Los hechos sobre el terreno
están allanando el camino hacia un escenario peligroso y resbaladizo, de la
«Nueva Guerra Fría», hacia la posibilidad espeluznante de una Guerra Caliente
en Siria -instigada por «políticas» del Pentágono, la OTAN y el CCG.
ENTONCES, ¿CÓMO ES QUE HAY
UNA
Por Pepe Escobar
«A veces me pregunto si estamos en el 2016, o si vivimos en el año 1962».
Lo que el Primer Ministro ruso, Dmitry Medvedev le dijo a 60 ministros de
relaciones exteriores y de defensa en la 52ava Conferencia de Seguridad de
Múnich el pasado sábado, no fue ninguna novedad.
Lo que algunos de nosotros hemos estado calificando, durante bastante
tiempo, como la Guerra Fría 2.0, fue calificada «Nueva Guerra Fría» por
Medvedev -que correctamente identificó a Ucrania y Siria como las zonas álgidas
claves.
Medvedev también recordó que el presidente Putin le había dicho a la misma
conferencia de Munich hace nueve años, que la obsesión de Estados Unidos con un
sistema de defensa antimisiles corría el riesgo de reiniciar la Guerra Fría;
ahora «la situación es más sombría; los acontecimientos ocurridos desde 2007
han sido peores de lo previsto ».
Cuando señaló que «las políticas de la OTAN relacionadas con Rusia siguen
siendo antipáticas y opacas», Medvedev fue gentilmente eufemístico. Tres días
antes, la figura decorativa de la OTAN, el secretario general Jens Stoltenberg
anunció que la OTAN -bajo las órdenes del Pentágono- incrementaría su
patrullaje naval en el Mar Negro.
Como era de esperar, los medios corporativos occidentales calificaron la apreciación
de Medvedev como una hipérbole, o de «explotar
las ansiedades de los europeos».
Disparates. Los hechos sobre el terreno están allanando el camino hacia un
escenario peligroso y resbaladizo, de la «Nueva Guerra Fría», hacia la
posibilidad espeluznante de una Guerra Caliente en Siria -instigada por
«políticas» del Pentágono, la OTAN y el CCG.
Las periódicas e hiperbólicas evaluaciones de la OTAN, de la política
exterior rusa, apenas califican como propaganda alarmista. Lo que está abierto
a debate es si los masters del Pentágono y del complejo industrial-militare
quieren iniciar una gran guerra caliente en anticipación de la espectacular
implosión de toda la economía de Estados Unidos -ofreciendo así el escape
perfecto para los gigantes financieros y los políticos corruptos para culpar
del desastre económico a la guerra en sí, y no al casino financiero.
¿Quieren hablar heavy metal?
Medvedev advirtió claramente que, cualquier intervención por tierra en
Siria por la coalición liderada por Estados Unidos, supuestamente combatiendo
al ISIS / ISIL / Daesh -y se refería a Turquía- desencadenaría otra guerra. Esta
es una línea roja rusa, que Lavrov le ha dejado muy en claro a Kerry en sus
múltiples encuentros. Medvedev le añadió al suspenso, al no indicar si el buque
patrulla Zelyony Dol que Rusia acaba de enviar a Siria, tiene ojivas nucleares
para sus misiles de crucero Kalibr.
Es más que obvio que el Pentágono -así como la administración de Obama- son
muy conscientes del desesperado intento de Erdogan, el Sultán de Turquía, por una
ofensiva militar directa a lo largo de la frontera sirio/turca. Lo que no está
claro es hasta qué punto el Pentágono / OTAN «apoyarán» la maniobra.
No hay evidencia irrefutable -al menos no todavía- que una posible, si
no inminente, invasión del norte de
Siria por parte de Turquía está siendo controlado a distancia, directamente
desde Washington. Bajo este escenario, Washington estaría una vez más
«liderando desde atrás», un mecanismo de apoyo para la carne de cañón, turcos y
saudíes.
Al mismo tiempo, lo que realmente no se está filtrando de la serie de
reuniones Lavrov-Kerry, además de la llamada telefónica entre Obama y Putin, es
la fuerza con que Moscú ha advertido de graves consecuencias en caso de una
histérica galopada turca. En medio del teatro de sombras -y la campaña de
desinformación- algunos en Washington sí parecen comprender las implicaciones
de las advertencias rusas.
El Sultán Erdogan, calcula que todo lo que haga tendrá el pleno apoyo de la
OTAN. Mientras tanto, como se ha analizado anteriormente, todas las fuerzas
rusas están en estado de alerta, incluyendo la Flota del Mar Negro, que se
traduce en disposición de combate en caso que el Sultán Erdogan se vuelva
definitivamente un demente.
Los halcones del Pentágono y la galaxia de neoconservadores calculan que
Moscú teme una guerra en dos frentes, contra Turquía y la OTAN, y por lo tanto
finalmente retrocederá en Siria. Disparates. Si la situación empeora, Turquía
puede ser eliminada por Rusia en un instante. Y si empezamos a hablar pesado de
guerra caliente -incluso hipotéticamente-
Europa podría ser invadida en tres semanas por las fuerzas que Rusia tienes
disponibles en el Frente Occidental, según fuentes militares alemanas. La OTAN
sería revelada como lo que es -bravatas desde Bruselas.
¿Qué tan desesperado está el
Partido de la Guerra?
La implacable, en realidad irracional demonización de Putin, junto con la
obsesiva manera de pensar del grupo neoconservador a cerca de la «agresión
rusa», se ajustan a un patrón que se ha venido desarrollando desde hace años.
La «política» en esencia consiste en el avance inexorable de la OTAN hasta las
fronteras del este de Rusia. Y sin importar el riesgo real de la Guerra Fría
2.0 transformándose en una guerra nuclear.
En términos del Nuevo Gran Juego en Eurasia, lo que obsesiona a Beltway es
cortar por todos los medios a Rusia de Alemania. Y evitar que Rusia se alinie
totalmente con China. Este seguirá siendo el mantra de quien sea que llegue a
la Casa Blanca en enero de 2017. Se reduce a sabotear sin parar la integración
Euroasiática. La trama secundaria esencial es relegar a Rusia al papel de un poder
regional, y no mundial.
La demonización implacable, es sólo
el aspecto de las relaciones públicas de este consenso de Beltway. Todos los accesorios
del «Imperio del Mal» se han desempolvado –desde etiquetar a Putin como <<"el
nuevo Hitler» al interminable meme de la «agresión rusa>>. Y «contención»
es la religión oficial -que va desde el Báltico a Rumania, pasando por
Anatolia, hasta el Cáucaso y el Caspio. Polonia, Rumanía y Turquía han sido
especialmente configurados como cruciales perros de ataque de Washington.
La grave crisis entre Turquía y Rusia detonada por el derribo de los Su-24
por Ankara ha sido una bonanza para el consenso de Beltway. Una de sus graves
consecuencias, puede ser, el cancelamiento definitivo del Turkish Stream, que
se traduce como una daga en la espalda de la integración de Eurasia.
Moscú sabe muy bien cómo este vulgar proceso de demonización -no sólo de
Putin, sino además traducido en absoluta rusofobia- no va a disminuir. Debido a
que las apuestas son demasiado altas. El complejo industrial-militar necesita
un poderoso enemigo «imperial»; cabezas entoalladas en las cuevas afganas o un
falso «califato», son una broma. La integración Euroasiática -Rusia / China /
Irán aliándose con Alemania- tiene que ser evitada a toda costa.
Mientras tanto, la asociación estratégica entre Rusia y China avanza sin
cesar; Alemania desesperadamente quiere subirse a bordo del tren de la Nueva
Ruta de la Seda; y el «4 + 1» -Rusia, Siria, Irán, Irak, más Hezbollah- han
invertido los papeles del cambio de régimen en Siria. Por lo tanto Rusia como
El Enemigo Primordial - o «una amenaza para los EE.UU en todos los ámbitos»,
como les gustaría a los halcones - debe flotar sobre todo el Occidente, un
símbolo del miedo. Lo que estamos a punto de saber es si el Partido de la
guerra en los EE.UU está tan desesperado como para convertir la frontera entre
Turquía y Siria en el nuevo Sarajevo, desatando una letal e impredecible Nueva
Guerra Caliente.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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