La resistencia contra el
contraataque de la derecha más recalcitrante que se cierne contra la clase
trabajadora en Guatemala y el continente entero, aupada por los triunfos de la
derecha en Argentina y Venezuela, la cual tiene todo el respaldo financiero y
logístico del Imperialismo mundial, debe ser frenado organizada y
colectivamente en el hemisferio con firmeza, astucia y audacia, pues si no
nuevamente volverán, como en el poema de Bécquer: las oscuras golondrinas.
¿VOLVERÁN LAS OSCURAS
GOLONDRINAS?
Por Carlos Maldonado*
Una dentellada descomunal salida de la cabeza bestial de la vieja
oligarquía trasnochada de Guatemala trató de herir el cuello de la clase
trabajadora. Dicha mordedura llevaba por delante la pueblerina iniciativa de
los salarios diferenciados la cual se quebró temporalmente ante la resistencia
tenaz de las organizaciones sindicales y la crítica severa de algunos gobiernos
progresistas del mundo que se hicieron eco de la protesta popular por volver a
cuitas ya rebasadas por la historia, pero a las que los esclavistas de este
país quieren regresar insistentemente.
No obstante, detrás de esa tibia e infeliz iniciativa, se agazapó la más
temible y feroz, la representada por la iniciativa por parte de la Procuradora
General de la Nación, de condenar mediáticamente los pactos colectivos,
señalándolos como contratos lesivos al Estado, tomando como modelo para dicho
argumento, el suscrito entre uno de los sindicatos más grandes del Congreso de
la República y la Junta Directiva de éste, el cual no es más que una
negociación oscura entre diputados y líderes sindicales corruptos, dejándolo
sin efecto; haciendo creer a la población que dichas medidas se enmarcan en el
combate a la corrupción y el despilfarro. Sin embargo, con esta primera
iniciativa, se trata ahora de meter en el mismo saco a todas las negociaciones
colectivas, condenándolas a todas, a pesar de que la gran mayoría de éstas ha
sido llevadas a cabo bajo la legalidad y la legitimidad ante las
correspondientes instituciones del Estado, ya así, lograr su derogación por
parte del Hemiciclo, despojando a toda la clase trabajadora de esa conquista
fundamental.
Hay que atender que los Pactos Colectivos son acuerdos de avanzada que se
han logrado al fragor de las luchas de los trabajadores entre la parte
organizada de estos y su contraparte patronal por mejoras salariales,
estabilidad en los puestos de trabajo y un continuo desarrollo en estos con su
consiguiente compensación económica basada en igual salario para igual trabajo,
por lo cual no pueden interpretarse ni como dádivas ni ventajas, como siempre
los ideólogos burgueses los han mostrado. Menos, proveniente de un sistema
finquero como el nuestro que nunca ha otorgado favores a quienes consideran
racialmente inferiores y por ende, sus sirvientes. Por tanto, objeto de su
desprecio, explotación y vejámenes.
No obstante, a pesar de que los salarios diferenciados fueron derogados, la
iniciativa está latente y demuestra la burla de los propietarios hacia los
trabajadores ofreciéndoles una miseria de salarios a cambio de una explotación
acérrima y continuada en esos municipios donde quisieron establecerse como
cabeza de playa. Realmente, si lograron su cometido fue, como se dijo, por la
férrea resistencia de la clase obrera organizada y por carecer de fuerza de
ley. Sin embargo, su sola propuesta logró su objetivo: frenar las negociaciones
por mejoras de un incremento en el salario mínimo pues, como cualquier
artilugio que sirve de distractor, una bomba de humo, la propuesta de los
salarios diferenciados dejaron claro que la oligarquía no estaba dispuesta a
pagar más allá del salario mínimo a pesar de estar totalmente demostrado que la
canasta mínima vital se eleva tres veces sobre el precio de esa miserable
erogación, lo cual, obviamente, repercute en la imposibilidad de los
trabajadores y sus familias de cubrir sus necesidades más apremiantes y, peor
aún, de plantear un verdadero desarrollo y plenitud. Ejemplo de esa imposibilidad
y más que ello, del retroceso de la población, es que la pobreza haya avanzado
de un 15.8% anterior al gobierno del Partido Patriota a un 23.4% en apenas 4
años de su administración. Incluso, se demostró que los capitalistas criollos
están dispuestos a pagar menos que el salario mínimo actual, pues, según los
feudales de este país, el salario mínimo es con lo que se deben conformar los
trabajadores, por el momento. El mensaje oculto que se impuso por medio de la
iniciativa de los diferenciados; fustigando a la clase trabajadora es que, no
solo debe contentarse con este, sino agradecer a sus patronos por el trabajo
que le proporcionan, en un país donde el desempleo llega casi al 70% de la PEA,
porcentaje que aglutina a los que se dedican a la informalidad o sea el
subempleo; mientras, que los que trabajan en el sector formal tienen que
soportar las arbitrariedades patronales al no pagar a tiempo, pagar menos del
mínimo o descontar alguna suma de su salario por cualquier cuestión antojadiza
que consideren incurren los trabajadores. A ello, se suma la indiferencia y
laxitud de las autoridades cuando, de hacer cumplir la legislación laboral a
favor de los trabajadores, se trata, violándose sistemáticamente sus derechos
más elementales y sometiéndolos a un sistema de dádivas y clientelismo, donde
para permanecer en el puesto de trabajo deben ser informantes ante los patronos
de las actividades que sus compañeros de labores realicen en defensa de su
clase para protegerse de las violaciones continuas que llevan a cabo los
empleadores.
En relación a los Pactos Colectivos es importante señalar que son los
trabajadores los que siempre han llevado la iniciativa del diálogo que muchas
veces es subestimado por las patronales. Frutos de civilidad de parte de la
clase laboral para con su contraparte a pesar de que ésta responde, siempre,
con represión y revanchas contra dirigentes y defensores de los derechos de los
trabajadores. Y, solo, cuando se hace imprescindible la presión colectiva por
la tozudez y menosprecio de las patronales, públicas y privadas, se llega a
ella.
Todas las luchas han empezado por reivindicaciones de mejor trato o
económicas que se trastocan en luchas políticas para transformarse más pronto
que tarde, en ideológicas. Se trae a colación esto, ya que siendo las patronales
privadas y públicas de este siglo XXI, herederas de una visión neoliberal, como
el hijo más deforme que ha parido el capitalismo, éste recoge la
sistematización del sui iuris de la república romana, no quedando más opción a
los trabajadores del planeta que anteponer a ello la economía política popular
inaugurada por Robespierre en la lejana República francesa a raíz de la
Revolución de 1789, para frenar toda esa jurisprudencia que aniquila la
propiedad para todos y la sirve solo para un minúsculo reducto de hombres
inconscientes que no se percatan de estar incendiando el mismo planeta fincando
su visión en la misma que tenían los dominus al considerarse pater familias de
la humanidad ejerciendo su economía política tiránica sobre multitudes a
quienes consideran suyas.
Pero esas son las consecuencias del triunfo ancestral del capitalismo cuya
naturaleza es rapaz y aplastante. Su esencia irracional que ya describía Marx,
no porque la irracionalidad nazca de individualidades cuyo desatino se acabaría
con la reflexión del deber ser fraterno y magnánimo, como dicta la solución
eclesial a los males de este mundo, sino de la nacida en medio de la lucha
interclasista que no es más que la suma de esas individualidades, donde cada
quien, al pretender asegurarse la máxima ganancia y para lograrla, torpedea a
sus homólogos hasta hacerlos desaparecer como competencia y arranca, de los que
no poseen propiedad y se ven compelidos a venderles su única mercancía: fuerza
de trabajo, la mayor parte de plusvalía a través de incrementar su
productividad (explotación), bajando a la vez los costos de su sobrevivencia,
por medio de abaratar sus medios de vida (mercancías baratas), y tratar de
pagar cada vez menos el precio de su fuerza de trabajo (salario).
De allí que, en esta etapa del capitalismo voraz según sus ideólogos, sea
imprescindible innovar máquinas y métodos de producción para asegurar la
supremacía productiva sobre su competencia, mientras por otro lado, se desmonta
todo indicio de organización obrera y trabajadora y cualquier forma de
bienestar social como es el caso de los pactos colectivos, la salud, la
educación y la seguridad públicas, con lo cual, según fórmulas mágicas
descritas en sus textos, concentrarán y centralizarán los capitales necesarios
para seguir reproduciendo endiabladamente este sistema de muerte cuyo espíritu
se concentra en la mercancía.
Por ello, la resistencia contra el contraataque de la derecha más
recalcitrante que se cierne contra la clase trabajadora en Guatemala y el
continente entero, aupada por los triunfos de la derecha en Argentina y
Venezuela, la cual tiene todo el respaldo financiero y logístico del
Imperialismo mundial, debe ser frenado organizada y colectivamente en el
hemisferio con firmeza, astucia y audacia, pues si no nuevamente volverán, como
en el poema de Bécquer: las oscuras golondrinas.
(*)Economista y Profesor en Historia
por la Universidad de San Carlos de Guatemala - Colectivo “La Gotera”
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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