A pocos sorprendió que Rusia y China (en la
sombra, como el tacuacín) miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la
ONU, ejercieran su derecho al veto sobre la resolución de dicho cuerpo
diplomático que buscaba, a petición de la desprestigiada y traidora Liga
Árabe, la remoción del poder del Presidente de Siria, Bashar Al Assad. Tampoco
nos sorprendió que entre la lista de países miembros no permanentes del CSNU,
que votaron a favor de la resolución intervencionista del imperialismo
occidental, estuviera Guatemala. No sorprendió, porque como es
ampliamente reconocido, históricamente la diplomacia guatemalteca casi siempre
y como perro sumiso se ha plegado a su papel de fiel sirviente del imperialismo
norteamericano. Hubiese sido una hazaña sin precedentes a nivel mundial, que el
embajador Gert Rosenthal tuviera la dignidad y los suficientes “cojones” para
no intimidarse al ver como la embajadora de los EE.UU, Susan Rice le mostraba los colmillos, o
al escuchar los gruñidos de la Diosa de la Guerra, Hillary Clinton. La
actuación de la diplomacia guatemalteca, además
de vergonzosa, es escandalosamente inconsecuente. Porque, ¿cómo puede un
país, como Guatemala, que ha experimentado en carne propia los estragos del
intervencionismo extranjero, ahora servilmente se plegue y apoye con su
voto medidas violatorias que atentan contra la soberanía y la dignidad de otro
Estado, en este caso Siria? La votación final en el CSNU fue de 13 votos a
favor de la resolución y 2 en contra (Rusia y China), los 10 miembros no
permanentes del CSNU que votaron a favor de la resolución son: Azerbaiyán,
Colombia, Alemania, Guatemala, India, Marruecos, Paquistán, Portugal, África
del Sur y Togo.
El conflicto en
Siria, o mejor dicho la guerra civil que está teniendo lugar ahí, está llena de
complejidades. No es el simple resultado de la llamada Primavera Árabe, como
los medios desinformativos de prensa occidental y de organizaciones que
aparentan velar por los derechos humanos nos quieren hacer creer. Aparte de las
reales aspiraciones democráticas de amplios sectores del pueblo sirio, también
es un conflicto de carácter sectario-religioso, en el cual la mayoría
Sunita, resiente el dominio y gobierno de la minoría Alawita (vástago de la secta Chiíta, que
predomina en Irán, Iraq y Bahréin) a la que pertenece el presidente Bashar Al
Assad. Pero más que eso, es un conflicto instigado por los Estados Unidos al
mando de la OTAN, que cuenta para ello con la complicidad de Turquía, la
Liga Árabe y por supuesto Israel, que sería el gran beneficiado con la caída
del gobierno de Damasco, que abriría las puertas para la planeada aventura
militarista en Irán que es el gran objetivo de las criminales ambiciones
de los imperialistas occidentales. Siria, según el ex comandante de la OTAN,
general Wesley Clark, forma parte de la lista de siete “estados desobedientes”
elaborada por el Pentágono, que serán el blanco de intervenciones militares
cuyo objetivo es el propiciar cambios de regímenes, favorables a los intereses
hegemónicos de occidente e Israel sobre toda la región del sudeste
asiático. La lista empieza con Iraq, luego Siria, Líbano, Libia, Irán, Somalia
y Sudán. Con el fracaso a cuestas, consecuencia de su desatinada estrategia
diplomática en el caso de Libia y la caída de Qadaffi, tanto Rusia como China,
pero sobretodo Rusia, desde un inicio hicieron manifiesta su intención de
bloquear cualquier medida intervencionista, por parte de los EE.UU y la OTAN, que
emanara del Consejo de Seguridad de la ONU destinada a la
desestabilización y caída del gobierno de Bashar Al Assad. Conscientes de la
grave amenaza que representa la eventual caída del régimen sirio de Assad, para
sus intereses geoestratégicos, Rusia y China decididamente han entorpecido, aunque
sea temporalmente los planes imperialistas de los Estados Unidos y sus aliados
de la OTAN e Israel. Siria es un polvorín que amenaza con un estallido de
proporciones mundiales. No contenta con el traspié sufrido en el CSUN, la
guerrerista Hillary Clinton, parece que sin inmutarse mucho, dijo lo
siguiente: “Ante un Consejo de Seguridad neutralizado, tenemos que
redoblar nuestros esfuerzos fuera de la Naciones Unidas” (…) “amigos de una
Siria democrática” (…) “apoyemos el derecho del pueblo sirio a tener un mejor
futuro.” Marvin Najarro
A continuación, el
Profesor Luciano Castro Barillas, presenta su análisis de lo acontecido en el
Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas con relación a Siria y el papel de
la diplomacia guatemalteca y más sobre ese candente asunto.
GUATEMALA Y SU SERVIL PAPEL
EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU
Por Luciano Castro Barillas
Como era de esperarse, en su condición de país
dependiente, de seudo-democracia subsidiada y transitoriamente útil alfil en el
gran tablero de ajedrez de la política internacional, Guatemala votó a favor de
la propuesta de resolución del Consejo de Seguridad orientada a derrocar al
gobierno de Bachar al Assad en Siria, texto redactado con puntos y comas por el
país testaferro del imperio -digamos el más descarado en este momento-,
el reino de Marruecos. La propuesta, como ocurre tantas veces cuando se trata
de justificar una agresión, ocultar la verdad y salir con las manos
limpias; “hábiles diplomáticos” o delincuentes internacionales
hicieron gala de un lenguaje ambivalente, indirecto y cargado de eufemismos
para ejecutar una concreta acción de agresión contra un pueblo soberano como el
sirio, que independiente de sus falencias democráticas al estilo occidental, es
una sociedad donde se vive con dignidad. Sus indicadores socioeconómicos no
andan del todo mal si los comparemos con los guatemaltecos, por ejemplo. En el
fondo, ese actual escenario de lucha política a su más alto nivel, como lo es
el enfrentamiento armado (o lucha de clases internacionales) entre dos
concepciones del mundo distintas, de ideas antagónicas, de maneras diferentes
de organizar la gestión gubernativa y la sociedad y por supuesto de definir y
consolidar plataformas de influencia política regional como lo es el volátil,
incandescente y crispado Medio Oriente; Guatemala, como siempre, da su aporte
negativo. ¿Quiénes y qué quieren con tener bajo su control a Siria? No es
difícil de averiguar: las potencias económicas occidentales encabezadas por los
Estados Unidos que tienen que sacar a Siria de la región para poder estabilizar
políticamente a la región del extremo oriental del Mediterráneo que pone en
peligro intereses de energía y militares y sobre todo la existencia misma de la
entidad sionista (o Estado Judío como le llaman algunos) quien para su defensa
no sólo cuenta con la incondicionalidad de los Estados Unidos sino de su bien
pertrechado arsenal nuclear que no vacilarían en utilizarlo al verse amenazados
seriamente.
Guatemala está jugando su papel -el que le
diseñaron los estadounidenses, por supuesto- en la persona del señor Gert
Rosenthal, alto burócrata que ha tratado de hacer ver a los incautos
guatemaltecos que constituye un gran honor pertenecer al Consejo de Seguridad,
lo cual indudablemente lo sería si el voto de Guatemala fuera independiente y
por la causa de la justicia y la paz. Pero su primera incursión en el poco
operativo, desacreditado y irrespetado consejo de la ONU empieza con un
traspiés y desacredita al país ante los ojos de la comunidad democrática del
mundo porque nadie con el mínimo de sentido común y dignidad puede estar de
acuerdo o dejar de entender que el propósito de la remoción del cargo de Bachar
al Assad responde a una conflictividad creada desde fuera, con
el propósito de favorecer los intereses geoestratégicos del imperialismo y su
afán, ya con poca atonía pero todavía peligroso, de dominio mundial,
principalmente en las regiones por donde fluye el oro negro y se impulsan
procesos nacionales de verdadera independencia y construcción democrática. El
papel de este tipo de diplomático que con su lenguaje delicado y escurridizo
quiere embobar literalmente a medio mundo esté sintetizado en lo dicho en las
últimas horas por este guatemalteco: (…) lamento la postura de Rusia y
China porque agrega a la lista de afectados por este asunto no sólo a las
víctimas de la violencia, sino también la eficacia de este Consejo de Seguridad
para responder con suficiente altura a los desafíos que enfrenta. O
sea que el señor Rosenthal percibe que el Consejo de Seguridad que él integra
ha sido víctima de una injusticia y atropello ruso y chino porque no les
permitieron hacer la barrabasada -o tarugada, dicen los mexicanos- de
defenestrar al presidente sirio, “causante de la violencia”, que no serían los
mercenarios armados y financiados por occidente. Y agrega el burócrata
guatemalteco: (…) con el ánimo de convocar al consenso, se eliminó de
ese texto todo tono de amenaza o de eventuales sanciones contra el gobierno de
Siria. Nuestro fin, primordialmente, es poner fina a la espiral de violencia
que aflige a la población de ese país y encontrar una salida política a esa
crisis.La verdad es que no es cuestión de formas de redacción de un texto o
si unas palabras hirientes o desconsideradas podrían provocar el encono, la
reacción de a quien se le dirigen. Es asunto de hechos, no de palabras. Estaba
pidiendo el texto marroquí, el Consejo de Seguridad y la Liga Árabe no otra
cosa que darle el golpe de Estado a las autoridades constitucionales sirias,
con palabras melosas como “asegurar la transición a la democracia en
Siria”. ¿Democracia al estilo gringo o europeo? ¡Qué buen ejemplo a
seguir!
La señora Clinton, Secretaria de Estado de los
Estados Unidos, está a rabiar. Con sus flácidos cachetes temblándole de ira
agregó: (…) me gustaría preguntarle a Rusia y China ¿qué tenemos qué
saber para actuar con decisión? Me temo que el costo de no actuar será la
guerra civil. Claro, una guerra que ya está siendo financiada y
apoyada por los gringos. Es sencillamente una confirmación de lo que se está
haciendo, no cabe la menor duda.
Y como no podía faltar los puntos sobre las
íes, el embajador ruso ante la ONU dijo lo que tenía que decir: (…) el
papel negativo de algunos países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU en
el avivamiento de la violencia en Siria. Todo lo contrario de lo dicho
por el embajador guatemalteco, señor Rosenthal, que lleva a Guatemala al
extraño posicionamiento de planchero internacional. Era lo que
iba a pasar y no es ninguna sorpresa ni el gran análisis. Es asunto de sentido
común. La única propuesta razonable es la rusa, que propende a una
solución verdaderamente pacífica y negociada de la lucha entre los dos
bandos, ya sin la ingerencia de las maras internacionales representadas en
el Consejo de Seguridad de ONU, encabezadas por la marioneta, el coreano Ban Ki
Moon, que dijo molesto y con los ojos más estirados que un borrego pegado a un
árbol: (…) el Consejo de Seguridad ha perdido la oportunidad de tomar
una acción unificada que pueda ayudar a forjar un futuro pacífico, con
democracia y dignidad.
¡Vaya chino cabrón!
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