Lo vergonzoso no es el
racismo expresado por estas “eminencias” premiadas y galardonadas a nivel
regional y mundial, sino que sus ideas racistas y sus deseos supersticiosas
fueron y son enseñadas y asimiladas en los diferentes centros de
formación/investigación como verdades científicas. Los miedos y deseos de
pensadores racistas, edulcoradas con tecnicismo científicos, se constituyen en
verdades replicadas y asimiladas por mestizos e indígenas en las universidades
y centros de investigación.
LATINOAMÉRICA Y EL RACISMO
DE SUS INTELECTUALES
Por Ollantay Itzamná
El fracaso de los diferentes proyectos de Estado nación en América Latina
plurinacional se debe, en buena medida, al racismo y a la ilusión por la
“sangre azul” que habitan y habitaron a muchos de sus pensadores.
El racismo legitimado por la academia, en buena medida, fecundó pensadores
esquizofrénicos, avergonzados de sus genes indígenas, ilusionados por la
“blanquitud” aparente, condenados a la eterna ficción y anomia existencial.
Así, la condición de colonialidad remozada se normalizó en la filosofía y
ciencias sociales latinoamericanas.
Guatemala y el cotidiano
racismo de sus intelectuales
La pasada semana, el octogenario “intelectual guatemalteco”, de renombre
internacional, Edelberto Torres-Rivas, en una entrevista radial, en Guatemala,
sentenció:
“Los indígenas son tristes y desconfiados”, y lamentó que gente miserable
de Las Hurdes, Extremadura, España, haya sido quienes colonizasen Guatemala
(hace cinco siglos) y no los catalanes de piel más blanca y ojos azules.
El intelectual “progresista”, máximo consultor (casi vitalicio) de PNUD,
CEPAL, FLACSO, BM, etc., reiteró lo que sus predecesores “intelectuales de
renombre” ya habían instalado en el imaginario colectivo hegemónico: Es la
herencia genética y cultural indígena la que traba y trabó el desarrollo de
Guatemala.
Esta externalización del espíritu del prominente intelectual indica no sólo
la vigencia encubierta del vergonzoso deseo de la eugenesia (para blanquear los
policromáticos genes de guatemaltecos) instalado en el espíritu del intelectual
chapín, sino también que las políticas públicas, los programas de cooperación
al desarrollo y los contenidos de la academia están definidos en buena cuenta
por las supersticiones (miedos y deseos) de intelectuales racistas.
La academia latinoamericana
premia el racismo y censura la autenticidad
Las inconclusas historias de los países latinoamericanos están empedradas
de renombrados pensamientos racistas de prominentes filósofos etnofágicos como
Guillermo Francovich, Gabriel René Moreno (ambos en Bolivia), José Vasconcelos
(en México), Alejandro Deustúa (en Perú), por mencionar algunos. Reconocidos y
premiados literatos racistas (incluso premios nobel) como el guatemalteco Miguel
Ángel Asturias o el peruano Mario Vargas Llosa, conforman la pléyade de las
letras.
Lo vergonzoso no es el racismo expresado por estas “eminencias” premiadas y
galardonadas a nivel regional y mundial, sino que sus ideas racistas y sus
deseos supersticiosas fueron y son enseñadas y asimiladas en los diferentes
centros de formación/investigación como verdades científicas. Los miedos y
deseos de pensadores racistas, edulcoradas con tecnicismo científicos, se
constituyen en verdades replicadas y asimiladas por mestizos e indígenas en las
universidades y centros de investigación.
Organismo regionales y mundiales, que administran miles de millones de
dólares supuestamente para superar los males congénitos de los “países
subdesarrollados”, pagan y asumen los informes/ideas prejuiciosas de estos
pensadores como líneas científicas para sus programas de desarrollo. Quizás por
ello Latinoamérica continúa siendo una de las regiones más desigual y racistas
del mundo.
Informes de las consultorías de estos pensadores, incluso salen con el
rótulo de “interculturales” o “multiculturales”. Torres-Rivas escribió un
informe/cuaderno para PNUD, en 2005, titulado La Nación Multicultural y el Racismo. Esto es lo preocupante. ¿Será
que lo hacen inconscientemente?
Todas las políticas públicas eugenésicas (orientadas a aniquilar genética y
culturalmente a los pueblos indígenas), en los diferentes países
latinoamericanos, estuvieron y están orientadas y fundamentadas en las
“verdades científicas” formuladas o copiadas por intelectuales habitados por el
racismo y el deseo iluso por la “sangre azul”.
Las guerras de exterminio contra pueblos indígenas, como el genocidio en
Guatemala, estaban fundamentadas en “fórmulas científicas” de intelectuales,
discípulos de Joseph Arthur de Gobineau.
No se puede, ni se podrá, democratizar a los países latinoamericanos,
culturalmente megadiversos, premiando el racismo y a sus ideólogos. Como
tampoco las y los indígenas despiertos estaremos dispuestos a continuar
sometidos a los estados etnofágicos.
En otros términos, mientras el racismo esté académicamente premiado,
socialmente permitido, y políticamente establecido en las instituciones
públicas y privadas, jamás habrá democracia integral para nadie, mucho menos
estabilidad para el mal desarrollo de las élites privilegiadas.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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