PRESIDENTE
BERNARDO ARÉVALO Y MANUEL LÓPEZ OBRADOR;
ABORDANDO LOS SOBADOS TEMAS DE SIEMPRE
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
El presidente de México como el de Guatemala
lucieron poco entusiasmados en este encuentro presidencial realizado en la
ciudad de Tapachula, Chiapas. Dos hombres que se veían aburridos de la vida.
Pura formalidad diplomática intrascendente. Gastos de recursos para un país
que, como Guatemala, viene escuchando desde hace años la cháchara diplomática
de la amistad y la cooperación “entre las dos naciones”. Nuestro hermano mayor,
México, nunca ha practicado una real solidaridad, ni económica ni política,
quizá porque nunca quisieron tener compromisos con dictadores. Con Arévalo
ahora es distinto y cuánto nos caería bien su solidaridad política en estos
momentos de acoso de la derecha rabiosa guatemalteca que se empeña en detener
toda iniciativa progresista.
La política exterior mexicana hacia nuestro
país ha sido siempre una infame extensión de la de Estados Unidos que ahora, al
menos y en función de sus intereses, ha sido solidaria con nuestro proceso
electoral ante los intentos contumaces de la ultraderecha de no reconocer la
voluntad del pueblo de Guatemala expresadas en las urnas. Y no hay nada peor
que tratar con los subalternos que directamente con el patrón. México poco
tiene que ofrecer por sus problemas sociales enormes. Por su recuperada
democracia a duras penas y que nadie garantiza que Claudia Scheinbaum le dé
continuidad al proceso de Morena. La historia reciente nos ilustra de las
veleidades de las personas que se hacen con el poder. Lenin Moreno es un
patético ejemplo en Ecuador. O el caso de Uruguay con Almagro, testículo
pequeño de Pepe Mujica durante sus dos períodos de gobierno.
Grandes sueños a lo largo de la historia se
han caído y el sector progresista de la nación mexicana tiene y vive sus
contradicciones. Estados Unidos en cualquier momento puede poner a México a
marcar el paso, como cuando Trump atemorizó a López Obrador de invadir México
para erradicar los carteles de la droga. López Obrador más que con prudencia
contestó a Trump con miedo, pues lo que a nosotros nos parece inmenso (México),
para Estados Unidos es insignificante. A tal punto es el temor de México a los
Estados Unidos que México no dijo ni una sola palabra condenando el genocidio
de Israel contra pueblo palestino.
No sé si el territorio mexicano es tierra
prohibida para Consuelo Porras, la infame Fiscal General de Guatemala,
proscrita en 42 países del mundo, pero si no fuera así, Consuelo Porras tendría
asilo a la vuelta de la esquina en la república mexicana dado que México
consagró como principio de su política exterior “ser tierra de refugio para los
perseguidos del mundo”.
El encuentro, pues, de López Obrador y
Bernardo Arévalo rebalsa de inutilidad. Es lo dicho siempre largo de varias
décadas, por eso este encuentro de López Obrador con Bernardo Arévalo lleva el
sello inequívoco de la inutilidad. A pocos meses de irse y por no dejar López
Obrador le hizo a Bernardo tres propuestas concretas: a) La infraestructura del
Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, b) Mejoramiento de la
condición humanitaria de los migrantes, c) Lucha contra la criminalidad porque
el sur de México está desbordado por los carteles Jalisco Nueva Generación y el
Cartel de Sinaloa. Por lo demás, los temas anodinos tratados, que los aborde
con ganas México que es a quien verdaderamente le conviene. La cooperación para
combatir el crimen transnacional es más efectiva con los Estados Unidos que con
México. Y debemos movernos en función de nuestros intereses nacionales, como lo
hacen todos los Estados del mundo.
Publicado por La Cuna del Sol
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