Posada Carriles tuvo una
larga trayectoria conspirativa. Sus acciones encubiertas las concentró en
Centroamérica tras exiliarse y nacionalizarse venezolano. Guatemala fue uno de
sus centros de operaciones más importantes, quizá porque desde principios de
los años 60 tejió sus redes al ser partícipe del bloque de cubanos exiliados
que la CIA entrenó en Guatemala para la invasión de Bahía de Cochinos, según se
desprende de documentos desclasificados de la CIA que la organización
estadounidense National Security Archive dio a conocer en 2005 y mayo de 2007.
GUATEMALA: LA MUERTE DE
POSADA CARRILES,
LA DIRECCIÓN DE MIGRACIÓN Y
LA COYUNTURA ACTUAL
Por Luis Solano
Héroe para el exilio cubano y terrorista para muchos, el cubano
contrarrevolucionario Luis Posada Carriles falleció el 23 de mayo de 2018.
Envuelto en un manto de conspiraciones y acciones encubiertas en el continente
americano, desde la década de los 60, Posada Carriles arrastró un largo
historial en el que destaca el atentado contra un avión cubano en 1976, y una
variedad de acciones terroristas en Cuba, en 1997. Pero “Los caminos del
guerrero” como reza el título del libro autobiográfico que Posada Carriles
escribió en 1994, también están marcados por un legado violento en el istmo
centroamericano. Gobiernos y grupos de poder fueron sus protectores y
benefactores, y Guatemala fue uno de los escenarios preferidos de quien por
muchos años tuvo como objetivo acabar con el líder de la revolución cubana,
Fidel Castro. Su muerte, de alguna manera, lo vincula a la coyuntura actual.
Posada Carriles y la
coyuntura actual
Las conexiones de Luis Posada Carriles en Guatemala, vinculadas a la
coyuntura actual, lo llevan hasta César Augusto Cabrera Mejía, también conocido
como “Nito” Cabrera, quien fue Subdirector de la Dirección de Inteligencia
(D-2) cuando el general Luis Francisco Ortega Menaldo la dirigió en 1990, y en
ese mismo año Cabrera Mejía se convierte en director de la D2 hasta 1991, dado
a que era uno de los oficiales leales a Ortega Menaldo. Hoy día, Cabrera Mejía
está procesado junto a otros militares de alto rango por delitos de lesa
humanidad en el Caso CREOMPAZ.
Cuando ocurrió el asesinato en Guatemala del dirigente socialdemócrata de
El Salvador, Héctor Oquelí Colindres, en enero de 1990, se conjeturó que la
autoría era obra del exiliado cubano y terrorista Luis Posada Carriles, quien
operaba en Guatemala bajo el pseudónimo de Juan José Rivas López, y de manera
encubierta como miembro del grupo de asesores del democristiano Instituto
Venezolano de Educación Popular que apoyaba al gobierno de Cerezo.
Pero por medio de este instituto venezolano también llegó el investigador
Víctor Rivera a El Salvador en 1983 -asesinado en Guatemala en 2008 cuando
recién dejaba de ser asesor del Ministerio de Gobernación-, para capacitar a la
policía salvadoreña. Un mes después del asesinato de Oquelí Colindres, Posada
Carriles sufrió un atentado en Guatemala que casi le cuesta la vida. Posada
Carriles acusó del hecho a la inteligencia cubana, que se habría apoyado en los
militares guatemaltecos Francisco Ortega Menaldo y César Augusto Cabrera Mejía.
En esos días, Ortega Menaldo era el Director de la D-2, y Cabrera Mejía
Subdirector. Este último asumió la dirección en mayo de 1990 y se le vinculó al
asesinato de la antropóloga Myrna Mack. Mientras a Ortega Menaldo, de quien se
dice fue agente de la Central Inteligencia Americana (CIA), hoy en día se le
señala de ser uno de los altos jefes del crimen organizado. Para más
información ver libro autobiográfico de Posada Carriles: “Los caminos del
guerrero”, Capítulo 20; e Inforpress Centroamericana. “Posada Carriles: una
brasa en las manos para Bush”. 18 de mayo 2007.
Posada Carriles siempre contó con el respaldo de los directores de la
Dirección General de Migración, desde donde lograba pasaportes falsificados
para poder movilizarse en Guatemala. Como parte de la estructura
contrainsurgente, de espionaje y control poblacional esa Dirección siempre
estuvo controlada directa o indirectamente por militares. Durante el gobierno
de Vinicio Cerezo, período en el que Posada Carriles estuvo activo en
Guatemala, el director era el militar y abogado Arturo Chur del Cid. Durante los
gobiernos militares de los generales Efraín Ríos Montt y Óscar Mejía Víctores,
el director fue el general Manuel Callejas y Callejas, uno de los militares
condenados a varios años de prisión por el Caso Molina Theissen, el 23 de mayo
de 2018.
En 2005, se descubrió que Posada Carriles llevaba consigo un pasaporte
extendido en Guatemala. En esos días, el jefe de la oficina de pasaportes en la
Dirección de Migración era Juan Fidel Pacheco Coc, asesinado en 2010 luego de
denuncias que hiciera ante la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) contra el
entonces director Enrique Degenhart, actual ministro de Gobernación. Durante un
allanamiento a la vivienda de Pacheco Coc, lugar donde fue asesinado, se
encontró información sobre el negocio ilícito de pasaportes y la red de tráfico
de personas en la Dirección de Migración, que incluyó la documentación del caso
de la familia Bitkov y que es parte de la campaña contra la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
Posada Carriles fue el centro de una vieja disputa que arrastró importantes
figuras políticas y gobiernos. El gobierno venezolano exigió por años su
extradición tras fugarse de una prisión venezolana en 1985, donde estaba
detenido acusado de ser el autor intelectual del estallido de un avión cubano
en Barbados, en 1976, y donde murieron 73 personas. Al igual, el gobierno
cubano lo requería por ese caso, y por los atentados con explosivos en centros
turísticos en Cuba, en 1997, del cual también se le responsabiliza como autor
intelectual.
El gobierno estadounidense siempre negó las peticiones de extradición, a
las que se incluyó la del gobierno de Nicaragua que acusaba a Posadas Carriles
de ser una figura emblemática en el suministro de armas a la contrarrevolución
nicaragüense, en el marco del escándalo Irán-Contras, en la década de 1980.
Una investigación que realizó el Federal Bureau of Investigation (FBI, por
sus siglas en inglés), hace algunos años, consideró que desde algún lugar de
New Jersey se transfirieron ilegalmente US$19 mil a Guatemala y El Salvador
para financiar esas acciones terroristas en Cuba.
Posada Carriles siempre fue una brasa en las manos del gobierno
estadounidense. Con alcances que llegaban a George H. W. Bush (ex presidente de
Estados Unidos) director de la CIA en 1976, cuando se atentó contra el avión
cubano, y se suponía que Posada Carriles todavía trabajaba para la CIA, que lo
reclutó desde la fallida Operación de Bahía de Cochinos para la invasión a Cuba
en 1961. «Posada Carriles es un hijo y engendro del imperio (estadounidense),
el imperio lo apañó, lo entrenó y le sabe mucho al imperio», planteaba el
exembajador de Cuba en Panamá, Carlos García.
Posada Carriles tuvo una larga trayectoria conspirativa. Sus acciones
encubiertas las concentró en Centroamérica tras exiliarse y nacionalizarse
venezolano. Guatemala fue uno de sus centros de operaciones más importantes,
quizá porque desde principios de los años 60 tejió sus redes al ser partícipe
del bloque de cubanos exiliados que la CIA entrenó en Guatemala para la
invasión de Bahía de Cochinos, según se desprende de documentos desclasificados
de la CIA que la organización estadounidense National Security Archive dio a
conocer en 2005 y mayo de 2007.
Posada Carriles fue entrenado en demolición con explosivos en el campamento
de San Juan Acul, Petén, que la CIA junto al finquero Roberto Alejos Arzú,
construyó en 1960 (Revista Time, 28/4/61). Tras el fracaso de la invasión se
quedó en Guatemala. “En 1962 trabajaba en el edificio de la Editorial del
Ejército, zona 1, donde operaba la cárcel clandestina del Departamento de
Investigaciones Especiales, dirigida por un oficial del Ejército de Guatemala
con asesoría norteamericana.”, afirmó el ex comandante guerrillero guatemalteco
y columnista de prensa, César Montes (Siglo Veintiuno, 11 de mayo de 2005).
Ya como agente de la CIA, en mayo de 1965, Posada Carriles junto a un grupo
de cubanos exiliados participó en un complot para derrocar al presidente de
facto, general Enrique Peralta Azurdia. El complot era fraguado por Alejos
Arzú, desde Miami, empresario con quien tuvo estrechas relaciones y quien
ofreció su finca Helvetia y otras propiedades para el entrenamiento de los
cubanos.
CONEXIÓN GUATEMALA
Entre los involucrados de haber ayudado a Posada Carriles a ingresar
ilegalmente a EEUU en 2005 con pasaporte guatemalteco, cuando el terrorista se
hallaba en su última fase de su historial, se encuentra el millonario cubano
Santiago Álvarez y su empleado también cubano, Óscar Mitat. Tanto Álvarez como
Mitat fueron a prisión, condenados en noviembre de 2006 a cuatro y tres años de
prisión respectivamente, por tenencia de un lote de armamento. Ambos recibieron
una reducción de penas en 2007, tras haber entregado otro lote de armas a las
autoridades. El armamento, que se ha dicho serviría para acciones contra el
gobierno de Fidel Castro, es un tema que no se incluyó en el juicio que se les
libró después de su captura en noviembre de 2005.
Álvarez, de 64 años, era un prominente miembro del exilio cubano de Miami,
promotor de bienes raíces y benefactor de Posada Carriles. Álvarez fue quien
financió a Posada Carriles su defensa legal en Panamá cuando fue acusado y
posteriormente convicto por conspirar para asesinar a Castro en 2000. También
fue quien le buscó un abogado en Miami cuando Posada Carriles llegó a EEUU
ilegalmente en marzo de 2005, y el gobierno cubano asegura que fue Álvarez
quien lo llevó a EEUU a bordo de un barco privado. El empresario también fue
acusado de recibir un pasaporte guatemalteco falso y una cédula de identidad
falsa a su nombre, según la Fiscalía de Miami.
De acuerdo con la declaración jurada de dos agentes federales, la
investigación contra Álvarez comenzó el 2 de noviembre de 2005, cuando se
interceptó un paquete dirigido al empresario con esa documentación. En un
allanamiento a las oficinas de Álvarez, agentes hallaron un correo electrónico
dirigido al empresario en el que alguien le comunicaba tener el apoyo del «jefe
de la Oficina de Pasaportes de Guatemala» para venderle los documentos de
identidad, según la declaración.
El funcionario de migración guatemalteco era en ese entonces Juan Fidel
Pacheco Coc, quien en diciembre de 2005 supuestamente fue destituido según
denunciaron el entonces director-interventor de la Dirección General de
Migración (DGM), Fernando Sosa, y el entonces ministro de Gobernación, Carlos
Vielmann. Sin embargo, meses después Pacheco Coc seguía laborando en ese lugar
con otro cargo.
Sin embargo, la encargada de recursos humanos de la DGM, Zoila Gordillo,
indicó que Pacheco Coc nunca fue destituido (Siglo Veintiuno, 17/4/06). El funcionario
fue secretario general del sindicato de la DGM, y además de recibir amenazas de
muerte por años, también fue acusado de corrupción. Durante ese mismo período
de tiempo a Posada Carriles también se le extendió el pasaporte falso de
Guatemala que llevaba consigo durante su ingreso ilegal a EEUU y el cual
ocultó.
El FBI también trabajó conjuntamente con el gobierno cubano en la
investigación de los atentados de 1997. En el contexto del juicio contra Posada
Carriles, se dio a conocer un documento del FBI que reveló detalles sobre la
investigación de EEUU acerca de los lazos del militante anticastrista y una ola
de ataques dinamiteros en La Habana entre abril y octubre de 1997, en los que
murió un turista italiano en un hotel.
En ese informe, que es parte de una investigación de 1998 y engavetada en
2003, se indica que existieron explosivos escondidos en zapatos y botellas de
champú; tiene registro de miles de dólares transferidos electrónicamente desde
Nueva Jersey a Guatemala y El Salvador y contiene una nota en un portafolio en
la cual dice que “el tirano tiene que ser eliminado” aun cuando muera gente
inocente.
Aunque diversos medios de comunicación presentaron el informe como “nuevo”,
e incluso el documento omite nombres e identifica a testigos con códigos, en
realidad esa información ya había trascendido años antes con nombre y apellido.
Los diarios estadounidenses The Miami Herald (6 de junio de 1998) y The New
York Times (12 de julio 1998), dieron detalles del caso.
A quien el informe del FBI identifica como fuente confidencial CS-1 (en
inglés), en realidad esos medios de prensa lo identificaron como Antonio Jorge
Álvarez, un empresario cubano estadounidense que llegó a Guatemala en 1996,
contratado por la empresa WRB Enterprises, con sede en Tampa, Florida.
El objetivo de la empresa era la construcción de plantas de energía
eléctrica en Chiquimula, pero dos años después, el proyecto fracasó. Sin
embargo, en ese período de tiempo, Álvarez informó al FBI, y a las agencias de
inteligencia de Guatemala y Venezuela, de haberse enterado que Posada Carriles
estaba trabajando muy de cerca con dos de sus empleados para gestar acciones
terroristas en Cuba y atentar contra Fidel Castro en Venezuela.
Los empleados de Álvarez eran el cubano exiliado, radicado en Guatemala,
José Francisco Álvarez y el militar guatemalteco José Burgos, quien estaba
retirado después de trabajar con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y servir
de seguridad de la familia de un expresidente, a quien no se identifica.
Posada Carriles y Víctor
Rivera
En 1969, se dirige a Venezuela y colabora con la reestructuración de los
aparatos de inteligencia y la lucha contrainsurgente durante el gobierno del
democristiano Rafael Caldera. Asume importantes cargos dentro de la Dirección
General de la Policía (DIGEPOL) la cual posteriormente se llamará Dirección de
los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), de la cual saldrá en 1975
tras el cambio del gobierno. En la DISIP conoce a Víctor Rivera, quien fuera
asesor del Ministerio de Gobernación de Guatemala durante los gobiernos de
Álvaro Arzú y Óscar Berger, y asesor privado en materia de seguridad de
poderosas familias guatemaltecas que experimentaban secuestros de familiares.
Tras el derribo del avión cubano en 1976, Posada Carriles estuvo detenido entre
ese año y 1985, cuando se fugó.
Posada reaparece en El Salvador, en 1985, con la identidad de Ramón Medina,
trabajando para una compañía encubierta de la CIA: Southern Air Transport. Es
el jefe del grupo que se instala en el aeropuerto de Ilopango, desde donde
salen los vuelos clandestinos que suministran armamento a la Contra
nicaragüense. Ahí se reúne frecuentemente con el coronel Oliver North, quien
viene de EEUU a supervisar la operación. La operación encubierta sale a luz
cuando los sandinistas derriban, el 5 de octubre de 1986, uno de los aviones.
El piloto, William Cooper, muere.
Su asistente, Eugene Hasenfus, logra
salvarse y es capturado por los nicaragüenses. El escándalo Irán-Contras
estalla y pone contra la pared al gobierno de Ronald Reagan (Inforpress,
30/10/86).
En el libro «Powderburns Cocaine, Contras And The Drug War», que apareció
en 1994, su autor, el ex agente de la Agencia para el Control de Drogas (DEA),
Celerino Castillo III, relata que «Cuando me designaron como agente de la DEA
en Centroamérica, todavía recuerdo haber visto a Luis Posada y Félix Rodríguez
y otro terrorista americano, en la base aérea de Ilopango, El Salvador. Junto a
ellos estaba el agente de la CIA y asesor venezolano Víctor Rivera. Ellos eran parte
de lo que se conocía como un aparato de la CIA que no respondía a nadie. Ellos
estaban involucrados en el tráfico de drogas, secuestros y entrenamiento de
escuadrones de la muerte.» (traducción libre).
En su libro autobiográfico, «Los caminos del guerrero», Posada Carriles
afirma que Rivera se desempeñaba como jefe del grupo de asesores venezolanos
que capacitaban a la policía salvadoreña durante el gobierno del democristiano
Napoleón Duarte. La capacitación era financiada por la Fundación Konrad Adenauer.
«Rivera fue expulsado del grupo de asesores y tuvo que irse de El Salvador; la
muerte de un instructor venezolano y de un guerrillero salvadoreño provocaron
gran escándalo. Se descubrió que los venezolanos no sólo impartían enseñanza
sino que también trabajaban con la policía. Una sustracción de fondos puso
término a la estancia de Rivera en el país.» (Capítulo 19e Inforpress, 2/3/07).
La salida de Rivera y el escándalo Irán-Contras, obligaron a Posada
Carriles a retirarse de Ilopango, pero inmediatamente pasó a trabajar con los
asesores venezolanos. En 1988, tras la derrota electoral del Partido Demócrata
Cristiano, se retira de El Salvador, y se refugia, según su libro, en Guatemala
donde se hace cargo de la seguridad de la empresa estatal Teléfonos de
Guatemala (GUATEL), gracias a la amistad que tiene con el entonces director
Francis Ramírez, a quien también le brinda seguridad y que había conocido en El
Salvador, según ha declarado el ex presidente Vinicio Cerezo, y entonces
diputado (Capítulo 20. Europa Press y AFP, 25/11/00).
En 1995, Francis Ramírez fue capturado en EEUU y acusado de lavado de
dólares a través de la Empresa Eléctrica de Guatemala (EEGSA). Fue condenado a
cuatro años de prisión, por el envío de US$81 mil a EEUU. En El Salvador
también entabló amistad con el entonces embajador de Guatemala, Leopoldo
Urrutia.
Tras un atentado, se puso en
evidencia la presencia en Guatemala de Posada Carriles. La intervención
inmediata de Francis Ramírez y del director de Aduanas, Rolando Castro, logró
que fuera internado de emergencia en el hospital privado El Pilar, y según
Posada Carriles, una parte de los gastos médicos fueron pagados por el gobierno
de Cerezo (Capítulo 20 y The Miami Herald, 13/5/90). El mandatario, afirma
Posada Carriles, comisionó al jefe de seguridad de palacio, Henry (a quien se
identifica sólo con ese nombre), para que organizara la seguridad en el hospital.
Fuentes diplomáticas aseguraron en aquel momento que Posada Carriles
pertenecía a un equipo de expertos en espionaje al servicio de Cerezo,
independiente al ministerio de Gobernación y de la Policía Nacional. Incluso,
trascendió que Posada Carriles era miembro de la seguridad del mandatario, y
que ese equipo era financiado por donaciones provenientes de la entonces
Alemania Occidental y un fondo manejado discretamente por el propio Cerezo (The
Miami Herald, 13/5/90). Cerezo desmintió todo.
Días después del atentado, y ya recuperado de las heridas, Posada Carriles
viajó a Honduras. Entre 1994 y 1995, ocurrieron serios atentados en ese país,
destinados a desestabilizar al gobierno hondureño de Carlos Roberto Reina,
según publicó The Miami Herald en 1997 (Inforpress, 10/10/97). Los atentados
fueron organizados por cubanos exiliados con el apoyo de militares hondureños,
que buscaban presionar al gobierno para abrir en Honduras un frente de ataque
contra Cuba. En esos hechos Posada Carriles jugó un papel fundamental.
Después de esas acciones, retornó a El Salvador y Guatemala donde comenzó a
organizar los atentados de 1997 en Cuba. En El Salvador, con el nombre de
Franco Rodríguez Mena, Posada Rodríguez reclutó a Ernesto Cruz León y Otto
Rodríguez Llerena, para realizar los atentados. Ambos fueron capturados meses
después y hoy purgan largas condenas en Cuba. A Cruz León se le recuerda por
haber integrado una peligrosa banda de ladrones de vehículos y a Rodríguez
Llerena, al momento de su reclutamiento, por ser jefe de seguridad de la
distribuidora de vehículos DIDEA, propiedad de la familia Poma, y asociada con
la familia Maegli de Guatemala, de las más influyentes de El Salvador
(Inforpress, 9/4/99).
Sin lograr su gran objetivo de derrocar al gobierno de Castro, fraguó
intentos de asesinato contra el mandatario cubano en Venezuela, República
Dominicana y Panamá. En este último país fue capturado en 2000, luego que la
inteligencia cubana descubriera un complot contra Castro en el contexto de la
Cumbre Iberoamericana de presidentes (Inforpress, 1 y 8/12/2000). Posada
Carriles fue capturado con documentación legal extendida por autoridades
migratorias salvadoreñas, bajo el nombre de Rodríguez Mena. El gobierno
salvadoreño de Francisco Flores cargó con un elevado costo político por este
caso.
Tras pasar cuatro años detenido, junto a otros cubanos acusados, la
entonces mandataria Mireya Moscoso, previo a dejar el poder, indultó a Posadas
Carriles al igual que al resto. En agosto de 2004, es liberado y,
supuestamente, viaja a Honduras, desde donde organiza su retorno a Estados
Unidos, donde buscó y obtuvo asilo político por parte de George Bush.
Permaneción en ese país hasta su muerte.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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