jueves, 1 de septiembre de 2011

Democracia Ciencia y Futbol.



     Hace unos días en una de las tantas conversaciones sostenidas vía telefónica con el muy estimado Profesor, Escritor y Cronista Oficial de la Ciudad De Jutiapa; Luciano Castro Barillas, le sugerí  elaborar un escrito relativo al futbol guatemalteco, en el cual se abordara sobre las deficiencias y reales posibilidades de desarrollar un deporte que por su misma naturaleza e importancia dentro de la sociedad guatemalteca, no se le puede seguir manejando como ha sido costumbre, ya que, siendo el futbol el deporte que, por excelencia se practica a nivel nacional y por constituir este la mayor fuente de esparcimiento para la gran mayoría del pueblo de Guatemala, se hace imperativo darle un nuevo enfoque, uno que tome en cuenta las aspiraciones y anhelos de un pueblo sediento de triunfos sobre todo a nivel internacional. Respondiendo a mi solicitud y con toda la celeridad del caso  El Profesor Luciano me hizo llegar el siguiente escrito, que a manera de una reflexión dilucida sobre las falencias estructurales que afectan al futbol nacional así como también de sus reales posibilidades dentro de un ambiente de desarrollo integral del mismo. Me permito entonces y de acuerdo con los postulados de este muy humilde blog, que hoy iniciamos,  publicar en su totalidad el contenido de tan sesuda reflexión futbolera, la cual espero sea leída, analizada como conviene, y por su puesto distribuirla las veces que sea necesario.  Gracias a Luciano por tan valioso aporte y desde ya te doy la bienvenida como el colaborador estrella de este nuestro blog: La Cuna Del Sol.---Marvin Najarro.        



LA DEMOCRATIZACIÒN Y LA CIENCIA COMO ÙNICOS CAMINOS
PARA SALVAR AL FÙTBOL GUATEMALTECO


Por  Luciano Castro Barillas


     Innatos talentos hay en este país, de sobra, pese a que ocupamos como semifinalistas el cuarto lugar en desnutrición infantil a escala planetaria. Es probable que niños y adolescentes desnutridos no sean prometedores prospectos para héroes deportivos o auténticos campeones, sin embargo, las excepciones, ese contrasentido de la lógica, se dan: allì està Mateo Flores, ganador de la Maratòn de Boston en 1955. Jorge Surquè en ciclismo o la selección guatemalteca de fútbol de 1968 que, como los grandes equipos, goleò a Tailandia cuatro a cero, empatò con Bulgaria y derrotò a Checoslovaquia con un trabajadísimo tanto en un juego altamente disputado con un equipo que era en ese momento subcampeón olímpico. Esta selección paso a la segunda ronda de esa época disputando un cardiaco encuentro contra Hungrìa  -campeona olímpica-  que a duras penas logró batir al arquero chapìn una sòla vez. Eran otros tiempos y una manera distinta de practicar el fútbol. La falta de una buena técnica muchas se veces se compensaba con el coraje y la vergüenza por la defensa de los colores nacionales. Eran todavía los año en que el fútbol guatemalteco se batìa en paridad con el fútbol mexicano, al punto que en Tegucigalpa, en el III NORCECA de 1967, Guatemala derrotò a una potente escuadra mexicana con antológico golazo de Escopeta Recinos, coronándose campeona del certamen Norte, Centroamericano y del Caribe de Fùtbol.

     Vienen estas consideraciones por el espejismo, las falsas expectativas creadas por los guatemaltecos los resultados obtenidos por la Sub-20 en Colombia. El triunfo fue “espectacular” para los chapines, dado los estándares de fracasos estrepitosos y sin paliativos a los que estamos acostumbrados de 1968 para adelante. Tuvieron que pasar 43 años para vivir la dignificación y la nueva catalogación del fútbol nacional al ubicarnos entre los 16 mejores equipos  -no con gran mèrito, por cierto, por los iniciales 11 goles en contra-  tal lo afirmara en su momento un periodista colombiano de manera educada y mesurada a Pedro Saùl Ramìrez, comunicador de Telediario, cuando èste ingenuamente solicitò su impresión sobre la clasificación guatemalteca a octavos de final. La respuesta de la clasificación atìpica, rara, dejó sin palabras a Ramìrez que, probablemente en su entusiasmo, fue presa de la alta subjetividad de los aficionados guatemaltecos al popular deporte, a despecho del irrestricto apoyo y simpatía suscitado por el equipo no favorito en el encuentro contra Portugal.

     Pero la realidad es otra. El equipo como tal està al 50%. Tiene coraje, bravura, talento y solicitud sostenida pues hasta el último minuto luchò sin dar ni pedir cuartel.  Me entusiasmò tanto ese desempeño que por primera vez no nos sentimos humillados los guatemaltecos, porque de Colombia para atrás las victorias   -si asì les puede llamar-  han sido pìrricas y blandengues, de equipos nacionales inconstantes en la cancha de juego, sin la regularidad debida. La mentalidad derrotista, perdedora nos hacìa saltar a la cancha de juego a sabiendas de que ìbamos a perder, pese a las inspiraciones individuales de un Pescado Ruiz, por ejemplo. Pero el fútbol nacional necesita de un trabajo de base no empìrico sino científico, sistematizado a partir de los alevines, benjamines, infantiles, cadetes y juveniles, no por gusto el fútbol español tiene federadas a las ligas menores a través de la Real Federaciòn Espoñola de Fùtbol, Chile en la Direcciòn General de Deportes y Recreaciòn, Mèxico en la Escuela Nacional de Directores Tècnicos de Fùtbol de la Federaciòn Mexicana, con la perplejidad que genera la Universidad de Fùtbol de Pachuca. He allì la razón, causa y motivo de los resultados siempre en ascenso del fútbol mexicano. Ejemplos hay muchos, entre otros en Italia y Uruguay con su flamante Comisiòn Nacional de Baby Fùtbol.

     En Guatemala se necesita asumir como propia la teoría del fútbol, el programa modelo y sus objetivos propuesto por el alemán Horst Wein quien afirma que para hacer un buen fútbol, èste necesita de “un òptimo modelo de enseñanza-aprendizaje para despertar y desarrollar el potencial innato de jóvenes futbolistas”.  Es, pienso, toda una pedagogìa del fútbol y prosigue: “Se tienen que tomar en cuenta las capacidades de respuesta psíquica, física y técnicas en cada etapa evolutiva. Es decir, una formación sin prisas para obtener los resultados que deseamos”. Ese trabajo formativo, que no se hace en Guatemala, tiene una didáctica democrática y moderna, déficit de valor en nuestro país que es peor que el fiscal.  El fútbol es una pràctica divertida con eficacia de aprendizaje, tal como lo afirma el licenciado Oswaldo Mèndez de Jutiapa.  Es lo lúdico, el juego en su máxima pureza lo que exige el fútbol en su trabajo de base. El fútbol no es violencia sino fuerza, técnica y creatividad, de allì que las generaciones de vàndalos idiotas que pueblan los estadios no tendrán futuro porque la buena enseñanza del fútbol es un agente de educación y de pacìfica convivencia. Estos procesos formativos darán como resultado y la vuelta de algunos años  -pues los chicos crecen pronto-  futbolistas con mayor capacidad. Sin embargo, doblegar la enseñanza tradicional del fútbol no es cosa fácil. El monstruo de la corrupción institucional ha hecho pedazos todos los aspectos  de la vida social, del cual el fútbol no se escapa. Directivos, entrenadores y ligas están politizadas, con trabajos de corto plazo y de escasa visión, donde sería mucho pedir federar a las ligas menores para la fuga de talentos, si no instituyen en primer lugar escuelas de formación con bases cientìficas y no como alguien se le imagine que debe dirigirse y conducirse el fútbol. Hay suficientes personas capacitadas en nuestro país pero no pueden acceder a la conducción de nuestro fútbol porque las mismas roscas politiqueras se repiten como el ràbano en las directivas del deporte nacional.

      Por ello espero que los equipos nacionales de fútbol no sean entendidos peyorativamente como simples jugadores de pelota. Representan las oncenas nacionales que salen al campo de juego algo màs profundo y subtextual: representan la dignidad, el decoro, la alta autoestima de la Naciòn guatemalteca. Hoy todos estamos contentos con los  resultados de la Sub-20 en Colombia, pero a futuro podría ser un espejismo descorazonador, porque después de esta gloria vivida cabe preguntar ¿quiènes están detrás de los muchachos?, ¿quiènes serán los sustitutos? Si no se modifican las estructuras de los órganos que dirigen y conducen el fútbol nacional, tendremos que esperar otros 43 años para sentirnos realizados y felices, pues la Sub-20 no llega a la vida como un trabajo de base sino como resultado de la generación espontànea, como los hongos luminosos que nacen luego de días intensos de lluvia. Guatemala puede dar mucho màs que lo ofrecido por la Sub-20, pero con trabajo sistemático en las ligas menores y liberada del mercantilismo, de la locura neoliberal que todo lo quiere medir con dinero como supremo valor de la vida, del mundo y de la humanidad. De lo contrarios los equipos nacionales de fútbol seguirán siendo los abanderados de la mediocridad. Es asunto de amor a nuestro país y no de politiquerìa barata, la cual aparece por todos lados con grandes patrocinadores, pero no realmente del deporte sino de sus figuras personales, para impulsarse a cargos de elección popular y enriquecerse ilícitamente. Los politiqueros patrocinadores del deporte no buscan enaltecer a la Naciòn y conferirle a la Patria altos niveles de dignidad. Los guatemaltecos, los seres humanos en general, necesitamos poco para ser felices. Los excedentes en la vida son vanidad y fatal codicia. Plusvalìa dicen los capitalistas a ese excedente de la producción social que ellos se apropian individualmente como propietarios del medio de producción. Los guatemaltecos han sido felices con este paréntesis de alegría y realización de la Sub-20. El orgullo colectivo se vio reflejado en los días posteriores al juego contra Portugal. Pese a haber perdido se vivìa una atmòsfera de triunfo, quizá por estar acostumbrados los guatemaltecos a tanto palo futbolístico que lo poco nos parece mucho. El resultado no era para la locura, ciertamente. No era asunto de desborde emocional, sin embargo, la valentía exhibida por los jovencitos de la sele nos llenò de satisfacción, porque perder luchando también es una forma de ganar. No hubo resignación ni complejos de inferioridad, pues los muchachos supieron recomponerse psicológicamente, ya que los 11 goles de los juegos precedentes es un pesado lastre que la bajaba la moral a la màs equilibrada persona.

       La conclusión, la moraleja o enseñanza es la siguiente: Ceballos igual que Gabriel Navas, el jutiapaneco, son hijos de futbolistas. Cada padre fue dándoles trabajo de base por crecer a su lado. Maduraràn como futbolistas porque son talentosos, no obstante, los éxitos vividos como equipo puede que sean efìmeros y altamente imprevisibles por el contexto social en que les toca nacer y vivir. Evolucionaràn como talentos individuales pero al final la historia es la misma: cada cual se formò como pudo y el azar, lo fortuito, el coraje y el amor a su país hizo lo demás. Para surja un equipo nacional consistente, sostenido y competitivo falta mucho y las medidas a tomar para mejorar nuestro fútbol deben ser inmediatas. Asunto nada fácil en un país sumido en la violencia politiquera tradicional, donde los perdedores de la contienda electoral harán la vida imposible a los ganadores con oposiciones irracionales extremas y sistemáticas. Los triunfadores, como siempre, se subirán en el potro cerril de la prepotencia y el abuso, destrozaràn aùn màs a Guatemala en los cuatro años que vienen, independiente de quien llegue al poder y, en este desastre antinatural, se va de bruces nuestro fútbol. Impulsemos un fútbol que no sea dreams, pues ese es un sueño mariguano del emir de Qatar y su inagotable dinero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Chano muy buen comentario. Hemos habido buenos jugadores jutiapanecos. La poca ambicion y oportunidad han sido el problema