lunes, 19 de febrero de 2018

El acoso fascista contra Venezuela

Pese a tantas falsas alarmas que ha dado en estos últimos años la dirigencia bolivariana, esto de la invasión norteamericana utilizando a Colombia podría tener mucho de cierto. Y lo único que vale, que se puede oponer a esos ominosos designios es la movilización popular armada, que es la única manera de defender, de verdad, una revolución.


EL ACOSO FASCISTA
CONTRA VENEZUELA


Por Luciano Castro Barillas

El modus operandi de las intervenciones imperialistas no se ha modificado. Carecen los pillos políticos de integridad y creatividad y sus métodos tradicionales de injerencia descarada son de los mismos componentes: intrigas, difamaciones y calumnias, ahora ampliamente difundidos por los medios de comunicación masivos y su velocidad. Si algo caracteriza a las derechas de todo el mundo es la apelación a la mentira y al cinismo extremo. Los revolucionarios no debieran, idealmente, equivocarse. O por equivocarse menos en el menor de los casos, dado que sus líneas políticas son resultado de la dirección colectiva. Un revolucionario debiera de equivocarse menos porque su agenda personal se relega al segundo o tercer plano y por lo tanto sus conflictos de interés debieran de ser menores. Además guía sus acciones políticas una doctrina científica como lo son los principios fundamentales del socialismo científico y su reificación práctica como lo ha sido en cada momento histórico nacional el marxismo-leninismo.

Las derechas creyeron que con la crisis de la Unión Soviética y los países del Este europeo la historia como la conocíamos hasta entonces había llegado a su fin. Así lo dijo un idiota norteamericano de origen japonés y el cacareo festivo de las derechas fue toda una glorificación. Nada más lejano de eso 20 años después: la primera potencia de la tierra, política, militar y económica será China, bajo la dirección de toda la gestión social del Partido Comunista Chino y su Comité Central. (Ja, ja, ja; ¡cómo les quedó el ojo reaccionarios!). Haciendo creer a los idiotas, incluidos los premios nobel de economía gringos e ingleses, que un nuevo pacto social surgiría donde imperaría la riqueza y la justa distribución. Que desaparecerían las contradicciones fundamentales de nuestra era y que la producción social y la apropiación individual sería cosa del pasado vergonzoso de la humanidad, como una gonorrea de la que nadie quiere contar por lo hedionda que es.

Esa tercera vía de paz y prosperidad nunca llegó al mundo, por el contrario, el neoliberalismo rapaz cobró fuerza y sustento y hoy, en la segunda década del siglo XXI, ese viejo y rancio fascismo que creíamos extinto con la muerte de Benito Mussolini y su amante colgados de cabeza como cerdos llevados al degüello, está omnipresente y lacerante, contra toda civilización e inteligencia humana. Hoy, el aparente y obsoleto fascismo, cobró vida y amenaza la paz social del mundo, su prosperidad y, al parecer, las viejas aberraciones humanas y el monstruo oscuro que llevamos dentro los humanos, ha resucitado y vuelto a hacer de las suyas con sus lacras: racismo, odio, intolerancia, violencia y propensión a solucionar los problemas por métodos incivilizados y propuestas ultramontanas como el ilusionismo de prosperidad económica que promueven estúpidos como Donald Trump ante la pasajera sustentación energética (ahora USA exporta petróleo) con el petróleo extraído de las rocas de esquisto, cuya fracturación hidráulica está creando ya dos cosas: inestabilidades políticas e inestabilidades geológicas, que hace que los seísmos sean ahora cada día más frecuentes y cada día más fuertes en todo el mundo.


Dentro de esa visión de la energía el esquisto no dará para mucho tiempo y la dependencia por el petróleo extraída de manera convencional, la demandante sed por el hidrocarburo; vendrá más apremiante que nunca. Y para eso está el Hemisferio Occidental, Venezuela, con la reserva probada  -no imaginada-  más grande del mundo. Y los USA quieren caprichosamente ese petróleo para pagarlo a precios irrisorios después de la intervención. Por eso, pese a tantas falsas alarmas que ha dado en estos últimos años la dirigencia bolivariana, esto de la invasión norteamericana utilizando a Colombia podría tener mucho de cierto. Y lo único que vale, que se puede oponer a esos ominosos designios es la movilización popular armada, que es la única manera de defender, de verdad, una revolución. Y que no ocurra lo de Guatemala como en 1954 con la intervención norteamericana, cuando el presidente Arbenz entregó el cargo presidencial para evitar el derramamiento de sangre entre los guatemaltecos… Por el contrario, para defender y mantener una revolución deberá correr mucha sangre, de los nacionales y de los invasores, hasta vencerlos, aniquilarlos y masacrarlos sin ningún atisbo de piedad. Ellos harían lo mismo con los venezolanos democráticos.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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