El pueblo norteamericano no le dará el chance que él espera y nadie le va a creer, excepto los descerebrados que lo admiran, que la seguridad de Estados Unidos está en riesgo con esos contingentes de hermanos centroamericanos descalzos y hambrientos.
TRUMP PERDERÁ LAS ELECCIONES DE MAÑANA,
PORQUE LA MENTIRA ANDA RÁPIDO,
PERO LA VERDAD SIEMPRE LA ALCANZA
Si bien son débiles los anclajes del Partido Demócrata en el pueblo de los Estados Unidos en este momento tan crucial para la sociedad y el mundo, también es cierto que los pueblos movilizados y organizados espontáneamente alrededor de una coyuntura pueden hacer más que un partido político. Se pueden prescindir de los oficios de intermediación entre el poder y la sociedad, todo porque pudiendo hacer avanzar muchas reformas en los dos períodos de Obama, éste, sencillamente, no las hizo. Las justificaciones siempre serán bastante para un gobierno timorato y un dirigente ambivalente como el moreno Barack Hussein Obama.
Cuando una sociedad está en crisis, principalmente económica, social y política, es que surgen esta clase de sujetos, que como Donald Trump captan simpatía con propuestas políticas fundadas en el sentido común. No se necesitan de intelectuales sino buenos comunicadores de ideas estúpidas, para que estas prenden en el imaginario de las personas como elucubraciones brillantes. Eso hizo Trump: ofrecer lo imposible, lo que querían oír los estadounidenses deprimidos y decepcionados con un partido demócrata lleno de aspavientos, aunque sin concretar casi nada. Ya lo dijo Peter Schiff gran gurú y agorero de la crisis del 2008. Según Schiff, lo que ocurre con el señor Trump en este momento “no es solo una burbuja en el mercado de valores, una crisis financiera, sino algo más grave, es una crisis en toda la economía”.
La recesión, aunque todavía no generalizada en Estados Unidos porque todavía hay regiones que son focos de productividad, no son suficientes estos casos particulares para que la economía norteamericana crezca de la manera debida y la señal inequívoca que todo anda bastante mal y que se refleja sin subterfugios teóricos de los economistas es lo siguiente: el aumento a los precios al consumidor. ¿Será que los norteamericanos compran más bienes y servicios con los mismos dólares? Eso tiene un lenguaje simple: se llama inflación. Sin embargo, los estadígrafos oficiales dicen todo lo contrario, aunque a la vuelta de la esquina esté la Reserva Federal subiendo las tasas de interés. Es decir, los ricos presionando para que la rentabilidad de su dinero nunca sea menos.
Trump lo único real que están haciendo en sus pleitos con medio mundo es crear la burbuja colosal que marcará el principio del fin para esa próspera nación. Su propuesta electorera no funcionará pese al atractivo racista, brutal, xenófobo y misógino. Su desarrollismo y posneoliberalismo está en bancarrota porque Trump y los gringos ultrareaccionarios no acaban de comprender algo fundamental: ya no existe un mundo unipolar. Está en la época de la multipolaridad y aunque hay una emergencia de regímenes de derecha como el más reciente de Bolsonaro, poco, pero muy poco les durará la fiesta. Porque ellos ya no tienen la hegemonía política, ni económica, ni militar. Pero han sido exitosos como sociedad capitalista a la cabeza y son exitosos. No puede pasarse por el alto su éxito cultural. El capitalismo sigue ejerciendo una enorme fuerza de seducción, no tanto por su brutalidad, sino por “el discreto encanto de la burguesía”. Esa buena manera de vivir a través de la libertad que da el dinero. Esa antropología de una forma de querer ser.
Y si bien la coyuntura migrante, por ejemplo, pareciera como anillo al dedo para la política perversa de Trump. No lo es. Los granjeros moderados del sur de Estados Unidos, por ejemplo, no quieren saber nada de milicias fascistas, como las de los Minutemen. Trump maneja un falso concepto de la defensa soberana. No es un ejército el que se acerca a las fronteras y basta con la patrulla fronteriza y las concertinas afiladas. Los migrantes entienden sus límites. Y los jóvenes y las minorías estadounidenses están conscientes de lo que les espera. No se hacen ilusiones con el fascismo, con los racistas, con los xenófobos, ni los misóginos, ni los antigay. El pueblo norteamericano no le dará el chance que él espera y nadie le va a creer, excepto los descerebrados que lo admiran, que la seguridad de Estados Unidos está en riesgo con esos contingentes de hermanos centroamericanos descalzos y hambrientos. Mañana saludaremos el triunfo de las fuerzas del bien y el reflujo de la ola fascista.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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