Este
revival de la inestabilidad de Bolivia debe enmarcarse en el escenario de una
segunda Guerra Fría, guerra total que los Estados Unidos libra para su
reposicionamiento como hegemón único e indiscutible de la estructura
internacional para vencer en la confrontación a sus rivales emergentes: China y
Rusia.
BOLIVIA Y LA SEGUNDA GUERRA FRÍA
Por Martín Pulgar Piñero
Desde el año 2009, con la expulsión del poder del presidente Manuel Zelaya
en Honduras, se han reiniciado los golpes de Estado en América Latina.
Han vuelto con nuevo empaque, reconfigurados. Como las "nuevas
guerras", estos "nuevos golpes" son más sutiles, delicados;
su ejecución inicial no reside en la violencia descarnada de los militares
utlizando los tanques, tomando por asalto los símbolos del poder, como
serían los parlamentos, sedes de partidos políticos o los palacios
de gobierno.
Ahora utilizan como método la violencia desbordada por grupos de
"civiles" organizados por hilos de poderes imperiales y sus agentes
locales, donde las policías, responsables de mantener el orden público, deciden
no ejercer sus funciones constitucionales de soporte institucional de la paz
social. Actúan agudizando la conmoción y la violencia para que surja el caos
(controlado) y se apodere de la sociedad.
Luego de consumado el cambio de régimen con una figura civil, legitimada
por poderes internacionales, como organismos multilaterales que califican de
"forajidos" a gobiernos antiimperialistas, países
"desarrollados y democráticos" y partidos locales bendecidos por la
"ideología correcta", nace el rostro "humanitario" de la
violencia, responsabilidad ejecutada por la mano de las fuerzas de seguridad
policiales y militares, negadas a reprimir al "pueblo bueno":
cristiano, occidental y blanqueado por la ideología colonial, ahora dispuestos
a imponer el orden ante las hordas de delincuentes, traficantes, indios,
satánicos y no occidentales.
Ley y orden que se impondrá con todo su poder de fuego, sin
miramiento ni excusa.
Bolivia vuelve a su hilo histórico de sucesivos golpes de Estado, la estabilidad
dada por el presidente Evo Morales solo fue un paréntesis que produjo
crecimiento económico e igualdad social a su pueblo. Crecimiento económico y
estabilidad política y social que por orden de los poderes internacionales y
fácticos del "Estado profundo" boliviano no merece parte de su
pueblo: la mayoría indígena, la cual no es sujeto histórico, solo debe ser
posesión para aumentar los niveles de rentabilidad de la sociedad blanca,
minoría sí, pero poderosa.
Este revival de la inestabilidad de Bolivia debe
enmarcarse en el escenario de una segunda Guerra Fría, guerra total que
los Estados Unidos libra para su reposicionamiento como hegemón único e
indiscutible de la estructura internacional para vencer en la confrontación a
sus rivales emergentes: China y Rusia, así como eliminar cualquier posibilidad
de conformación de algún nuevo polo alternativo de influencia en el escenario
internacional.
La reconstrucción de la Guerra Fría a escala global se ejecuta en su
fase preventiva en el teatro de operaciones de América Latina y del Caribe,
donde el frente de batalla boliviano es una acción necesaria por el control y
dominio absoluto del "hemisferio occidental", control necesario para
poder ganar la guerra global que consolide su hegemonía e impida el surgimiento
de una potencia emergente en su propio patio trasero, por ello su empeño de
anular a la UNASUR y controlar los recursos naturales y mercados en esta parte
del mundo.
EL LITIO ES MATERIA PRIMA NECESARIA A LA
FABRICACIÓN DE BATERÍAS PARA EL USO DE ALTA TECNOLOGÍA
Si bien en la primera Guerra Fría, Estados Unidos se enfrentó con otro
polo centralizado y unificado (Unión Soviética), con una clara identificación
ideológica que los convirtieron en fuerzas mutuamente excluyentes,
en esta segunda Guerra Fría, Estados Unidos se enfrenta a
múltiples frentes de confrontación, desdibujando la noción clásica de
amigo-enemigo, constituyéndose en el polo central en reconstrucción, el cual
tiene que enfrentar a una variedad de centros de poder que actúan en su contra
bajo el concepto de "manada", donde competidores, adversarios,
enemigos, e inclusive sus propios amigos, socios o aliados, compiten o lo
enfrentan degradando su capacidad de reconstituir su hegemonía mundial.
En este contexto, nos encontramos con la guerra de Estados Unidos contra
China por el control de la tecnología 5G, las sanciones a empresas electrónicas
como Huawei y la denegación a China, y a otros competidores como Alemania,
del litio como materia prima necesaria para la fabricación de baterías para el
uso de alta tecnología.
El control del litio boliviano representa la llave de acceso al recurso
necesario para influir en la próxima revolución tecnológica de la energía. Por
tal, garantiza el liderazgo en el desarrollo de la economía del futuro, de la
misma forma que el control de Internet garantizó en los años 80 del siglo
pasado que Estados Unidos le ganara la guerra económica a Japón y
Alemania, subordinando sus economías a los intereses del hegemón
norteamericano.
La estrategia estadounidense de la primera Guerra Fría fue enfrentar a la
Unión Soviética a través de dos grandes acciones: la que buscaba un gran evento
que permitiera una conversión categórica del modelo soviético, el derrumbe del
paradigma socialista y la inviabilidad de la URSS como Estado, y por la otra,
fue gradualista, por lo cual usó la presión selectiva en el tiempo, lo que
haría que la URSS cambiara su sistema hasta su domesticación.
Ambas acciones parecen estar aplicándose en esta nueva Guerra Fría, donde
Estados Unidos ha sancionado a una veintena de países con la finalidad de su
domesticación o derrumbe utilizando acciones multidimensionales de guerra, como
las económicas, mediáticas, jurídicas, culturales, sancionatorias y en el campo
meramente militar, ha utilizado diferentes mecanismos desde la subversión hasta
la infiltración o invasiones con mercenarios y personal de sus agencias de
seguridad o de sus Fuerzas Armadas.
Dentro de esta estrategia de enfrentamiento global con varios frentes de
batalla expresados en distintas dimensiones de guerra militar y no militar, le
corresponde a las fuerzas antihegemónica, construir escenarios de resistencia y
contragolpe que perfeccionen las alianzas estratégicas para el "aguante de
la envestida".
Por lo antes descrito, debemos iniciar el diseño dinámico de acciones en
concordancia con los nuevos polos mundiales, no confiarle la instrucción de
nuestros policías y militares a países miembros de la OTAN, ni creer en las
instituciones multilaterales como la OEA, ni en la buena voluntad de ONG
financiadas por corporaciones y Estados imperiales.
Se hace prioritario el fortalecimiento de un tejido social que esté en
movimiento permanente, flexible y descentralizado que permita la derrota de las
estrategias de dominación hegemónica y la consolidación de las "Brisas
Bolivarianas de Liberación” en "Nuestra América" y en el lado
Sur del planeta.
Publicado por La Cuna del Sol
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