El año 2021, marca el
centenario de la fundación del Partido Comunista de China, y Xi claramente tiene
la intención de que en 2021 China muestre los logros de sus primeros objetivos
del centenario. Para entonces, China espera ser la economía más poderosa del
mundo (ya está allí, en términos de paridad del poder de compra) y una potencia
emergente de clase mundial, tanto en términos políticos como militares.
“EL MAYOR PROTAGONISTA EN
LA HISTORIA DEL MUNDO”
Por Alastair Crooke
John Mauldin nos entrega una muy pertinente anécdota sobre China:
"En la década de 1990,
Robert Rubin, secretario del Tesoro bajo Bill Clinton, estaba negociando los
términos bajo los cuales China podría ingresar a la Organización Mundial del
Comercio. Mis fuentes dicen que básicamente estaba pidiendo muchas de las
mismas cosas que Trump quiere ahora... Pero en 1998, en medio del escándalo de
Monica Lewinsky, Clinton quería una "victoria" (como el actual
presidente). Y Rubin no estaba cumpliendo, manteniéndose firme en sus demandas
de acceso al mercado y garantías en materia de propiedad intelectual, etc. Clinton
luego quitó a Rubin de las negociaciones con China y nombró en su lugar a la
secretaria de Estado, Madeleine Albright, con las instrucciones de completarlas
satisfactoriamente.
Al no ser una experta en
comercio, Albright no comprendía los problemas subyacentes. Los chinos
reconocieron que estaba jugando una mano débil y se mantuvieron firmes.
Brevemente, mis fuentes dicen que efectivamente ella cedió. Clinton consiguió su
"victoria" y nosotros nos quedamos atrapados con un terrible acuerdo
comercial. Cuando Trump alega que fuimos enredados en un mal acuerdo comercial,
él tiene razón, aunque me pregunto si él entiende la historia. Tal vez alguien
le proporcionó los antecedentes, pero nunca lo mencionó en ninguno de sus
discursos. Ese acceso a la OMC, que finalmente sucedió en 2001, le permitió a
China comenzar a capturar mercados por medios legales y acceder a la propiedad
intelectual de los Estados Unidos sin pagar por ello...
¿En este momento tiene esto
alguna relevancia? Probablemente no... Pero nos lleva a la rivalidad que
discutimos anteriormente. ¿Es posible que tanto Estados Unidos como China
permanezcan en una organización como la OMC? Trump parece dudar de ello ya que
ha amenazado con retirarse de la OMC. Es posible que algún día volvamos la
mirada a este período de un solo organismo dirigiendo el comercio internacional
como una aberración -un sueño agradable que nunca fue realista. De ser así,
preparémonos para algunos grandes cambios".
Esto conduce al meollo de uno de los mayores problemas geopolíticos que
enfrentan Europa y los EE.UU. Mauldin luego nos brinda lo que equivale a la
opinión mayoritaria que, "a pesar de su retórica, no creo que [Trump] sea
ideológicamente contrario al comercio. Creo que solo quiere una
"victoria" estadounidense y es flexible en lo que eso significa".
Sí, Trump posiblemente terminará haciendo lo de Clinton, pero ¿tiene Estados
Unidos una alternativa realista que no sea acomodarse a una China en ascenso?
El mundo ha cambiado desde la era Clinton: esto ya no es solo una cuestión de
discutir los términos del intercambio comercial.
Xi Jinping se encuentra en la cúspide del sistema político chino. Su
influencia ahora impregna todos los niveles. Él es el líder más poderoso desde
el presidente Mao. Kevin Rudd (ex primer ministro de Australia y amplio
conocedor de China) señala, "nada de esto es para los débiles de corazón...
Xi se ha formado en la política partidista china tal y como se conduce en los
niveles más altos. A través de su padre, Xi Zhongxun... ha pasado por una
"clase magistral" no solo de cómo sobrevivirla, sino también de cómo
prevalecer en ella. Por estas razones, ha demostrado ser el político más
formidable de su época. Ha tenido éxito en anticipar, flanquear, superar y
eliminar a cada uno de sus adversarios políticos. El término cordial que se
aplica esto es, consolidación de poder. En eso, Xi ciertamente ha tenido éxito".
Y aquí está el problema: el mundo que Xi visualiza es totalmente
incompatible con las prioridades de Washington. Xi no solo es más poderoso que
cualquier predecesor que no sea Mao, él lo sabe, y tiene la intención de dejar
su huella en la historia mundial. Que iguale, o incluso supere, lo de Mao.
Lee Kuan Yew, quien antes de su muerte en 2015 era el principal observador
de China en el mundo, tenía una respuesta penetrante sobre la impresionante
trayectoria de China en los últimos 40 años: "El tamaño del desplazamiento
de China del equilibrio mundial es tal que el mundo debe encontrar un nuevo
equilibrio. No es posible pretender que este es simplemente otro gran
protagonista. Este es el protagonista más
grande en la historia del mundo".
El año 2021, marca el centenario de la fundación del Partido Comunista de
China, y Xi claramente tiene la intención de que en 2021 China muestre los
logros de sus primeros objetivos del centenario. Para entonces, China espera
ser la economía más poderosa del mundo (ya está allí, en términos de paridad
del poder de compra) y una potencia emergente de clase mundial, tanto en
términos políticos como militares. Según Richard Haas, presidente del US Council for Foreign Relations, o Consejo
de Estados Unidos para Relaciones Exteriores, "la ambición a largo
plazo de [China] es desmantelar el sistema de alianzas de Estados Unidos en
Asia, reemplazándolo con un orden de seguridad regional más benigno (desde la
perspectiva de Beijing) en la que goce de la posición más prominente e, idealmente,
una esfera de influencia acorde con su poder”. (En todo caso, Haas puede estar
minimizando las cosas).
Para alcanzar el primero de los dos objetivos del centenario (el segundo
concluye en 2049), China tiene una predominante faceta económica / política, y
una faceta política / militar para el logro de sus objetivos.
Made in China 2025, es una política industrial amplia que
está recibiendo una financiación masiva estatal en I+D o Investigación y
Desarrollo ($232 mil millones en 2016), que incluye una potencial integración
explícita de doble uso en la innovación militar. Su principal objetivo, además
de mejorar la productividad, es convertir a China en el "líder
tecnológico" del mundo, y que China se vuelva autosuficiente en un 70% en materiales
y componentes clave. Esto puede ser bien conocido en teoría, pero tal vez el
paso hacia la autosuficiencia tanto de China como de Rusia sugiere algo más
deslumbrante. Estos estados se están alejando del clásico modelo de comercio
liberal hacia un modelo económico basado en la autonomía y una economía
dirigida por el estado (como la defendida por economistas como Friedrich List,
antes de eclipsarse por el predominio del pensamiento de Adam Smith).
El segundo pilar de la política es la famosa iniciativa 'Belt and Road' que
une a China con Europa. Sin embargo, el elemento económico a menudo es objetado
en Occidente como "simple infraestructura", aunque a gran escala. Su
concepción, más bien, representa un golpe directo al modelo económico
occidental híper-financiarizado. En un famoso comentario crítico dirigido a la
desmedida confianza de China en el crecimiento al estilo occidental, inducido
por la deuda, un autor anónimo (que se cree pudo ser Xi o un colega cercano)
señaló (sarcásticamente) la noción de que los árboles grandes podrían crecer
"en el aire”. Lo que quiere decir: que los árboles necesitan tener raíces
y crecer en el suelo. En lugar de la "actividad" financiera y
"virtual" de Occidente, la actividad económica real proviene de la
economía real, con raíces en la tierra. El 'Belt and Road' es solo esto: pensado
como un catalizador mayúsculo para la economía real.
Su aspecto político, por supuesto, es evidente: creará un inmenso (Remimbi)
bloque de comercio e influencia, y al estar basado en tierra, desplazará el
poder estratégico occidental sobre el dominio marítimo a las rutas terrestres
sobre las cuales el poder militar convencional occidental es limitado, del
mismo modo que transferirá el poder financiero del sistema de reserva de
dólares al Remimbi y otras monedas.
El otro aspecto, que ha recibido mucha menos atención, es cómo Xi ha podido
encajar sus objetivos con los de Rusia. Inicialmente cauteloso con el proyecto
'Belt and Road' cuando Xi lo lanzó en 2013, el Kremlin empezó a entusiasmarse
con la idea tras el golpe de occidente contra sus intereses en Ucrania, y con
el proyecto conjunto de Estados Unidos y Arabia Saudita para colapsar el precio del petróleo (Arabia
Saudita quería presionar a Rusia para que abandonara a Assad, y EE. UU para
debilitar al presidente Putin, al debilitar el rublo y las finanzas del
gobierno).
De ahí que para el 2015, el presidente Putin se había comprometido a
establecer un vínculo entre la Unión Económica Euroasiática de Rusia y el
Cinturón Económico de la Ruta de la Seda de China, y dos años más tarde, Putin
fue el principal invitado de honor en la cumbre 'One Belt, One Road' celebrada
en Beijing.
Lo que es interesante es cómo Rusia ha integrado la visión de Xi con su
propia idea de la "Gran Eurasia", concebido como la antítesis central
al orden mundial, financiero, liderado por los estadounidenses. El Kremlin, por
supuesto, entiende perfectamente que en el ámbito comercial y financiero, la
posición de Rusia en Eurasia es mucho más débil que la de China. (La economía
de China es de ocho a diez veces más grande que la de Rusia).
Las fortalezas esenciales de Rusia tradicionalmente se encuentran en los
ámbitos político-militar y diplomático. De ahí que Moscú, dejando las iniciativas
económicas a China, asume el papel de arquitecto principal de la arquitectura
política y de seguridad eurasiática, un concierto de las principales potencias
asiáticas y productores de energía.
En cierto sentido, el presidente Putin ha encontrado la simetría rusa y la
complementariedad con la política de la "ruta y corredor" de Xi (un
equilibrio ruso asimétrico, si se quiere, con la fortaleza económica absoluta de
Xi) en su ‘One Map; Three Regions’ ("Mapa único"; la política de tres
regiones). Bruno Maçães ha escrito:
En octubre de 2017, el
director ejecutivo de Rosneft, Igor Sechin, tomó la inusual medida de presentar
un informe geopolítico sobre los "ideales de la integración de
Eurasia" a una audiencia en Verona, Italia. Uno de los mapas proyectados
en la pantalla durante la presentación mostró el supercontinente, lo que los
círculos rusos llaman "Gran Eurasia", dividido entre tres regiones
principales. Para Sechin, la división crucial no es entre Europa y Asia, sino
entre las regiones de consumo de energía y las regiones de producción de
energía. Los primeros están organizados en los bordes occidental y oriental del
supercontinente: Europa, incluyendo a Turquía, y Asia Pacífico, incluyendo a la
India.
Entre ellos encontramos tres
regiones de producción de energía: Rusia y el Ártico, el Caspio y el Medio
Oriente. Curiosamente, el mapa no divide estas tres regiones, prefiriendo
dibujar una línea de delimitación alrededor de las tres. Son contiguos,
formando así un solo bloque, al menos desde una perspectiva puramente
geográfica.
El mapa, señala Maçães, “ilustra un punto importante sobre la nueva
autoimagen de Rusia. Desde el punto de vista de la geopolítica energética,
Europa y Asia Pacífico son perfectamente equivalentes, proporcionando fuentes
alternativas de demanda de recursos energéticos... Y, al considerar las tres
áreas [que el mapa] delimita, resulta evidente que dos de ellas están ya organizadas
y lideradas por un actor principal: Alemania en el caso de Europa; y China para
el Asia Pacífico”.
Es desde esta perspectiva que se debe entender el renovado interés e
intervención de Rusia en el Medio Oriente. Al consolidar las tres regiones
productoras de energía bajo su liderazgo, Rusia puede colocarse en un plano de
igualdad a China en la configuración del nuevo sistema euroasiático. Sus
intereses residen ahora más decisivamente en la organización de una voluntad
política común para en núcleo de la región productora de energía, que en la
recuperación de los "viejos anhelos" de ser parte de Europa.
Y la 'voluntad política' es también el proyecto de Xi: mientras que la
Revolución Cultural de Mao intentó borrar el antiguo pasado de China y
reemplazarlo por el "nuevo hombre socialista" del comunismo, Xi ha
retratado cada vez más al partido como el heredero y sucesor de un imperio
chino de 5,000 años de antigüedad humillado y saqueado por Occidente, escribe Graham Allison, autor de Destined for War: Can America y China Escape the Thucydides's Trap? De ahí que el
Partido haya evocado humillaciones pasadas a manos de Japón y Occidente
"para crear un sentimiento de unidad que se había fracturado y para
definir una identidad china fundamentalmente reñida con la modernidad
estadounidense".
Finalmente, Xi se ha comprometido a conseguir que China vuelva a ser fuerte
nuevamente. Él cree que un ejército que es "capaz de luchar y ganar
guerras" es esencial para realizar todos los demás componentes del
"rejuvenecimiento" de China. Estados Unidos tiene más 'estructura' militar
que China, pero Moscú tiene armas tecnológicamente superiores –a este respecto
China también se está poniendo al día rápidamente con occidente. La cooperación
militar estratégica directa entre China y Rusia (China respaldó a Rusia tanto
militar como políticamente) fue evidente en la reciente guerra informativa de
EE. UU y el Reino Unido -Skripal y armas químicas en Siria- contra Rusia. Actúa
como un elemento de disuasión contra la acción militar de los EE. UU dirigida a
ambos estados.
En Washington existen, a diferencia de Pekín, múltiples voces que intentan
definir cómo Estados Unidos debe interactuar con China. Trump ha sido el más
ruidoso, pero también hay ideólogos que exigen un replanteamiento fundamental
de los términos de intercambio comercial y de los derechos de propiedad
intelectual. Pero los militares de los EE. UU también insisten en que Estados
Unidos debe seguir siendo el hegemón
militar en la región de Asia y el Pacífico y que no se le puede permitir a
China expulsar a Estados Unidos. Sin embargo, existe una rara unidad en
Washington -entre los "think-tankers" y entre los dos principales
partidos políticos- en un punto, y en un solo punto: que China constituye la
amenaza "Número Uno" para el orden global liderado por Estados Unidos...
y su tamaño debe ser reducido.
Pero ¿qué es lo que los EE.UU -entre los objetivos de China esbozados
anteriormente- creen que de alguna manera pueden "revertir" y
"reducir a China" de manera más sustancial, sin ir a la guerra?
De manera realista, Xi puede otorgar a Trump suficientes concesiones
menores (es decir, sobre propiedad y cuestiones de propiedad intelectual) para
permitir que Trump se atribuya una "victoria" (es decir, a la Clinton
nuevamente), y ganar unos pocos años de paz económica fría, mientras que EE. UU
continúa acumulando déficits comerciales y presupuestarios. Pero, en última
instancia, Estados Unidos tendrá que decidirse por adaptarse a la realidad o
arriesgarse a una recesión en el mejor de los casos, o una guerra en el peor.
Estará cargado tanto económica como geopolíticamente, especialmente porque
quienes dicen conocer a Xi, parecen estar convencidos de que, aparte de querer
convertir a China en el "mayor protagonista en la historia del
mundo", Xi también aspira a ser él quien, finalmente, reúna a China: incluyendo
no solo a Xinjiang y al Tíbet en el continente, sino también a Hong Kong y
Taiwán. ¿Pueden los EE.UU absorber culturalmente la idea de Taiwán "democrático"
siendo militarmente unificado a China? ¿Podría intercambiar eso por una
solución a la cuestión norcoreana? Parece improbable.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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