El marxismo no es otra
cosa que un profundo y extenso estudio de las leyes económicas de la sociedad.
Una guía para aproximarnos, lo más posible, a la correcta interpretación de la
realidad.
ÚLTIMAS
CONSIDERACIONES DEL AÑO VIEJO,
PARA QUE USTED,
EN 2017, LLEGUE A SER
UN ESPLÉNDIDO MARXISTA IDIOTA
Por Luciano Castro Barillas
El marxismo no es otra cosa que un profundo y
extenso estudio de las leyes económicas de la sociedad. Una guía para
aproximarnos, lo más posible, a la correcta interpretación de la realidad. Para
hacer de esa interpretación teórica, nacida de la observación de los fenómenos
objetivos del hombre, la naturaleza y la sociedad; un instrumento, una palanca,
capaz de mover al mundo para hacerlo mejor. Cuando esto no ocurre como
resultado del embarazo teórico de la academia surgen los revisionismos o la
entelequias metafísicas, porque pasa en algún momento en la cabeza del abnegado
trabajador de gabinete, del “intelectual” no vinculado a las luchas de los
trabajadores, entre otras cosas; que el
marxismo está pasado de moda y que él, en su genialidad, tiene muchas mejores
cosas que decir que esos viejos mamotretos desfasados de la historia y el
intelecto como lo es el materialismo dialéctico y el materialismo histórico.
Son capaces estos geniecillos e iluminados, como Buda o Cristo, de crear
grandes fumadas (perdón, pensadas) donde las ideas provienen de otras ideas
primigenias engendradas, muy seguramente, en el Topus Uranus de Platón. Es
decir, seres de arrogancia tal que el mundo concreto, material, no vale nada
para ellos, sin reparar, creo yo; que el cerebro humano, el lugar concreto de
donde surgen esas especulaciones filosóficas no científicas; es de una materia altamente desarrollada que se llama
cerebro. Ese poporopo (así se le
llama en Guatemala a las palomitas de maíz) o cerebro se ha nutrido y se
nutrirá siempre de la realidad. Por eso, para los “marxistas” que son
religiosos disfrazados de progre o
izquierdistas, por allí les van unos
asuntitos.
No hay peor ciego que él no quiere ver, dice un
viejo refrán popular. Y el primero, inmenso, así de grande, es la locura
ideológica, miopía política o servilismo
extremo de muchos “revolucionarios” centroamericanos y caribeños que han
aplaudido la autodesignación como vicepresidenta electa de Nicaragua, a la
señora Rosario Murillo, compañera de vida del reiterativo Daniel Ortega, que
entre mandatos interrumpidos y continuos lleva ya la nada modesta bicoca de más
de 20 años en el poder, recurriendo a no tan limpios expedientes para abrirse
camino a la silla presidencial. Es una familia enriquecida cuyos ideales
proletarios están muy distantes de lo que se proclama y el pueblo de
nicaragüense, pese a su pequeña población, sigue sumido en la pobreza. Lo único
de valor es que viven una pobreza tranquila porque los índices criminales son
bajos si se comparan con el infierno del Triángulo Norte que es Guatemala, El
Salvador y Honduras. La alta discreción conyugal que fuera propia de los
grandes dirigentes socialistas (fueron tan recatadas las esposas de Fidel
Castro o Breznev, por ejemplo) ahora fue pulverizada por la diva poco agraciada
de Nicaragua, ambiciosa y que ha sido el poder detrás del trono, ante el ya
atontado presidente sandinista. Los años le han ido quitando lucidez, no cabe
la menor duda.
Otros “grandes
analistas políticos”, nacidos de
las diversas escuelas de ciencia política de “prestigiosas” universidades,
fueron tomados por sorpresa ante el “inesperado”
resultado electoral en las elecciones de los Estados Unidos. Esos
liberales, igualmente disfrazados de marxistas, resulta que ahora están asustados
que un bruto, torpe e ignorante sujeto, tentador de mujeres, racista y dado
mucho a los lapsus lingüis, les
moviera las coordenadas políticas tan magistralmente que todavía no acaban de
asimilar el resultado que sea este señor, el del tupé rubio y ridículo, el
nuevo presidente de la potencia norteamericana. No pudieron ver muchos el alud
político que se venía y con lo que digan, dará una muy buena contribución a
mejorar el clima político internacional, la confrontación con otra gran
potencia, la actual Rusia, sin enemigo a la vista, como dijera Putin, no por
arrogancia, sino por constatación de la realidad. El mundo no se incendiará ni
Trump retacará de gas el territorio de los Estados Unidos para hacerlo
explotar. Este señor es un hombre de sentido práctico y si bien lleva alhajas
políticas en su gabinete, el fascismo funciona si se le permite funcionar. La
unipolaridad está rota y se acabó de romper con la derrota de los ejércitos de
occidente disfrazados de terroristas en Siria. Se hace obligatoria la convivencia
pacífica y el entendimiento entre las naciones. Y Trump lo ha entendido al
afirmar: “Estados Unidos no bombardeará otros países ni derrocará gobiernos”.
Yo me inclinaría a creerle, no por él mismo, sino por la omnipresencia del
poderío ruso. Cuba no entrará en crisis como muchos se imaginan, porque posee
lo más valioso: fortaleza educativa y moral y la amistad inquebrantable con
Rusia. Y Venezuela también saldrá adelante con su socialismo del siglo XXI,
siempre y cuando Maduro se deje asesorar, porque con eso de los billetes de 100
bolívares retirados precipitadamente y los de a 500 que no aparecen, ojalá la
medicina no resulte peor que la enfermedad y sea defenestrado no por la
oposición reaccionaria sino por un pueblo incapaz ya de soportar un disparo
nuclear superinflacionario, que ya anda por el 500 o 600%, porque no cuenta con
lo que a Cuba le sobra . Feliz Año Nuevo y cuidado con no caer en el plano de
ser para 2017 un marxista idiota.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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