Sumido en una enorme crisis
de falta de credibilidad a nivel local e internacional, el gobierno de los
Estados Unidos y su clase dominante necesitan lavarse la cara y que mejor que
la publicación del reporte para parlotear a los cuatro vientos su vocación
democrática, el apego a la ley, y superioridad moral. Pero solamente ignorando
la historia de la enormidad de los actos barbáricos cometidos por los EE.UU y
sus secuaces a lo largo de su existencia se puede aceptar ese burdo montaje
teatral.
EL REPORTE DE LA TORTURA
“Quiero ser absolutamente claro con nuestro pueblo y el mundo: Los Estados
Unidos no torturan. Va en contra de nuestras leyes, y contra nuestros valores.
No lo he autorizado, y no lo autorizaré”. Estas fueron las palabras de Geroge
W.Bush en el 2006 negando enfáticamente que los Estados Unidos estuvieran implicados
en la tortura de aquellos sospechosos de terrorismo.Tomó ocho años para demostrar y reconocer oficialmente la falsedad de esas
declaraciones del presidente Bush, pues el reporte aun con muchas de sus
secciones censuradas evidencia la orgía de torturas perpetrada por los Estados
Unidos en muchos lugares del mundo, incluida la muy democrática Europa, a
partir de los fatídicos eventos del 11-9-2001 y que según The Guardian ha continuado aplicándose bajo la
presidencia de Obama.
El reporte recientemente publicado es una versión resumida -525 páginas- del documento original de 6,000 páginas que aún permanece confidencial. Antes de su publicación el documento fue revisado por no otra que la misma parte acusada de los egregios actos de tortura, la CIA, que lógicamente decidió censurar aquellas secciones del documento consideradas como de alto riesgo para su “reputación” e integridad.
El hecho de que la misma CIA estuviera implicada en la redacción del
documento hecha por tierra cualquier pretensión de transparencia y credibilidad
a una acción del gobierno estadounidense claramente destinada a restaurar su maltrecha
imagen ante la opinión internacional que ya hace mucho rato ha dejado de creer en
la superioridad de sus supuestos valores democráticos, que en realidad son una
farsa que oculta la hipocresía, el descaro y la arrogancia sin límites del
imperialismo estadounidense.
El reporte publicado en momentos en que los EE.UU está participando
activamente en muchos de los conflictos que están teniendo lugar en varias
regiones del planeta y donde precisamente apoya regímenes que hacen de la
tortura un a práctica cotidiana como Israel, Ucrania, Arabia Saudita, es un
montaje, una manera cínica de querer lavarse las manos dando a conocer algo que
desde hace tiempo ha sido del dominio público; las torturas en Abu Grahib,
Bagran, Guantánamo y en los agujeros negros operados por la CIA en muchos
países -25 en Europa, incluida Inglaterra gran promotora de la democracia y los
derechos humanos.
Lo peor de todo es que mientras se documentan algunos de los más brutales y
asqueantes casos de tortura -introducción de humus por la vía rectal- a los
culpables se les deja indemnes, no habrá castigos, en otras palabras, se está
condonando la tortura. Entonces, ¿cuál es la intención de dar conocer el
reporte, si no habrá aplicación de la ley desconociendo lo estipulado en la Convención
contra la Tortura, firmada por los Estados Unidos?
Sumido en una enorme crisis de falta de credibilidad a nivel local e
internacional, el gobierno de los Estados Unidos y su clase dominante necesitan
lavarse la cara y que mejor que la publicación del reporte para parlotear a los
cuatro vientos su vocación democrática, el apego a la ley, y superioridad
moral. Pero solamente ignorando la historia de la enormidad de los actos
barbáricos cometidos por los EE.UU y sus secuaces a lo largo de su existencia
se puede aceptar ese burdo montaje teatral.
Refiriendose al reporte, Obama dijo: “Esto no es lo que somos”. Sin
embargo, posteriormente intentó justificar el uso de la tortura. Hablando ante
un canal de televisión en español, Obama dijo lo siguiente: “Cuando los países
se ve amenazados, ellos a menudo actúan racionalmente en maneras que en
retrospectiva resultaron equivocadas”. Al contrario de lo dicho por otros, como
Cheney que sin remordimiento alguno rechazan el reporte como “lleno de
porquería” y defienden el uso de la tortura como beneficiosa para la seguridad
nacional, Obama de manera más diplomática, condona la tortura y displicentemente
la reduce a técnicas –técnicas mejoradas de interrogación- que pertenecen al
pasado.
La tortura no es nada nuevo, y contrario a lo declarado por Obama, ha
definido el historial imperialista de los EE.UU y precede con mucho lo sucedido
después del 11-9-2001. La tortura no es una técnica nacida como resultado de
los fatídicos eventos del 11/9. El uso de la tortura por los EE.UU tiene un
historial largo, con mucha antelación al presente siglo. En 1902, el ejército
estadounidense empleó la técnica de tortura conocida como el “submarino”
(waterboarding) contra rebeldes filipinos.
Sin embargo, uno de los capítulos más obscuros de la historia imperial de
los EE.UU y el empleo de la tortura, aparte de Vietnam, Sudáfrica, Egipto,
Irán, ha sido la participación de la CIA como instructor en la infame Escuela
de las Américas donde entrenó a muchos de los más sanguinarios militares
latinoamericanos que luego hicieron de la tortura un pasatiempo cotidiano en
Chile, Guatemala, el Salvador, Honduras Argentina, Uruguay y Brasil en los años
de las cruentas dictaduras militares que sembraron el terror por toda la región
latinoamericana.
Un pasaje que merece mención y que ilustra la avidez y fascinación de la
CIA por la tortura y sus diabólicos métodos es el contenido en el libro la CIA in Vietnam The Phoenix Program de
Douglas Valentin, en el mismo se relata lo siguiente:
En 1968, ante su inhabilidad de
romper la resistencia de aquellos sospechosos de ser líderes del Frente de Liberación
Nacional de Vietnam por medio de sus acostumbrados métodos de interrogación y
tortura, la CIA frustrada empezó a adoptar métodos más agresivos. En una
ocasión anestesió a tres prisioneros, se les abrieron sus cráneos e implantaron
electrodos en sus cerebros. Fueron revividos, puestos en un cuarto y se les
dieron cuchillos. Los sicólogos de la CIA procedieron luego a activar los
electrodos, con la esperanza de que los prisioneros se atacaran unos a otros.
Ellos no lo hicieron. Los electrodos fueron removidos, se les disparó a los
prisioneros, y sus cuerpos fueron quemados.
A la luz del reporte hecho público por el Comité Selecto de Inteligencia
del Senado, ciertos sectores de la opinión pública, de la clase política y de
la población estadounidense se han escandalizado y manifestado su rechazo a los
métodos degradantes de tortura allí descritos y aplicados por la Agencia
Central de Inteligencia de los EE.UU. Desafortunadamente ese rechazo es apenas
un reconocimiento parcial de las
innumerables atrocidades que plagan la historia de los EE.UU. Es una muestra de
total desconocimiento de la historia de los EE.UU o de complacencia con ella,
con el pasado al que en tono displicente se refirió Obama.
Una cosa muy importante a cerca del reporte es que permite apreciar que la
actitud del gobierno de los Estados Unidos con respecto a la tortura no ha
cambiado para nada, ha sido una constante en gran parte de su historia
imperialista, como tampoco ha cambiado su actitud hacia los perpetradores de
esos deleznables crímenes que siempre salen ilesos, contradiciendo así esos
trillados eslóganes de “nuestros valores” y el “imperio de la ley” de los que
se ufanan y repiten hasta el cansancio las clases dirigentes estadounidenses.
Tal y como la brutalidad policial desempeña un papel interno manteniendo a
la gente bajo control, así mismo la tortura cumple un papel internacional. Y
ninguna terminará mientras no llegue a su fin el sistema que las emplea, el
capitalismo y el imperialismo.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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