jueves, 16 de febrero de 2023

Imperialismo woke

La diversidad es importante. Pero la diversidad, cuando carece de una agenda política que luche contra el opresor en nombre de los oprimidos, es un escaparate. Se trata de incorporar a un segmento minúsculo de los marginados por la sociedad a estructuras injustas para perpetuarlas.

 

IMPERIALISMO WOKE



Chris Hedge
Consortium News

El brutal asesinato de Tyre Nichols a manos de cinco policías negros de Memphis, Tennessee, debería bastar para hacer que implosione la fantasía de que la política de identidad y la diversidad resolverán la decadencia social, económica y política que asola a Estados Unidos. No sólo los ex agentes son negros, sino que el departamento de policía de la ciudad está dirigido por Cerelyn Davis, una mujer negra. Nada de esto ayudó a Nichols, otra víctima de un linchamiento policial moderno.

Los militaristas, los corporativistas, los oligarcas, los políticos, los académicos y los conglomerados mediáticos defienden la política de la identidad y la diversidad porque no hace nada para abordar las injusticias sistémicas o el azote de la guerra permanente que asola a EE UU. Es un truco publicitario, una marca, utilizada para enmascarar la creciente desigualdad social y la locura imperial. Mantiene ocupados a los liberales y a los educados con un activismo de boutique, que no sólo es ineficaz, sino que exacerba la división entre los privilegiados y una clase trabajadora en profunda penuria económica. Los que tienen reprenden a los que no tienen por sus malos modales, su racismo, su insensibilidad lingüística y su chabacanería, mientras ignoran las causas profundas de su penuria económica. Los oligarcas no podrían sentirse más contentos.

¿Mejoró la vida de los nativos americanos como resultado de la legislación que ordenaba la asimilación y la revocación de los títulos de propiedad de las tierras tribales impulsada por Charles Curtis, el primer vicepresidente nativo americano? ¿Estamos mejor con Clarence Thomas, que se opone a la acción afirmativa, en la Corte Suprema, o con Victoria Nuland, un halcón de la guerra en el Departamento de Estado? ¿Es nuestra perpetuación de la guerra permanente más aceptable porque Lloyd Austin, un afroamericano, es el secretario de Defensa? ¿Es el ejército más humano porque acepta soldados transexuales? ¿Se ha disminuido la desigualdad social, y el estado de vigilancia que la controla, porque Sundar Pichai -nacido en la India- es el jefe ejecutivo de Google y Alphabet? ¿Ha mejorado la industria armamentística porque Kathy J. Warden, una mujer, es la jefa ejecutiva de Northop Grumman, y otra mujer, Phebe Novakovic, es la jefa ejecutiva de General Dynamics? ¿Están mejor las familias trabajadoras con Janet Yellen, que promueve el aumento del desempleo y la "inseguridad laboral" para bajar la inflación, como secretaria del Tesoro? ¿Mejora la industria cinematográfica cuando una mujer directora, Kathryn Bigelow, realiza "Zero Dark Thirty", que es agitprop (popaganda) para la C.I.A.? Echen un vistazo a este anuncio sobre el reclutamiento publicado por la C.I.A. Resume lo absurdo de dónde hemos llegado.

Regímenes coloniales

Los regímenes coloniales encuentran líderes locales dóciles -François Duvalier "Papa Doc" en Haití, Anastasio Somoza en Nicaragua, Mobutu Sese Seko en el Congo, Mohammad Reza Pahlavi en Irán- dispuestos a hacer el trabajo sucio mientras explotan y saquean los países que controlan. Para frustrar las aspiraciones populares de justicia, las fuerzas policiales coloniales de manera rutinaria cometieron atrocidades en nombre de los opresores. Aquellos que lucha por la libertad y pelean en apoyo de los pobres y los marginados suelen ser expulsados del poder o asesinados, como ocurrió con el líder independentista congoleño Patrice Lumumba y el presidente chileno Salvador Allende. El jefe lakota Toro Sentado fue abatido a tiros por miembros de su propia tribu, que servían en el cuerpo de policía de la reserva de Standing Rock.

Quien se pone del lado de los oprimidos, casi siempre acabará siendo tratado como los oprimidos. Esa es la razón por la cual el F.B.I., junto con la policía de Chicago, asesinó a Fred Hampton y casi con toda seguridad participó en el asesinato de Malcolm X, que se refería a los barrios urbanos empobrecidos como "colonias internas". Las fuerzas policiales militarizadas de Estados Unidos funcionan como ejércitos de ocupación. Los policías que mataron a Tyre Nichols no son diferentes de aquellos de las fuerzas policiales de las reservaciones y las coloniales.

Vivimos bajo una especie de colonialismo corporativo. Los motores de la supremacía blanca, que construyeron las formas de racismo institucional y económico que mantienen pobres a los pobres, se ocultan tras atractivas personalidades políticas como Barack Obama, a quien Cornel West llamó "una mascota negra de Wall Street". Estos rostros de la diversidad son examinados y seleccionados por la clase dominante. Obama fue preparado y promovido por la maquinaria política de Chicago, una de las más sucias y corruptas del país.

"Es un insulto a los movimientos organizados que estas instituciones dicen querer incluir", me dijo en 2018 Glen Ford, el difunto editor de The Black Agenda Report. "Estas instituciones escriben el guion. Es su drama. Eligen a los actores, las caras negras, marrones, amarillas y rojas que quieran".

Ford calificó de "representacionalistas" a quienes promueven políticas identitarias, que "quieren ver a algunos negros representados en todos los sectores de liderazgo, en todos los sectores de la sociedad. Quieren científicos negros. Quieren estrellas de cine negras. Quieren académicos negros en Harvard. Quieren negros en Wall Street. Pero es sólo representación. Eso es todo".

El daño infligido por el capitalismo corporativo sobre las personas que estos "representacionalistas" dicen representar pone al descubierto la estafa. Los afroamericanos han perdido el 40% de su riqueza desde el colapso financiero de 2008 debido al impacto desproporcionado de la caída del valor de la vivienda, los préstamos abusivos, las ejecuciones hipotecarias y la pérdida de empleo. Tienen la segunda tasa más alta de pobreza con un 21.7 por ciento, después de los nativos americanos con un 25.9 por ciento, seguidos de los hispanos con un 17.6 por ciento, y los blancos con un 9.5 por ciento, según la Oficina del Censo de Estados Unidos y el Departamento de Salud y Servicios Humanos. En 2021, los niños negros y los nativos americanos vivían en la pobreza con un 28% y un 25% respectivamente, seguidos de los hispanos con un 25% y los blancos con un 10%. Casi el 40 por ciento de las personas sin hogar del país son afroamericanos, aunque los negros representan alrededor del 14 por ciento de nuestra población. Esta cifra no incluye a las personas que viven en viviendas ruinosas y hacinadas o con familiares o amigos debido a dificultades económicas.  Los afroamericanos son encarcelados casi cinco veces más que los blancos.

Cínica superioridad moral

La política de identidad y la diversidad permiten a los liberales regodearse en una empalagosa superioridad moral mientras castigan, censuran y excluyen a quienes no se ajustan lingüísticamente al discurso políticamente correcto. Son los nuevos jacobinos. Este juego disfraza su pasividad ante el abuso empresarial, el neoliberalismo, la guerra permanente y la restricción de las libertades civiles. Evitan enfrentarse a las instituciones que orquestan la injusticia social y económica. Buscan hacer más apetecible a la clase dominante. Con el apoyo del Partido Demócrata, los medios de comunicación liberales, el mundo académico y las plataformas de medios sociales de Silicon Valley, demonizan a las víctimas del golpe de Estado corporativo y de la desindustrialización. Establecen sus principales alianzas políticas con quienes abrazan la política de la identidad, ya sea que estén en Wall Street o en el Pentágono. Son los tontos útiles de la clase multimillonaria, activistas morales que amplían las divisiones dentro de la sociedad que los oligarcas gobernantes fomentan para mantener el control.

La diversidad es importante. Pero la diversidad, cuando carece de una agenda política que luche contra el opresor en nombre de los oprimidos, es un escaparate. Se trata de incorporar a un segmento minúsculo de los marginados por la sociedad a estructuras injustas para perpetuarlas.

Un grupo de estudiantes a quienes impartí clases en una prisión de máxima seguridad de Nueva Jersey escribió "Caged" (Enjaulados), una obra sobre sus vidas. La obra se representó durante casi un mes en el teatro The Passage de Trenton, Nueva Jersey, donde se agotaron las entradas casi todas las noches. Posteriormente fue publicada por Haymarket Books. Los 28 alumnos de la clase insistieron en que el funcionario de prisiones de la historia no fuera blanco. Era demasiado fácil, decían. Era una farsa que permite a la gente simplificar y enmascarar el aparato opresor de los bancos, las empresas, la policía, los tribunales y el sistema penitenciario, todos los cuales contratan a personas con base en la diversidad. Estos sistemas de explotación y opresión internas deben ser atacados y desmantelados, sin importar a quién empleen.

Mi libro, Our Class: Trauma and Transformation in an American Prison, utiliza la experiencia de escribir la obra para contar las historias de mis alumnos y transmitirles su profunda comprensión de las fuerzas represivas y las instituciones que se alzaron contra ellos, sus familias y sus comunidades. Mi entrevista en dos partes con Hugh Hamilton sobre Our Class, puede ser vista aquí y aquí.

La última obra de August Wilson, "Radio Golf", predijo hacia dónde se dirigían la diversidad y las políticas de identidad desprovistas de conciencia de clase. En la obra, Harmond Wilks, un promotor inmobiliario educado en la Ivy League, está a punto de lanzar su campaña para convertirse en el primer alcalde negro de Pittsburgh. Su mujer, Meme, aspira a convertirse en secretaria de prensa del gobernador. Wilks, que navega por el universo de privilegios de los blancos, negocios, búsqueda de estatus y ser parte del club de golf, debe desinfectar y negar su identidad. Roosevelt Hicks, compañero de habitación de Wilk en Cornell y vicepresidente del Mellon Bank, es su socio. Sterling Johnson, cuyo vecindario Wilks y Hicks están presionando para que la ciudad lo declare arruinado y así poder arrasarlo para su multimillonario proyecto urbanístico, le dice a Hicks:

"¿Sabes lo que eres? Me llevó un tiempo darme cuenta. Eres un negro. Los blancos se confunden y te llaman nigger, pero no lo saben cómo yo. Yo sé la verdad. Soy un nigger. Los negroes son lo peor de la creación de Dios. Los niggers tienen estilo. Los negroes tienen ceguera. Un perro sabe que es un perro. Un gato sabe que es un gato. Pero un negro no sabe que es un negro. Cree que es un hombre blanco".

Terribles fuerzas depredadoras corroen el país. Los corporativistas, militaristas y mandarines políticos que les sirven son el enemigo. Nuestro trabajo no es hacerlos más atractivos, sino destruirlos. Hay entre nosotros auténticos luchadores por la libertad de todas las etnias y orígenes cuya integridad no les permite servir al sistema de totalitarismo invertido que ha destruido nuestra democracia, empobrecido la nación y perpetuado guerras interminables. La diversidad, cuando sirve a los oprimidos, es una ventaja, pero es una estafa cuando sirve a los opresores.

 

Chris Hedges es un periodista ganador del Premio Pulitzer que fue corresponsal en el extranjero durante 15 años para The New York Times, donde trabajó como jefe de la oficina de Oriente Medio y jefe de la oficina de los Balcanes para el periódico. Anteriormente trabajó en el extranjero para The Dallas Morning News, The Christian Science Monitor y NPR.  Es presentador del programa "The Chris Hedges Report".

 

Publicado originalmente por ScheerPost.com




Publicado por La Cuna del Sol

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