jueves, 20 de noviembre de 2014

El futbol y el crimen de Ayotzinapa

Las manifestaciones populares de apoyo e indignación por el crimen de lesa humanidad perpetrado por el Estado oligárquico mexicano en Ayotzinapa aumentan cada día, sin embargo el futbol, el deporte de más arraigo popular en México, sigue atrincherado, impertérrito y distante de la atroz realidad nacional.


EL FUTBOL Y EL CRIMEN DE AYOTZINAPA



Es justo suponer que la mayoría de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa,  aparte de practicar el futbol, eran aficionados de algunos de los clubes de la división profesional del futbol mexicano y demás está decir, del tricolor mexicano. El crimen atroz perpetrado en contra de la humanidad de estos jóvenes estudiantes rebeldes, que estaban en la mira de las narcoautoridades de Iguala, Guerrero, ha despertado toda una ola de indignación de grandes sectores de la población mexicana, que de esa manera se han solidarizado con las víctimas y repudiado las acciones del Estado criminal. ¿Pero dónde están las condenas o las muestras de solidaridad del deporte más popular de Mexico, el futbol?

Aparte de las protestas de un puñado de aficionados mexicanos en Ámsterdam, Holanda,  del Cruz Azul y el Club León de la primera división del futbol mexicano que desplegaron mantas con la leyenda de “gobierno asesino” y cartulinas con el número 43, parece que Ayotzinapa y su tragedia no ha penetrado, o no se le ha permitido penetrar en los teatros del futbol; los estadios y los foros deportivos donde tanto se habla de futbol. Valga decir que la Femexfut, mostrando su carácter autoritario y represivo, le recetó una sanción de 23,000 pesos al León por permitir que esos revoltosos se manifestaran.

En estos momentos de gran consternación e indignación popular por lo sucedido a los 43 jóvenes estudiantes, en quienes se materializó con toda su saña la violencia política del Estado sobre la población mexicana, es justo esperar que el futbol, sus jugadores, sus dirigentes, sus aficionados y comentaristas expresen su sentir sobre un crimen que ha ensangrentado a todo un pueblo que a pesar de sufrir diariamente las diferentes manifestaciones de la violencia, sigue paso a paso, con una devoción inusitada, las incidencias del mas mediático de los deportes el cual se ha convertido literalmente en un artículo de consumo diario, sin el cual no se puede vivir.

Desafortunadamente, esperar que todos aquellos involucrados en el espectáculo del futbol, se manifiesten o digan algo, exceptuando los casos antes mencionados, no pasa de ser una quimera. El futbol es un gran negocio en donde se mueven grandes cantidades de dinero, se le ha convertido en una mercancía para el consumo de las masas. El futbol es, usando la expresión del técnico de la selección mexicana, una “trinchera”. Una construida por la clase capitalista mexicana, los Slims, Azcárragas y otros notorios oligarcas quienes dada la magnitud de la porción de la riqueza nacional en su poder y de los grandes intereses económicos que manejan, son prácticamente los dueños de México.

El futbol es una “trinchera” donde no se permite que nadie asome la cabeza porque corre el riesgo de perderla, hay que quedarse quieto ahí en ese asfixiante y reducido espacio, donde no cabe nada que no sea el bendito futbol completamente despolitizado, pero que paradójicamente, quienes la comandan apestan a la forma más vil de política, de aquella en que se negocia secretamente, donde prima la compra de voluntades, donde la corrupción es tan redonda como el mismo balón de futbol, y donde se privilegian los intereses de un puñado de voraces capitalistas sobre los de las mayorías depauperadas.

La farsa constantemente repetida por dirigentes y propagada por los comentaristas deportivos de  los grande monopolios mediáticos de que, “el futbol y la política no se mezclan”, queda al descubierto cuando se observa la relación, por ejemplo, entre la máxima rectora del futbol mundial, la autoritaria FIFA, y los grande intereses económicos y el manejo de la concesión de torneos mundiales a países con regímenes corruptos, antidemocráticos, y violadores de los derechos humanos. Además es conocido como los gobiernos en casi todo el mundo utilizan el futbol como una herramienta política, ya sea para mejorar su desprestigiada imagen o para fomentar los falsos patriotismos entre la población amante al futbol. No pocas son las veces también, en las que se utiliza el futbol como un mecanismo distractor para poner  en marcha políticas perjudiciales para los intereses de la gente pobre, como las limpiezas sociales y los desahucios, en beneficio de los grandes inversionistas del capital. Y qué decir de las mafias del crimen organizado que también tienen metidas las manos en el lucrativo negocio del futbol y que en muchos casos están aliadas con los políticos de turno. Pero todo esto está bien porque encaja perfectamente con el modelo económico dominante que prioriza la obtención de beneficios económicos sobre cualquier otra cosa.

Por otra parte, mientras que por un lado se intenta desligar a un deporte de eminente extracción popular, como el futbol, de la problemática social que se vive fuera de los estadios, por el otro se incentiva la formación y proliferación de las llamadas “barras bravas” que en muchos casos utilizan los encuentros de futbol para darle rienda suelta a sus frustraciones producto de la conflictividad del entorno social en el que se desenvuelven. En no pocas ocasiones, estos comportamientos no solo degeneran en actos de violencia dentro de los mismos estadios, sino que la misma se extiende al exterior en donde a menudo se salda con trágicos resultados.

Y aunque en México la violencia de las “barras bravas” no alcanza la dimensión de la practicada por sus similares en otros lugares como en Europa e Israel en donde funcionan como elementos de carácter represivo contra aquellos que, por razones de carácter étnico o ideológico son vistos como enemigos, su existencia y comportamiento son el reflejo del sustrato político, económico y social del que provienen.     


Las manifestaciones populares de apoyo e indignación por el crimen de lesa humanidad perpetrado por el Estado oligárquico mexicano en Ayotzinapa aumentan cada día, sin embargo el futbol, el deporte de más arraigo popular en México, sigue atrincherado, impertérrito y distante de la atroz realidad nacional. Y aunque ha habido algunas manifestaciones de protesta de parte de aficionados y de “barras bravas” como las del León y el Cruz Azul, estas no son conmensurables con la proporción de la masa que sigue al futbol, ni con el tamaño de la tragedia que ha desangrado a México. Se necesita algo más, y ese algo mas es, acabar con el mito de la despolitización de futbol. El futbol está en la política y la política está en el futbol, ambos están en todas partes, forman parte de nuestro diario vivir y ni uno ni el otro deben ir por caminos separado.   Hay que atacar y destruir la “trinchera” de la dictadura oligárquica, clasista y represiva, y devolverle al futbol, el deporte de las grandes mayorías, su carácter revolucionario y transformador que elimina lo viejo para dar paso a a lo nuevo.






Publicado por LaQnadlSol
USA. 

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