López Obrador entró la curva de la pérdida de popularidad, porque retrató
de cuerpo entero la terrible dependencia de la economía, la sociedad mexicana y
los políticos mexicanos de la potencia del norte que tiene su satélite mestizo,
moreno, o indio, girando alrededor de su blancura supremacista blanca
CORNADA DE BURRO
DE LÓPEZ OBRADOR
CONTRA LOS CENTROAMERICANOS
Por Luciano Castro Barillas
Como era de esperarse, Donald Trump torció el
brazo como policía enloquecido del Bronx al presidente mexicano Manuel López
Obrador, quien en aras de sus intereses nacionales y por el miedo a la
imposición de los amenazantes aranceles del 5% hasta un 25%, cedió a sus “principios”
democráticos e hizo de los centroamericanos las víctimas propicias, oportunas,
en este juego electoral del presidente gringo que a cambio de obligar a López
Obrador a construir el muro físico en la frontera entre Estados Unidos y
México, lo obligó a construir el muro humano de 6,000 soldados en la frontera
entre Guatemala y México, como valladar insalvable para evitar las migraciones
ilegales de los desfavorecidos, empobrecidos pueblos de América Central.
Una acción policial de las fuerzas de seguridad
mexicanas que de antemano está condenada al fracaso, porque los migrantes ya no
pasarán por los puntos fronterizos legales, aduanales; sino lo harán por los
miles de puntos ciegos, en condiciones más penosas, pero no por ello menos
posible. Ninguno de los dos, el canciller Ebrard y los negociadores
norteamericanos hablaron sobre las causas de la migración de los pueblos
centroamericanos, cuya responsabilidad recae en primer lugar en los Estados
Unidos que a lo largo de décadas y todavía en la actualidad, con sus nunca
desmentidos apoyos a figuras antidemocráticas, ha perpetuado un sistema de
injusticia social y económica que ha llevado a la hecatombe política de Centro
América. Los pueblos y su desesperación por vivir son creadores y no habrá
poder posible apostado en la frontera sur de México capaz de contener a los
amplios contingentes de personas con hambre y con terror por la violencia
política y pandilleril.
López Obrador, el izquierdista, cedió por el
temor de llevar a una recesión en menos de 12 meses a la economía mexicana y no
es tanto que proteja las exportaciones del campo mexicano, ya de por sí quebrado
por el Tratado de Libre Comercio, sino para defender las inversiones
extranjeras que importan tanto a los mexicanos, principalmente la industria
automotriz, donde los alemanes tienen fuertes inversiones y son los que le
dictaron a López Obrador y a su canciller Ebrard lo que tenía que hacer.
Ciertamente ninguna industria norteamericana ha regresado a los Estados Unidos
como pretendía Donald Trump, pero el no retorno empresarial ha dado estabilidad
a la economía mexicana y ha abierto la posibilidad de inversiones públicas con
el caso de la reconversión de la industria petrolera mexicana cuyo rescate es
de miles de millones de dólares.
Los grandes perdedores en todo esto son los
pueblos centroamericanos, a quien pareciera nadie les importa. Ofrecieron las
autoridades mexicanas un insólito y precario premio de consuelo a los
migrantes: documentación de sus casos y posibilidades de ingreso a territorio
mexicano, con lo que, claro, no se resuelve nada. López Obrador entró la curva
de la pérdida de popularidad, porque retrató de cuerpo entero la terrible
dependencia de la economía, la sociedad mexicana y los políticos mexicanos de
la potencia del norte que tiene su satélite mestizo, moreno, o indio, girando
alrededor de su blancura supremacista blanca. Pobre realmente México: “tan
lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Publicado por La Cuna del Sol
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