La medida antiinmigrante
dada a conocer por el Washington Post, no es el producto de una decisión
apresurada de las autoridades estadunidenses, es según el citado matutino, el
resultado de un riguroso debate de varios meses en el seno de la administración
de Obama a cerca de esta política que todavía no ha sido oficializad. La
desafortunada noticia dada a conocer en vísperas de la navidad, cayó como un
balde de agua fría para las miles de familias centroamericanas que viven en los
EE.UU a la espera de un alivio a su situación migratoria que ha permanecido en
el limbo desde su llegada en 2014, durante la llamada crisis migratoria de los
niños migrantes sin acompañamiento y de otros que llegaron acompañados por
alguno de sus padres.
LA DEPORTACIÓN EL REGALO
DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO
La noticia sobre que el gobierno de Obama planea deportaciones masivas para el
inicio del 2016, cayó como un balde de agua fría para las miles de familias
centroamericanas que viven en los EE.UU a la espera de un alivio a su situación
migratoria que ha permanecido en el limbo desde su llegada en 2014, durante la
llamada crisis migratoria de los niños migrantes sin acompañamiento y de otros
que llegaron acompañados por alguno de sus padres. La desafortunada noticia
dada a conocer en vísperas de la navidad, contradice el mensaje del espíritu
navideño de paz y armonía que para estas épocas sale de la Casa Blanca y que
los medios incansablemente repiten cada minuto para el contentamiento de la masa
sumida en el desaforo del consumismo navideño.
La medida antiinmigrante dada a conocer por el Washington Post, no es el
producto de una decisión apresurada de las autoridades estadunidenses, es según
el citado matutino, el resultado de un riguroso debate de varios meses en el
seno de la administración de Obama a cerca de esta política que todavía no ha
sido oficializada. Sin embargo, de acuerdo con personas familiarizadas con la
operación, el Departamento de Seguridad Nacional ha empezado a prepararse para
una serie de redadas que tendrán como objetivo, para la deportación, a cientos
de familias que llegaron en forma masiva a los Estados Unidos desde el inicio
del año anterior. Según las mismas fuentes citadas por el Washington Post, la
campaña nacional de deportaciones que será llevada a cabo por agentes del
servicio de inmigración (ICE), tan pronto como en enero, sería la primera
campaña a gran escala para deportar familias que han huido de la violencia en
Centro América. De acuerdo a funcionarios familiarizados con la operación, las
redadas del ICE tendrán como objetivo únicamente a aquellos adultos y niños
sobre quienes pesan órdenes de deportación emitidas por jueces de inmigración.
Esas personas serán detenidas en cualquier lugar y deportadas inmediatamente. Se
espera que el número de familias blanco de las deportaciones ande por los
centenares o más.
Cualesquiera que sean las motivaciones políticas detrás de esta medida
tomada por el gobierno de Obama, pues como se sabe la inmigración indocumentada
es un tema altamente politizado que sale
a relucir y se explota al máximo sobre todo en tiempo de elecciones, tal
y como lo están haciendo Donald Trump y los otros candidatos republicanos, lo
cierto es que por enésima vez pone ante los ojos de todo el mundo la naturaleza
hipócrita e inhumana de las políticas migratorias de los EE.UU. Mismas que nada
tienen que ver con esa falsa noción americana de la libertad y la protección de
los derechos humanos.
Acaso no sería loable demostrar en la práctica esos valores humanos,
concediéndoles protección a esos cientos de seres humanos que buscan sentirse
libres de la miseria económica y la violencia que plagan sus países de origen y
que los ha obligado a emigrar en busca de mejores oportunidades en un país en
el que buscaran rehacer sus vidas y ser útiles mediante su denodado esfuerzo a
la nación que los ha acogido. Desafortunadamente la realidad es otra, y la
crudeza y la hipocresía de las políticas estadounidenses terminan imponiéndose
escogiendo como sus víctimas a los más vulnerables, los inmigrantes
indocumentados que a pesar de contribuir enormemente a la economía
estadounidense, ya sea como fuerza de trabajo de bajo costo o como consumidores
muy importantes, al final nada de eso cuenta ya que su condición de ilegalidad
y origen étnico sirven de pábulo para alimentar la xenofobia y el odio
antiinmigrante, tanto de la clase política como de un público que cada vez se
vuelve más intolerante hasta el grado de exigir la expulsión de todos los
inmigrantes indocumentados a los que se percibe como una amenaza a su seguridad
y estilo de vida, sin reparar por un momento en que las causas que obligan a la
mayoría de estas personas a emigrar, como la pobreza, la explotación y la
marginación social, tienen su origen precisamente en las políticas impulsadas
por Washington, las cuales las clases gobernantes centroamericanas muy
obedientemente han adoptado, y cuyos desastrosos resultados, se reflejan en los
miles y miles que huyen de sus países azotados por la miseria y la violencia.
Por otra parte, resulta sumamente contradictorio -un ejemplo de la
hipocresía de Washington- el hecho que mientras se aceleran los planes para
deportar a estas familias centroamericanas a quienes se les ha negado la
condición de refugiados, se instiga a decenas de cubanos a aventurarse a entrar
ilegalmente a los Estados Unidos donde inmediatamente serán acogidos como
refugiados políticos que, según la versión de Washington, huyen de la férrea
dictadura comunista que los hermanos Castro han establecido en Cuba. Todo esto
mientras ambos países están en el proceso de normalizar sus relaciones
diplomáticas y comerciales rotas hace más de 50 años, sin embargo, para la Casa
Blanca esto no representa obstáculo alguno para seguir implementando sus
políticas desestabilizadoras contra la isla a la que busca poner bajo su esfera
de dominación.
Para el gobierno de Obama que ha fracasado en sus promesas de implementar
una reforma migratoria integral, o la amnistía parcial que beneficiaría a
millones de indocumentados, el frio cálculo político que ha caracterizado sus políticas
migratorias durante sus dos periodos presidenciales, se impone a la
sensibilidad humana que debe privar a la hora de resolver un asunto en el que está
en juego la vida, la seguridad y el bienestar de miles de seres humanos. En ese
orden de cosas y ya cuando se aproxima el fin de su presidencia y sin tener
necesidad de cotejar el voto de la inocente comunidad latina, Obama y su
entorno deciden que en las actuales circunstancias políticas por las que atraviesa
los EE.UU, la deportación es, políticamente, lo más conveniente, para solucionar
el escabroso tema de las familias inmigrantes centroamericanas que llegaron a
los EE.UU en busca de asilo en el 2014.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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