El 20 de agosto sabremos si las fuerzas democráticas triunfan. El 20 de agosto podría ser también el mes y año del desastre nacional y el camino para opciones radicales como en 1960. La historia se repita en círculos, como la serpiente que se muerde la cola.
GUATEMALA A LA DERIVA: GOLPE DE ESTADO TÉCNICO
E INCERTIDUMBRE ELECTORAL
Luciano Castro
Barillas
Escritor y
Analista Político
La Cuna del Sol
A catorce días para que se realice la segunda vuelta electoral en Guatemala, el 20 de agosto de 2023, reina el entusiasmo por el eventual triunfo de las fuerzas democráticas representadas por el partido Semilla, de filiación socialdemócrata; y también un clima de incertidumbre. De falta de certeza por el hecho de vivir en un país donde no se respeta el estado de derecho. Donde todas las instituciones del Estado están capturadas por corruptos que trabajan y acopian para sí y para sus patrocinadores. Ya no hay nada que sorprenda del accionar gubernamental y si los casos penales no existen para imputar a alguien, pues, sencillamente, los inventan. Los indicios se transforman en pruebas y los procesos son expeditos, ágiles y perversos.
Los resultados electorales del partido Semilla en la primera vuelta electoral fue un contundente golpe bajo para toda esta fauna. Los partidos tradicionales de derecha daban casi por hecho que algunos de tantos amigachos iban tomar el poder. Pero no fue así. Los excesos de acciones ilegales, arbitrarias y prepotentes del gobierno, a través de su eficiente peón, el Ministerio Público, a defenestrado con artimañas legales a los opositores. Se volvió como un karma en contra de ellos.
Sacar de la contienda a quien se posicionaba en el primer lugar en las encuestas de preferencia electoral no les allanó el camino para el triunfo fraudulento y ventajoso, al contrario, facilitó eso sí el posicionamiento del partido socialdemócrata, que pese a tener una debilidad organizativa, orgánica, en el interior del país; pudo remontar, gracias a los errores del gobierno, esa situación de desventaja.
No se trató de que algún geniecillo maquiavélico de la política haya movido de manera mágica las variadas ecuaciones de la politiquería nacional sino algo más sencillo, lógico y racional; el agotamiento emocional de los ciudadanos por tanto abuso de las acciones del gobierno actual y quienes le antecedieron. Esta situación caótica en el Estado, donde la máxima corte del país es ilegal porque usurpan sus cargos, para citar un ejemplo, llevaron a que el virtual y real ganador de la primera vuelta haya sido el Voto Nulo y en Blanco, con un 24.39%, más que los obtenidos por la señora Sandra Torres que obtuvo un precario 15.86% y el partido Semilla con el 11.78%.
Los resultados electorales de los dos partidos, UNE y Semilla, no eran para presumir, para sentirse orgullosos y orondos. Fueron resultados lamentables dentro del mar de la abstención si nos atenemos a la cantidad de votantes registrados en el padrón electoral. Ahora se columbra, se ve a la distancia, más creíble el triunfo del partido socialdemócrata. La encuesta de CID Gallup de hace una semana arrojó un resultado preocupante para la derecha: 63% para Semilla y 37% para la UNE.
Independiente de la gran posibilidad de un triunfo arrollador en la segunda vuelta del partido Semilla, un posible acceso al poder no será un camino fácil, todo lo contrario, contarán con una oposición sistemática, irracional, de todos los partidos de la derecha en el Congreso Nacional que dificultará mucho los consensos mínimos para impulsar el programa de Semilla, basado en los principios de la democracia pluralista y equitativa y la economía humana que, entiendo, es la propuesta antípoda del neoliberalismo salvaje, propuesta, me imagino, del economista Alberto Fuentes Nigth, dada su sensibilidad por trabajar varios años en Oxfam.
La derecha nacional ya no tiene nada que ofrecer a los ciudadanos pues luego de 69 años en el poder, a partir del golpe imperialista de 1954, el atraso del país en todos los indicadores de desarrollo, humano, social y material es notorio, inocultable; lo posiciona en los primeros lugares en el mundo de la precariedad internacional, pues un informe de hace 8 días de un organismo financiero internacional que califica a la moneda nacional, el Quetzal, como la moneda con menos valor en América Latina. Guatemala es el caso de un país rico empobrecido por las élites antipatrióticas de siempre que se acercan al siglo de dominación, de sometimiento político y explotación de la nación guatemalteca. Los triunfos de cualquier formación política, de derecha o izquierda, la condicionan las coyunturas que les son favorables.
Así pasó con las elecciones de 1985, cuando el pueblo cansado de las dictaduras militares, sus fraudes descarados y la atroz represión, votaron masivamente por una opción civil representada en ese momento por Vinicio Cerezo y la Democracia Cristiana. Lo mismo ocurre hoy, salvando las distancias políticas, temporales, geográficas y demográficas. La Guatemala de 2023 es compleja y es urgente una política más incluyente para los sectores más necesitados y salirle al paso a fenómenos sociales preocupantes como la criminalidad, la deficiente escolaridad, la falta de pleno empleo, la exigencia ciudadana por la atención a la salud y el fenómeno peor de todos, donde se pierde el 60% del dinero público, la corrupción.
Todo un sistema podrido donde si usted quiere optar a un puesto por planilla de conserje tiene que disponer de no menos de quince mil quetzales con los cuales el corrupto le sonreirá. Ser policía raso vale más: veinticinco mil quetzales. Y así en todas las instituciones, como el Congreso Nacional donde abunda ese tipo de hedionda porquería. Las izquierdas y sus programas son siempre prometedores, sin embargo, invariablemente, en el poder, poco pueden o quieren hacer. Defraudan, y no es raro que se diga, que se recuerde su historia, al afirmar sobre “la infame tradición de las izquierdas latinoamericanas”, cuyas expectativas son grandiosas y terminan defraudando a sus electores.
Para el caso más reciente el Chile de Boric. Claro, hay excepciones, como el Brasil de Lula, López Obrador en México o Arce en Bolivia. Porque los gobiernos de izquierda socialdemócratas no son necesariamente revolucionarios. Su audacia no es tanta. Y hoy, al parecer, se abre el horizonte histórico para Guatemala con el triunfo de Semilla. El 20 de agosto sabremos si las fuerzas democráticas triunfan. El 20 de agosto podría ser también el mes y año del desastre nacional y el camino para opciones radicales como en 1960. La historia se repita en círculos, como la serpiente que se muerde la cola.
Publicado por La Cuna del Sol
No hay comentarios.:
Publicar un comentario