sábado, 26 de noviembre de 2022

El G20 ha muerto, viva el G20

La decimoséptima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20, celebrada en Bali (Indonesia) los días 15 y 16 de noviembre, destaca como un acontecimiento trascendental desde muchos puntos de vista. La política internacional se encuentra en un punto de inflexión y la transición no dejará ilesa a ninguna de las instituciones heredadas del pasado que se desvanece para siempre.

 

EL G20 HA MUERTO, VIVA EL G20



M. K. Bhadrakumar
Indian Punchline

La decimoséptima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20, celebrada en Bali (Indonesia) los días 15 y 16 de noviembre, destaca como un acontecimiento trascendental desde muchos puntos de vista. La política internacional se encuentra en un punto de inflexión y la transición no dejará ilesa a ninguna de las instituciones heredadas del pasado que se desvanece para siempre.

Sin embargo, el G20 puede ser una excepción al tender un puente entre el pasado, el presente y el futuro. Las noticias de Bali dejan una sensación de sentimientos encontrados, de esperanza y desesperación. El G20 se concibió teniendo como telón de fondo la crisis financiera de 2007: un intento, por excelencia, de Occidente para darle vida a un deslucido G7, incorporando a las potencias emergentes que estaban fuera de él, especialmente China, e inyectando así contemporaneidad en los discursos globales.

El leitmotiv era la armonía. Hasta qué punto la cumbre de Bali estuvo a la altura de esa expectativa es una cuestión debatible. Lamentablemente, el G7 introdujo de forma selectiva cuestiones ajenas a las deliberaciones y su alter ego, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), hizo su primera aparición en Asia-Pacífico. Podría decirse que esto último debe considerarse como un suceso funesto durante la cumbre de Bali.

Lo que ha ocurrido es una negación del espíritu del G20. Si el G7 se niega a descartar su mentalidad de bloque, la cohesión del G20 se ve afectada. La declaración conjunta del G7 y la OTAN podría haberse emitido desde Bruselas, Washington o Londres.  ¿Por qué Bali?

El presidente chino, Xi Jinping, fue certero al afirmar en un discurso escrito en la Cumbre de Directores Generales de la APEC, celebrada en Bangkok el 17 de noviembre, que "Asia-Pacífico no es el patio trasero de nadie y no debe convertirse en un escenario para la competencia entre grandes potencias. Ningún intento de librar una nueva guerra fría será permitido por los pueblos ni los tiempos".

Xi advirtió que "tanto las tensiones geopolíticas como la evolución de la dinámica económica han ejercido un impacto negativo en el entorno del desarrollo y la estructura de cooperación de Asia-Pacífico". Xi, señaló, que la región de Asia-Pacífico fue en su día terreno de rivalidad entre grandes potencias, que había sufrido conflictos y guerras. "La historia nos dice que la confrontación entre bloques no puede resolver ningún problema y que la arrogancia sólo conducirá al desastre".

La regla de oro de que las cuestiones de seguridad no son competencia del G20 se ha roto. En la cumbre del G20, los países occidentales obligaron al resto de los participantes en la cumbre de Bali a actuar en contra de sus propios intereses: "no hay otra alternativa que la nuestra". A menos que se apaciguara a los intransigentes occidentales en la cuestión de Ucrania, no habría una declaración de Bali, por lo que Rusia cedió. El sórdido drama demostró que el ADN del mundo occidental no ha cambiado. La intimidación sigue siendo su rasgo distintivo.

Pero, irónicamente, al final del día, lo que destacó fue que la Declaración de Bali no denunció a Rusia en la cuestión de Ucrania. Países como Arabia Saudí y Turquía dan motivos para esperar que el G20 pueda regenerarse. Estos países nunca fueron colonias occidentales. Están dedicados a la multipolaridad, que acabará obligando a Occidente a reconocer que el unilateralismo y la hegemonía son insostenibles.

Este punto de inflexión dio mucho ímpetu a la reunión entre el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping en Bali. Washington solicitó esta reunión al margen de la cumbre del G20 y Pekín accedió. Un aspecto llamativo de la reunión ha sido que Xi aparecía en la escena mundial después de un Congreso del Partido enormemente exitoso.

La resonancia de su voz fue inconfundible. Xi dejó en claro que Estados Unidos ha perdido el rumbo, cuando le dijo a Biden: "un estadista debe pensar y saber hacia dónde dirigir su país. También debe pensar y saber cómo llevarse bien con otros países y con el resto del mundo".

Los comunicados de la Casa Blanca dieron a entender que Biden era proclive a la conciliación. Estados Unidos se enfrenta a un reto difícil para aislar a China. Tal y como están las cosas, las circunstancias en general juegan a favor de China.

La mayoría de los países se han negado a tomar partido por Ucrania. La postura de China lo refleja ampliamente. Xi le indicó a Biden que China está "muy preocupada" por la situación actual en Ucrania y apoya y espera que se reanuden las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Dicho esto, Xi también expresó su esperanza de que Estados Unidos, la OTAN y la UE "lleven a cabo diálogos exhaustivos" con Rusia.  

Las fisuras que aparecieron en Bali pueden adoptar nuevas formas para cuando el G20 celebre su 18ª cumbre en la India el año que viene. Hay razones para ser cautelosamente optimistas. En primer lugar, es improbable que Europa siga la estrategia de EE UU. de usar las sanciones como arma contra China. No pueden permitirse una desvinculación de China, que es la mayor nación comercial del mundo y el principal motor de crecimiento de la economía mundial.

En segundo lugar, al igual que los gritos de guerra en Ucrania hicieron que Europa se uniera a Estados Unidos, un profundo replanteamiento está teniendo lugar. Mucho se agoniza con el asunto del compromiso de Europa con la autonomía estratégica. La reciente visita del canciller alemán Olaf Scholz a China apuntaba en esa dirección. Es inevitable que Europa se distancie de las aspiraciones de guerra fría de Estados Unidos. Este proceso es inexorable en un mundo en el que Estados Unidos no está dispuesto a invertir tiempo, dinero o esfuerzo en sus aliados europeos.

La cuestión es que, en muchos sentidos, la capacidad de Estados Unidos para ejercer un liderazgo económico mundial eficaz ha disminuido de forma irreversible, al haber perdido su condición preeminente de mayor economía del mundo por un amplio margen. Además, Estados Unidos ya no está dispuesto ni es capaz de invertir mucho en asumir la carga del liderazgo. En pocas palabras, todavía no tiene nada que ofrecer para igualar la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China. Esto debería haber tenido una influencia aleccionadora y haber provocado un cambio de mentalidad hacia las acciones políticas de cooperación, pero la élite estadounidense está atrapada en su viejo proceder.

Por lo tanto, el multilateralismo se ha vuelto mucho más difícil en la situación mundial actual. Sin embargo, el G20 es la única palestra que puede reunir al G7 y a los países en desarrollo que aspiran a salir ganando con un orden mundial democratizado. El sistema de alianzas occidental está anclado en el pasado. La mentalidad de bloque tiene poco atractivo para los países en desarrollo. La gravitación de Turquía, Arabia Saudí e Indonesia hacia los BRICS transmite un poderoso mensaje de que la estrategia occidental al concebir el G20 -crear un anillo de Estados subalternos en torno al G7- ya no sirve a ningún propósito o fin.

La disonancia que se produjo en Bali puso de manifiesto que Estados Unidos sigue aferrado a su privilegio y está dispuesto a jugar a ser el aguafiestas. India tiene una gran oportunidad de orientar el G20 en una nueva dirección. Pero también se requieren cambios profundos por parte de India, que se alejen de su política exterior centrada en Estados Unidos, junto con una visión de futuro y un enfoque audaz para forjar una relación de cooperación con China, abandonando fobias pasadas y descartando narrativas egoístas y, de hecho, como mínimo, evitando caer en políticas que perjudiquen al vecino.




Publicado por La Cuna del Sol

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