Pero, ¿por qué piensa que
sus Estados Unidos es hoy la nación más odiada del mundo? No es porque el mundo
no los entienda, sino porque los entiende. Son detestados como nación y como
pueblo, por sus valores que solo producen inestabilidad, terror, miseria,
pobreza y muerte.
“SUS USA ES HOY LA NACIÓN
MÁS
ODIADA DEL MUNDO”. ¿POR QUÉ?
Por Larry Romanoff
Hace algunos años, David Ignatius, escribió un artículo en el Washington
Post titulado, “Replant the American Dream” (1), en el que hablaba sobre sus
viajes por el mundo como corresponsal extranjero hace unos 35 años, y como él
se imaginaba que como americano portaba una especie de bandera blanca,
presumiblemente de pureza y superioridad moral, lo que significaba que él,
siendo un americano, era “diferente” y que “el mundo lo sabía”.
Luego, con desánimo, señalaba que, Estados Unidos estaba “lentamente haciendo
trizas el tejido que define lo que significa ser un americano”, que los
americanos ahora son vistos como “hipócritas que se jactan de nuestros valores
democráticos pero que actúan con desprecio por la ley y los demás”. Su premisa
básica era que los Estados Unidos, y los americanos en general, habían “agotado
toda su semilla de maíz” y necesitaban ahora tender lazos al mundo y “compartir
los valores de America” una vez más.
Igantius concluyó con una declaración de esperanza sobre la celebración del
Día de Acción de Gracias Americano. De su mitológico libro de historia
americana, Ignatius relató los profundos temores de los peregrinos cuando
partieron del Viejo Mundo hacia America, y “la abundancia infinita que
encontraron en la nueva tierra”, la cual compartieron con los nativos locales.
Ustedes ya habrán leído alguna versión precisa del primer Día de Acción de Gracias,
que fue bastante menos que compartir abundancia infinita. Ignatius finalizó con
las palabras: “Necesitamos volver a poner las riquezas de Estados Unidos sobre
la mesa y compartirlas con el mundo, humilde y agradecidamente”. Le escribí una
respuesta al Sr. Ignatius que decía en parte:
Usted dijo que cuando viajó por el mundo como corresponsal, con su bandera
americana, creía y sentía que era diferente a todos los demás, una percepción
que todos los extranjeros compartían. Pero eso no era exactamente así. Lo que realmente
quiso decir fue: “yo era mejor que ellos, y ellos lo sabían”. Su desaliento no
se debe a haber hecho trizas su tejido, sino a un lamento nostálgico de que esas personas finalmente se hayan dado
cuenta de que usted no es mejor que ellos, sino todo lo contrario, y que ya no
lo respetan sino que lo desprecian. No desea acercarse y “compartir las
riquezas de America”. Lo que desea es replantar los falsos valores utópicos de
la superioridad americana en la mente de todas esas personas para que usted
pueda viajar una vez más por el mundo y decirse a usted mismo que es mejor que
los demás, y una vez más ver ese engaño en sus ojos.
Dijo que deben dejar de
comportarse como si estuvieran en un estado de guerra permanente, pero su
América siempre ha estado en un estado de guerra permanente. Eso es lo que hacen. Las guerras de
agresión son las que los definen como nación.
Usted no quiere que el mundo
piense mal de ustedes, acerca de su cultura de tortura, masacres y guerras,
pero no tienen la intención de interrumpirlas.
Continúan destruyendo naciones, derrocando gobiernos, fomentando guerras y
revoluciones regionales, reduciendo países pequeños a la pobreza y la miseria,
pero quieren ser juzgados solo por los valores utópicos que predican pero que nunca
siguen.
Dice que los americanos al “viajar y compartir” harán que todo vuelva a
estar bien, que ya no serán juzgados erróneamente.
Pero, ¿por qué piensa que
sus Estados Unidos es hoy la nación más odiada del mundo? No es porque el mundo no los entienda,
sino porque los entiende. Son detestados como nación y como pueblo, por sus
valores que solo producen inestabilidad, terror, miseria, pobreza y muerte.
Manifiesta que quieren “devolverle algo al mundo”. Bueno, a lo mejor
podrían comenzar devolviendo el país en el que viven a aquellos a quienes se los
robaron. Tal vez podrían devolver Panamá a Colombia y Hawái a los hawaianos. Y
quizás Puerto Rico de vuelta a los puertorriqueños. Tal vez podrían devolver
Corea a los coreanos y dejar de impedir la unificación que han anhelado durante
los últimos 60 años. Quizás puedan salir de Taiwán y Hong Kong. Tal vez les
gustaría devolver la riqueza que violetamente saquearon de aproximadamente 100
naciones con el poderío de sus fuerzas armadas.
Quizás les gustaría devolverle a
Chile los cientos de miles de millones dólares del cobre que le robaron. Tal
vez les gustaría devolver todo el oro que saquearon de toda Centro y Suramérica y el Caribe, cuando invadieron repetidamente
esos países, forzaron, y luego vaciaron las bóvedas de sus bancos centrales. Quizás
le gustaría convencer a Citibank de que devuelva los miles de millones en oro
que robó a los ciudadanos chinos que confiaron en él. Tal vez le gustaría
devolver a Filipinas, Nicaragua y Haití la paz y la felicidad que tenían antes
de que los colonizaran y destruyeran.
Tal vez les gustaría devolverles a las madres en Irak los 500,000 bebés que
Madeline Albright mató.
Usted manifestó que querían compartir
las riquezas de America con el mundo, pero el tiempo para eso ya pasó. Ya no
poseen riquezas para compartir con nadie, y nunca las compartieron incluso
cuando las tenían. En cambio, compartieron su artillería de uranio empobrecido
con los pueblos de Iraq y Libia, que hoy tienen bebes prematuros que son
descritos como “trozos de carne no identificables”. Durante una década, ustedes
compartieron napalm y el Agente Naranja con la gente de Vietnam que hoy,
cincuenta años después, todavía tienen decenas de miles de bebés que nacen horriblemente
deformados.
Su Agencia Central de Inteligencia compartió su manual de tortura de 1,000
páginas y su entrenamiento de escuadrones de la muerte con docenas de sus
dictadores en América Latina. Compartieron su estilo de democracia con
Yugoslavia, convirtiéndo una federación pacífica en un desastre lamentable, y
luego compartieron ese mismo ejemplo con una docena de otras naciones,
enorgulleciéndose de sus “revoluciones de color”, dejando nada más que muerte y
miseria en cada uno de ellos.
Si no les importa, no queremos que compartan nada con nosotros.
Ya hemos tenido suficiente de su
libertad, democracia y derechos humanos, para que nos dure por generaciones.
Y, para decirles la verdad, en el mundo hemos perdido la capacidad para
tolerar su alfombra global de atrocidades, brutalidad, muerte y miseria, así
como también nuestra tolerancia por su hipocresía.
Todo lo que queremos es que se vayan a casa, que se ocupen de sus propios y
malditos asuntos y saquen sus sucias manos llenas de dólares
ensangrentados de la mayoría de naciones
del mundo que ustedes están explotando. La semilla de maíz a la que usted se
refiere ha desaparecido, pero no fue consumida. Simplemente se pudrió.
Notas
(1)
https://www.democraticunderground.com/1016196830
Publicado por La Cuna del Sol
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